Pelear Escribir
“Lo que tiene lugar en esta página no es lucha, es escritura”, escribe Chuck Palahniuk en Stranger than fiction ¿Are you sure, Chuck? En las últimas semanas he estado trabajando en un artículo sobre luchadores y me ha resultado inevitable trazar un paralelo entre las dos actividades. El escritor corre con la ventaja de poder entrenar con los más grandes y tratar de absorber sus técnicas: la oración noqueadora de Hemingway, la frase llave de Proust, que te inmoviliza primero y te estrangula después, la impredecible combinación de golpes de Joyce, el estilo de pelea frío, cerebral de Kafka, igual también conviene hacer guantes con algún peleador de cuarta categoría, para ganar confianza. La investigación previa es el entrenamiento del escritor: horas de archivo aeróbico, apuntes, entrevistas, desgravaciones, flexiones, abdominales, pesas. Meter todo en quince mil caracteres con espacios es como dar el peso: una tortura. Hay que deshidratar la prosa y quemar grasa y masa muscular hasta que sólo quede la fibra del relato: el pile y hueso de la historia. Y después claro, está el momento de la pelea. No importa cuánto te hayas preparado, nunca podrás saber qué te espera en el enfrentamiento con el lenguaje, qué técnicas emplearás y si serán las correctas. Terminarás exhausto, con los brazos en alto por la victoria o agazapado, cabizbajo, las manos cubriendo la cara por donde se filtran las lágrimas de la derrota, pero con la íntima convicción de que diste todo y volverás a subirte al ring para dar batalla. Una y otra vez, mientras te quede alma.
Como dijo aquella vez Osvaldo Lamborghini sobre una mujer que, desesperada, trataba de editar su primer libro “Pobrecita, escribe para salvarse. Todavía no sabe que esto es para perderse”
Ariel “Rudo" Idez
Como dijo aquella vez Osvaldo Lamborghini sobre una mujer que, desesperada, trataba de editar su primer libro “Pobrecita, escribe para salvarse. Todavía no sabe que esto es para perderse”
Ariel “Rudo" Idez
6 Comentarios:
Derroche de romanticismo.
Un KO al corazón.
Abrazo
Acá viene el teórico a establecer un punto general a propósito de nada: cualquier cosa es metáfora de cualquier otra. Quizás, un poco mejor: cualquier cosa puede ser metáfora de cualquier otra... probemos de nuevo: la metáfora está en quien metaforiza. Si usted, autor, se hubiera dedicado -pongamos- a la producción de pulóveres con hilo sisal, encontraría iluminadores analogías entre esa actividad y -supongamos, además, que usted es escritor- la escritura. Prefiero no ver en el acto de escribir nada particular, nada más especial que levantarse, lavarse los dientes, ir al trabajo y ponerse a trabajar. Eso sí: en algo que nos gusta mucho-mucho-mucho. Algo que nos gusta tanto que, incluso -fanteseemos- lo haríamos gratis.
PD: mi voto siempre está con el cerebral Kafka, pariente del ochentoso corredor de F1 Alain Prost. Pero no puedo acordar con Lamborghini, porque -como alguna vez me señaló HR- soy lacaniano, y no puede más que ver en la escritura que el deseo (de manejar) se monta a un auto de F1 y se pone a pistear a lo loco.
Claro, hay deseos de todo tipo. Algunos bastante enfermos.
PD2: primero publicar. Después, no me acuerdo.
Gracias Anónimo
No sé si la metafóra predica relaciones entre una cosa cualquiera y otra, más bien me parece que devela (o crea) conexiones o relaciones entre cosas que no estaban relacionadas a simple vista (no digo que ésta un poco trillada que yo propongo en el post lo sea) y de ahí que la metafora pueda ser un recurso para enriquecer el mundo, un instrumento de gnoseología poética.
Hablando de cosas que conectan con cosas, comparás la escritura con la Fórmula uno y mencionás a Lamborghini, famosa marca de coupé deportiva...
"No hay nada de especial en escribir, es como lavarse los dientes".
¿Pailos te comiste un sanguchZEN? Me estás sacando el laburo de iluminado del grupo, pibe.
Creo que el arte de la metáfora está en los detalles. La que me gustó fue la de dar el peso y meter el texto en 15 mil caracteres.
¡Viva la gnoseología poética!
Si es por encontrar analogías entre una cosa y otra, o entre ésta y cualquier-otra, eso sólo es posible porque pertenecen al conjunto de actividades humanas. Lo que lleva a posibles analogías entre lo-que-sea-quehacer-humano con otro-quehacer-humano.
Recordad que en La Biblioteca no existen libros que a la vez sean escaleras, pero sí existen los volúmenes que debaten tales temas...
abrazos, 'rudos'
Último Momento: Matías abandona los placeres terrenales, se recluye en su mansión y alcanza el Satori. Gracias por la luz echada a la discusión, Nacho, usted es nuestro Daisetsu Suzuki.
Pero pienso que también podríamos construir una escalera de libros... Gracias Salgado! Abrazos!
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