Un día de estos…
Cuando llegué a la casa encontré a Zedi Cioso escribiendo un post. “Ah, sos vos” –dijo– “tanto tiempo”. Hablaba conmigo sin dejar de tipear el teclado: siempre admiré su capacidad de trabajo. “Un post”, le dije, señalando con la cabeza hacia la pantalla del monitor. “Y sí, hay trabajo que hacer”. “De eso quería hablar”, le digo. “¿De qué? preguntó. Me quedé callado. “Nooo, no me digas que vos…” Permanecí en silencio. Lo miré serio. Cioso se empezó a reir. Era una risa histérica, nerviosa. “¿Vos? ¿Justo vos? ¿Estás seguro?” Se agarraba al respaldo de la silla para no caerse, se desternillaba de la risa. “Si no estuviese seguro no habría venido”, le contesté. Cioso se puso serio de golpe. “Te va a ir mal –vaticinó– siempre tan preocupado por el qué dirán” “No –le contesté– es precisamente al revés. Ahora hay un montón de tipos que se llenan la boca pegándonos porque vos das la cara por todos”. “Ahá –Cioso asintió con la cabeza– ¿Y ese viejo anhelo de convertirte en escritor secreto, donde quedó?”. “En el mismo lugar en donde estaba. En estos años aprendí que no hace falta esconderse. La literatura se oculta sola”. “Me tenés celos, ¿Es eso, no?” Le temblaba la voz. Tenía los puños cerrados y crispados. “Por ahí sí, no sé. Pero me parece que te tenés que mandar a mudar”. “Ah, si –dijo Cioso en tono socarrón–¿Y si no quiero”. Saqué el arma del bolsillo del pantalón. Cioso volvió a reirse como un loco “¿Qué vas a hacer, matarme? ¿Quién te creés que sos, David Bowie?
Sonaron dos tiros. Uno a la cabeza. Otro al corazón. Cioso no sangró. Expulsaba aire por los orificios. La sonrisa socarrona del rostro se le fue desdibujando en una mueca amarga. Se desinfló sobre la silla y quedó pura piel tendido sobre el respaldo como un viejo perramus agujereado. Así como estaba lo hice un bollo y lo metí en una bolsa de Coto. Bajé a la baulera y lo arrojé al fondo, entre una sombrilla oxidada y cuatro cerámicos que me sobraron de la remodelación del piso de la cocina.
Ariel Idez
Sonaron dos tiros. Uno a la cabeza. Otro al corazón. Cioso no sangró. Expulsaba aire por los orificios. La sonrisa socarrona del rostro se le fue desdibujando en una mueca amarga. Se desinfló sobre la silla y quedó pura piel tendido sobre el respaldo como un viejo perramus agujereado. Así como estaba lo hice un bollo y lo metí en una bolsa de Coto. Bajé a la baulera y lo arrojé al fondo, entre una sombrilla oxidada y cuatro cerámicos que me sobraron de la remodelación del piso de la cocina.
Ariel Idez
13 Comentarios:
muy bueno!!! excelente!!
besos. julieta.
Gracias por apoyar mi comming out, Julieta.
Besos
bravo!
en cualquier momento, sigo tus pasos.
saludos!
creo que hasta hoy no habías incursionado en el policial negro. Esto vendría ser la variante Dick del policial negro: el policial negro metafísico (con las tintas cargadas en el tema de la identidad personal).
ZC is not dead!!
Ayer lo vi por las calles de Almagro. Estaba con los walkman y apestaba a ginebra.
Ariel me gusta tu estilo. Y rescato la enseñanza práctica: la literatura se esconde sola.
:D
no se si ponerme luto por Zedi Cioso o comprar un par de escarpines para Ariel Idez. Es cierto: todo buen coming out concluye con el nombre propio ;)
Idez: usted ha escrito buenos artículos para página 12 y quién sabe qué más, pero Cioso es el nro. 10 de este blog (mp es un 8 de incanzable ida y vuelta, y con mucha llegada al arco rival, pero que define fuerte para asegurar; nunca le pediríamos que tire un caño o que defina con una vaselina porque sencillamente ese no es su estilo). Usted debe saber esto: Cioso es inmortal. Puede creer haberlo liquidado, pero no está haciendo más que engañarse a usted mismo. Y si acaso un día descubriéramos lo contrario, es decir, que Cioso efectivamente ha desaparecido, entonces no quedaría más que vestir de negro y celebrar el luto que corresponda a la pérdida de tan magnífico exponente literario.
Gracias Simpática, y espero que tenga una feliz salida del closet si se decide a hacerlo.
Si MP, policial negro metafísico o neurosis esquizoide o esquizoidez, ahora que nos sacamos la careta.
Gracias Nacho, tal vez el portero encontró el traje de Cioso y se lo calzó para salir a dar una vuelta y ver cómo le quedaba. Me alegra que le guste mi estilo.
Gracias Vero, aunque ud. siempre estuvo al tanto de mi identidad secreta.
Anónimo, gracias por los desmedidos elogios. Por lo demás, qué decir, homenajeando a Flaubert y a despecho de mi impresentable francés "Zedi Cioso c'est moi"
al final era un sith zedi cioso entonces?
Agrego a Anonimo una frase la policia ya sabra a quien buscar y en donde.
La bolsita de Coto, la sombrilla, y los cuatro ceramicos me fascinaron.
"Corriendoooooooo la baulera", grita la cana
Supongo que sí, Lautaro. De aquí en más veremos quién está del lado oscuro de la Fuerza.
Gracias Mary, confiamos en burlar a las autoridades.
ya se sobre que va a tratar la proxima entrada
¿Sobre qué? Díganos, no nos deje con la intriga...
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