don de ausencias
Bien, pues vamos a ver, en la anodina noche otoñal de mitad de semana, Derecho de Familia, de Daniel Burman.
Y a pesar de la impronta autoayúdica que puede mutar su título en Derecho a una familia, a pesar del narrador en off que intenta hacernos digerir la introducción aclaratoria, ¿por qué es una película mirable?
Será por el recorte de la mirada sin la tonta ilusión de la totalidad, la construcción de una mirada fílmica, el intento de hacer cine, de rodear a un personaje con la telaraña de lo cotidiano, y a través de lo no dicho, decir la extranjería, o mejor las finas líneas entre la extranjería y la pertenencia, entre lo propio ajeno, casi siniestro, y lo ajeno e íntimo, de un tiempo que transcurre y que se hace invitar a tu propia casa, furtivo, egoísta.
Los huecos posibles para deshacer dentro del sí mismo el lugar del padre, del déspota amado, y la extrañeza furibunda de la propia paternidad.
Y todo esto, con la tinta suave y sutil de una ausencia permanente, ausencia más fuerte que cualquier fortaleza.
ER
Y a pesar de la impronta autoayúdica que puede mutar su título en Derecho a una familia, a pesar del narrador en off que intenta hacernos digerir la introducción aclaratoria, ¿por qué es una película mirable?
Será por el recorte de la mirada sin la tonta ilusión de la totalidad, la construcción de una mirada fílmica, el intento de hacer cine, de rodear a un personaje con la telaraña de lo cotidiano, y a través de lo no dicho, decir la extranjería, o mejor las finas líneas entre la extranjería y la pertenencia, entre lo propio ajeno, casi siniestro, y lo ajeno e íntimo, de un tiempo que transcurre y que se hace invitar a tu propia casa, furtivo, egoísta.
Los huecos posibles para deshacer dentro del sí mismo el lugar del padre, del déspota amado, y la extrañeza furibunda de la propia paternidad.
Y todo esto, con la tinta suave y sutil de una ausencia permanente, ausencia más fuerte que cualquier fortaleza.
ER
2 Comentarios:
Burman ya tiene un tono fácilmente reconocible, y que gusta. Gusta, en parte, por eso que decís de transitar por la línea entre pertenencia (argentina, porteña, de Once, judía) y extranjería (porque los protagonistas viven su condición de judío como un pasaporte extrajero).
Y después está el tema ser padres hoy, en efecto. Creo que gusta más por el costado ser hijo (y adulto, que es como ser menos hijo). Destaco esto porque me parece que buena parte del deleite que Burman genera pasa por las identificaciones que genera. (Lo que no implica afirmar, por supuesto, que todo gusto pasa por la identificación.)
Gracias er, yo estuve a punto de escribir un post sobre Derecho de Familia, porque me tocó personalmente. Mi papá es abogado y tuve que esperar más de 20 años y asistir al cine para darme cuenta que, con toda la curiosidad que me caracteriza, nunca le había preguntado en qué consistía exactamente su jornada de trabajo y no podía representármela. Ahora me proyecto los primeros 15' de la peli de Burman y cambio la jeta del doctor Perelman por la del doctor mi papá.
(y sí, además mi papá conoce al abogado padre, al Dr. Burman)
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