La parte de Batman en la que todo se va a la mierda
La película termina antes del final, con una maniobra filosófica clásica: el experimento mental. La idea es sencilla: dos barcos cargados de gente. Si alguien baja, todo estalla. Un detonador por barco de bombas en el otro. Tienen 20 minutos. Si nadie los acciona, ambos estallan por los aires. Si un barco vuela por los aires, el otro se salva.
No hay mucho que pensar. Lo racional es uno y lo mismo: hacer del otro barco una miríada de puntos indiscernibles. Salvar el pellejo a toda costa. No hay modo de rescatar al otro –aunque el otro puede salvarse a sí mismo: haciéndote cagar fuego. Pasan los 20. Nadie nada nunca. El destino del alma de Ciudad Gótica, dice el guión, se acaba de jugar. Y el Guasón –El Mal- perdió. La película sigue, pero ya perdimos todos.
Hacia el final, todo vira a empujón puro contra la fábula moral y el relato donante de modelos de conducta. Queda la tensión, vía la manutención del suspenso. El precio: radicalizar la virtud (y las predilecciones estéticas del mal absoluto. El punto no es la pérdida de verosimilitud, porque el conflicto no es de este mundo: es de ideas. Y tienen malas ideas. Aunque podría darse otra lectura –con sólida apoyatura en el guión-, a uno le envuelven el paquete de un Guasón cuyo paraíso en la tierra es la persecución a perpetuidad por y de Batman. Ya no es, como el Bardem de los Coen de McCarthy, una fuerza de la naturaleza (y NO un personaje, como acertadamente señaló un filósofo homónimo) –el mal absoluto no tiene nada de humano –más que como objeto fantástico de miedo, también absoluto), pero peor: aceptar a pie juntillas que LA virtud es la del evangelio de los padres protestantes & sajones de mister Nolan. (No el que practican; más bien el que predican a sus hijos.) En esto no hay pecado. Pero ofende nuestro sensible gusto estético –un auténtico manfloro. LA virtud es, cuanto mucho, un gesto, más bien simbólico, en el ejercicio puro y duro del egoísmo, valiente o no –y preferentemente, no. La cosa es así, al menos para la minoría que lee un porcentaje –sustancialmente- mayor de Bolaños que de Benedettis. Así que sí: Nolan se va al carajo.
Pero uno se resiste. Porque uno vio la película varias veces y a nadie le gusta ser mosca. (El problema no es tanto que comas mierda. Lo que jode más bien es que te guste.) Entonces señala el mohín (el mismo de Jackson en King Kong) de calcar el original –muy posmo. (Nos gusta: en el fondo somos unos relajados.) Entonces se resalta el viraje desde el relato de aventuras a la alegoría: otro género más –y desprestigiado, lo que lo hace rescatable. Patrañas. Disimulamos la mueca de disgusto y nos prodigamos “qué flash”es a discreción.
Batman es tan buena, se podrá alegar, que nos muestra el camino. El que no va. Hay que rescatar al Bien y al Conflicto Moral como tema: tienen mi voto. Negarlos es rechazar al grasa sentimental y trascendente que llevamos dentro. Pero hemos de saber que somos perros falderos en busca de la cura: mejor aceptarnos como somos, psicóloga. El cinismo, vean, no se abandona ni en el nivel meta. Mejor apuntar los cañones a otro lado. Mejor comprar misiles.
Matías Pailos
No hay mucho que pensar. Lo racional es uno y lo mismo: hacer del otro barco una miríada de puntos indiscernibles. Salvar el pellejo a toda costa. No hay modo de rescatar al otro –aunque el otro puede salvarse a sí mismo: haciéndote cagar fuego. Pasan los 20. Nadie nada nunca. El destino del alma de Ciudad Gótica, dice el guión, se acaba de jugar. Y el Guasón –El Mal- perdió. La película sigue, pero ya perdimos todos.
Hacia el final, todo vira a empujón puro contra la fábula moral y el relato donante de modelos de conducta. Queda la tensión, vía la manutención del suspenso. El precio: radicalizar la virtud (y las predilecciones estéticas del mal absoluto. El punto no es la pérdida de verosimilitud, porque el conflicto no es de este mundo: es de ideas. Y tienen malas ideas. Aunque podría darse otra lectura –con sólida apoyatura en el guión-, a uno le envuelven el paquete de un Guasón cuyo paraíso en la tierra es la persecución a perpetuidad por y de Batman. Ya no es, como el Bardem de los Coen de McCarthy, una fuerza de la naturaleza (y NO un personaje, como acertadamente señaló un filósofo homónimo) –el mal absoluto no tiene nada de humano –más que como objeto fantástico de miedo, también absoluto), pero peor: aceptar a pie juntillas que LA virtud es la del evangelio de los padres protestantes & sajones de mister Nolan. (No el que practican; más bien el que predican a sus hijos.) En esto no hay pecado. Pero ofende nuestro sensible gusto estético –un auténtico manfloro. LA virtud es, cuanto mucho, un gesto, más bien simbólico, en el ejercicio puro y duro del egoísmo, valiente o no –y preferentemente, no. La cosa es así, al menos para la minoría que lee un porcentaje –sustancialmente- mayor de Bolaños que de Benedettis. Así que sí: Nolan se va al carajo.
Pero uno se resiste. Porque uno vio la película varias veces y a nadie le gusta ser mosca. (El problema no es tanto que comas mierda. Lo que jode más bien es que te guste.) Entonces señala el mohín (el mismo de Jackson en King Kong) de calcar el original –muy posmo. (Nos gusta: en el fondo somos unos relajados.) Entonces se resalta el viraje desde el relato de aventuras a la alegoría: otro género más –y desprestigiado, lo que lo hace rescatable. Patrañas. Disimulamos la mueca de disgusto y nos prodigamos “qué flash”es a discreción.
Batman es tan buena, se podrá alegar, que nos muestra el camino. El que no va. Hay que rescatar al Bien y al Conflicto Moral como tema: tienen mi voto. Negarlos es rechazar al grasa sentimental y trascendente que llevamos dentro. Pero hemos de saber que somos perros falderos en busca de la cura: mejor aceptarnos como somos, psicóloga. El cinismo, vean, no se abandona ni en el nivel meta. Mejor apuntar los cañones a otro lado. Mejor comprar misiles.
Matías Pailos
Etiquetas: Cine, Micronsayos
16 Comentarios:
Matías:
la película no termina antes del final, por más que vos prefieras eso. Lamentablemente la película termina donde termina.
No hay viraje ni Nolan se va al carajo, como si de pronto se huiera cansado de hacer una buena película y "producto del cansancio" o de un repentino cambio de humor del director, todo repentinamente virara.
La película está concebida desde ese final, no es algo accesorio o accidental que se pudiera desgajar de la "verdadera" película.
El final es lo que es porque la película está concebida políticamente, con moraleja incluida. Esto lleva a hablar a una mayoría de espectadores extasiados acerca del carácter del "Mal absoluto" condensado por el personaje del Guasón. Esa manera de hipostasiar el "Mal" es parte de la operación política que funda The dark knight.
El film habla de la inseguridad y del terrorismo, así como también de la corrupción de los políticos y de la burocracia policial y de la necesidad de apelar a un estado de excepción, no sujeto a las garantías jurídicas. La lectura política es diáfana, en el contexto cultural e histórico que se produce.
Pensemos en los argumentos de Israel para justificar la masacre en curso: se enfrenta al Mal absoluto, un terrorismo que asedia a las buenas gentes del mundo libre. Hay que apelar a respuestas excepcionales.
Batman es parte de este dispositivo ideológico. El final no se le chispoteó. A Nolan no le interesa alguna disquisición chapucera acerca del egoísmo intrínseco del ser humano (filosofía barata) sino imprimir en la conciencia de millones de espectadores la idea de que del Mal absoluto la comunidad debe defenderse con medios excepcionales (política cara). Pero esta no es una idea achacable a Nolan, es la industria cultural que produce Batman la que contrata a Nolan para que le dé un envase glamoroso.
En esto Batman no es original: el mainstream viene produciendo este tipo de mensajes desde hace décadas. Lo que Nolan exhibe es el avance de la industria de la distracción, para metértela (idea) con vaselina hight tech, de modo que vos salgas hablando de lo grandiosas que son las imágenes, de lo bien que actúa el pobre Ledger y de cómo palpitó tu corazón.
Un cine que promueve la idea de "Mal" absoluto en el contexto político y comunitario ¿puede ser gran arte? Si se trata de un entretenimiento eficaz para las masas que prefieren distraerse y negarse a pensar en lo que le están comunicando, entonces hablamos de un producto cultural para un espectador alienado.
Yo creo que se trata de propaganda sofisticada, lo cual se me hace incompatible con el arte.
yo quiero un cañon...
MDYV: lo sospechaba.
Oscar: cualquier cosa puede ser arte. El jazz no es el opio de los pueblos, Adorno: tomate un wiscacho. La propaganda, como una más de las cosas que son cualquiera, puede ser arte. Riefensthal, Oscar. La publicidad puede ser arte, y empecemos por Warhol. (Claro, acá vos podés decir que lo son porque 'trascienden' la propaganda y la publicidad, que lo son 'a pesar de'... entonces tu tesis suena a postulado inconmovible, a nucleo duro contra el que ninguna evidencia -ni la que te hace malabares a domicilio- puede conmover.)
Mirá: reconozco que la lectura política obvia de la película es la que pregonás. Nada que decir sobre eso. Solo que prefiero no leer todo desde una óptica política, y mucho menos lo que me gusta (si mi gusto no está relacionado con la potencia política del coso que me gusta). Este es un caso de este tipo.
Primero está la respuesta descarnada. Después, si nos va, podemos poner el análisis. Primero: la película me encantó. ¿Me encantó por su mensaje? Claramente no. No disfruto de las alegorías -tampoco de los maniqueismos. El maniqueismo se lo podemos achacar al género. La alegoría, comprendo, también. (Por eso trato de que no empañe mi disfrute, que es lo que primó.)
Decía: no siempre conviene poner la política en primer plano. Acá no. Sí: de lo que se trata es de explotar las ideas del mal y el bien absolutos, esas que tanto nos siguen movilizando. (De nada vale la acción conjunta de la represión y la negación.) Sus encarnaciones (en particular las del mal) siguen siendo figuras poderosas, a veces más interesantes que las más humanas y verosímiles.
El final me gustó. Ese tipo de sacrifio extremo sigue siendo eficaz (en mí). No tanto por el sacrificio, sino por lo extremo del mismo. Los maximalistas estéticos somos así. Lo que no me gustó fue la parte del experimento mental, y que todos fueran tan buenos, y que al mal absoluto (el guasón) le importara tanto el alma de nadie. Y no porque la idea de mal absoluto sea infantil o distractiva (¡basta, Adorno!), sino porque, insisto: el mal absoluto es más absoluto si no le importa una mierda nada. (Y que gente vulgar y silvestre como la que puebla los barcos sea tan buena, desprendida e IRRACIONAL, tampoco me gusta tanto. En este caso, por lo opuesto: prefiero que lo media tinta sea bien media tinta.)
mierda: 'trato QUE' y no 'trato DE QUE', ¿no? Eso me pasa por no releer hasta pulsar enter.
Matías:
cada uno disfruta con lo que puede. Eso no está en discusión.
La alusión al jazz y a Adorno es una chicana barata apropiada para una sitcom veintipico producida por Polka. Lo más importante en la vida es una respuesta ingeniosa. Risas grabadas.
A mí la película no me escandaliza: es un producto más en la fábrica de la distracción y está configurada con los mismos procedimientos y los mismos objetivos, mercantiles y políticos, que tantos otros productos. En todo caso es un producto bien termiando. Bueno, más o menos. Lo que yo sostengo es que para que sea la película del año tu horizonte cinematográfico debe ser bastante acotado.
En mi respuesta cuestioné tu idea de que el final "se vaya al carajo", por el mero hecho de que a vos te agrada hasta ese punto y después ya no te agrada. El final está perfecto, para lo que la película es.
Pero si el debate girara en torno a lo que a vos te agrada, entonces quizá lo podés seguir conversando con tus amigos y gente muy interesada por tu personalidad.
Oscar y Fede: no abandonen la conversación acá, porque está buena. Si bien estoy en todo de acuerdo con Cuervo, me parecería interesante que Fede desplegara (más de lo que ya hizo) la idea de por qué le agrada lo que le agrada, del modo más analítico posible (bien a su estilo). Es muy probable que lleguen a descular operaciones sofisticadas (o todo lo contrario) de la percepción. Y lo digo en plural, porque espero que el amigo Oscar siga iluminando el debate. Como siempre, este espacio resulta para mí muy enriquecedor.
HR.
Un asunto interesante es el siguiente: ¿hay una sola lectura correcta de una obra? Ya los veo, ya llegan y se me abalanzan los estudiantes de primer año de humanidades para recordarme que no, que hay infinitas o, al menos, indefinidas interpretaciones de cualquier fenómeno. Incluso puede haber muchas correctas. Lo que pretendí señalar es: ¿hay UNA que sea la MÁS correcta? Sostener que sí no es heterodoxo si de ciencia se trata. Lo es un poco más en el ámbito ético/político. En el sector estético, pensar esto es casi un escándalo. Pero, de todas formas, actuamos como si esto fuera verdad. Pensemos qué pasaría si fuera falso. Habría, frente a esta película, dos reacciones básicas: 1-reacción Cuervo: lo nefasto y simplista de la lectura política que trasunta la película oblitera toda posibilidad seria de apreciación estética; 2-reacción Pailos: las virtudes de la película arroja al fondo indiferenciado de lo accesorio toda cualidad propia que actue en detrimento de sus potencialidades (el pseudo-dilema del prisionero, el maniqueísmo exacerbado, la obvio lectura política). Si no hubiera UNA interpretación correcta, no habría posibilidad real de cuestionar al otro: después de todo, es solo una cuestión de gustos. Acaso nos hubiera gustado que el mundo fuera diferente (que sea imposible que dos opiniones antagónicas sean ambas acertadas) pero, ¡qué se le va a hacer!: uno no diseña las leyes del propio universo. De todas formas, (a) nadie ha probado que de hecho ese [i.e., solo hay una interpretación correcta de los hechos estéticos] sea el caso, y (b) todavía podemos jugar a que solo hay una. ¿Para qué? Porque nos gusta jugar. Porque nos gusta discutir. Porque nos gusta que nos lean. Porque es una buena gimnasia para mejorar nuestros argumentos. Digo: acaso inevitablemente, Oscar, esta conversación sea solo sobre lo que te agrada a vos y a mí. (Y sobre las chicanas... ¿es necesario que me pise el poncho, gaucho?)
Correcciones de rigor: abandonar el 'que sea' en detrimento de un más atinado 'que fuera'. Borrar el '¿Para qué?' y poner en su lugar un '¿Por qué?
Hernán: lo de siempre.
Matías:
en ningún momento sostuve que hay una única interpretación correcta. Señalé la lectura política (sentido bastante diáfano del film) por dos motivos:
- porque hay una tendencia bastante extendida a pasarla por alto, tratándola como un film de simple entretenimiento o, en los casos más sofisticados, como una disquisicón acerca del Mal (así con mayúsculas), Mal al que se le atribuye una esencial inefabilidad o carencia de lógica.
- señalé la lectura política también porque vos objetabas un presunto "viraje" del film hacia el final. Yo te respondí que, dado que el planteo del film es intrínsecamente político, la moraleja del final no es ningún viraje, sino la consumación de lo que la película se propone hacer.
Vos por supuesto podés refutar mi idea de que la película esté estructurada a partir de una caracterización del terrorismo como "Mal" absoluto, podés explicarme que la película no tiene nada que ver con eso. Podés explicar, si así lo creés, que la identificación "Mal absoluto" = "actos terroristas" = "necesidad de apelar a un estado de excepción" es totalmente accesoria y que lo importante en el film es decir algo metafísico sobre el Mal y no sobre la politica. Podés hacer todo eso para propner una interpretación más pertinente de la obra que la que yo sugiero.
Pero vos no hacés nada de eso: te burlás de mi lectura política y la comparás con la impugnación que hizo Adorno del jazz, como si ridiculizando a Adorno, refutaras que Batman tiene un aspecto político bastante difícil de esquivar. De modo que apelar a los prejuicios de Adorno hacia el jazz es embarrar la cancha, confundir el punto en discusión y eximirte de responderme algo acerca de lo que sostengo mediante un gag verbal.
Y por otro lado, decís que lo importante es que a vos la película te agrade (a pesar de la lectura política que yo hago, a la que calificás de "obvia": tan obvia no será ya que la mayoría sólo habla del Mal Absoluto: quizá tu lectura sea la obvia).
Si el punto en cuestión es que a vos la película te agrada tanto, entonces parece que ya no estamos hablando de la película sino de vos: cualquier cosa que se pueda decir de Batman caduca, porque la cuestión debe girar alrededor de tu goce.
Problema más psicológico que estético.
Dice Matías:
"lo nefasto y simplista de la lectura política que trasunta la película oblitera toda posibilidad seria de apreciación estética",
No, no la oblitera. Estoy esperando una apreciación estética que no se base en el hecho privado de que vos la disfutaste. Mi lectura política no impide esa apreciación estética. Películas nefastas políticamente hablando pueden tener grandes valores estéticos: por ej: Leni Riefenstahl. Pero eso no demuestra que Batman sea una gran película.
Para mostrar su grandeza cinematográfica hay que hablar de Batman, no de Adorno ni del cine pochoclero, ni de Riefenstahl, ni del consenso de que goza en cierta crítica despolitizada, ni de lo bien que la pasaste viéndola.
Si es una gran película, habría que hablar de cine.
Bueno, ya expliqué por qué creo que no me corresponde a mí explicar por qué Batman es buena: salta a la vista. Vos, Oscar, por otra parte, no explicaste por qué es mala: mostraste por qué sería políticamente nefasta. Acaso se pueda ser estéticamente buena y políticamente nefasta (Riefenstahl, once again).
Pero bueno: ¿te gustan las vueltas de tuerca? Sospecho que no. A mí sí, y la película las tiene a montones. (Por lo dicho en réplicas anteriores, voy a reducirme a hablar de mi gusto -los narcisistas irredentos somos así. En particular voy a hablar de algunos escorzos de mi gusto que creo compartidos con algunos.)
¿Viste el color de la película? Ese azul virado al negro, muy expresionista, sigue siendo seductor. ¿Viste la persecusión de Batman a Harry? ¿Viste la persecusión de Batman al Guasón? ¿Viste a Batman volando, a Batman metiéndose por la ventana exacta, a Batman llevándose al chino por los aires? Me gusta VER: persecusiones, gente volando, malabares circenses. Prodigios que disfrutamos de chicos y a los que algunos nos negamos a renunciar. Prodigios que no se pueden hacer con dos mangos, que solo se pueden hacer en cine y God Bless America y a todos sus Blockbusters por eso.
Estoy hablando de nuestro imaginario, Oscar, y no de quién es el más malo de este mundo. En nuestro imaginario, el malo más malo no es de este mundo. El que mete más miedo es el diablo, y no la idea platónica del mal. La película no habla del mal metafísico, sino del TIPO MÁS MALO QUE TE PUEDAS IMAGINAR -que siempre mete más miedo. Por eso es una caricatura y por eso conviene que sea una caricatura, como lo es Batman, como lo es el personaje de Freeman, como lo es el comisario Gordon y el propio Harry. Lo que hace la película es poner en juego esos personajes extremos y sacar todas las consecuencias (que una buena trama puede sacar).
Ya te dije que no me molestó el final: ese sos vos. Lo que me molestó más fue la escena de los barcos. El final, por el contrario, me gustó. (Porque el bueno absoluto tiene que ser capaz de esos sacrificios, claro. Y que el bueno, con el que nos identificamos -si, por una vez, nos relajamos- quede acorralado no es una mala cosa para final de película.)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Versión expurgada de errores tipográficos:
Matías:
si no explicás la grandeza de la película, entonces sólo quedará el consenso. De acuerdo: para vos el consenso es suficiente: uno cuantos críticos dicen que es muy buena y entonces es muy buena. Me agrada que la cosa quede planteada así. En tu blog, no en el mío.
El color azul virado al negro expresionista, la oscuridad, el movimiento, ok, esas son las cosas de Batman y/o del cine expresionista. El personaje de historieta a mí me sigue seduciendo, el de los comics que sigo leyendo, aquel sobre el cual Nolan se monta para sobreimprimir su mensaje acerca del terrorismo.
Y luego entramos en la faceta psicológica: querer seguir siendo chicos, creer en los malos malos, los tipos más malos que te puedas imaginar. Decís "nuestro imaginario": el tuyo. o el de la tribu en nombre de la cual hablás (estas películas se venden con el concepto: "las cosas que a todos nosotros nos gustan"). A ustedes entonces. Yo no me puedo hacer el tontito (eso no quiere decir que no sea tonto) sino que no puedo hacer de cuenta que existe ese malo malo del cual es posible segregarse para que venga Batman volando y nos defienda.
Me parece que el cine hace rato fue capaz de dar un paso más, (otra vuelta de tuerca, ya que tanto te gusta), poner en tensión esos esquemas dramatúrgicos/morales/políticos que tanto les gustan a los chiquitos.
Sobre ser malo, sobre la oscuridad, sobre la comunidad, sobre el movimiento, sobre la seguridad, etc, se han planteado ideas más complejas y de formas más compleja, capaces de producir sentidos más problemáticos sin renunciar a la emoción, por el contrario, removiendo emociones más espesas, más auténticamente oscuras, más propias, menos sociológicas, menos codificadas y menos segmentadas.
Si nos ponemos a hilar más fino, esa pseudoinocencia en la que te regodeás se llama mala fe.
Si nos ponemos un poco más descriptivos se llama restauración del himen perdido, neoliberalismo.
Uno se hace chiquito por unas horas, cree en los malos malos y sale diciendo: God bless América.
Todo bien.
Sólo quería agregar, que en el año 2008 hubo grandes películas y que Batman no tiene con qué.
Okey.
ta!
bum
Matias!!! Te banco a muerte!!!
Pero tengo una pregunta: Todo eso pensaste mientras mirabas la película por primera vez?
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