La literatura como cartografía
Días atrás le pedí a un amigo su opinión sobre cierto escritor que a mí me interesaba y él había leído. “Es como fulano –dijo– pero más retorcido”. En ese momento me contenté con su juicio y no indagué más. Pero después reparé en el hecho de que el autor con el que había comparado el que yo le había traído a colación era uno de sus preferidos, sino el que más. Entonces me puse a pensar en todos los juicios similares que yo mismo había emitido cuando me preguntaban sobre tal o cual obra, un “fulano” sin gracia o un “hijo bobo” de fulano, o uno que es como “fulano” pero con menos talento y más perseverancia. En fin, la opinión de mi amigo me hizo comprender que los lectores solemos fijar nuestros propias latitudes y altitudes, nuestros escritores meridianos, a partir de los cuales situamos y cartografiamos, en la medida de nuestras modestas posibilidades, la infinita geografía de la literatura. Cuando navegamos mares extraños y nos asomamos a tierras inhóspitas echamos mano de nuestras cartas de navegación, invocamos las constelaciones que consideramos propicias y a partir de ellas, fijo el nombre de nuestro escritor cardinal, acomodamos el astrolabio para conocer nuestra ubicación en el mundo.
Zedi Cioso
Zedi Cioso
4 Comentarios:
No podemos escapar de nosotros mismos. Tampoco de nuestro juicio, de nuestras opiniones, nuestros deseos, actitudes y disposiciones. Más aún: no podemos sino partir de ese cúmulo de elementos, ese entramado que es nuestra mente al evaluar cualquier tópico intelectual. Claro que podemos hacer el esfuerzo de pararnos en una ajena alameda desde la que avistar el arribo de nuevas fragatas. Pero para ello no podemos simplemente bajar de nuestro faro para luego encaramarnos al otro; lo único que podemos hacer es reconstruir nuestro punto de apoyo, con los mismos materiales de los que ya está hecho para que, de alguna manera, remede aquél al que pretendemos que semeje.
Bonita reflexión, casi una coda poética a mi artículo.
Se ve que después del "sexo" en este blog nos relajamos y nos pusimos cariñosos.
Zed
Interesante greguería barroca; pero ni tanto.
Así, Sangiácomo: "Mi gusto, severamente limitado por mis preferencias".
Gracias por su exacta cita, el simón. Resumen preciso de mis titubeantes devaneos.
Zed
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