El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

16 diciembre, 2007

Análisis

Llegué por la razón equivocada. Llegué movido por una excusa razonable, por una circunstancia atendible: me daba pánico hablar en público. ¿Cómo coño iba a defender mi tesis? Sin defensa no hay título, sin título no hay beca, sin beca hay que ponerse a trabajar de otra cosa que leer y escribir. ¿Quién quiere trabajar de otra cosa que leer y escribir? Multitudes que no me cuentan entre sus integrantes.
Era verdad que me asustaba hablar en público, más específicamente frente a un auditorio conformado por algunas figuras que revestían carácter de autoridad (para mí, en su momento). Era (es) falso que ese hubiera sido mi problema principal, la tara que quería dejar atrás y que me empujó, primero a la silla, mucho, mucho tiempo (meses) más tarde al diván. Pero la excusa era buena. No solo por verdadera, no solo por razonable, sino porque (en definitiva) me empujó a donde debía estar, a adoptar el mecanismo que más eficientemente cumpliría la tarea de dejarme hacer lo que quería, de ser el que quería ser.
Lo primero fue la pelea. El debate. La discusión. Permanente. Llegaba, me sentaba, comenzaba a hablar y ella, mi psicóloga, a intervenir, a preguntar, a cuestionar, y eso bastaba para sumirme en intervenciones y preguntas y cuestionamientos de mí hacia ella, hacia su análisis y hacia el psicoanálisis en general. Recuerdo, en particular, estar enojado con eso de que uno quería y creía algo que, concientemente, no quería. Creencias y deseos que contradecían o chocaban con creencias y deseos asumidos conscientemente. ¿Cómo puede haber deseos y creencias inconscientes? Puede haber impulsos inconscientes y respuestas condicionadas inconscientes, pero, ¿creencias y deseos? ¿Actitudes proposicionales inconscientes? El filósofo analítico que para esa altura irremisiblemente ya era (con cierta fijación por Davidson, verbigracia) no admitía ese tipo de discursos. No obstante (y esta es la clave de mi tortuoso comportamiento en terapia) creía a pie juntillas en la eficacia del tratamiento. Ella tenía razón: no yo. Y así lo creía. Solo restaba convencerme, y para hacerlo sus sentencias tenían que pasar por el tamiz de mis críticas y observaciones.
No mucho. Dos o tres veces, digamos. Siempre dudé de las virtudes del psicoanálisis como teoría. Como terapia, en cambio, me merecía una opinión muy diferente.
Funcionaba. No sé si siempre lo hizo. Sí lo hacía al momento que yo comencé a asistir, cosa de cinco años atrás (comienzos del 2003). Lo veía en amigos y conocidos que modificaban su comportamiento y sus hábitos, que comenzaban a aparecer más sueltos, más liberados, más satisfechos. Más felices (“¿por qué no?”. Bueno: todavía le tengo un poco de miedo a la palabra –y esto, una vez más, es culpa de la terapia).
Tenía mis prevenciones. Ella (mi analista) se pronunció como ‘lacaniana heterodoxa’. “Vos me cortás la sesión a los cinco minutos y no me ves más”, amenacé. Supongo que la sonrisa significó aquiescencia. La clave, no obstante, está en la heterodoxia. Ella no es una lumbrera ni una avezada especialista. Sí tiene sentido común, sí demuestra preocupación e interés, en el acotado margen temporal de cuarenta minutos –y no necesito más.
La tarea, siempre eficaz, es que comprendamos esa retahíla de clisés que dan vergüenza (nos da vergüenza a nosotros, los comedores de libros) con (para emplear uno de esos clisés) el corazón, y no meramente que hagamos circular a las palabras que la enuncian por nuestra cabeza. Cosas como “vos podés”, “vos valés”, “relajá”, “no le des pelota”, “qué te importa lo que digan” deberían ser el pan nuestro de cada día, algo en lo que no tendríamos que reparar. Si lo hacemos (y mejor que cada tanto lo hagamos) es porque el auto se descompuso y nos dejó de a pie. Esas cosas suelen saltar a la vista solo cuando se hacen mierda.
De cinco años a esta parte cambié como tres veces de piel, siempre en el sentido correcto, siempre apuntando a la felicidad. En buena medida (aunque la porción mayoritaria del paquete accionario me pertenezca) se lo debo a ella.
Ya sé que todo tiene su límite y ya sé que todo en su justa medida. Conviene también tener presente algo como lo que yo tengo rebotando en mi cabeza cada tanto, una breve pieza dialógica que sostuve algunos meses atrás con un amigo, quien abrió juego. “No te ves bien”. “No estoy bien”. “Tendrías que ir a un analista”. “Estoy yendo”. “Entonces tenés que dejar de ir”.

Matías Pailos

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23 Comentarios:

Blogger julieta eme dijo...

ja. muy bueno. me gustó. lo que mejor te sale es escribir sobre vos.

yo también le otorgo buena parte del crédito por mis cambios progresivos (y "hacia la felicidad") a mi psicóloga. ella diría que no. que el mérito es mío. no sé.

es interesante la imagen que usás: "mudar de piel". yo no diría que mudé de piel. yo diría que corté con la que era. tal vez no del todo pero casi. corté mi pelo y un novio de siete años. corté prejuicios y mandatos. aún queda trabajo por hacer.

viene siendo la hora
de empezar de nuevo, de no verte más...
el tiempo lo dirá

un beso. julieta.

16/12/07 17:46  
Blogger julieta eme dijo...

te vi solamente una vez. pero te cuento que ahora no parecés el tipo de persona que tiene miedo de hablar en público.

otro beso. julieta.

16/12/07 17:54  
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado filósofo:
soy asiduo lector suyo y me cuesta, cuando hace este tipo de relatos, no verme reflejado o sentirme identificado con lo que narra (aún cuando no hago terapia ni me suceden aquellas otras cosas que describe). Y eso es porque hay algo que usted logra muy bien que es generar empatía en el lector y hacerlo vivir el relato en carne propia. Muy bien Pailos.

17/12/07 00:53  
Blogger Lautaro dijo...

por ahí hay que hacerse vegetariano. hay que ser bueno y amar a todos, y eso se empieza no matando a nadie para comerlos.

17/12/07 04:49  
Anonymous Anónimo dijo...

Doy fe del cambio de piel, a lo largo de los años he sido testigo de varias metamorfosis de Pailos. Ahora MP tendrá que prepararse para leer (literatura) en público.

17/12/07 09:54  
Blogger julieta eme dijo...

una pregunta: ¿tu psicóloga lee tu blog?

17/12/07 10:12  
Anonymous Anónimo dijo...

Julieta: tus cambios califican como cambio de piel de acuerdo a mi esquema conceptual. (Y no, mi relación con el público no es precisamente la de temor, actualmente. En todo caso creo que es el público quien me teme.)

17/12/07 11:17  
Anonymous Anónimo dijo...

Anónimo: a veces busco espantar, pero en general, sí: prefiero la empatía. Gracias totales.

Lautaro: no sé qué decirte. Sospecho que sí, que es probable que la vegetariana sea una conducta más apropiada que el resto de las ofertas. Esto como para que veas que sí: puedo hablar de cualquier cosa (mientras no pidan fundamento).

17/12/07 11:22  
Anonymous Anónimo dijo...

ZC: doy fe de que, si hay alguien que puede dar fe del tema, sos vos.

Julieta: no, se entera por otras fuentes.

17/12/07 11:23  
Anonymous Anónimo dijo...

Es la primera vez que comento alguno de los textos, si bien hace tiempo que los leo... Los felicito por estas palabras amontonadas...
La verdad que el tema de la "terapia" o el "psicoanalisis" es algo que roza con lo humoristico, por lo menos personalmente... Hablo por conocimiento de causa, fuí un psicoanalizado en algún momento de mi vida, y si, hubo un "cambio de piel"... El psicologo/a es como el amor, uno no sabe muy bien por qué empieza en realidad, uno inventa razones para responder a los porqué de los amigos que preguntan, pero la verdad es que nosotros no sabemos nada y vamos contestando esa pregunta a lo largo de la terapia. Mientras dura, es lindo, casi romántico, pero un buen día, todo se va a la mierda. No es que quiera parecer malhablado, pero es que no encuentro palabra para ello, se va todo a la mierda, uno tampoco sabe muy bien porqué, pero pasa. Acontece. Y uno deja de ir... Y tiene un lindo recuerdo, pero ni por asomo piensa en saludarla si se la cruza por la calle...
Perdón por la extención, es que como ya no voy más al psicologo necesito nuevas formas de expresión...

17/12/07 14:52  
Anonymous Anónimo dijo...

Pero QUÉ-TE-PASÓ. Ampliá, por favor.
Mi amigo Zato sostiene que uno debe ir al analista solo cuando tiene problemas. Acaso estás en un período de bienestar. Disfrutalo, listo.
Yo colgué año y medio, dos, y este año volví. Una vez por semana, una vez cada quince días, depende. Sospecho que, eventualmente, ella se va a repetir y yo me voy a cansar y no la voy a necesitar. Por un tiempo, al menos. No veo estos casos ni como una pérdida de fe ni como un desenamoramiento. Nunca (o casi nunca) lo vi como la panacea, sino apenas como una ayuda más, una que los amigos, por varios motivos, no pueden dar.

17/12/07 16:17  
Anonymous Anónimo dijo...

por dios, no te traumes mas... la vida tambien es divertida sin traumas

17/12/07 21:07  
Blogger Mastronardi dijo...

Muy bueno, Pailos. Yo estoy planeando dejar de ir. Ya hablamos de literatura y de temas en general; opinamos, discutimos. Cuando saco los 10 mangos después de pasada la hora, recién caigo. Así no va más. Aunque me gusta llegar, servirme el vaso de agua, sacar el atado, empezar a fumar compulsivamente y, aunque sea, sentir que la otra persona está dándome demasiada bolilla. Ja.

18/12/07 03:09  
Anonymous Anónimo dijo...

Anónimo: ¿are you talking to me? ¿En qué momento insinué lo contrario?

Mastro: ¿10 mangos? ¿nada más que 10 mangos?

18/12/07 13:48  
Blogger Mastronardi dijo...

Claro: por la obra social. Pasaban 6 sesiones, mandaba un fax por 6 más, y así.

18/12/07 15:09  
Anonymous Anónimo dijo...

que envidia.

18/12/07 18:16  
Anonymous Anónimo dijo...

no comparto la envidia.
creo que el gran mazaso fue cuando laura me dijo que pagara cuanto me pareciera apropiado, lo que sintiera que costaba (putisima polisemia) mi analisis
no pague 10
ni 20
y asi

18/12/07 19:50  
Blogger Pola dijo...

me cuesta no detestar a los psicoanalistas, me mantengo alejada de ellos. no puedo evitar ver q lo q está en juego es una transacción de tipo *amigo pago*. vas, charlás, fumás, tiene el tino de no hacer lacaneadas (cosas q un amigo no haría), no es muy avezada, de pronto surge la magia de la empatía.

Celebro q tenga efectos benéficos en tí. Yo no puedo, no me sale, no puedo dejar de ver el sentido de la transacción -hablar para acostumbrarse a la voz propia y dps pagar xa no quedar debiendo nada.

besos

19/12/07 09:18  
Anonymous Anónimo dijo...

Z: había que ponerse firme. Decirle: cuánto sale. Y empezar a negociar después que te tire un número. (No sirve decirle 10 pesos, porque uno se va a quedar con la idea de que ella no le va a poner todas las ganas.)

Pola: las lacaneadas son lo menos. (Entiendo que por 'lacaneadas' te referís a esos juegos de palabras presuntamente iluminadores que solo me sacan del importantísimo tema del que estaba hablando.)
Más que como amiga, yo la veo como una doctora. Así como no me molesta pagar a la obra social (aunque me moleste cuánto pago), tampoco me molesta pagarle a mi analista.

19/12/07 11:03  
Blogger Mari Pops dijo...

como en todo no se puede generalizar. hay buenas corrientes para algunos pacientes, y para otros es mas eficiente otro tipo de terapia, etc. Lo que yo noto es que no se pregunta previamente al terapeuta que tipo de psicoterapia realiza, la base teorica, y como se realizan las sesiones. Con esta informacion previa el paciente podria informarse mas y elegir lo que crea mas conveniente. lo mismo ocurre con el tiempo de tratamiento. Hay de todo. En Europa por lo que estoy leyendo hay una corrriente que es bastante nueva en la que me intereso que es la terapia existencialista, especialmente en UK. Tiene una base filosofica y no investiga tanto el pasado. Apunta mas al sentido de la vida. Si alguno les interesa puedo recomendar libros y autores.

Mary

20/12/07 18:01  
Anonymous Anónimo dijo...

es verdad. Es verdad que uno no pregunta, acaso porque presume (acaso correctamente) que basta con que el profesional sea más o menos inteligente, dedicado, y que no ponga la teoría delante del paciente.
Me parece muy razonable esa nueva terapia. La historia (la de los individuos y la de los grupos) está sobreestimada.

20/12/07 18:21  
Blogger Caborca Lynch dijo...

ja! publicaste un post parecido la otra vez y entonces te dije que no sabía cómo dejar de ir pero que lo iba a intentar... sigo en las mismas.. abrazo

26/12/07 15:49  
Anonymous Anónimo dijo...

Muy buen post. Empatía por doquier. Yo empecé terapia antes de convertirme en filósofo y creo que a las dos seciones ya no creía en criticar el aparato teórico.
Me gustó el final.
Sugiero una variante a la Woody Allen:
“No te ves bien”. “No estoy bien”. “Tendrías que ir a un analista”. “Estoy yendo”. “Entonces, probá un año más y si no mejorás, andá a visitar a la virgen de Lourdes”.
Abrazo grande, grande.
Nacho

2/1/08 19:27  

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