El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

26 octubre, 2006

Días de radio

El mejor momento de las vacaciones es la vuelta a casa. Esto, puesto en boca de un obsesivo que declina por años tomarse vacaciones, que aún lo hace, no parece tener suficiente legitimidad. Siempre sentí aquello. Como tantas otras cosas, tardé años antes de llevarlo a palabras. La afición enfermiza de mis congéneres al período veraniego de suspensión de la rutina no favorecía precisamente este tipo de disposiciones. Permítanme contarles solo uno de esos episodios. Yo era un niño. Más bien un púber, quizás. Volvimos de la costa, seguramente de Mar del Tuyú. Volvimos muy temprano. Desmedidamente temprano. Bajamos del micro en Puente Saavedra, y al llegar al departamento en el piso 12 no eran todavía las 5 de la mañana. Corrí a mi cuarto y, desde la ventana, tuve acceso a la panorámica visión de todo Vicente López, en silencio y a oscuras, con el río total de fondo resguardando sus fronteras. Me tiré en la cama y aspiré con fuerzas el olor único y nunca percibido del propio colchón, de la propia almohada, de las propias sábanas. Sin despegar mi cara del lecho, encendí la radio. Las 5 de la mañana. Una voz anunciaba el inicio de un programa ignoto: “La bolsa y los gatos”. ¿Un programa ignoto? Un programa mítico. No por su contenido, no por sus conductores. Nada que ver. Era mítico porque todos lo mencionaban. No lo recomendaban. Simplemente lo mentaban al repasar la grilla de programación. Lalo en Bangkok, Pergolini en Malas Compañías. ¿Existía ese programa? Existía. Ahí comprendí que nunca antes había estado despierto a esas horas. Comprendí, también, que había un mundo y una vida, subterránea, marginal, que no había sospechado. Por primera vez entendí que el mundo todo no era mi mundo. Nunca antes ni nunca después escuché informes económicos con tanto interés como durante esa premañana y esa posnoche.
Soy un hombre de radio. Nunca tuve un programa, solo en un pasado arqueológicamente remoto pergeñé tibios proyectos de una emisión propia. De varias emisiones propias. No llevé al aire ninguno, y no es algo que acarree como una deuda. Me creo, sin embargo, con perfecto derecho y amplio justificativo para realizar y reafirmar la aserción inicial: no soy yo sin radio. Esa posnoche nunca hubiera llegado hasta hoy sin la radio. Sin embargo, ella pertenece a ese tipo de pasiones que no desembocan en la acción. No todavía. Tenga o no lugar, ese momento no es este. Como les dije, alguna vez creí que ese momento llegaría. Luego de juzgar que más bien no, padecí una crisis intelectual general. Forjé la creencia de que debía sentir aversión por lo popular. Dolina disparó esa convicción. Primero renuncié al consumo de fútbol. Luego, al consumo de rock. Finalmente, al propio consumo de radio; después de todo, tampoco era un medio formativo. Entre las cosas a las que renuncié, estaba el propio programa de Dolina. Luego viví algunas otras crisis, intelectuales y de las otras (de las serias, hubiera dicho en algún momento). De unas y otras me salvó, de un plumazo, el ceder a la tentación y volver a escuchar a Dolina. Una tesis justa en el momento adecuado reacomodan las ideas, pero más aún: el espíritu. Finalmente, Matías Martin relajó mi ímpetu dolineano, como dije en otro lugar, de modo quizás definitivo. (Pero en verdad uno no sabe estas cosas.) ¿Todo esto por la radio? Todo esto. Pero antes de aquella crisis intelectual vivía aferrado a un Pergolini maltratador de oyentes. Encendía la radio a las 7 y solo hacía un impasse para cenar. Me dormía escuchandolo enmarañando un discurso plagado de dobles sentidos acerca de sexo y drogas. Yo, con mis 11 años, no entendía una goma. Pocos años más tarde cambiaría el foco, y me entregaría al sueño en plena audición dolineana. En el medio, hubo una primera audición. Fue poco después de aquella premañana. Me había desvelado. Algún partido de Independiente me había conferido la licencia para quedarme despierto más allá de las 9. Pergolini había terminado, pero yo ya había intuido que necesitaba escuchar palabras para abandonar la vigilia. Recorrí entonces furioso el dial. Nada. Pasé a la A.M. A la altura de Rivadavia, un tipo hablaba. Me detuve. Estaba contando algo. Algo sobre Flores y los colectivos. Dijo: los viejos del bar ‘El Mirador’ narran que la línea 76 cuenta entre su cuadrilla, una vez al año, y solo por ese día, dos ejemplares singulares. El primero de ellos es indistinguible del resto. Los que tienen la desgracia de subirse al segundo, notarán, lenta pero irremisiblemente, que el trayecto no es el establecido. Que no pueden bajarse. Que el chofer no responde a las requisitorias de liberación. El colectivo los traslada directamente al infierno, de donde nunca jamás podrán escapar.
Segundos antes, mi corazón empezó a contraerse. Al momento de oír la última palabra, no era sino pánico. Instintivamente, me tapé con las sábanas y cerré con firmeza mis ojos. No apagué la radio, sin embargo. El miedo terminó con el sueño. Al día siguiente volví a quedarme hasta las 12. Esta vez no hubo pánico, tampoco historias de terror. Tampoco entonces apagué la radio antes de dormir. No la apagué nunca más. No la apagué incluso cuando dejé de oírla. Hoy día sigue encendida, incluso cuando está apagada. Sospecho que seguirá encendida por algún tiempo. Hasta que yo me apague.

Matías Pailos

15 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Estoy con poquito tiempo ahora, después vuelvo...y agarrate, porque cuando hablo de radio soy como esos tipos que una vez que empiezan a hablar de la colimba no paran....

saludos.

27/10/06 13:11  
Anonymous Anónimo dijo...

La radio siempre tendrá esa cálida intimidad que la televisión nunca podrá lograr...

27/10/06 15:23  
Blogger Suarez dijo...

A usted le gusta la radio y es de zona norte... ¿recuerda el programa de Baby Etchecopar que salía a la medianoche por una emisora zonal? Si se lo perdió, le aseguro que no tenía desperdicio.

27/10/06 16:12  
Anonymous Anónimo dijo...

Yo recuerdo ese programa de BE. La radio transmitía desde el piso 12 de un edificio sobre Maipú altura Olivos. Mi buen amigo DM tenía allí un programita. Un día me invitó e hice una burda imitación de Menem al aire. Acto seguido, Baby irrumpió vía telefónica y ultimó el programa de DM.
Un divino.
Abrazo. P.

27/10/06 22:54  
Anonymous Anónimo dijo...

Donatello: siento lo mismo.

Sí recuerdo el programa de Baby. Y sí, a veces lo escuchaba. Supongo que satisfacía el morbo de escuchar maltratar radiofónicamente a giles como yo.

28/10/06 10:59  
Anonymous Anónimo dijo...

yo me acuerdo del programa... lo escuchaba mi hermano todas las noches y le encantaba... yo, movido por la necesidad de contradecir a mi hermano mayor, le decia que era una mierda...
pude convertirme asi en un anti baby etchecopar avant-garde, y poder decir... "eh, yo a este lo puteaba desde...".

28/10/06 19:04  
Anonymous Anónimo dijo...

Año 84,85..primavera alfonsinista, Radio Belgrano era lo mas, hasta me levantaba los sabados temprano para escuchar a J.M Pasquini Duran "historias en estudio". También estaba Lalo Mir en del plata con 9 pm..no se en que años y el viejo programa de Dorio y Caparrós que era a la medianoche, no recuerdo el nombre.
Pero lo que mas recuerdo era un programa chiquito que habia en radio nacional los lunes a medianoche creo que eramos 5 oyentes nomás, yo lo escuchaba tapada hasta la orejas con una vieja radio portatil traída de las rusias por mi abuelo, sin auricular (ocvio) la escuchaba pegada a la oreja y me escapaba a la cocina al teléfono para mandar mensajes (ningún inalámbrico,claro)
y era "paula de ituzaingo".

Gracias...me hiciste acordar de todo eso, de como vivía la radio a mis 13 años.

29/10/06 19:56  
Anonymous Anónimo dijo...

Sí: a los 13 yo también vivía la radio como nunca antes ni después.
El programa de Dorio&Caparrós se llamaba 'Sueños de una noche de Belgrano', creo.
La imágen de vos tapada hasta las orejas con la radio pegada a la oreja es poderosa. ¿Cómo se llamaba el programa?

29/10/06 21:21  
Anonymous Anónimo dijo...

No me acuerdo el nombre, lo conducían dos periodistas que si mi memoria no falla se llaman Daniel Otero y Daniel Alvarenga. Quizás la imagen te resulta poderosa porque la recuerdo en detalle, como una instantánea.

saludos.

29/10/06 23:40  
Anonymous Anónimo dijo...

de todas formas, a la heavy rock&pop, que entre otras cosas incluia analisis de un tal Fonsi sobre peliculas porno francesas, no hay con que darle.

30/10/06 16:04  
Anonymous Anónimo dijo...

Después que se fue Tuqui ya nada fue igual.
Pero la Heavy me legó un compilado de los Pistols (es decir, su obra completa) que atesoraba hasta hace un tiempo grabado en un cassette destartalado. Finalmente, se terminó de destartalar.

30/10/06 19:18  
Anonymous Anónimo dijo...

No escucho radio, nunca me acostumbré (ni lo intenté).
Dicho esto, ahora lo que quiero decir. Siempre me gustó llegar de las vacaciones (y eso que a mí sí me encanta irme). Recuerdo la voz de mi viejo, cuando era chica y volvíamos después de haber dejado la casa sola por un mes, que entre las quejas de mi hermana y mi vieja decía "pero si es agradable volver a casa". Yo asentía en silencio, mientras sentía, como decís, el olor único y nunca percibido de mi propia casa (y que sólo percibimos un ratito, hasta acostumbrarnos y olvidarlo de nuevo).
(Tenía que comentar, eso que escribiste de la vuelta a casa lo pensé siempre).

Ya está, continuen hablando de programas que no escuhé en mi vida.

30/10/06 23:55  
Anonymous Anónimo dijo...

Estamos solos, Roberta. Podemos hablar de lo que queramos, esta sección de comentarios ya es parte del pasado.
En mi casa pasaba algo parecido. Mi vieja refunfuñaba. Mi hermano no refunfuñaba: era él mismo El Refunfuñe. Mi viejo no decía nada. Se limitaba a quedarse sentado en el sillón del living mirando el jardín. Ahí sonreía.

31/10/06 00:41  
Anonymous Anónimo dijo...

Mis recuerdos de radio son psicodélicos: solía prender el trasmisor al irme a la cama y los programas de madrugada se me entremezclaban con los sueños: así puedo rescatar a un gordo Casero cantando "Endrogada en Adrogué a las 5 de la mañana de un viernes o una trasmición que nunca pude saber si la soñé o en verdad sucedió. Fue el año pasado, en un programa de trasnoche entrevistaban a Enrique Gorriarán Merlo y éste decía: "qué paradójico, todos mis hermanos murieron y yo, que siempre estuve cerca de la muerte, sigo vivo".

3/11/06 10:36  
Anonymous Anónimo dijo...

Ya que este espacio da para los recuerdos, traeré a colación una mención a 'Piso 93', programa de la R&P conducido por el Rafa Hernandez, que tenía el raro privilegio de ser en su momento el único programa de radio frecuentado por el Solari Indio.

4/11/06 02:48  

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