Masoca
Otra vez los héroes. La más combativa de mis ex-novias, la ya afamada señorita O., solía quejarse de lo que ella consideraba una ‘debilidad de carácter’ propia (mía): mi recurrente apoyarme en sentencias y máximas, conductas y gestos ajenos. No de cualquiera, claro: de tipos que, en un sentido visceral, admiraba. Lo que, en este contexto, significa: imitaba. Sí sí: carezco de toda autenticidad. En cuanto se rasca un poco, se encuentran restos fósiles de Dolina, de Bolaño, de Gombrowicz. Pero también (ya es hora de que confiese, querido lector), de individuos de menor calibre, de cabal baja estofa intelectual: Manu Ginobili, José Nestor Pekerman, y sí, el menos confesable de todos: Matías Martin.
Martin me cayó bien siempre. De la época de movilero en TyC Sports. Repuntó en mi consideración al caer en la Rock&Pop con dos programas nocturnos. Yo, que soy hombre de amplios prejuicios, entendí que hacer un programa de radio con Tuky (tipo capaz de crispar los nervios del mismísimo señor de la FM: M. Pergolini), le otorgaba ciudadanía en el parnaso de los ‘cancheros-sabelotodos-ligeramentesoberbiosperoigualmenteencantadores’ tipos a respetar. Un gilastrún: eso era, yo, entonces. (No mucho ha cambiado la cosa, a este respecto, desde entonces.) En fin. Que MM se asocia, allá por el 2000, 2001 (ya no recuerdo) con JP Varsky, y arman el combo vespertino ‘Basta de Fútbol/Todo Pasa’. Esta emisión no solo hace, desde entonces, las delicias de mis digestiones, sino que, como tantas otras cosas, cambió mi vida. A MM debo el haberme desmarcado, espero que definitivamente, del pathos dolineano: eso de creer que el hombre inteligente sufre más que el tonto. Eso de creer que la desazón es un buen precio a pagar por el saber. Eso de creer que el amor vale más que la vida.
MM, sin decir una palabra, casi sin decir nada, resolvió la cuestión de un plumazo. Menos como Alejandro desató el nudo gordiano que como Rorty encomia dirimir las disputas: cambiando de tema. Poco a poco, racionalizando los decires y haceres públicos de MM, comprendí que la estupidez es un buen precio a pagar por la felicidad, que si el amor exige la muerte, mejor renunciar a él. Comprendí que la mejor inteligencia es la que nos ayuda a ser más felices. Repito: MM jamás insistió mucho en esto. Lo suyo son intervenciones de pendejo de barrio, con escasa cultura libresca, mucho rock, mucho fútbol, y algún que otro berretín literario. Pues bien, este tipo (del que me ufano ser tocayo) suele decir una perogrullada: a veces nos regocijamos en la escucha de temas que, sabemos, nos pondrán más tristes. Lo hacemos a sabiendas. Lo hacemos porque queremos sufrir. La pulsión del goce (o algo por el estilo), diría el lacaniano. Quizás. No es lo importante.
Así que, ya lo saben: si quieren recordar el amor que ya no será, el amor que acaba de partir, les recomiendo, enfáticamente, escuchar una y otra vez, hasta decir basta, “You can’t put your arms around a memory”, de Johnny Thunders (ex New York Dolls). Hay una excelente versión de los Guns n’ Roses, en ese disco de covers que sacaron antes de separarse. Personalmente vuelvo, obsesivamente, a la versión de la ex-Ronette Ronnie Spector. Por supuesto, fue ella quien me la hizo escuchar por primera vez.
Punto final. Pasemos a otro tema…
Matías Pailos
Martin me cayó bien siempre. De la época de movilero en TyC Sports. Repuntó en mi consideración al caer en la Rock&Pop con dos programas nocturnos. Yo, que soy hombre de amplios prejuicios, entendí que hacer un programa de radio con Tuky (tipo capaz de crispar los nervios del mismísimo señor de la FM: M. Pergolini), le otorgaba ciudadanía en el parnaso de los ‘cancheros-sabelotodos-ligeramentesoberbiosperoigualmenteencantadores’ tipos a respetar. Un gilastrún: eso era, yo, entonces. (No mucho ha cambiado la cosa, a este respecto, desde entonces.) En fin. Que MM se asocia, allá por el 2000, 2001 (ya no recuerdo) con JP Varsky, y arman el combo vespertino ‘Basta de Fútbol/Todo Pasa’. Esta emisión no solo hace, desde entonces, las delicias de mis digestiones, sino que, como tantas otras cosas, cambió mi vida. A MM debo el haberme desmarcado, espero que definitivamente, del pathos dolineano: eso de creer que el hombre inteligente sufre más que el tonto. Eso de creer que la desazón es un buen precio a pagar por el saber. Eso de creer que el amor vale más que la vida.
MM, sin decir una palabra, casi sin decir nada, resolvió la cuestión de un plumazo. Menos como Alejandro desató el nudo gordiano que como Rorty encomia dirimir las disputas: cambiando de tema. Poco a poco, racionalizando los decires y haceres públicos de MM, comprendí que la estupidez es un buen precio a pagar por la felicidad, que si el amor exige la muerte, mejor renunciar a él. Comprendí que la mejor inteligencia es la que nos ayuda a ser más felices. Repito: MM jamás insistió mucho en esto. Lo suyo son intervenciones de pendejo de barrio, con escasa cultura libresca, mucho rock, mucho fútbol, y algún que otro berretín literario. Pues bien, este tipo (del que me ufano ser tocayo) suele decir una perogrullada: a veces nos regocijamos en la escucha de temas que, sabemos, nos pondrán más tristes. Lo hacemos a sabiendas. Lo hacemos porque queremos sufrir. La pulsión del goce (o algo por el estilo), diría el lacaniano. Quizás. No es lo importante.
Así que, ya lo saben: si quieren recordar el amor que ya no será, el amor que acaba de partir, les recomiendo, enfáticamente, escuchar una y otra vez, hasta decir basta, “You can’t put your arms around a memory”, de Johnny Thunders (ex New York Dolls). Hay una excelente versión de los Guns n’ Roses, en ese disco de covers que sacaron antes de separarse. Personalmente vuelvo, obsesivamente, a la versión de la ex-Ronette Ronnie Spector. Por supuesto, fue ella quien me la hizo escuchar por primera vez.
Punto final. Pasemos a otro tema…
Matías Pailos
6 Comentarios:
yo por mi parte siempre he encontrado en matias martin la imagen de un personajito querible dentro de la bazofia de los medios, no tiene claros ímpetus descerebrantes, al menos.
Imposible no llevarse bien con Matías Martin. Sin embargo, conozco una persona que lo aborrece porque... ¡tiene manos pequeñas!
Yo no puedo dejar de escuchar el disco de Roxy music que me grabaste, ese que escuchamos (yo por primera vez) en lo de Julia y Javier.
Roberta.
Martha, Martha... I love you can't you see?
Gracias por los saludos, MP. Un abrazo grande!
está todo mal..nunca soporté a M.M.
muchachos..no me defrauden...
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