Paladar negro
Lo que sigue es una vileza. Es la transcripción, apenas transfigurada (la cacofonía también es un estilo) en texto autónomo, de mi comentario a 'Sobre Gustos...', de Zedi Cioso. Es que era un comentario muy largo... Excusas: la vanidad de tener otro post colgado. Ahí va:
¿Qué le voy a hacer? ¿Voy a pelearme con vos, Zedi Cioso, cuando estoy de acuerdo? Yo creo que tu actitud es más sana que la mía; sólo consigno la cotidianidad de esa celda en la que estoy conminado, cuál Sífifo a empujar su piedra, a dar orden y concierto a mis placeres, digamos, sobre productos culturales. (Y no, no estoy condenado. Solo, a veces, lo parece.)
Pero no hay en vos, en Lo Cuerdo, Lo Razonable, Lo Sano (haga el chiste usted que puede), nada semejante a este tipo de disposición. Vos no listás: vos acopiás. Te aviás de superficies de placer, sin discriminar entre ellas. Y acertás otra vez: el pundonor de la calidad ('¿Qué libro es realmente bueno?''¿Qué película es en verdad trascendente') solo entorpece el deleite, el disfrute, la buena vida (el objeto de toda la ética antigua, y de la ética contemporánea que le gusta a la gente). Hagamos como Zed, y no como yo.
Otro gran punto es la relacion de la amistad con los gustos, que trato en el siguiente párrafo.
Uno puede, muy frecuentemente pasa, iniciar una amistad por similitud de gustos. Pero, en breve, uno nota que hay cosas que al otro placen que a uno no, y pero: hay cosas que el otro encomio y uno desprecia. Claro: lo mismo le pasa al otro para con uno. Pero uno (ese sujeto tan peculiar de discurso; ni 'yo' ni 'vos' ni 'él': 'uno'), paulatinamente, nota cómo eso que le era ajeno, y que sigue siéndole ajeno (indispensable, quizás, en ciertos momentos, para acotar y asentar nuestra individualidad contraponiendo lo propio a lo ajeno del amigo)... uno empieza a sentir propia. Aunque no le guste. Uno se enorgullece y, en alguna medida, disfruta de eso que no disfruta. Porque uno es uno, pero también es parte de un grupo. Un grupo que también se define por sus gustos. Y sus gustos son la suma de los gustos de sus integrantes (también son los gustos más intensos de la mayoría, y muchos gustos más. Pero dejemos esto de lado por el momento). Y entonces es gusto que no es propio pasa a ser propio. Para a ser signo de identidad personal.
Porque, como dijo el amigo de Per Abbat (o la versión deformada que llega a mi mollera), Arthur Rimbaud: 'Uno es otros'
PD: ¿Qué es uno? 'Un sistema de citas'. JLB.
Matías Pailos
¿Qué le voy a hacer? ¿Voy a pelearme con vos, Zedi Cioso, cuando estoy de acuerdo? Yo creo que tu actitud es más sana que la mía; sólo consigno la cotidianidad de esa celda en la que estoy conminado, cuál Sífifo a empujar su piedra, a dar orden y concierto a mis placeres, digamos, sobre productos culturales. (Y no, no estoy condenado. Solo, a veces, lo parece.)
Pero no hay en vos, en Lo Cuerdo, Lo Razonable, Lo Sano (haga el chiste usted que puede), nada semejante a este tipo de disposición. Vos no listás: vos acopiás. Te aviás de superficies de placer, sin discriminar entre ellas. Y acertás otra vez: el pundonor de la calidad ('¿Qué libro es realmente bueno?''¿Qué película es en verdad trascendente') solo entorpece el deleite, el disfrute, la buena vida (el objeto de toda la ética antigua, y de la ética contemporánea que le gusta a la gente). Hagamos como Zed, y no como yo.
Otro gran punto es la relacion de la amistad con los gustos, que trato en el siguiente párrafo.
Uno puede, muy frecuentemente pasa, iniciar una amistad por similitud de gustos. Pero, en breve, uno nota que hay cosas que al otro placen que a uno no, y pero: hay cosas que el otro encomio y uno desprecia. Claro: lo mismo le pasa al otro para con uno. Pero uno (ese sujeto tan peculiar de discurso; ni 'yo' ni 'vos' ni 'él': 'uno'), paulatinamente, nota cómo eso que le era ajeno, y que sigue siéndole ajeno (indispensable, quizás, en ciertos momentos, para acotar y asentar nuestra individualidad contraponiendo lo propio a lo ajeno del amigo)... uno empieza a sentir propia. Aunque no le guste. Uno se enorgullece y, en alguna medida, disfruta de eso que no disfruta. Porque uno es uno, pero también es parte de un grupo. Un grupo que también se define por sus gustos. Y sus gustos son la suma de los gustos de sus integrantes (también son los gustos más intensos de la mayoría, y muchos gustos más. Pero dejemos esto de lado por el momento). Y entonces es gusto que no es propio pasa a ser propio. Para a ser signo de identidad personal.
Porque, como dijo el amigo de Per Abbat (o la versión deformada que llega a mi mollera), Arthur Rimbaud: 'Uno es otros'
PD: ¿Qué es uno? 'Un sistema de citas'. JLB.
Matías Pailos
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