Más manifiesto
Este gil que escribe solía darse dike con sus conocimientos enciclopédicos exóticos. No se ufanaba públicamente de ellos, pero se le notaba en la cara: era todo un motivo de orgullo. No despreciaba ocasión alguna para que constara en actas cuál era la capital de Mongolia (Ulan Bator), a quién sucedió Luis XIII (Enrique IV), quién era el protagonista de Los Miserables (Jean Valjean… ¿no?). En algún momento, no hace mucho, le pedía borracho a sus amistades que le tomaran lección de las constelaciones vistas en el cono sur durante el invierno. Como estos episodios, si bien regulares, no tenían lugar sino una vez al año (… o dos…), la duda acerca de su verdadera naturaleza permanecía. En el fondo, ¿era pelotudo o se hacía?
En general se favorecía este último juicio.
Al gil que esto escribe le es difícil precisar en qué momento tuvo lugar el cambio. Acaso esto meramente se deba a que, de modo obvio, no hay tal momento. Sucesivas instancias de la paradoja de sorites convencen al más añudo a fajarse con la conclusión natural: los límites no son precisos. Las fronteras son porosas. El gris mierda es el color predominante. La cosa es que hoy día el que esto escribe ya no se da dike con lo que sabe. Prefiere enrostrarle al resto lo que hace. Y hace mucho.
Mucho: ¿pero bueno? Bueno, bueno… más o menos. Bueno suficiente, digamos.
Se actúa por contraste: uno enorme. Porque el que esto escribe suele decir, y lo que es peor: a veces lo cree, que está rodeado de pajeros. Gente que no escribe porque no quiere, que no lee porque no quiere, que no toca porque no quiere, que tiene todo al alcance de la mano. Gente que no entiende que el tiempo es poco, que HAY QUE acumular, trabajar, exprimirse para ver si, en una de esas, se logra escribir, componer o pensar algo excelente. Gente que no leyó obsesivamente la cita oculta de Lamborghini: La única humildad a la que podemos aspirar es el delirio de grandeza; en vez de jugar a que somos lo bastante inteligentes como para haber comprendido que la grandeza nos está vedada. No, no somos tan inteligentes… La moraleja, para los que siguen sin entender: es de boludo no creerse genial.
Por otra parte, actuar en serio como si lo que uno hace tiene valor es el mejor atajo para pasar del creer ser al ser (boludo).
Así que el gil que esto escribe así está: desbocado. Ocupando los otrora sagrados momentos de ocio con planes. Planes de relatos, de estilos, de giros, de remates, de aperturas. Planes de melodías, de fuentes que plagiar. En los que ya no se fuma para relajar, sino para seguir trabajando sin tener una crisis nerviosa. En los que no se deja libre una vuelta a casa borracho para dejar escapar un argumento. El último refugio, la aldea gala irreductible, es el momento compartido. Amigos, mujer. Ya lo haremos caer.
Son estos momentos en los que el gil que esto escribe se pregunta si sus recientes ataquecitos de paniquito y episodios claustrofobiquitos en ascensoritos tendrán algo que ver con esta exigencia ligeramente fuera de control.
Na… qué gil…
La hipótesis más simple, la que gana más fuerza, es que este gil se dejó copar la parada por mí, el gil detrás del gil, el enfermo neurótico fuera de borda, que le afana los trapos y lo hace correr. Este es mi territorio ahora. A corregir, a publicar, a quedarse sin aire. Ya descansaré cuando esté muerto.
Matías Pailos
En general se favorecía este último juicio.
Al gil que esto escribe le es difícil precisar en qué momento tuvo lugar el cambio. Acaso esto meramente se deba a que, de modo obvio, no hay tal momento. Sucesivas instancias de la paradoja de sorites convencen al más añudo a fajarse con la conclusión natural: los límites no son precisos. Las fronteras son porosas. El gris mierda es el color predominante. La cosa es que hoy día el que esto escribe ya no se da dike con lo que sabe. Prefiere enrostrarle al resto lo que hace. Y hace mucho.
Mucho: ¿pero bueno? Bueno, bueno… más o menos. Bueno suficiente, digamos.
Se actúa por contraste: uno enorme. Porque el que esto escribe suele decir, y lo que es peor: a veces lo cree, que está rodeado de pajeros. Gente que no escribe porque no quiere, que no lee porque no quiere, que no toca porque no quiere, que tiene todo al alcance de la mano. Gente que no entiende que el tiempo es poco, que HAY QUE acumular, trabajar, exprimirse para ver si, en una de esas, se logra escribir, componer o pensar algo excelente. Gente que no leyó obsesivamente la cita oculta de Lamborghini: La única humildad a la que podemos aspirar es el delirio de grandeza; en vez de jugar a que somos lo bastante inteligentes como para haber comprendido que la grandeza nos está vedada. No, no somos tan inteligentes… La moraleja, para los que siguen sin entender: es de boludo no creerse genial.
Por otra parte, actuar en serio como si lo que uno hace tiene valor es el mejor atajo para pasar del creer ser al ser (boludo).
Así que el gil que esto escribe así está: desbocado. Ocupando los otrora sagrados momentos de ocio con planes. Planes de relatos, de estilos, de giros, de remates, de aperturas. Planes de melodías, de fuentes que plagiar. En los que ya no se fuma para relajar, sino para seguir trabajando sin tener una crisis nerviosa. En los que no se deja libre una vuelta a casa borracho para dejar escapar un argumento. El último refugio, la aldea gala irreductible, es el momento compartido. Amigos, mujer. Ya lo haremos caer.
Son estos momentos en los que el gil que esto escribe se pregunta si sus recientes ataquecitos de paniquito y episodios claustrofobiquitos en ascensoritos tendrán algo que ver con esta exigencia ligeramente fuera de control.
Na… qué gil…
La hipótesis más simple, la que gana más fuerza, es que este gil se dejó copar la parada por mí, el gil detrás del gil, el enfermo neurótico fuera de borda, que le afana los trapos y lo hace correr. Este es mi territorio ahora. A corregir, a publicar, a quedarse sin aire. Ya descansaré cuando esté muerto.
Matías Pailos
Etiquetas: Micronsayos
19 Comentarios:
A publicar...
Estás obsesionado con esa frase. Ya me la enchufaste por ahí hace tiempo, trasvestido de Osvaldito.
Confieso que tengo mucha simpatía por lo que decís: hacer, siempre hay que hacer. Es el único camino. Agregaría un reparo: hacer mucho, sí; ¿mostrarlo todo? No sé. Una cosa es la depuración de la técnica; otra, la incontinencia. (Por supuesto, no lo digo de vos.)
Es la frase del año, y sí: va siendo hora que empiece a archivarla. Creo que el espíritu (aunque no la letra) del post está en consonancia con lo que decís, por más que no toque las mismas notas.
Con respecto al asuntito de la disputa: ¡mirá cómo lo planteás! Publicar lo justo vs publicar todo... por supuesto que lo primero, ¿quién diría lo contrario? La pregunta relevante, una vez que se comprende esto, es: ¿cuál es la justa medida? ¿Publicar solo lo bueno? ¿Lo muy bueno? ¿Lo excelente? Si dejamos de lado este asunto, y nos atenemos, digamos, a nuestras conductas, la oposición es la siguiente: hacer público POCO vs hacer público MUCHO. Esta última actitud tiene algunas ventajas: (i) la mucha exposición ayuda a desmantelar el fantasma de la opinión ajena, hasta que ya mucho no te importe, y (ii) la pública discusión (múltiple, con múltiples opiniones) acerca del trabajo de uno lo mejora, si uno no se emputece y evalúa con criterio esas opiniones. Pero claro: una cosa es lo que le funciona a uno, y otra lo que etcétera.
Está bien. No dije, pero el post me gustó mucho.
Ahora, respecto del proceso de dilución de la propia atención hacia las opiniones ajenas, un dato interesante: un modo es publicar mucho. Otro, es poco y ser paciente: con el tiempo te dejan de importar de cualquier manera.
Sobre el ida y vuelta de opiniones, críticas, etc: sí, pero eso a una reducidísima elite (seleccionada por uno y... por las ganas de ellos).
Sisí, escribir a pesar de todo, como quien sin saber nadar se tira de cabeza a un río, o como si uno fuera dejando una estela de pus por el camino. Por el gusto de hacerlo nomás, y sin que importe demasiado el resultado, como dijo ud alguna vez. Pero, y ahí disiento con ud, para eso hay que abandonar también las aspiraciones de grandeza, porque, al menos en mi caso, producen parálisis. Digo yo, no sé.
Saludos!
síiii! a todo sí. y a seguir cortándole los hilos a todas las máscaras.
ML: o sea que el factor clave es el tiempo. Sí, probablemente.
Y yo prefiero que la elite sea tan amplia como se pueda (no menos de varios miles, por favor).
Ojaral: como todo saber práctico, la mejor forma de perfeccionarse en la escritura es la práctica continua. Hay que ocupar tanto tiempo en ella como se pueda. (Esto no necesariamente quiere decir escribir todo el tiempo. A veces darle vueltas al asunto sirve más que sentarse a aporrear el teclado.)
Con respecto a creerse bueno, muy bueno o excelente, sirve para intentar continuamente cosas nuevas y para embarcarse en proyectos ambiciosos -asuntos que, en general, si no sacan lo mejor de uno, terminan ofreciendo el acerbo de experiencia con el que todo fracaso nos congratula. Pero si paraliza, no va, tiene razón.
Claudia: muchas gracias.
(De todas formas lo que había detrás de este post era las ganas de decir sin decirlo "hay que parar un poco la pelota, hermano". Pero veo que no se entendió del todo...)
jaja... no, no se entendió... pero el post está bueno igual...
leí "el amor". está bueno. mucha violencia y morbo. no esperaba eso. me dejó desconcertada el final. pero me gustó.
Lo decís: ya pararás cuando estés muerto. Nótese la relación íntima y hegeliana entre esta noción y aquella desarrollada en tu obra célebre y cumbre, "paradas".
En el fondo siento algo de envidia. ¿Tus ganas serán contagiosas?
Pero no digamos "panic attack", digamos "vértigo", que en todo caso queda más elegante.
ah,
y sobre lo que dice Julieta: El-amor-es-terrible
(en general.. pero también en particular en el cuento de MP)
Julieta: gracias por leer. El final, como este post, tampoco es, parece, lo que quise que fuera.
ML: lacaniano tenías que ser. Dejá a Borges (por un rato) y agarrá a Osvaldo. (Bueno: podés empezar por Macedonio, así no duele tanto.)
Cece: gracias por lo del cuento. Tomo nota del apunte estilístico. (Pero 'vértigo' no rescata las ganas de salir corriendo y cagar a piñas a todos que tengo en esos momentos.)
Las ganas no son contagiosas, pero más o menos.
Será porque te conozco las mañas desde hacer rato, pero al leer el post también pensaba, "hermano, aflojá un poco". Relajate, hermano Pailos, o la neurosis habrá de cobrarse una nueva víctima. Abrazo
hacé yoga
AI: bueno, se vienen las vacaciones. Ahí relajaré.
Cece: tomaré alguna medida de ese estilo, sí.
Aqui haciendo un alto de tanta maravilla norteña que estoy disfrutando, entro a un locutorio en velocidad 0, leo que es lo que postearon los matetuertenses, dejarles un saludo y a seguir viaje.
y con respecto al post, mi medico chino me dijo una vez que por lo menos era una obsesiva productiva. Quizas en tu caso se aplica tambien.
saludos, nuevamente.
Gracias Pau, La medicina oriental creo que también sería una buena opción para la obsesión productiva marca Pailos y sus efectos colaterales.
Que disfrutes tus vacaciones norteñas.
Besos
MP: Ahí seguí tu consejo.
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