El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

Mi foto
Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

25 noviembre, 2007

Saludos

Empeoro con el paso del tiempo. Más antipático, más cortante, más egoísta. Son signos de salud, porque todos se ordenan bajo el principio rector de actuar en función de mis ganas en lugar de hacerlo por cualquier otro motivo, en particular: las de otro. Nada de esto es suficiente para disfrazar el hecho puro y duro de que no tengo facha de buen vecino. Saludo a una cantidad irrisoria de coterráneos, y mis saludos no van mucho más allá de un hola qué tal, ocasionalmente sazonado con una media sonrisa espuria. En particular no saludo al de enfrente: un bigotado tan asqueroso como yo que de entrada me miró torcido, así que me siento con pleno derecho a no registrarlo, conducta que efectivamente adopto. A su mujer sí (los tibios hola que tal supramentados), a sus hijos, claro (si los reconozco, porque, como más adelante reiteraré, no soy muy observador). A él, chupame la pija.
La política adoptada con los vigilantes de las casillas de seguridad obedece a motivos concurrentes, pero otros. ¿Vieron esa máxima sarmientina que reza que la patria no es el territorio, sino la gente que lo puebla? Bueno: mi patria chica, mi barrio, es el territorio. Son los árboles, las casas, las escaleras y la estación de tren. No otra cosa. No la gente. Podría prescindir de la gente –lo haría si pudiera, de mis vecinos, al menos. ¿Recuerdan la sentencia kafkiana que apostrofa que la patria es la infancia? En mi mente se rellenan los términos de la predicación y la patria pasa a ser el lugar donde trascurrió mi infancia, verbigracia, el mismo en el que transcurrió mi adolescencia y mi juventud y en el que está transcurriendo mi adultez. Me gusta mi barrio y me gusta disfrutarlo sin interrupciones. Los vigilantes de las casillas de seguridad son expertos en interrupciones. “Buenas”, dicen. No esperan respuesta y ya están metiéndose en asuntos que no les competen ni me importan, como el clima, el torneo apertura, los Pumas, qué cosa la inseguridad. Eso cuando no están haciendo circular la información: horarios de salida y entrada de las casas, sexo de las visitas y tiempo de permanencia en las residencias, labores de sus ocupantes. Todo esto está muy bien y es muy apreciado porque todos somos chismosos pero, ¡quería disfrutar del paisaje, la concha de tu hermana! Así no se puede. De a poco dejé de hablarles. Primero selectivamente. A algunos les hablaba, a otros no. Cada tanto cambiaban de empleados. A los nuevos no los saludaba nunca. Había temas que no tocaba y días en los que no les dirigía la palabra. Un modo efectivo de hacerlo es no mirarlos. Dicen que conviene no mirar a los ojos ni a los locos ni a los sacados. Hacerlo es despertar su patología momentáneamente adormilada. Con los vigilantes de las casillas de seguridad ocurre otro tanto. Un día no les hablé más. Otro día no respondí a sus saludos. Al tiempo ya no reconocía a la mayoría. Podría mentir que los había olvidado. Soy muy poco observador, así que podría haber sido cualquier cosa. Acaso solo habían sido sustituidos. Ahora ya dejé de prestarles atención, así que ni sé si me miran ni cómo me miran.
Pero es una preocupación. La única que tengo que les atañe. Seguro que hablan pestes de mí. No he fomentado otro tipo de consideraciones. Maleducado, engreído, soberbio. Esos son los conceptos. Las palabras empleadas deben ser versiones populares de los conceptos. Así que más bien forro que maleducado, digamos. Nada de eso deja de ajustarse a la verdad. Pero la verdad debe estar recubierta de una frondosa pátina de rumores para hacerla atractiva. No sé qué piensan. Seguro que creen que no laburo, porque mis horarios son discrecionales. Seguro que creen que me mantienen y que soy un drogón que no tiene idea de lo que quiere, un nene de mamá. Espero que estén equivocados. No sería sincero exigir más.
Está bien. En un precio a pagar por no verme obligado a embarcarme en coloquios menores inconducentes y fastidiosos, por no verme padecer con antelación frente a la expectativa de charlas inconducentes y fastidiosas. Su mundo corre por un carril diferente al mío. Logré recortar la parte de mi mundo que me gustaba y encapsularla en la burbuja que habito solo. Porque mi mundo no es ese, porque eso es apenas una partecita de mi mundo, ni siquiera una muy importante. No veo motivos para abandonarla, no veo peligro de que se resquebraje.

Matías Pailos

Etiquetas:

6 Comentarios:

Blogger Libelula de Acero dijo...

Hola Pailos, que tal? soñé con vos.
De pura jodida te lo cuento para agrandar tu mundo.
Igual vivo lejos, pero si alguna vez. ves a una chica que se pone roja de la verguenza, esa debo ser yo...

25/11/07 20:01  
Anonymous Anónimo dijo...

Bueno, Libélula: lo sabía. No solo soñaste conmigo (y con varios más, seamos sinceros): ¡lo contaste en tu blog! Una descarada, verdaderamente. Besos.

25/11/07 20:17  
Anonymous Anónimo dijo...

Yo, en cambio, me empeño en saludar a todos mis vecinos, salvo al pelotudo del primero "A" con quien sostengo una tensa guerra fría.

Desconcertante: cuando al salir de casa saludo al portero con un "hola" y el responde con un "chau". ¿Quién tiene razón, quien la pifia en su saludo?

Otra zona gris del saludo (muy común en la facultad) despedís a un amigo/a "chau, chau, que te vaya bien, buen viaje, que lo disfrutes, escribí, abrazos, besos, efusiones de todo gusto y color, etc y cinco minutos después te volvés a cruzar con la misma persona en otro pasillo ¡¿Qué Hacés?! Triste decir que muchas veces ambos optan por hacerse los boludos como si no vieran al otro para no tener que reeditar el ritual de la despedida.

Para otro día: La capacidad del encargado de seguridad turno noche de mi edificio, apodado "Bela Lugosi" para sacarte conversación y maniatarte en un discurso donde surfea con maestría por el deslizamiento de todos los significantes

28/11/07 11:49  
Blogger Mari Pops dijo...

Muy bueno prescindir de los vecinos, sí estoy de acuerdo. Hasta que un dia necesitas la clasica tacita de azucar o un poco de sal
Mary

28/11/07 18:38  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias, Mary.
Nunca hacerse el boludo, es lo menos. Un guiño de ojos, un chiste y una palmeada sirve para aliviar la frustración (porque se arruinó la despedida).

29/11/07 12:03  
Blogger Mari Pops dijo...

Mate pasate si podes por mi bolso. Creo que aalgunos relatos te pueden gustar??? vos diras

29/11/07 12:09  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal