El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

12 enero, 2008

Lo que nos queda de mística

Como soy muy envidioso, apenas Zed reveló su fascinación con las ideas y sus modos de manifestarse contenidas en los “Ensayos Bonsái” de Fabián Casas, juré aplicarme al hallazgo de un espécimen análogo, ignoto y personal. No costó demasiado. Después de caerme de culo con la lectura de “Las Islas”, robé de la biblioteca de Caro “El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos”, también de Gamerro y, de rodillas, pedí por una revelación. Como los peces y los panes, las epifanías intelectuales concedidas se multiplicaron en el acto. Bastaba ir dejando atrás líneas, párrafos, artículos. Es verdad: el margen de los tópicos acerca de los que Gamerro se explaya es más exiguo que el vasto universo de referentes culturales contenidos en el libro de Casas. Pero Gamerro se las arregla para hablar acerca de uno y el universo. Su única premisa es partir de (y llegar a) la literatura.
Gamerro es muy inteligente. Pero esto todos lo sabíamos. Está en el prejuicio de cada lector de literatura vernácula. Lo que el acervo de prejuicios no nos informa es que Gamerro es muy observador, tremendamente perceptivo y adverbialmente intuitivo. Que es claro y preciso en un ámbito (la crítica literaria) que suele fomentar y premiar la oscuridad y el barroquismo, que ve en ellos una preparación para dar con el tesoro oculto. Gamerro sabe lo que quiere decir y procura (eficazmente) que al cerrar el libro hayamos comprendido el mensaje, hayamos cambiado definitivamente.
Uno de los ensayos del libro es “Borges y la tradición mística”. Ahí se habla de una relación entre literatura y mística, entre revelación y hecho estético. Este último, cuando de literatura se trata, es todo lo cerca que con las palabras podemos estar del primero. Gamerro cita a Borges, y su cita se reproduce aquí: “La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizás, el hecho estético”. Después Gamerro se pone los pantalones largos y habla solito: “Esa tensión de la experiencia estética en el límite de la revelación, es la misma que encontramos en cada una de las frases de Borges, en las que el lenguaje está llevado al límite de sus posibilidades sin ir más allá de ellas, está llevado a ese umbral que lo potencia al máximo sin volverlo –como si lo vuelve la experiencia mística, impotente. La frustración del Borges místico es, aquí, la realización del Borges poeta. Su pérdida (si la hubo) es nuestra ganancia”.
Para quienes frecuentamos (más o menos, tampoco crean que tanto) lo que los escritores dicen acerca de la creación y del mérito literario, se nos hace muy difícil no pensar en Hemingway y esa teoría de que la obra debe ser la punta del iceberg, que lo que no se muestra debe ser lo enorme (en comparación y simpliciter). Que lo que no se muestra, claro, debe ser lo importante. Hay un aire de familia entre las dos posiciones, la de Borges y la de Hemingway. Hay diferencias. En Borges lo que no se dice es una experiencia, un sentir, algo que las palabras difícilmente logran reproducir o que no pueden ni describir si no se estuvo, antes, ahí. Hemingway solo refiere a la opción por lo que se elige no contar. Lo que se elige no contar es una historia, es un hecho, es una circunstancia externa. Algo para lo que tenemos palabras de sobra, algo para lo que a veces basta con un nombre que nos ahorra oraciones y discursos: traición, incesto, asesinato. Vaya uno a saber. Ni siquiera leí a Hemingway, así que no sé bien qué decir al respecto. A Carver sí lo leí. Carver puede ser leído como la conjunción de ambos mundos. Carver nos lleva a la proximidad de un hecho, en general, terrible. A la vez, nos lleva a la proximidad de la vivencia de ese hecho, irremediablemente también terrible. En Carver nada parece ser venturoso. Carver está en este punto alejado de Borges, porque la experiencia mística entraña, según él mismo señala, una sensación de felicidad intensa.
Esta es una estética. No es la única, claro. Originalmente pensé que, por caso, no es la estética del propio Gamerro, quien elige decirlo todo, de todas las maneras posibles (todo sobre algunos ámbitos, al menos), como Joyce antes. Pero estaba equivocado. Borges quería narrar la intensísima experiencia mística. No es, no obstante, el único tipo de episodio intensísimo feliz. Cortazar es quien narra mejor que ninguno el amor y el sexo y los juegos. No la aventura compartida, porque Cortazar no sabía mucho de amistad. Cortazar nos permite recordar lo que se siente, nos hace imaginar qué se siente, nos instruye sobre cómo sentir. Funciona: después de Cortazar cogemos mejor, amamos mejor, jugamos como nadie. Gamerro copia y amplía: ahora también nos drogamos. “Las Islas” es, entre otras cosas, un pequeño catálogo de experiencias con las drogas de rigor para nosotros, bichos de clase media: porro, merca, ácido y, last but not least, éxtasis. Porque las fuentes de Gamerro son múltiples, acá el modelo es Burroughs: “El Almuerzo Desnudo ofrece el retrato definitivo no ya de la experiencia de la droga, sino de la vivencia de la droga”. Pero Gamerro es más ambicioso y también nos cuenta lo terrible: las desventuras de una pendeja torturada y de un pichi que lo mandan a Malvinas.
Para saber lo que es la aventura compartida hay que leer a Bolaño.

Matías Pailos

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4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Pienso leerlo pronto. No sé si voy a adquirirlo o si lo retiraré de esa fuente inagotable de placeres que es La Biblioteca de Caro (previa devolución de los libros de Guebel y Bizzio que le birlé). Una de las cosas que me gusta de Casas es que intenta desarticular esa lógica de "guerrita" que impera en el campo cultural, ¿por qué Gamerro o Casas si podemos tener Gamerro más Casas? ¡Es literatura! ¡Podemos permitirnos todo!

15/1/08 10:29  
Anonymous Anónimo dijo...

No contrapuse Gamerro a Casas más que a nivel de "yo llegué antes". En particular, no los contrapuse desde el punto de vista evaluativo, no dije que uno es mejor que el otro. Y sí: la biblioteca de Caro es infinita.

15/1/08 14:32  
Anonymous Anónimo dijo...

No leí el libro pero leí fragmentos del ensayo sobre Borges y la tradición mística en pagina12.
Dejo el link para quien esté interesado.

http://tinyurl.com/2dnggd

Saludos

24/1/08 17:50  
Anonymous Anónimo dijo...

El libro es buenísimo. Pero buenísimo.

25/1/08 21:15  

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