Un gorjeo variopinto
Los escritores nóveles se ven jalonados por dos impulsos en apariencia contrapuestos: la voluntad experimentadora de hacer siempre algo nuevo, por un lado, la necesidad de forjar un estilo propio, por otro. Muchas veces cometemos excesos de signo opuesto. Nos afanamos en tentativas de cuño nuevo cuando todavía no nos asentamos en terreno firme, o insistimos con un cuento que ya hemos escrito muchas veces. Esto, que parece un asunto de importancia considerable, es, generalmente, una falsa dicotomía. Si se está lanzado en la carrera narrativa, si se ha optado por la escritura cotidiana, al menos regular, las opciones son más limitadas. Y eso es algo bueno. Inmersos en el ritmo de la escritura, los temas, los tonos, los climas se nos imponen. Se imponen, más que a nuestro gusto, a nuestras ganas.
Entiendo que a músicos, artistas plásticos, directores de cine nóveles les ocurre otro tanto.
Mentira: me gusta escucharlas; no sé si soy bueno haciéndolo.
A veces, la voz de mi conciencia es la voz de Sebastián De Caro. A veces, mi conciencia adopta la personalidad de Sebastián De Caro.
Sí, es verdad: ‘Apocalypto’ tiene mucho de ‘Depredador’. Pero, no me lo nieguen: la referencia a ‘El planeta de los simios’ no es menor.
Descubrí una vez más los límites de mi paciencia, las deficiencias de mi capacidad de comprensión. La pendeja que se sentó a mi lado en el cine emitió, como primer comentario a la película, como primer comentario tempranísimo, a su novio y a sus alrededores, el detestable: ‘¿era necesario?’. Instantáneamente, mi mente me fatigó con una avalancha de respuestas. “¿Qué esperabas de Mel Gibson? ¿No viste La Pasión de Cristo, no viste Corazón Valiente? ¿No sabías que iba a haber sangre? ¿Cómo que ‘necesario’? Todo en el cine es opcional. Si el director incluye una escena es porque le parece bien, porque le gusta, porque se ve impelido a ello. ¿Necesario? Quizás para generar el efecto buscado, de hecho lo fuera. Quizás”, me dije, reculando, “tu comentario, pendeja, sea el efecto buscado”, y me saqué, “¿cómo no te das cuenta?”. Al poco de andar, cuando comprendí que la pendeja no iba a detenerse en su intervención oral en la película; cuando avanzó la vigésima hipótesis acerca del decurso inmediato de los acontecimientos (cosas del estilo ‘ahora lo mata’, ‘ahora se lo come’, ‘ahora apunta al padre’), recordé que, en efecto, el mío era el detestable ejercicio de soberbia del que está medio escalón más arriba en el edificio de la inteligencia, que se ocupa, con insoportable vanidad, de detestar a conciencia al que está medio escalón debajo. Después reaccioné: okey, era verdad. Yo había sido así. Pero no tenía ninguna obligación de entenderla. Era, en efecto, una pendeja insoportable.
Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Atentos lectores de la poesía gauchesca, con mi hermano comprendimos la preclara sabiduría insita en este dictámen, y juntos, jamás separados, cantamos, con nuestro particular fraseo, el auténtico tema del verano. No: no ‘claro que te clavo la sombrilla’, sino el ya clásico ‘yendo a la casa de Damián’. Nuestra parte favorita, la que entonamos a viva voz, en pleno rebote por las escaleras del hogar, es (hoy estoy insistidor) “cruzando la calle quede de flash/cuando vi dos niñas fumando hash/escuchaban trash y The Clash/jugando quien tomaba más splash/y como una vez en un vernisage/me dio un ataque de sourmenage/cuando dijeron por diez pesos cash/hacemos juntos los tres un menage/de los nervios me vino un tic”, para rematar con un contundente “en el fondo siempre fui un freak”.
Matías Pailos
Entiendo que a músicos, artistas plásticos, directores de cine nóveles les ocurre otro tanto.
Mentira: me gusta escucharlas; no sé si soy bueno haciéndolo.
A veces, la voz de mi conciencia es la voz de Sebastián De Caro. A veces, mi conciencia adopta la personalidad de Sebastián De Caro.
Sí, es verdad: ‘Apocalypto’ tiene mucho de ‘Depredador’. Pero, no me lo nieguen: la referencia a ‘El planeta de los simios’ no es menor.
Descubrí una vez más los límites de mi paciencia, las deficiencias de mi capacidad de comprensión. La pendeja que se sentó a mi lado en el cine emitió, como primer comentario a la película, como primer comentario tempranísimo, a su novio y a sus alrededores, el detestable: ‘¿era necesario?’. Instantáneamente, mi mente me fatigó con una avalancha de respuestas. “¿Qué esperabas de Mel Gibson? ¿No viste La Pasión de Cristo, no viste Corazón Valiente? ¿No sabías que iba a haber sangre? ¿Cómo que ‘necesario’? Todo en el cine es opcional. Si el director incluye una escena es porque le parece bien, porque le gusta, porque se ve impelido a ello. ¿Necesario? Quizás para generar el efecto buscado, de hecho lo fuera. Quizás”, me dije, reculando, “tu comentario, pendeja, sea el efecto buscado”, y me saqué, “¿cómo no te das cuenta?”. Al poco de andar, cuando comprendí que la pendeja no iba a detenerse en su intervención oral en la película; cuando avanzó la vigésima hipótesis acerca del decurso inmediato de los acontecimientos (cosas del estilo ‘ahora lo mata’, ‘ahora se lo come’, ‘ahora apunta al padre’), recordé que, en efecto, el mío era el detestable ejercicio de soberbia del que está medio escalón más arriba en el edificio de la inteligencia, que se ocupa, con insoportable vanidad, de detestar a conciencia al que está medio escalón debajo. Después reaccioné: okey, era verdad. Yo había sido así. Pero no tenía ninguna obligación de entenderla. Era, en efecto, una pendeja insoportable.
Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Atentos lectores de la poesía gauchesca, con mi hermano comprendimos la preclara sabiduría insita en este dictámen, y juntos, jamás separados, cantamos, con nuestro particular fraseo, el auténtico tema del verano. No: no ‘claro que te clavo la sombrilla’, sino el ya clásico ‘yendo a la casa de Damián’. Nuestra parte favorita, la que entonamos a viva voz, en pleno rebote por las escaleras del hogar, es (hoy estoy insistidor) “cruzando la calle quede de flash/cuando vi dos niñas fumando hash/escuchaban trash y The Clash/jugando quien tomaba más splash/y como una vez en un vernisage/me dio un ataque de sourmenage/cuando dijeron por diez pesos cash/hacemos juntos los tres un menage/de los nervios me vino un tic”, para rematar con un contundente “en el fondo siempre fui un freak”.
Matías Pailos
16 Comentarios:
¿qué diferencia hay entre ser freak y ser raro?
Ser freak es más cool.
No, no. Freak es deforme, y raro o rarito se puede ser, sin ser deforme o freak.
Ser respetuoso de los prejuicios y sentirse medio escalón por arriba del 90% de los mortales es simplemente instinto de supervivencia en un mundo de mediocres. Pailos, como siempre... un placer leerlo.
Lo freak está a la vista, no se puede ni, muchas veces, se quiere ocultar. En cambio, raro puede serse sin que nadie se entere.
una vez le comenté a un amigo que tal concocido en común era 'un personaje'. Mi amigo, caritativo, pero dueño de la verdad, en el fondo, aclaró: todos somos personajes.
E tiene razón: ser freak es más cool. 'Deforme' es como un freak llama a otro, o a una frekeada.
Mada, Mada... no: creo que no hablamos. Pero gracias. (Este post es increíblemente flojo, pero gracias igual.)
Disculpenme E y Matías, pero voy a insistir: "Freak" en inglés refiere a monstruosidad o deformidad. La máxima expresión del término está muy bien retratada en Freaks, pelicula de Tod Browning, que recomiendo ver.
Ahora, que nosotros lo empleemos para dar cuenta de nuestras deformidades mentales, es otra cosa, que tiene que ver con el uso popular de la palabra. Y además, de ésta forma se sostiene que se pueda ser un freak sin estar o ser "a la vista"... salvo cuando abrimos la boca y hablamos o escribimos...
Es que el uso popular de la palabra es todo.
Pailos: Que no hayamos hablado no quita que yo lo haya leído... Concuerdo que el post no está a la altura de los anteriores (de ahí el como siempre)
Aunque ud sabrá que sobre gustos...
Tras una tarde-noche desquiciada ayer en un cine en Madrid, plagado de rulos con spray y labial corrido, que no pararon de palabrear durante la hora cincuenta de pelicula, puedo aproximarme a tu sentimiento!
Saludos!
Espero no pecar de pesadita (pasa que siempre ando investigando estas zarazas que me quitan el sueño), pienso que: si alguien pregunta que diferencia hay entre ser freak y ser raro, en mi opinión la diferencia es completamente de sentido. ¿Decis que lo único que lo diferencia es ser más cool?. ¿Pero que equivalen a lo mismo?. No creo que el cierre de ese post hubiera sido lo mismo si se decía: "en el fondo siempre fui un raro" o "un rarito", y no creo que hubiese sido lo mismo que la canción diga: "nunca doy en el aro / en el fondo siempre fui un raro”. Digo que me parece que el uso popular conoce ésta diferencia, y sigo dudando que la elección de esa palabra sea porque es más cool. Por el contrario, se sustenta en el hincapié que se hace a la deformidad de la situación. Enredándose la mente mientras se mira una película y se percibe el medioambiente. El contexto, el nombre de la película “Apocalypto”, los monólogos interiores, la chica de al lado, todo es deforme. No sé si “raro”. No es una situación única. No es una rareza. Es una deformidad de lo que hubiese sido la situación "normal" o deseada; ver la película sin una persona haciendo esos comentarios y sin interrumpirse uno con esas reflexiones silenciosas. Ser un “rarito” o “raro” o “weirdo”, en todo caso, es tan cool como ser un freak, si esa fuese la característica principal que lo define.
Es una idea que tengo del asunto hace ya un tiempo.
Concuerdo con E: lo relevante es cómo nosotros usamos las palabras. No como los yanquis lo hacen. (Por más que si ellos no lo hubieran hecho antes como lo hicieron, con la insistencia que lo hicieron, nosotros jamás hubiésemos sabido de ellas.) Por eso, sospecho, la mención a 'weirdo' no inclina la balanza a tu lado: nadie la usa.
'Raro' está siendo desplazada por 'freak' no porque signifiquen cosas muy distintas, me parece, sino porque la primera connota 'puto', y la segunda no. (Y uno quiere evitar diálogos como 'X es medio raro'. '¿Qué, es puto?'. 'No, no es puto' o 'Sí, es puto; pero yo me refería a...'.)
La vivisección de términos nuevos es una tarea apasionante, y que nos corresponde. Ejerzámosla sin culpa.
(Como irrelevante información adicional, te cuento que el disco del Cuarteto de Nos (el de 'yendo a la casa de Damián') se llama 'Raro'. Esto dice algo. No sé bien qué.)
Propongo lo siguiente, porque si no esto es un mano a mano, y no hay conclusión posible:
Durante diez dias se le pregunta a diez personas de nuestros respectivos círculos (editores, diseñadores, periodistas, zarazas), haciendose bien el boludo/a, che, cuál es la diferencia entre raro y freak?, y anotamos las respuestas. Yo lo hago seguro, y después los comento acá o en algún mail que haya del blog. Tipo mini trabajo de campo. ¿Si?
PD= En algunos círculos sí se usa weird o weirdo. En el del diseño, dirección de arte y cine.
Muy bien. Prometo hacer la tarea.
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