Salón Fumador
Una enorme y laboriosa voluta blanca aguardaba a pasitos de la puerta, dilatando el momento de traspasarla. Las miradas tendían hacia ella, centro gravitatorio de la atención de los asistentes al evento. Lo que, por supuesto, no implica que posasen sus ojos constantemente sobre ella, ni siquiera que lo hiciesen una vez, del mismo modo que la tracción ejercida por el sol en nuestro sistema planetario no precipita de facto a los astros vernáculos tras él. Para disipar la ansiedad que acompañaba a esa pulsión contemplativa que nosotros, los espectadores, liberábamos sobre la nube, la nube debía ingresar al recinto. Al fin, libérrima y descuidada (aunque lejanamente halagada e histéricamente histérica), la masa humosa tuvo a bien entrar y comenzar a colmar nuestras expectativas (y a generar otras; por ejemplo, la expectativa de ver si iban o no a colmarse nuestras expectativas). Por suerte los cigarrillos vigentes en estas pampas son finitos, y en los instantes en que estos se acababan o eran apagados precipitando su final, podíamos nosotros los espectadores darnos visualmente de bruces contras las islas más salientes del piélago literario nacional, dos de ellas al menos: Laiseca y Fogwill. Eran sólo breves instantes de acceso cognitivo a las divinidades, que rápidamente eran ocultadas por nuevas volutas de nuevos cigarros. (Laiseca justificó: ‘Vengo de Cuba, donde la gente conserva la sana costumbre de fumarrrrr’.) (No hacía falta.) Primer apunte: son, eran, viejos amigos. Viejos son los trapos, argüirá Fogwill, pero no: están viejos, y la senectud y la decrepitud fueron una constante de la charla (motivada por la edición o reedición, no recuerdo, de ‘Poemas Chinos’, de Laiseca). Así, en medio de un recitado de un poema de Laiseca, Fogwill, que olvidó cómo seguía, (contó que se los sabía de memoria porque guardaba una primera versión en fotocopias con olor (y guiñó el ojo a una espectadora), pero luego)contó que 'Poemas chinos' tuvo una edición pirata responsabilidad de su mujer... la cuál le dice que se olvida las cosas por falta de testosterona. Fogwill: ‘Jajajá... hija de puta’. Segunda constancia: estos viejos amigos se mentan por el apellido: Fogwill esto, Laiseca lo de más allá. Comienza Laiseca, narrando sus aventuras y tribulaciones con los chinos, ‘a los que estudio desde los veinte años’, y nos cuenta de este, aquél y ese poeta chino, a cuál más hijo de puta y más maravilloso, si hemos de creerle, nos comenta algunos epigramas que pasan por poemas o que son poemas, todo en ese tono sosegado y querendón, lleno de silencios y de súbitas y graduales (sí: súbitas y graduales. No hay contradicción, aunque quizás haya un ruidito) variaciones de intensidad y volumen. Lo mejor viene con Fogwill, que se extiende como nadie. ¿Qué hace? Recita poemas chinos de Laiseca. Ambos son teatrales en el recitado. Pero en Fogwill hay un dramatismo, Un Dramatismo... una urgencia ante lo inminente del peligro que acecha, que nos rodea, que ya está entre nosotros. No hay nadie mejor que Fogwill recitando poemas (está a la altura de Dolina). Tercer punto: los tipos mechan lo sublime con lo banal de modo imprevisto, sin decir agua va, y vuelta a lo sublime o serio o no cotidiano o no gracioso, y exhiben naturalidad en ello, y por naturalidad léase ausencia de rispideces, y por esto léase fluidez. Una más: al comentarle la receptora del guiño fogwilliano no se qué acerca de un cuento de Cortazar, salta Fogwill con un ‘!Por favor, estamos hablando de literatura! ¡Vos siempre metés la política en todo!' Punto final para el relato del presunto culto a no sé qué árbol, citado en el libro de Laiseca, en el que el maestro dejaba que la semilla fructificara hasta qué él mismo devenía tronco y ramas y hojas perennes (y toneladas de estiércol, ya que el maestro no se movía del punto de oración; ni tampoco perenne. Sólo un poco más duradero que nosotros, y eso si no lo hachamos). (Y me estoy olvidando de ese poema formidable (de eso nos convencieron) que iba a recitar F, que L se lo pide para recitar él, que F exalta por las nubes sobre el tipo que se enamora de la que representa a su mujer en su ceremonia fúnebre (la de la tipa, no la de él). Y me olvido también de decirles que en lo que quedaba de presentación F leyó (parte de)un artículo que había escrito hace veinte años presentando este mismo libro. Y que F comentó: cuando L se muera, hay que ir a revisarle la casa para saquearle los inéditos. Yo voy a ser el primero. Así habló Fogwill.)
Que son excelentes, y que si se presenta otra oportunidad del estilo, charla, conferencia, presentación de libros, vayan. Eso quise decir.
Matías Pailos
Que son excelentes, y que si se presenta otra oportunidad del estilo, charla, conferencia, presentación de libros, vayan. Eso quise decir.
Matías Pailos
1 Comentarios:
Gracias por tu crónica, Matías Pailos (me pregunto quién se esconde detrás de ese nombre). No fue como estar ahí. Fue aún mejor.
Zedi Cioso
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