Deporte en acción
El relato tiene que tener alma. Si no tiene alma es pura mierda y putos malabares. Así que primero de todo y antes que nada: asegurate la crispación. Propia y ajena. Tiene que haber incomodidad; tiene que haber, como se dice, ‘tensión narrativa’. Y ahí está el primer problema de tu historia: no hay nervio. La flecha no tensa la cuerda. La flecha está rascándose el higo a cuatro manos en un rincón, mientras el arco se fuma un caño en otra habitación.
El problema está en el modo. El modo no es todo, pero siempre es un problema. Tu modo es demasiado obvio. Perdón: tu modo parece demasiado obvio. Lo que importa es la apariencia. La literatura es el ejercicio de la superficialidad. Lo importante es el mundo de lo visible. No hay nada antes ni después. Fijate en lo que se ve. En lo que se ve. Si abrís los ojos y no ves nada relevante: felicitaciones. Bueno: a vos se te ve más que a una puta en celo.
El cuento habla de tipos con mucho poder. Decís que lo ejercen. Bueno: callate y mostralo. Pero no: me contás que hay un tal Cerviño que hereda el mayor porcentaje accionario de uno de los principales grupos periodísticos del país, pero cuya única obsesión es… el tenis. Hay algún humor en el gesto: lo reconozco. Hay también mucho de forzado. Me dirás que sin desavenencias, sin ‘poner algo en el lugar incorrecto’ no hay humor –y tenés razón. Pero para sobrellevar el rechazo que despierta lo desafinado (somos sensibles a la simetría: vas a tener que entenderlo de una puta vez), el chiste tiene que ser bueno. El tuyo es solo un chiste.
Okey: el tipo se va a servir de su poder en un ámbito para consolidar su poder en otro. Y su ambición es negativa. No quiere tener más que el resto: quiere que el resto tenga menos que él. Eso se entiende. La idea es trillada, pero, ¿cuál no? La lid en la que se despliega el combate también es anómala. Cerviño quiere que el tenis tenga más presencia mediática que el rugby: objetivo número uno. Se sirve de su injerencia, dinero y contactos para relegar los programas dedicados al rugby de horarios vespertinos a otros matutinos; para recortar presupuesto; para echar gente; para mudarlos al fin de semana; a especial semanal; a especial mensual. Los acosan, acechan, rodean y cercan; los reducen y maniatan, los violan (psicológicamente) y los abusan (económicamente), los castran (mediáticamente) y, como frutilla del postre, como premio último y definitivo por el resto de su vida: dejan al rugby, en su escorzo visible y público, en estado comatoso (en términos comerciales). Se entiende. ¿Querés que se entienda tanto?
Está bien que está bien ser pertinente, actual, que está bien ensuciarse las manos. Pero no sos vos en esto. A vos no te importan los medios, cómo los medios afectan la opinión pública, la opinión pública en particular ni la realidad sociocultural en general. Entonces pasa lo que pasa: traficás clisés. Repetís lugares comunes. Vulgata. Sobredimensionás la importancia de radios, diarios y televisión. Un lector con voluntad de análisis frente a tu texto va a decir algo así como que es una lúcida reflexión acerca de la injerencia mediática en el quehacer contemporáneo, una crítica al control que los grandes grupos de poder ejercen de la información, de cómo el poder es poder solo si se ejerce a través de la televisión, de cómo todo sigue siendo pan y circo, como era entonces. Un lector inteligente, por menos lúcido y crítico que sea, va a decir que estos párrafos son mierda sólida.
La tensión, macho. Presentaste un contendiente (el rugby). ¿Por qué lo dejás escapar? ¿Por qué le soltás la mano? ¡No lo dejes caer! Y una vez que le salves la vida, pertrechalo con cuanto chiche de diseño coyotístico marca ACME encuentres. Armalo hasta los dientes. Dotalo de lo que ya está dotado, de lo que no puede no estar dotado después de que le hicieran lo que le hicieron: de un insaciable deseo de venganza. De una pulsión criminal a prueba de balas. Dejalo correr, fijate qué pasa. No empujes a tus personajes: corré tras ellos. Llegá apenas un segundo antes para pavimentar la carretera por la que circulan, para rellenar los agujeros en el cielo con estrellas, para removerles, sin que lo noten, la costilla con la que construís su perdición. Pero no. Tus muñecos se quedan siempre sin pilas.
Matías Pailos
PD: el relato sigue en el enlace, o la izquierda de su pantalla, señora: en el primer link, ese que dice "ESO (cuentos de Matías Pailos [que vengo a ser yo. Encantado])".
El problema está en el modo. El modo no es todo, pero siempre es un problema. Tu modo es demasiado obvio. Perdón: tu modo parece demasiado obvio. Lo que importa es la apariencia. La literatura es el ejercicio de la superficialidad. Lo importante es el mundo de lo visible. No hay nada antes ni después. Fijate en lo que se ve. En lo que se ve. Si abrís los ojos y no ves nada relevante: felicitaciones. Bueno: a vos se te ve más que a una puta en celo.
El cuento habla de tipos con mucho poder. Decís que lo ejercen. Bueno: callate y mostralo. Pero no: me contás que hay un tal Cerviño que hereda el mayor porcentaje accionario de uno de los principales grupos periodísticos del país, pero cuya única obsesión es… el tenis. Hay algún humor en el gesto: lo reconozco. Hay también mucho de forzado. Me dirás que sin desavenencias, sin ‘poner algo en el lugar incorrecto’ no hay humor –y tenés razón. Pero para sobrellevar el rechazo que despierta lo desafinado (somos sensibles a la simetría: vas a tener que entenderlo de una puta vez), el chiste tiene que ser bueno. El tuyo es solo un chiste.
Okey: el tipo se va a servir de su poder en un ámbito para consolidar su poder en otro. Y su ambición es negativa. No quiere tener más que el resto: quiere que el resto tenga menos que él. Eso se entiende. La idea es trillada, pero, ¿cuál no? La lid en la que se despliega el combate también es anómala. Cerviño quiere que el tenis tenga más presencia mediática que el rugby: objetivo número uno. Se sirve de su injerencia, dinero y contactos para relegar los programas dedicados al rugby de horarios vespertinos a otros matutinos; para recortar presupuesto; para echar gente; para mudarlos al fin de semana; a especial semanal; a especial mensual. Los acosan, acechan, rodean y cercan; los reducen y maniatan, los violan (psicológicamente) y los abusan (económicamente), los castran (mediáticamente) y, como frutilla del postre, como premio último y definitivo por el resto de su vida: dejan al rugby, en su escorzo visible y público, en estado comatoso (en términos comerciales). Se entiende. ¿Querés que se entienda tanto?
Está bien que está bien ser pertinente, actual, que está bien ensuciarse las manos. Pero no sos vos en esto. A vos no te importan los medios, cómo los medios afectan la opinión pública, la opinión pública en particular ni la realidad sociocultural en general. Entonces pasa lo que pasa: traficás clisés. Repetís lugares comunes. Vulgata. Sobredimensionás la importancia de radios, diarios y televisión. Un lector con voluntad de análisis frente a tu texto va a decir algo así como que es una lúcida reflexión acerca de la injerencia mediática en el quehacer contemporáneo, una crítica al control que los grandes grupos de poder ejercen de la información, de cómo el poder es poder solo si se ejerce a través de la televisión, de cómo todo sigue siendo pan y circo, como era entonces. Un lector inteligente, por menos lúcido y crítico que sea, va a decir que estos párrafos son mierda sólida.
La tensión, macho. Presentaste un contendiente (el rugby). ¿Por qué lo dejás escapar? ¿Por qué le soltás la mano? ¡No lo dejes caer! Y una vez que le salves la vida, pertrechalo con cuanto chiche de diseño coyotístico marca ACME encuentres. Armalo hasta los dientes. Dotalo de lo que ya está dotado, de lo que no puede no estar dotado después de que le hicieran lo que le hicieron: de un insaciable deseo de venganza. De una pulsión criminal a prueba de balas. Dejalo correr, fijate qué pasa. No empujes a tus personajes: corré tras ellos. Llegá apenas un segundo antes para pavimentar la carretera por la que circulan, para rellenar los agujeros en el cielo con estrellas, para removerles, sin que lo noten, la costilla con la que construís su perdición. Pero no. Tus muñecos se quedan siempre sin pilas.
Matías Pailos
PD: el relato sigue en el enlace, o la izquierda de su pantalla, señora: en el primer link, ese que dice "ESO (cuentos de Matías Pailos [que vengo a ser yo. Encantado])".
Etiquetas: Campaña hormiga, Relatos
22 Comentarios:
Esto me hace acordar a un Foster Wallace que se pasó de rosca el fin de semana.
Buena idea la campaña hormiga, jajaja.
A ver que opina la gente, Chiche...
buena idea. Últimamente me veo como un seguidor de raptos de inspiración ajenos.
Habría que poner en el cuerpo del texto un enlace directo a ESO.
El problema es que no sé como hacerlo, porque el último link no te lleva a ningún lado, y eso no tiene gracia.
A ver si alguien nos pasa el código HTML que tenemos que poner.
Bueno, creo que ya lo resolví.
ESOEl código te lo paso por mail.
Abrazo
Es una lúcida reflexión acerca de la ingerencia mediática en el quehacer contemporáneo.
Jiji…claro que no. Es una lúcida visión de la gran farsa de este "avanzar" siempre hacia el mismo lugar.
Lo había leído. Me lo recordaste. Y aprovecho a decirte que me encantó.
Saluditos.
Claudia
Gracias, Claudia.
Gracias, hackers amigos. Saben que en estos menesteres estoy como turco en la neblina.
para matias escribir un cuento se parece mucho a ese deporte bizarro de las olimpiadas de invierno
como era?
El curling loco! el Curling!
I: no sé si en general, pero en lo particular del caso: tenés razón.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
grazie, B. Puede hacer un doble click en el link ubicado cinco comentarios arriba del suyo y llega a destino.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
miren esta palabra que inventé:
metaliteraturalizando.
es una palabra trabalenguas.
a ver diganla tres veces seguidas bien rápido.
que lindo que es ESO. me gustó mucho el encantador de serpientes. (¿o había que leer solo el primero??)
querida Bruja: ese cuento es pura metaliteratura.
gracias por leer el resto. sí, 'EEDS' gusta bastante. (yo prefiero 'deporte en acción' y 'ESO', ya que me pregunta.) besos.
Estuve ojeando ESO, el cuento. Muy bueno. Si no te molesta editarlo y recortarlo, me lo imagino publicado en la revista Rolling Stones o Playboy.
Para quienes no lo leyeron, es una mezcla entre Foster Wallace, Amacaballo Fat y las mejores anécdotas de MP. Explosivo.
:D
Les dejo la letra de un temaso que está en ESO:
Imit el límit / de mit de la / lime, hímen: men. / El límit, el límit! /
Sin mi el lime / del y de la / no rime, el miss / El límit, el límit /
Miss le diss / Ma sint le trans / no riss, y cris / Le lim, le mith!
Limit el lim / no rime, no gime / no sigue el mine / Le lim e le lim.
Nacho, sos un amigo. (La literatura es la forma de garantizarse que, en algún mundo posible, uno sea una estrella de rock.)
PD: me conformo con que RS no ponga el grito en el cielo...
ey Plotkin!!!
Lo queremos a Pailos en la Rolling Stone.
(Ahora se lo digo por tuiter!)
;)
El cuento, ESO, es el sueño del pibe hecho realidad. Igual, no quiero adelantar nada al público...
En una semana subi un cachito, una puntita. Por ejemplo la nota 32 del cuento.
Lo que sí, todavía no lo pasaste a PDF. La comunidad hacker te la va a dar Pailos:
Cuidate Pailitooos!!
A mí también me gustó Deporte en Acción, y me sorprendió bastante. Yo le veo un aire al Bukowsky de los poemas.
(Muy aburrida la vuelta, by the way).
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http://www.youtube.com/watch?v=TnrYdFfMWAA&eurl=http%3A%2F%2Fentrampado.blogspot.com%2F&feature=player_embedded
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