El amor en fuga
Todos leímos el libro. Todos hicimos el esfuerzo. Esfuerzo que no fue tal, claro, porque solo nos dio placer. Y si no nos dio placer al menos nos generó necesidad y adicción. Por más que la historia decayera. Por más que Vera fuera menos interesante que Sofía, por más que Carmen fuera menos interesante que Vera y Nancy aún menos que Carmen. Ahora El Pasado está al alcance de cualquier gil, de cualquier analfabeto que tenga la plata o la astucia necesarias para colarse en una sala de cine. Sí: en el fondo todos los lectores tenemos al menos una fibra de desdén hacia el resto del mundo. Y resentimos que se apropien de nuestras cosas. Incluso cuando lo hace uno de nosotros, como sin duda es Babenco, el director. Suficiente como preámbulo.
La película está bien. La película está muy bien, y crece con el paso del tiempo. (“A medida que se hace pasado”, acota un gracioso a mis espaldas.) La película tiene un si es no es de claustrofobia, o de algo considerablemente parecido: de una obra de teatro. Pocos personajes por escena, mucha declamación, cada movimiento parece preparado con antelación. Por supuesto: cada movimiento está ensayado. El problema no es el ser, sino las apariencias. Solo los superficiales no juzgan por las apariencias, dice ML. El único trozo de película que parece vivo y coleante es el que transcurre en Brasil, lo que habla mucho de la psiquis de Babenco, argentino radicado en Brasil desde antes de que buena parte de nosotros naciera. Esto, como muchas otras cosas, no tiene por qué importarnos.
Gael está bien. Couceyro (Sofía) también, y todas ellas también. Nancy, la veterana, acá está interpretada por una tetona y antigua vedette, y por más años que tenga encima es un camión con acoplado. (Su paso por la película es irrisorio, y no le otorgaremos más tiempo en este comentario.) No es esto lo que quería comentarles, pero lo hago porque sé que quieren saber y en el fondo, así como en el frente, soy un demagogo. Lo que quería decirles es que les voy a contar el final de la película.
Para los que no dejaron de leer en la línea anterior, continúo. La película no termina como la novela: termina mejor. Este constituye el gran punto de discrepancia con PH, quien me arrió a la sala. Lo es porque él cree que el final de la novela es mejor. Acaso lo sea, pero el punto sigue siendo otro. El punto es que el final hace que la película sea otra historia que la novela. La novela termina (los que no la leyeron pueden abandonar el comentario en este renglón y partir en busca de un ejemplar propio) con Sofía y Rímini desangrándose en la cama de Sofía. La película termina con Rímini abandonando la casa de Sofía, después de coger con ella, después de ordenar las fotos (el “asunto pendiente” con el que Sofía persigue a Rímini en ambas historias, la de Pauls y la de Babenco). La puerta se cierra con la cámara dentro del departamento, con Rímini fuera del departamento, con un primer plano de la puerta. Porque la novela habla del destino, de lo inevitable, de lo inescapable. De que contra lo que es más que nosotros no se puede. Por más que le opongamos voluntad (Rímini conoce otras mujeres, Rímini tiene un hijo con otra), por más que le opongamos falta de voluntad (Rímini es un pelotudo que se deja llevar, que es empujado por todas ellas y por la fuerza de los acontecimientos). La película es un relato moral, una historia de crecimiento y maduración, un “bildungsfilm” (si tal palabra existe). Rímini se resiste, y hace mal. Rímini cede, y lo logra. Sofía lo quiere de vuelta –y lo tiene de vuelta. Rímini quiere dejarla atrás. Una vez que hace lo que Sofía quiere, una vez que enfrenta su pasado, puede irse. Una bosta, ¿no? No: un relato moral. Una constatación de que no todo es inevitable. O, de alguna forma, sí. Crecer puede suponer confrontar el pasado para dejarlo ir. Y una vez hecho, no hay vuelta atrás. Es para mejor. Que así sea.
Matías Pailos
La película está bien. La película está muy bien, y crece con el paso del tiempo. (“A medida que se hace pasado”, acota un gracioso a mis espaldas.) La película tiene un si es no es de claustrofobia, o de algo considerablemente parecido: de una obra de teatro. Pocos personajes por escena, mucha declamación, cada movimiento parece preparado con antelación. Por supuesto: cada movimiento está ensayado. El problema no es el ser, sino las apariencias. Solo los superficiales no juzgan por las apariencias, dice ML. El único trozo de película que parece vivo y coleante es el que transcurre en Brasil, lo que habla mucho de la psiquis de Babenco, argentino radicado en Brasil desde antes de que buena parte de nosotros naciera. Esto, como muchas otras cosas, no tiene por qué importarnos.
Gael está bien. Couceyro (Sofía) también, y todas ellas también. Nancy, la veterana, acá está interpretada por una tetona y antigua vedette, y por más años que tenga encima es un camión con acoplado. (Su paso por la película es irrisorio, y no le otorgaremos más tiempo en este comentario.) No es esto lo que quería comentarles, pero lo hago porque sé que quieren saber y en el fondo, así como en el frente, soy un demagogo. Lo que quería decirles es que les voy a contar el final de la película.
Para los que no dejaron de leer en la línea anterior, continúo. La película no termina como la novela: termina mejor. Este constituye el gran punto de discrepancia con PH, quien me arrió a la sala. Lo es porque él cree que el final de la novela es mejor. Acaso lo sea, pero el punto sigue siendo otro. El punto es que el final hace que la película sea otra historia que la novela. La novela termina (los que no la leyeron pueden abandonar el comentario en este renglón y partir en busca de un ejemplar propio) con Sofía y Rímini desangrándose en la cama de Sofía. La película termina con Rímini abandonando la casa de Sofía, después de coger con ella, después de ordenar las fotos (el “asunto pendiente” con el que Sofía persigue a Rímini en ambas historias, la de Pauls y la de Babenco). La puerta se cierra con la cámara dentro del departamento, con Rímini fuera del departamento, con un primer plano de la puerta. Porque la novela habla del destino, de lo inevitable, de lo inescapable. De que contra lo que es más que nosotros no se puede. Por más que le opongamos voluntad (Rímini conoce otras mujeres, Rímini tiene un hijo con otra), por más que le opongamos falta de voluntad (Rímini es un pelotudo que se deja llevar, que es empujado por todas ellas y por la fuerza de los acontecimientos). La película es un relato moral, una historia de crecimiento y maduración, un “bildungsfilm” (si tal palabra existe). Rímini se resiste, y hace mal. Rímini cede, y lo logra. Sofía lo quiere de vuelta –y lo tiene de vuelta. Rímini quiere dejarla atrás. Una vez que hace lo que Sofía quiere, una vez que enfrenta su pasado, puede irse. Una bosta, ¿no? No: un relato moral. Una constatación de que no todo es inevitable. O, de alguna forma, sí. Crecer puede suponer confrontar el pasado para dejarlo ir. Y una vez hecho, no hay vuelta atrás. Es para mejor. Que así sea.
Matías Pailos
Etiquetas: Cine
15 Comentarios:
"Todos leímos el libro."
bueno, algunos hicimos un par de intentos fallidos. Logré leer las primeras 200 (+/-) paginas dos veces antes que darme por vencido. Sigo pensando que "el factor borges" es su mejor libro.
escribí algo muy breve acerca de la peli acá
http://tinyurl.com/29qnwt
saludos
a mí también me pareció que la película estaba muy bien (y mucho más bien estaba Gael presentándola ;))
La actuación de Analía Couceyro me pareció impecable, y creo que Babenco hizo un gran trabajo. La novela era inconmensurable; Babenco logró hacer otra historia haciendo un trabajo fino de hilvanación. A mí, en definitiva, me gustó. Pero tampoco me convenció el final. Creo que tiene una conclusión tranquilizadora no acorde con el resto de la película (ni con la novela, claro, sólo que intento no pensarlas juntas). Yo esperaba el desasosiego; un final un poco más incómodo y perturbador.
La otra desilusión fue escucharlo a Babenco en la sesión de preguntas y respuestas del final. Suele pasarme con los directores comentando sus películas, igual. O tal vez era una cuestión idiomática (el tipo habla muy mal en inglés y a veces malinterpretaba las preguntas del público y había una traductora que realmente no ayudaba en nada).
No te creo. ¿Sos un hombre sin corazón, Eamonn?
Corro a leer lo que escribiste.
PD: intenté hacer lo que me dijiste para compartir la música y, oh sorpresa, este inútil informático no logró su cometido. Haré el intento una vez más.
pd: lindo título, pailos.
Concuerdo en que Sofía está muy bien, me encantó. Gael hasta ahí nomás (yo no pise Buenos Aires hasta el 2004 que me vine a vivir; El pasado fue de lo primero que leí ese año y, bueno, mi Rímini es demasiado porteño y GGB quizá no tocó esos tejidos que yo esperaba). Y bueno, en ésta estoy con el amigo PH: me gustó más el final del libro que el de la película. Que se haya evadido el tema de Riltse, eso sí que me gustó. ¡Ah! No olvidarse de Frida: me pareció excelente.
Frida está muy bien, Mastro. Y usted comprenderá que a nosotros Rímini, más que porteño, nos parezca pelotudo.
Está bien que les haya gustado más el final de la novela. El final de la película hace a la historia de Babenco una historia de crecimiento y maduración, de redención, si quieren. Y eso gusta poco, en general. No es mi caso, porque a mí me gusta que me den instrucciones para vivir (a veces). Les recuerdo, no obstante, que todos (mis conocidos) parecían coincidir en que el final de la novela era de más o menos para abajo. Quizás esto muestre que dar con un buen final para la historia de Rímini (estoy con Babenco: la historia no es de Sofía y de Rímini: es solo de Rímini) es, al menos, dificilísimo. Quizás solo muestre que, en esta historia, no importaba tanto el final como el comienzo (y el desarrollo).
Vero: las mejores actuaciones me parecen las de Mimí (Nancy) y la de Gael, en ese orden. (Como Gael carga con la película, su mérito acaso sea no obstante mayor.)
Couceyro no me gustó tanto, aunque está bien. Su actuación es teatral, lo que suele implicar mucha declamación e impostación, y en este caso, algo de caricaturización de su personaje. Pero esto, como correctamente me señaló PH, pasa con toda la película (y no con la novela).
es la última novela que leí devorándola con todo hasta el final, bancándome la parte del agujero positizo que escapa a mi comprensión (se escuchan hipótesis de lectura) y con un final que dejó bastante que desear y, de todos modos, no importó: creo que los finales de las grandes novelas no son lo más importante.
en estos días espero poder ver otro final posible.
salud!!
Solo los burgueses se preocupan por los finales. Algo parecido dijo Tolstoi, que no era burgués. Como nosotros sí, Vero, preferimos que los finales sean, al menos, tan buenos como los principios.
"El agujero postizo" parece solo tener detractores. A mí me encantó. No tiene demasiada relación con Rímini y su historia, pero si me preguntan, voto a favor.
el agujero postizo: es un gran título para algo que es el agujero postizo: un lugar que no tiene sentido sin que lo rodea (y que no tiene existencia) y que encima es postizo, es decir, que está puesto para tapar algo que falta, como la peluca postiza de soldán. eso es toda la historia de riltse. Una cosa que se nota que es una peluca sobre una cabeza calva. En mi blog, una interpretación sobre por qué pailos y yo divergimos sobre el final de El pasado de Babenco. Y vamos a estar de acuerdo en estar en desacuerdo.
en fin...que leí ésta crónica y la del amigo PH y que me convencí.
No veré ésta película (no por ahora)
A veces es mejor quedarse así, con las dudas. No tengo ganas de comparar.
La novela es única, no quiero otra vuelta de nada. La dejo así.
Gracias, me ayudaron a darme cuenta que era lo que me retrasaba de ir al cine.
No es una mala decisión, Pau, si entendemos que es más probable que el libro te cambio la vida a que lo haga la película.
Ese libro mas que cambiarme me acompañó en un duelo.
Quizás por eso tampoco tampoco lo releí, a pesar que me fascinó.
Hay cosas que quizás no tenga ganas de volver a transitar.
Como esos discos que escuchaste con alguien y que por mucho tiempo no podés volver a ellos, hasta que sí.
(pero igual mi decisión de no ver la peli es estética, quizás todavía me queda el sinsabor que me produjo "Refugio para el amor" (y aunque es una buena peli) en relación al librazo que es "El cielo Protector").
Saludos.
p.d: nuevamente gracias por el espacio.
Todavía no comenté porque quiero conocer el final de la película en la sala cinematográfica. Si me preguntan por qué no fui todavía, diré que no se debe a ninguna advertencia inconciente sino lisa y llanamente a que soy muy haragán para ir al cine.
Pero... no pude resistirme a leer los comentarios y he advertido una cierta animadversión al capítulo que hemos dado en llamar "El agujero postizo" (a) 'la parte de Riltse'. Y quiero decir al respecto:
a) Es cierto que este fragmento es casi completamente autónomo al resto de la trama y precisamente en los débiles vínculos que exhibe con el resto del libro se le notan las costuras.
b) Es verdad que podríamos prescindir tranquilamente del mentado capítulo y poco y nada nos perderíamos de las peripecias de Rímini y Sofia.
c) Sin embargo esta gratuidad es propia del arte más genuino, que no repara en 'economías' y 'gestiones de calidad del producto' y se permite tranquilamente estos desbordes que muchos lectores perdonamos, e incluso alentamos (Crf 'El curioso impertinente' por citar sólo un caso).
d) 'El agujero postizo' acomete un subgénero que parece haber fundado o al menos resignificado HG Sebald: "las aventuras de los objetos" y ya sabemos que tenemos debilidad por esas clases de aventuras.
e) En este fragmento se encuentran en su máximo esplendor algunos de los personajes más intensos e interesantes (aunque laterales)de la novela como el apenas camuflado Fogwill (¡Fogwill!) Riltse, su amante despechado y la todopoderosa vietnamita.
f) Este capítulo me permitió hacer una y otra vez el chiste fácil (merced nota al margen) con el húngaro Sándor Salgo("vuelvo en 5')
g) En este mismo episodio se encuentra mi comentario al margen favorito de El Pasado (y prometo que algún día Pailos y yo compondremos ese ya legendario post sobre nuestros comentarios a su ejemplar de E.P.):
"Recóndita fuerza vital vietnamita"
He dicho
Adhiero in toto, ZC. (Pero señalo que 'el curioso impertinente' es un embole, y no solo lo peor del Quijote.)
RFVV.
Tarde, casi demasiado tarde (apenas dos semanas y la película ya sólo resiste en dos salas) acabo de ver El Pasado. Acuerdo con Pailos en lo que respecta al final; distinto en una película que en lo demas es fiel hasta la médula con el libro, y acaso mejor. También coincido con quienes han comentado que la película será debidamente apreciada por quienes leyeron previamente el libro y en gran medida menospreciada o incomprendida por quienes no (lo que en parte explicaría su fracaso comercial).
Algunas apostillas menores:
*El padre de Rímini en la película es interpretado por Axel Pauls, padre de Alan y líder del clan Pauls.
* El empleador de Rímini con quien sostiene un coqueto diálogo en francés es Edgardo Cozarinsky.
* El proyector de la película francesa a quien se queja Rímini por la falta de subtítulos es Héctor Babenco, director del film.
* La primera mujer que cuenta su drama amoroso mirándose al espejo en la casa de Sofía mientras Rímini ordena las fotos es Vivi Tellas, la mujer de Alan Pauls.
* El libro que lee Sofía mientras dialoga con el recuperado Rímini en su casa sobre el final de la película es La hora azul, de Alfonso Cueto, ganadora del premio Herralde igual que El Pasado.
* Ante tango guiño todos extrañamos que el mismísimo Alan se haya negado al cameo que Babenco seguramente le propuso.
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