El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

19 diciembre, 2007

Culpas, responsabilidades, deberes y conveniencias

Los expedientes (los mecanismos) por los cuáles hechos e ideas, que también son hechos, convocan nuestra atención e interés –si son afortunados- son diversos y numerosos; son, además, bien conocidos: la intensidad, el contraste, la belleza y la fealdad son algunos de ellos. También la insistencia. Cuando Yoda, en su lecho de muerte, dice a Luke: debés confrontar con Darth Vader, comprendí que lo mejor era ceder y dejar hablar a lo que capta y somete mi atención y, verbigracia: mi interés.
Hace poco (muy poco) vi en días consecutivos dos películas que, en buena medida, hablan de lo mismo. La japonesa, “Crímenes oscuros”, a pesar de su carácter oblicuamente alegórico y los tonos fantásticos de su trama, es más explícita y directa. Todos allí deben responder por pecados, culpas, faltas y crímenes, los hayan cometido o no. La responsabilidad es general, y el castigo, inevitable. La americana, “Desapareció una noche”, es mejor. Sí, es la dirigida por Ben Affleck. Sí, es la actuada por esa nueva promesa de la actuación americana que es Casey Aflleck, que lo único que hace es descoserla y dejarla así de chiquitita. “Mi sacerdote decía que la culpa es Dios diciéndote que algo hiciste mal”, dice el personaje de Affleck, Aflleck mismo (nunca puede diferenciar al actor del personaje. No cuando veo la película. No cuando hablo de ella). Sí: la culpa. Pero esta es también una historia acerca de la inocencia, y el inocente es el detective, un tipo rudo, pero no tanto, un pibe de barrio con todos los códigos, salvo cuando los códigos dictan hacer lo que está mal, lo que no conviene, lo que no se debe. Es una historia de inocencia, y el inocente no se equivoca nunca. “Sean astutos como serpientes e inocentes como palomas”. Cita bíblica que explica, señala y guía el comportamiento de Affleck a lo largo de la película y muestra el tema principal de la película: cómo actuar. Cómo se debe actuar o cómo conviene actuar, formulaciones que en un tiempo creí que eran acerca de lo mismo. Cada vez más prefiero verlas como dos muy parecidos competidores en una justa deportiva. Qué hacer cuando las papas queman, cuando queman en un sentido dramáticamente interesante: no cuando lo único que uno puede hacer es pelear por sobrevivir, sino cuando el abanico de posibilidades es mucho más amplio. Los senderos son infinitos y solo uno es el correcto. Así que las posibilidades de perdición también son infinitas, y la película es entonces un film bíblico, en el que las tentaciones se acumulan, se complejizan, se hacen más insidiosas. ¿Qué gana? Poco. Una conciencia tranquila. A cambio pierde todo lo demás.
Cuando era chico pensaba que la culpa no existía. Pensaba que era todo miedo y mala fe, que la culpa no era más que una forma sofisticada de miedo encubierta por la mala fe de no querer reconoce que tras ella solo había miedo y, acaso, interés. Tenía doce y veía película de Woody Allen tras películas de Woody Allen y seguía pensando que mentía, que se engañaba. El que se engañaba y el estúpido, claro, era yo, como descubriría más tarde que temprano. En “Crímenes y pecados”, una película más interesante de lo que creía, plantea otra vía. Ahí el protagonista mata a su amante y, contrariamente a lo que temía, vive sin remordimientos. Es una exageración, claro, pero sugiere que la respuesta no es tan clara. Acaso sea cuestión de saber cuál es el punto en que uno saca mayor rédito, cuánta mierda puede soportar a cambio de cuántas porciones de paraíso. Lo importante, como siempre, está en lo cuantitativo –lo cualitativo es pura simplificación maniquea e inmadura. Para que nos quede claro (sean generosos, déjenme construir esta rima fácil) basta con volver la vista unos pocos años atrás y recordar el final de “Match Point”. Un protagonista y un nuevo crimen. Con el crimen, se queda con todo. Con lo que más quiere. ¿Sacrificios? El amor, apenas. Y algunos fantasmas que se niegan a retirarse. Pero acaso porque uno raramente se arrepiente de lo que hace (acaso sea este otro mecanismo adaptativo, seguro, qué duda cabe), ante la requisitoria de uno de los fantasmas, el protagonista, el actor, es claro: sí, lo volvería a hacer.

Matías Pailos

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6 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Muy acertado eso de que la culpa puede ser una coartada del miedo. Supongo que hay que tener los huevos para hacer lo que uno crea/quiera hacer y después bancarse las consecuencias. La culpa no tiene que ser una policía del alma.

21/12/07 09:24  
Anonymous Anónimo dijo...

ni la culpa ni el miedo. Pero mi descubrimiento (tardío, claro) -lo que me sorprendió, digo- fue comprender que a veces la culpa es auténtica, no reductible a miedos y ambiciones.

21/12/07 14:35  
Blogger Mari Pops dijo...

de elegir me quedo con conveniencias. De las otras tres la peor sin duda: la culpa. Sirve para nada y esta anclada en el pasado. Aun asi es a veces inevitable. Personalmente, le abro el paraguas si le veo asomarse. Algunas otras, le he llegado un poco tarde.
Mary

21/12/07 17:36  
Blogger El Mate Tuerto dijo...

Hace bien, Mary. Gracias por pasar.

22/12/07 16:01  
Blogger Mari Pops dijo...

manana recibo 16 personas a comer asi que estare de horno a platos y cucharas gran parte del dia.
Aprovecho para desearte feliz Navidad y muchos mates tuertos para el 2008
Ms. Mary

23/12/07 13:51  
Anonymous Anónimo dijo...

Una jornada culinaria, no está mal.

23/12/07 15:20  

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