El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

25 junio, 2011

El mirón de Orquídeas

_Del dolor.

Del dolor y de la desesperación. De ahí, acabo de enterarme, provienen las orquídeas. Y del sexo y de la inminencia de la muerte. Será por eso que las queremos tanto.

Me lo cuenta Julio César Merlo, presidente de la Asociación de Productores y Cultivadores de Orquídeas de la Argentina (uff, APCOA de acá en más). Es lunes a la mañana y una docena de personas, entre las que me cuento, recorren el salón del Centro Okinawense, en San Juan y Jujuy, nada que ver con las multitudes (los organizadores calculan más de 2800 personas) que desfilaron el fin de semana por el lugar en una clara muestra del creciente auge que estas flores están despertando en nuestro país. Estamos en la Feria de Orquídeas, uno de los cinco eventos anuales que organiza APCOA para difundir el cultivo de estas enigmáticas plantas entre los aficionados (y, por supuesto, vender las suyas). Circuito que culmina en el mes de octubre con un gran finalle: “Orquídeas en el arte”: una muestra en el Centro Cultural Borges en la que se entrega una Orquídea de plata en tamaño natural tallada por el célebre orfebre Juan Pablo Pallarols a la flor más deslumbrante de la exposición.


Flor en devenir

En esta mañana gris de lunes otoñal alcanza con dejar atrás a los leones que custodian la puerta del Centro Okinawense para comprender que se ha ingresado a un mundo nuevo, lejos del ruido de la avenida, las orquídeas penden en el aire con su promesa de jardines flotantes, selvas impenetrables y cimas inexpugnables. La mirada se pierde, ametrallada por una paleta de colores abigarrados y formas barrocas; el olfato es abordado de golpe por fragancias fuertes, carnales, voluptuosas.

_Sexual.

Dice sin ponerse colorado el presidente de APCOA cuando le pregunto cuál es el principal atractivo de las orquídeas:

_Si te lo dijera desde un punto de vista masculino muchas de estas flores tienen una atracción sexual, Aunque la mayor cantidad de aficionados o clientes son mujeres.

No es metáfora, sino metonimia: la apertura de los pétalos, la disposición lateral y carnosa de los sépalos envolventes, el capuchón central del labelo, recrean una concha abierta en todo su esplendor. Otra muestra de falocentrismo: decir que algo que está bueno es muy pija. Minga, algo auténticamente hermoso, como las orquídeas, lo es justamente por ser muy concha. La flor, sin ir más lejos es el órgano sexual de la planta y su forma y color y fragancia no tienen nada de caprichosos: han evolucionado durante diez millones de años para atraer engañosamente al insecto que la poliniza. Así, entre las variedades expuestas, la Odontocidium “Wild Cat” imita a la perfección la forma de un abejorro mientras la Oncidium “Java” despliega de su vara floral un enjambre de mariposas amarillas, ya lo había dicho Deleuze: la orquídea es una flor en pleno devenir.



Orquídeas para todos

La feria de Orquídeas está dividida entre los ejemplares presentados por los aficionados para la competencia oficial, que ocupan estelarmente el centro del salón, en el que conviven las Cattleyas, los Cymbidiums y los Dendrobiums y los stands de los viveros miembros de APCOA y otros patrocinadores que llenan el perímetro de la sala con plantas, libros, y todo tipo de productos para que los visitantes sí lo intenten en sus casas. Desde sus inicios, APCOA ha bregado por la difusión del cultivo amateur de orquídeas a través de talleres, seminarios, cursos y exposiciones como ésta. “Ese fue uno de los proyectos de la asociación cuando nos unimos. Hace once años acá había mil personas únicamente alrededor de lo que es orquídeas porque era todo lujuriante y misterioso. Los que estaban, trataban de ser muy exclusivos. Nosotros lo que hicimos fue intentar masificar el conocimiento y el cultivo, como para que la gente se anime a dividir a montar a trasplantar a estaquear. Es mucho más fácil que un helecho, en el helecho vos te equivocaste en dos riegos y lo mataste. La orquídea para matarla tenés que mandarte macanas durante seis meses. Es una planta muy fuerte”, dice Merlo. Parece ser que el misterio, digno de una sociedad secreta, que rodeaba al cultivo de estas plantas era una cuestión económica, es decir, política, fomentada por los productores que se dedicaban a la venta de la flor al corte (la flor separada de la planta) en exclusivas florerías paquetas. Los viveros miembros de APCOA decidieron cambiar la lógica del negocio y salir a vender la flor junto con la planta por el mismo precio, lo que permite, con los cuidados del caso y el conocimiento que ellos mismos se encargan de difundir, tener una floración al año. Como destaca Julio: “En lugar de ponerla en la heladera para que no se te muera a los siete días, podés disfrutarla veinte, treinta días y después tenés la posibilidad de que florezca al año siguiente”. El valor de las plantas en la exposición va de los $50 para los plantines más jóvenes en su primera floración a los $500 para Cattleyas adultas con flores de 15 centímetros de diámetro o hasta $800 para unas Vandas azules de Tailandia. Pueden parecer precios exorbitantes, pero hay que tener en cuenta que una orquídea demora, como mínimo, cinco años desde la semilla hasta su primera floración, el precio también varía en función de la procedencia de la planta y las dificultades para cultivarlas y hacerlas florecer. Las mencionadas Vandas, amén de exigir la recreación de las condiciones subtropicales de su lugar de origen, se hacen desear y se toman doce años en dar el sí de su primera floración.


Las flores del mal

Paciencia, entonces, es una de las virtudes que habrá que tener para cultivar orquídeas: sólo crecen, y apenas, en plena primavera y al principio del otoño, el resto del año la planta está “planchada”, como dicen los expertos. No regarlas demasiado para no ahogarlas y verificar, especialmente en sus variedades epífitas (las que se cuelgan de las tetas de los árboles, pero ojo que no son parásitas) y semi terrestres, que sus raíces se conserven secas. Y también una dosis de sadismo: porque para que dé su anhelada flor a la orquídea habrá que hacerla sufrir bastante:

_El 90% de las orquídeas florecen por estrés. No es que florezcan porque les gustó algo, florecen porque no les gustó algo. Porque algo está mal, su último intento antes de quizá morir es la reproducción. Entonces si a la orquídea no le gusta el frío en determinado momento del año o una amplitud térmica de más de diez grados en determinado momento del año lo que hace es desencadenar la floración: intentar reproducirse antes que esa condición la mate. Algunas requieren condiciones combinadas: sequía y frío, pero siempre son mecanismos de estas características. Otras veces el acortamiento del día hace que la planta induzca su floración. Encontrar ese mecanismo en plantas que son totalmente distintas en un clima que no es el mejor para cultivar, ahí está el reto, explica Julio César y entonces alcanza con levantar la vista y mirar una orquídea para cantar a coro con Rilke aquello de que la belleza es el comienzo de lo terrible, que apenas podemos soportar.

Flor de emperatriz

A poco de ingresar en el mundo de las orquídeas uno se familiariza con nombres que parecen sacados de un guía de teléfonos extraterrestre: Cymbidium, Dendrobium, Oncidium, Paphiopedilum, Phalaenopsis, Bulbophyllum. Inútil tratar de recordarlos todos: se calcula que hay más de 32 mil variedades distintas. Una

de las más famosas es la Cattleya, oriunda de

Sudamérica. Vasta imaginar el rostro iluminado del aficionado inglés William Cattley, una suerte de Indiana Jones de la botánica, cuando tuvo el primer ejemplar de esta variedad entre sus manos. Igual que en la astronomía, en la abigarrada galaxia de las orquídeas un avezado explorador puede llevarse el premio inmortal de bautizar con su propio nombre el descubrimiento de una nueva variedad. En l

os stands de venta, las Cattleyas son multitud, en la muestra de competencia, en cambio, los aficionados se inclinan por variedades más

exóticas, remotas o difíciles de cultivar, dejando a las Cattleyas cierto aire de Vulgata Orquidaceae y el recuerdo perimido de caballeros obsequiando a elegantes damas una flor encerrada en una caja de acetato. Claro que Leticia Yamanauchi, dueña del vivero Yamasan y tercera generación de cultivadores de orquídeas

, no acordaría con esto. En su stand se destacan las Cattleyas con flores más grandes, coloridas y vistosas de todo el salón. Si esta variedad de origen sudamericano es conocida como “La reina de las orquídeas” hay que reconocer que la familia real es muy numerosa: el género comprende unas sesenta subespecies y algunos ejemplares son resultado de más de quince cruzas e hibridaciones. “No es difícil reconocerlas, son como las personas, al principio todas parecen iguales, pero si las mirás con atención notás que cad

a una tiene su personalidad”, dice Leticia cuando le pregunto cómo reconoce el tipo de cattleya antes de que entre el floración y ella me dicta un curso acelerado mientras me señala el grosor de los bulbos, la carnosidad de las hojas, la disposición a la altura o el despliegue horizontal de cada planta. Ahí donde yo veía una mata de pastos, Leticia reconocía un álbum de familia. Cuando le pregunto por su preferida, se sonroja y dice: “No puedo elegir, son como los hijos”, p

ero después me dirá, casi resignada, que los occidentales suelen inclinarse por las flores de colores fuertes, los borravinos o el violeta obispo, pero a ella la seduce el rosa pálido de la Cattleya Marcela Koss y, como si se tratara de un secreto de estado, me susurra: “es la orquídea preferida de la emperatriz de Japón”.

Personas de Bach

“Una gota cada diez litros de agua para riego” explica Delfina Maurig cuando le pregunto cómo funciona su “Armonizador Vegetal”. Si, bueno, es económico y rendidor pero ¿qué es?

_Un armonizador natural para plantas. Hecho con concentrados de extractos vegetales que...

_Sí, pero ¿Qué hace?

_Te estoy diciendo, armoniza la planta, y repite como si recitara un folleto: “una planta armonizada es una planta que se desarrolla con vitalidad y resiste mejor las plagas”.

_¿Vos querés decir que es como una homeopatía para plantas?

_Exacto, dice Delfina y subraya completamente inocuo, pero, no conforme, toma el frasco y se hecha una gota a la lengua.

_Es el segundo frasco que me tomo en tres días.

_Vas a florecer pronto, Delfina, le digo antes de que me someta a su exposición del control de plagas y el gel florador.

El lunes la Feria tiene un aire de despedida. En la competencia oficial las plantas ganadoras exhiben orgullosas sus trofeos de cartón con el puesto obtenido. Los dueños de los viveros también están contentos: el fin de semana vendieron plantas a lo pavote y, en este nuevo modelo de negocio la flor, que es 99% agua y 1% materia orgánica, en lugar de evaporarse en las brumas del recuerdo de un regalo exótico e irrepetible, se convierte en la llave de entrada al fascinante mundo del cultivo, la colección y el cuidado obsesivo y malicioso para que vuelva a dar su flor, una y otra y otra vez.

“Las orquídeas son plantas perennes; la planta debería vivir más años que vos como cultivador aficionado”, explica Julio César Merlo que, con su voz cascada por el tabaco, sus manos de dedos gruesos y su porte king size parecería más acorde para la conducción de una asociación de cría de chanchos. Sin embargo, su phisique du rol sindicalista tal vez lo haya favorecido en el encolumnamiento de las sutiles dinastías orientales que son mayoría en este negocio, para oponerse al monopolio floral de la orquigarquía. Como su flor emblema, el APCOA también nació del estrés y el instinto de supervivencia: los viveros productores se unieron tras la crisis del 2001 para ayudarse entre sí y sacar a las orquídeas del rubro de vienes suntuarios e inaccesibles. Tras once años de tenaz lucha, las casi tres mil personas que visitaron la muestra y calidad de las orquídeas presentadas por los aficionados demuestra que su esfuerzo, por esta vez, no ha dado sus frutos.

Ha dado sus flores.

Ariel Idez

18 junio, 2011

El cráneo de Miss Siddal

1

“El cráneo de Miss Siddal”, de Augusto Munaro (Editorial Pánico el Pánico, 2011), es una novela muy hija de puta. Uno ve –las ve- las claves para entender qué-está-pasando-realmente, qué carajo está intentando hacer este tipo con la novela, y cuando ya casi casi tenés cocinado el asunto: ¡paf! (1ro) Te muestra en qué estabas pensando (te dice: Marechal, Drácula, Romanticismo, Belleza y Felicidad), y (2ro) pega el volantazo, a velocidad de volantazo, para que te quedes como un orate, pedaleando en el aire.

Por ejemplo: lo primero que uno piensa es en un anacronismo ambulante. En una novela de pendejos serios –de 15, 25 años-, henchidos de pretensión y ganas indomables de demostrar que no son analfabetos. ¡Tutean! ¿Se entiende? Dicen: “¿Acaso no crees que Wilcock hizo bien en mudarse de lengua y marchar a Italia para siempre?”. Los insultos, por caso, son de esta calaña: “¡Parnasiano anglófilo!”.

2

Munaro no es un pendejo. (Aunque seguro lo fue, a mi no me engaña. Sé reconocer a mi gente.) Los protagonistas, en cambio, atiborrados de literatura vieja, rancia, de esa que se lee en la adolescencia, hasta los 18 o 28 años, son de esos que dicen estar dispuestos a dejarse matar por la palabra, a morir para revivir a la Musa. Ellos son como muchos de nosotros éramos hace no mucho. El libro, así, es también un ajuste de cuentas con el pasado.

De todas formas, la novela abandona rápidamente el diálogo platónico conurbano (la cosa empieza y crece en una biblioteca -¿se entiende?- de un chalet Hurlingham, tierra de Sumo, a quienes -¿pueden creer?- no se menciona en ningún momento) para adentrarse en terrenos, digamos, diametralmente opuestos: la acción. Pero tampoco es que ahora lidiemos con whisky, putas y merca. La acción siempre es gratuita, y vana.

3

Dos búsquedas dos: por un lado, La Pipa de Marechal. Por otro, el susomentado cráneo de Miss Siddal: poeta, pintora y, quizás más que todo lo anterior, Musa del Movimiento Prerrafaelista (con decirles que fue mujer de Rosetti…). Pero la primera es una reacción a la segunda, una aventura marginal y vernácula al lado de la empresa internacional y mucho más retrógrada que es la otra. Ambos periplos ocupan el ochenta por ciento del libro, poco más o menos. Pero en cierto sentido, son marginales. Porque lo que importa no es lo que pasa.

4

El tema no es la Musa. El tema es el Enemigo. Este es un libro en contra. Es una descripción a conciencia y una caricatura del enemigo. El enemigo es literario en particular, artístico en general. Es la voluntad de representación, es el poner la trama por delante (como carro con caballos), es la voluntad de pureza, el clasismo, es rehuir el derrape. Pero Munaro mete al clásico con el romántico, todo en una misma bolsa, y les da sin asco. El libro es una burla permanente contra la idea de que el Gran Arte Expresa lo Profundo del Autor, El Corazón De Las Tinieblas. Sí: el libro es en contra, el libro quiere ser despiadado con el enemigo.

Tiene, en esto, dos antepasados notables. Uno explícito: el Quijote. Otro, trágico y reciente: La conjura de los necios, de Kennedy Toole. Como seguramente pasaba con Kennedy Toole, y como probablemente pasaba con Cervantes (digo, qué se yo. Que me desmienta), Munaro tiene mucho de esos de los que se burla. Y también, claro, de lo que se burla. Porque

4

la novela funciona, también, como manifiesto estético. Como queda señalado: por la negativa. No queda tan claro qué le gusta a Munaro como qué le molesta.

“Hay que renacer. Destapar con el cráneo de Miss Siddal el modelo de la belleza trascendental. Junto a lo clásico asociar del surrealismo la sinceridad del inconsciente y lo mismo con el expresionismo y demás movimientos modernos.”

Eso –todo eso- molesta. Todos, en la novela, dicen buscar la resurrección del Arte & la Literatura. Pero nada indica que el autor crea que la literatura está muerta, exánime o falta de salud. Una contradicción performativa tiene lugar cuando lo que se dice es desmentido por el propio acto de decirlo. “El cráneo de Miss Siddal” y lo que dicen sus protagonistas conforman una contradicción de ese estilo. Los muertos que mataste gozan de buena salud.


Matías Pailos

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06 junio, 2011

Notas sobre la novela, por Eduardo Rubinschik

alabras vehículo y palabras combustible. Diferencia compleja, pero que habla tal vez de dos narrativas: por un lado de aquella que utiliza la palabra para poner la historia al frente, y que convierte la palabra, la escritura misma, en mero vehículo de información y, por otro, aquella que busca en el estilo una combustión de la experiencia, más acá, más allá de la historia que le toque narrar...

(Eduardo Rubinschik -amigo de la casa- sobre la novela, en www.escritoresdelmundo.com)