La última de Fassbinder es una mierda
La primera vez es especial. Es especial porque es la primera vez. Algunos confunden, y piensan que especial es muy buena, excelente y superlativa. Para nada. Para nada más allá que lo que de muy buena, excelente y superlativa tiene una primera vez en tanto primera vez. Pablo debutaba. Era su primera vez frente a una película de Fassbinder. No estaba excitado. Pero la avalancha de loas a Rainer de las que fue testigo durante la larga espera de todos estos años no pudo más que generarle alguna expectativa.
-Es su última película.
-Es su última película.
Ariel, a su izquierda, afirmó. Yo, a su derecha, subrayé. Nos sentamos por la mitad de la sala, bien pegados a la raya. Se veía tan bien como desde cualquier otro lugar de la sala Lugones. Para el culo, digo. Pablo propuso una mudanza y Ariel, hombre hecho a esas faenas, aceptó tras algunos remilgos. Pasamos por encima de dos parejitas y de una trouppe de niños exploradores babeantes frente a nuestro icono principiante. Pablo estaba vestido bastante puto, así que era inevitable que esto fuera a pasar. Terminamos más o menos en el mismo sector desde donde arrancamos, pero del otro lado. La película comenzó. La película tiene al menos un logro: es, a todas luces, la filmación de una obra de teatro cuya acción acaece en un puerto mediterráneo; a poco de andar, uno se olvida de esto. El mar es un cartón pintado de rojo, y esto acaso sea otro mérito de la película. Es una obra de teatro, pero no parece una obra de teatro. El argumento es el de una tragedia, el de un melodrama, uno bastante parecido a los que solía escribir Fassbinder. Brad Davis hace de minita histérica, básicamente putona, que sale del placard subido a la pija del negro y del policía. Es objeto de amor y fascinación de todos, hasta de Jeanne Moreau, a la sazón la amante del hermano del protagonista. Hay antagonismo entre hermanos, hay crimen, hay sangre, hay amor, locura y muerte. La película, en fin, es un embole.
Cambiamos de posición, nos removemos inquietos en nuestro asiento. Poco falta para que empecemos a bostezar. Los primereo. ¿Falta mucho?
Como dije, el argumento es bueno. Acaso se pueda valorar algunas escenas (el negro escupiendo el culito de Davis, cuando el protagonista disfraza al metalúrgico gay de su hermano, y nos damos cuenta que son personajes interpretados por el mismo actor) y bien puede que nos guste que todo esté virado al rojo (a mí me gustó). Pero cuesta entender qué ven todos en esto. Aunque por otro lado, lo que ven es bien claro: ven a Davis. Los que ven, ven a Davis. Ven a Davis y se enamoran de Davis. Pero a mí no me alcanza, che. ¿Algo más? Es la última película de Fassbinder. Quería verla. Después de todo: es la última película de Fassbinder. ¿Algo más? Sí. Claro que algo más. Todavía tenemos que soportar la ininterrumpida voz en off a cargo de Franco Nero en el papel del teniente de Davis (sí: también está enamorado de Davis. Cuando cuenta que es feliz después de haberse dibujado un par de tetas es gracioso y todo). “Querelle” no es un mal proyecto. Para mejorarla tendría que haber hecho dos cosas: meterle ritmo (basta de delectación extática de la belleza masculina, Rainer. O al menos hacela más corta) y suprimir TODOS, pero TODOS los comentarios en off del teniente en francés, del estilo 'quería dársela por popa para así reafirmar la femineidad ínsita que había en mí, lo sublime de la mirada franca, sobria, masculina, el tacto de los hombros en perfecta sincronía con el cosmos, en perfecta abominación de la naturaleza'. Fuck the french.
Se nota que el guión no es de Fassbinder. En los guiones de Fassbinder no hay personajes incómodos con su sexualidad. Acá están todos que salen y que entran del closet. En los guiones de Fassbinder los personajes van al frente como locos. Acá están que lo hago, que no lo hago, que deshojo la margarita mucho, poquito, nada. Entonces: ¿por qué, Rainer? La respuesta está a la vuelta de la esquina: porque no lo había hecho antes.
La apuesta es arriesgada, precisamente por esto. “Querelle” ofrece matices a la trayectoria de RWF de los que hubiera carecido de no haber hecho esta película. Con ella RWF se desmarca de sus costuras clásicas, las que le sirven para elaborar esas historias complejas y desesperadas, en las que cada personaje apuesta todo a hacer lo mejor que puede por conseguir lo que desea, y no se arredra ante cabezas a pisar. La apuesta (aunque no la obra) está a la altura del artista que fue, un tipo que entre lo buena conocido y lo excelente acaso por conocer, siempre jugó sus fichas a este último casillero. En ocasiones es la mejor decisión que se puede tomar. Escuchar “Low”, de Bowie, y preguntarse “¿Esto es un disco de Bowie?” es una y la misma cosa. Pero el disco es, al menos, muy bueno. Fassbinder es como Bowie. A veces gana, a veces pierde. Como todo jugador.
Matías Pailos
-Es su última película.
-Es su última película.
Ariel, a su izquierda, afirmó. Yo, a su derecha, subrayé. Nos sentamos por la mitad de la sala, bien pegados a la raya. Se veía tan bien como desde cualquier otro lugar de la sala Lugones. Para el culo, digo. Pablo propuso una mudanza y Ariel, hombre hecho a esas faenas, aceptó tras algunos remilgos. Pasamos por encima de dos parejitas y de una trouppe de niños exploradores babeantes frente a nuestro icono principiante. Pablo estaba vestido bastante puto, así que era inevitable que esto fuera a pasar. Terminamos más o menos en el mismo sector desde donde arrancamos, pero del otro lado. La película comenzó. La película tiene al menos un logro: es, a todas luces, la filmación de una obra de teatro cuya acción acaece en un puerto mediterráneo; a poco de andar, uno se olvida de esto. El mar es un cartón pintado de rojo, y esto acaso sea otro mérito de la película. Es una obra de teatro, pero no parece una obra de teatro. El argumento es el de una tragedia, el de un melodrama, uno bastante parecido a los que solía escribir Fassbinder. Brad Davis hace de minita histérica, básicamente putona, que sale del placard subido a la pija del negro y del policía. Es objeto de amor y fascinación de todos, hasta de Jeanne Moreau, a la sazón la amante del hermano del protagonista. Hay antagonismo entre hermanos, hay crimen, hay sangre, hay amor, locura y muerte. La película, en fin, es un embole.
Cambiamos de posición, nos removemos inquietos en nuestro asiento. Poco falta para que empecemos a bostezar. Los primereo. ¿Falta mucho?
Como dije, el argumento es bueno. Acaso se pueda valorar algunas escenas (el negro escupiendo el culito de Davis, cuando el protagonista disfraza al metalúrgico gay de su hermano, y nos damos cuenta que son personajes interpretados por el mismo actor) y bien puede que nos guste que todo esté virado al rojo (a mí me gustó). Pero cuesta entender qué ven todos en esto. Aunque por otro lado, lo que ven es bien claro: ven a Davis. Los que ven, ven a Davis. Ven a Davis y se enamoran de Davis. Pero a mí no me alcanza, che. ¿Algo más? Es la última película de Fassbinder. Quería verla. Después de todo: es la última película de Fassbinder. ¿Algo más? Sí. Claro que algo más. Todavía tenemos que soportar la ininterrumpida voz en off a cargo de Franco Nero en el papel del teniente de Davis (sí: también está enamorado de Davis. Cuando cuenta que es feliz después de haberse dibujado un par de tetas es gracioso y todo). “Querelle” no es un mal proyecto. Para mejorarla tendría que haber hecho dos cosas: meterle ritmo (basta de delectación extática de la belleza masculina, Rainer. O al menos hacela más corta) y suprimir TODOS, pero TODOS los comentarios en off del teniente en francés, del estilo 'quería dársela por popa para así reafirmar la femineidad ínsita que había en mí, lo sublime de la mirada franca, sobria, masculina, el tacto de los hombros en perfecta sincronía con el cosmos, en perfecta abominación de la naturaleza'. Fuck the french.
Se nota que el guión no es de Fassbinder. En los guiones de Fassbinder no hay personajes incómodos con su sexualidad. Acá están todos que salen y que entran del closet. En los guiones de Fassbinder los personajes van al frente como locos. Acá están que lo hago, que no lo hago, que deshojo la margarita mucho, poquito, nada. Entonces: ¿por qué, Rainer? La respuesta está a la vuelta de la esquina: porque no lo había hecho antes.
La apuesta es arriesgada, precisamente por esto. “Querelle” ofrece matices a la trayectoria de RWF de los que hubiera carecido de no haber hecho esta película. Con ella RWF se desmarca de sus costuras clásicas, las que le sirven para elaborar esas historias complejas y desesperadas, en las que cada personaje apuesta todo a hacer lo mejor que puede por conseguir lo que desea, y no se arredra ante cabezas a pisar. La apuesta (aunque no la obra) está a la altura del artista que fue, un tipo que entre lo buena conocido y lo excelente acaso por conocer, siempre jugó sus fichas a este último casillero. En ocasiones es la mejor decisión que se puede tomar. Escuchar “Low”, de Bowie, y preguntarse “¿Esto es un disco de Bowie?” es una y la misma cosa. Pero el disco es, al menos, muy bueno. Fassbinder es como Bowie. A veces gana, a veces pierde. Como todo jugador.
Matías Pailos
Etiquetas: Cine
13 Comentarios:
me encantó la reseña. el amor por los cuerpos masculinos y por el cuerpo de davis, en particular, es más que claro. me mata tu versión de los comentarios en off. no puedo evitar soltar la carcajada cada vez que lo leo... muy bueno!
besos. julieta.
pd.: otras pelis que me gustaron mucho de la retrospectiva, que termina hoy, por cierto: martha (con un travelling de 360 grados im pre sio nan te), la ley del más fuerte (fassbinder está hermoso en esta peli), en un año con trece lunas, la ternura de los lobos (aunque no es de fassbinder sino de ulli lommel, con el genial actor kurt raab), whity (con el negro que aparece en querelle, pero más flaco y mucho más lindo) y alguna otra que ahora no recuerdo...
otro beso.
coincido con 13 lunas y la ley del más fuerte. Mis favoritas son Solo quiero que me amen y La angustia corroe el alma. No haber visto Martha cada día me pesa más. El descubrimiento: El asado de Satán. (Aunque, como dijo Facundo PH, suene tan raro como "Un chuckut en Burzaco".)
sólo quiero que me amen no la vi. y no la pasaron en esta retrospectiva. coincido en que la angustia corroe el alma también es muy buena (con el marroquí que mide como dos metros... fassbinder no era ningún tonto para elegir amantes...). y el asado de satán también me gustó, con kurt raab, nuevamente... la que sí vi es "no sólo quiero que me amen", que es un documental sobre fassbinder y sus actores/actrices... muy recomendable.
y sí, martha te la re perdiste... pedile a nacho que te la baje. pero ese travelling nunca será lo mismo en un televisor... el actor que hace de marido de martha realmente se pasa. es genial.
beso. julieta.
bowie nunca pierde. bowie es dios.
saludos.
Gracias por el guiño, SyP. (La gente quiere que vos también salgas del closet.)
poco hombre no est´s a la altura de nadie, aprendé a respetar, sos u ediocre , apredé de los grandes, que no ofenden, no tenés altura.
MARIQUITA
te hacés el machito con las minas
jajaj los únicos que hablan son santa julieta del mate y matíasssss qe no soporta una crítica desfavorable, por algo alguien los puso en el banco de suplentes.
ahhhhhh ya me tomé el caldito, riquísimo
la hermana
Julieta está enviando demasiados besos no correspondidos..no sé que me resulta más molesto: si su obsecada obsecuencia o su desesperado esfuerzo por "fit-in".
Pailos, en el blog advierto que estás perdiendo la frescura. En tus "novelas" y en tus "cuentos" nunca la tuviste. "El pendejo" bien pudo haber sido escrita por Washington Cucurto título de grado mediante.
"En los guiones de Fassbinder no hay personajes incómodos con su sexualidad. Acá están todos que salen y que entran del closet"
Me encantó el remate. No conozco la obra de Fassbinder tan bien, pero tu hipótesis me resulta muy atractiva. Habría que preguntarle a Oscar Cuervo a ver que opina (es el más experto que conozco).
Fede: ahora que leo los comentarios, veo que tenés una verdadera fan de tu obra. Felicitaciones, jajaja.
Yo tampoco soy un experto, pero solo había recabado comentarios positivos sobre "Querelle". Fue una decepción, la verdad. Pero el tipo filmó tanto que seguro me puedo resarcir por otro lado.
¿Tuvieron la energía para ver la maratón de Berlin Alexanderplatz? Yo la vi por cable hace un tiempo ya, no entera ya que son como 15 horas, pero lo que vi de ella es enorme.
yo no tuve energía. nunca vi ni un sólo capítulo. pero me dijeron que es excelente.
besos. julieta.
vi el primer capítulo y me embolé soberanamente. Por desgracia, también integra la lista de deudas; de esas deudas internas que, inexorablemente, un día me llevarán, a desgano, a acometer la maratón de dos días con todos sus capítulos a la que, vuelta a vuelta, somete la Lugones a su audiencia.
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