Militancia
Los estudios perpetrados en el área de la taxonomía de la amistad, revelan que el tipo de amistad que me une con A es del siguiente tipo:
Intermitente.
Nos vemos una o dos veces al año. Suele mediar algún propósito subsidiario al mero constatar el estado general de los proyectos, logros, frustraciones y estados anímicos del otro. En este caso, la requisitoria corrió a mi cargo: quería darle el libro (el que publiqué hace cosa de un mes, el infame “El amor nos va a separar”). Suele pasar que las conversaciones con A son ajustes de cuentas.
No solo es peronista, sino que a todo fin práctico, también es militante. Eso me pone en una situación incómoda. Yo no milito sino en mi propio beneficio. Soy ese epítome de la psicopatología fogoneada por el menemismo: un egoísta. Y no me gusta dilapidar energías en nada que no contribuya directamente a la consecución de este o aquél objetivo de ese tenor.
Mirá, loco: yo solo quería publicar. Y ahí tenés: publiqué. Listo. Misión cumplida.
Listo.
Ahí empieza la carrera alocada en la que soy corrido por izquierda.
¿Sos peronista? Sí, ¿y? Nada, nada. Pero en el blog no hablás de lo que pasa… Yyy… a veces. Pero no tenés autoridad moral para (por supuesto: no dijo ‘autoridad moral’).
Ahí salté: no. Ni la necesito. Porque una cosa es hacer y otra, muy diferente, hablar acerca de lo que se hace. Se puede ser un muy competente hacedor, y un pésimo analista. Se puede ser un muy lúcido (¡y crítico!) analista, pero un nulo hacedor. Se puede, incluso, ser un intelectual notable de nula catadura moral. ¡Se puede ser nazi e inteligente!
Por supuesto: no me creía ni jota. Porque aunque tengo los mejores argumentos para concluir que no hay que presentar el carnet de afiliado antes de emitir opinión, en el fondo de mi corazón (los corazones vienen provistos de piecitas al fondo, que por algún motivo que desconozco, los usos y costumbres lingüísticos relegan a ese recóndito ambiente las claves de, bueno (¡ejem!)… nuestra “ “ “ “alma” ” ” ”), creo que no tengo derecho a hablar.
(Siempre hay un proverbio a mano para resumir la situación. En este caso, “hay que sostener con el cuero lo que se dice con el pico”, o algo así, ¿no?. Voy a revisar mi stock de citas de Solari. Seguro que hay alguna que viene al caso. El Indio como autómata titulador, como resumen Larousse, como guía espiritual popular.)
En síntesis: sí, creo que lo que da sentido (perdón), lo que hace más profundo, valiosa e interesante una vida, es entrelazarlas con otras, en un proyecto –cualquiera- colectivo. Algo que integre no solo una familia, sino una comunidad. Una radio comunitaria. Una empresa cooperativa. Una feria. Una fiesta. Cualquier pindonga. Si pone contenta a la gente, mejor. Si la ayuda, mejor. Si les da laburo: bárbaro. Lo que sea –cualquier pindonga. Si se hace en beneficio del resto: muchísimo mejor. (Obvio que, en el fondo y en algún sentido, toda razón es egoísta. Pero esas son giladas. Lo importante es la superficie. No somos criaturas abisales.) A me proponía y defendía eso, a una escala ridículamente ínfima: que apoyara, con posts en un blog (¿se puede estar menos integrado? ¿Se puede colaborar de modo menos desprendido?), la gestión actual y el proyecto oficial. Peronista. Progresista. Kirchnerista.
Me defendí con las armas de rigor: ese asunto ocupa un área despreciable de mi pensamiento. Entonces no te pongas a opinar, dijo A, y vuelta a empezar.
En algún momento la discusión se volvía estética. Título de la ponencia: el panfleto como herramienta política y recurso literario.
Ser corrido por izquierda es un placer culposo.
(Ahora, a pocos minutos de celebrar el triunfo de Dilma en Brasil –también hablamos mucho de Brasil, con A. Él lo defiende como el modelo cultural a seguir, donde los artistas de elite son los artistas más populares, precisamente porque entienden que hacer un tema para que lo disfruten cinco es tirar la guitarra a la basura. Yo, sujeto de gustos más bien elitistas, que no veo qué futuro podrían tener los Pixies en Brasil, me resisto… por otra parte, A sobreactúa, claramente. Con el hijo de puta compartimos el gusto por los Peligrosos Gorriones, cuya reunión cumbre fue presenciada por la ingente cantidad de… 200 personas.)
Lo dejé a A y corrí en brazos del amigo más descomprometido que tengo, al que llamaremos, de modo muy ocurrente, B.
Le resumí el debate. Rsta de B: ¡pppfffffffffff…!
Porque B, niños, es un apolítico redomado.
(¡Ah, otra vez caí en la trampa! ¡Otra vez el contrapunto de extremos!
No aprendo más…)
No es que no tenga opiniones políticas, ni opiniones sobre política, ni opiniones que, en algún sentido, tengan alguna oblicua relación con la política. Las tiene todas. Y en cantidad. Pero, como sucede muchas veces, ese no es el punto, caballero.
Lo importante es que es lo más alejado de un militante que yo conozca. Hasta tiene miedo de aparecer mencionado al lado de alguna causa que, en un futuro, podría relacionarlo de modo desafortunado con individuos que en otro tiempo, bueno, no la pasaron tan bien. Es cierto. ¿Quién puede decir que lo peor ya pasó?
(Cuando escribí esto, la asonada ecuatoriana todavía no había presentado sus papeles. Honduras sí, en cambio. Lindo patrón. Pero siempre podemos contrastarlo con la celeridad y contundencia del frente presidencial unasurense en defensa de las democracias regionales. Esto en los setenta no pasaba. ¿Queda mal si inflo el pecho? ¿Queda mal si me hincho de orgullo (debe ser algo que comí ayer)? ¿Queda mal si reboso, cual milanesa, de felicidad?)
B pone cara de asco. Le disgusta cualquier compromiso político, y te lo hace saber con la cara más que con las palabras. Compromiso y militancia suena demasiado a deber castrador y a fanático fundamentalista que, al menos, si no males peores, son cosas aburridas. Con las que es difícil relacionarte con honestidad, ganas y sinceridad. Es todo forzado. No es que él diga que… pero… bueno… (reponga argumento acá.)
Justo en ese momento me apareció un monstruito en la joroba que, con expresión incrédula y dedo acusador, le señalaba que (i) no hay, o al menos no es sano, tener miedo. Que hay que actuar a pesar del miedo. Que solo así vamos, todos –y no solo, pero también él-, a estar mejor, porque además (ii) esto no es juego. Hay quienes la pasan mal, y está en manos de esta sociedad –del resultado de las futuras elecciones, en particular- decidir su suerte. No se te pide mucho. Solo que opines. Que apoyes. Que actúes.
Así que oscilaba entre la culpa por no hacer y la culpa por aburrir. Y claro que estoy tentado a concluir que lo mío es el justo medio aristotélico, pero aunque soy bastante dolobu, esta no la paso. Es fácil construir escalas para que Sabatella parezca un fanático, y Magneto, un moderado. Es solo el temperamento que tocó y supe construir. Tampoco se sigue de que el grado de compromiso que haya tenido sea tal, que el que vaya o me convenga o deba tener sea el mismo. Ni –lo siento- voy a sentarme lo más campante a disfrutar de todos los interrogantes acumulados porque (¡qué idiotez!) una pregunta vale más que mil respuestas (¡qué idiotez! ¡que idiotez!). Voy a seguir lamiendome las heridas y haciendo lo que mejor me sale: mirar para otro lado.
(Pero miento, miento y vuelvo a mentir. En estos tiempos, si no en otros, cada encuentro con A me insufla sentido de pertenencia y voluntad de participar, y tremendas ganas de haber estado con Idez afuera del Luna en su búsqueda del Nestornauta, y con A y las más de sesenta y dos organizaciones adentro del Luna llevados de la mano de Cris, en plena empatía militante, de cara al pueblo del que somos parte, aunque a veces la gente nos confunda, en un constante reclamo que, a pesar de lo que ellos a veces puedan pensar, no es revancha: es justicia.)
Matías Pailos
(Ya, ya, ya quiero que sean las cinco, seis o siete de la tarde para poder disfrutar, televisión o internet mediante, del triunfo de Dilma desde debajo de las sábanas, en medio de la unidad básica en su apoyo que Jacoby montó en la Bienal de San Pablo, que parece que no le cae tan bien la política peronista, que si no internacional, al menos siempre fue un movimiento latinoamericanista, qué carajo.)
Etiquetas: Micronsayos
17 Comentarios:
Con la referencia a Brasil, me dí cuenta que los "palos" eran para mí. Me gustó el ensayo, sobre todo para tirar del piolín y ver qué sale. Me hiciste reír con lo de ajuste de cuentas. Es cierto. Pero quiero hacer unas pequeñas aclaraciones, y trato de arrancar con buena leche y sin chicanas.
1. No soy un militante, para hablar con exactitud.(me parece que el fin práctico del concepto, en este caso, sólo le sirve al armado de tu razonamiento) Sí soy peronista, pero con culpa. Quiero decir: no lo niego, pero requiere la crítica de los noventa, para empezar (uno diría "eso no fue peronismo"). Y sí creo en los proyectos colectivos, con la complejidad que encierra el tejido ético y el político en esa clase de proyectos. Y digo "creo" aunque participo permanentemente en procesos caóticos, casi predestinados al fracaso, incluso aportando mi propia incapacidad y confusión. Pero respeto mucho y admiro a quienes los logran con éxito.
2. Quiero dejar en claro, porque en el texto no se ve así, que celebro la publicación de tu libro y que admiro esa concreción. Lo colectivo no quita lo personal.(ahorita yo estoy ubicado en la posición de "nulo hacedor", sólo que sin lucidez pero con (psico)análisis)
Y por otro lado, no es verdad que me interese que apoyes desde el blog ninguna gestión. Esa discusión se generó luego de las elecciones del 2009, en las que el Mate posteó una suerte de queja por el resultado. Mi opinión es casi estética: me parecía que el lamento por un resultado le quedaba mejor a un espacio que hubiera hecho algo para incidir en ese resultado. En la calentura del momento chicaneé con los contenidos del blog, que por otra parte consumo con placer. Pero jamás alegaría "altura moral" ni ninguna de eseas boludeces. Digo incidir en el resultado aludiendo a esa idea de "batalla cultural" (poner - como ahora - algunas cuestiones sueltas sobre el tapete)
3. Me gustan los Gorriones ¿y qué? (es un chiste).Recuerdo haber ido a un recital en Arpegios, con record de público al que Bochatón acudió "loquito", en el que se intercambiaron los instrumentos. Era la oportunidad... y Francisco decidió que "a la mierda la masividad". Pero es interesante el proceso de los Redondos, del que algunos se fueron bajando porque perdía su carácter de elite y sumaba a los negros del conurbano al ritual. (para continuar...)
4. Acá sí va a ir un poco de chicana: yo también fui un "sujeto menemista" (individualista, aideológico, egoísta, escéptico, hedonista de mercado, etc) Sólo que tuve la consideración de serlo durante el menemismo y vivirlo con mucha angustia laboral y de la otra. Y fundamentalmente callado. Sintiendo que no tenía nada para aportar, ni siquiera un voto para alguien, y creyendo que no iba a vivir para ver algo distinto. Estos tiempos son bastante más lindos y les cabe otra clase de complicidad. Corto acá porque es muy largo...
Angel Argenti
Estoy en Maluco Beleza. Digamos que celebrando el 46,8. Nos preguntamos por el rol del Partido Verde. (...y sí, tenía que ser verde). No sé a qué me hace acordar...
Angel Argenti
te sumo algunos comentarios a tus comentarios a mi largo comentario inicial:
1-Sí, no sos un militante institucional. Y no sé si se puede serlo fuera del partido.
2-Entiendo el punto, y por supuesto sé que no hacés ningún reclamo... explícito. No creo que baste con alegar reparos estéticos. A más que disidencia de estilos en lo que me decís.
3-Gorriones y Redondos, los dos a la final. Bajarse de unos porque ahora le gustan a todos es casi tan salame como bajarse porque ahora no le gusta a nadie. Y un poquito más también. (Lo de los Gorriones fue una chicana. Pero es claro que apelan más a tu costado autosaboteador que al populista.)
4-Tenés razón.
5-La reputa que los parió. Supongo que Dilma arrasará con el ballotage, pero, ¿qué necesidad, Marina Verde? (Se llama 'Marina', ¿no?)
Empecé a leer el post y me dije a mi misma “yo esta conversación la tuve con MP”, hasta que de pronto por arte de magia pareciera que MP también recuerda que ha tenido esa conversación conmigo. Esta vez no pudo con él el alemán (mis felcitaciones).
Ya que A, se hizo presente yo B también lo hago para hacer mis acotaciones sobre el caso, que probablemente como bien has caracterizado mi personaje, distan lo suficiente de tener intereses políticos a diferencia de A.
1)Como buen escritor, Pailos, hiciste un recorte de nuestra conversación y obviaste ciertos puntos dialogados conmigo. Es verdad que ofrezco alguna resistencia a hablar de política, pero yo también me quede pensando en esa charla que tuvimos y me pareció que el logro de la misma había sido poder mostrarte y contarte mis porqués. Sé, seguramente soy lo más alejado de una militante que conocés. No, no me considero a política.
2)(en relacion a 1)Sin embargo, si la polarización de mi perfil te sirve a los fines de llegar al desenlace deseado, bienvenido sea.
3)En algún momento probablemente sabía que llegaría el momento de reconocerme en algún escrito. Ciertamente no me esperaba que fuese en una narración política, tenía expectativas a ser parte de un relato erótico mechado con ciencia ficción.
4)(en relación a 3)
“Lo dejé a A y corrí en brazos del amigo más descomprometido que tengo, al que llamaremos, de modo muy ocurrente, B.”
Es una imagen que rescato.
Besote, Fede
Ro.
B: yo también tenía (secretas) expectativas de ser parte de un relato erótico mechado con ciencia ficción. Siempre dije que al Eternauta le faltaba un poco de sexo (y amor).
A
¿Es conducente sacar el post de la anécdota? Ya sé que la amistad es única. Pruebo un poquito. El lado oscuro de la militancia es el sectarismo, la imposibilidad de ver al otro. Su costado luminoso: las transformaciones sociales y el aprendizaje colectivo. La luz del personalismo: los liderazgos, intransferibles de un pueblo a otro. Castro es diverso a Lula, a Lenin, a Evo, a Perón (también Churchill es diferente a Carrió o iguales, me tiene sin cuidado). También es saludable la singularidad artística: Virgilio Piñera para la Cuba de Castro, Marechal para el gorilismo vernáculo, Cortázar disidente al peronismo, Ossip en la Rusia de Stalin. El lado oscuro del personalismo, se sabe: cuando se vuelve compulsivo para toda una generación.
Me miro el ombligo, pienso qué hago, me subo al avión con vos, me quedo porque no tengo un mango, me veo una de Almodóvar, me miro el ombligo… otro mes y no llegó la carta, me voy de paseo al shopping. Por eso, ESTO ES OTRA COSA, lo extraño, porque me espera a la vuelta de la esquina o de la marcha, digo, el militante con su provocación permanente, con su compromiso acusador y sus hormigas adolescentes en el tugest. Puedo probar si voy a manifestar por algo esta vez u otra, porque sé que hay otra vez, y hay otro bar para que el fulano me perdone lo distraído que anduve, y me diga que después no nos quejemos si la taba se da vuelta, si se acaban los interlocutores y a un fantoche empresario lo tenemos todos los días por TV.
Lindo post, MP.
Aguanten las canciones de amor y los raros peinados nuevos…
Lo que viene: Peligrosos Gorriones en Niceto. Sábado 9 a las 21.30. La estoy militando a full. Al Bocha lo banca la Cámpora de Pinamar. Y el Mate organiza un concurso de crónicas gorrionas post (cuac) concierto. ¿Es cierto?
Angel Argenti
Ossip: no te entiendo. Voy a interpretarte como pueda. Parecés sostener que este post no va más allá de un nuevo viaje hacia mi ombligo. Si decís eso, tenés razón. Su utilidad es, principalmente, catártica -para el autor-, y tiende a que refuerce la satisfacción con el lugar en el que estoy. Después parece (no es claro) que me intentás correr con la siguiente reconvención: así las cosas no cambian. Y nuevamente vas a tener razón. Lo que tengo para decir en mi defensa es que si mi actitud fuera otra -más activa, digamos- la cosa tampoco cambiaría sustancialmente. El grado de incidencia política de quien no está metido de cabeza en eso, y además tiene un cierto poder, es muy poco. (Si bien la incidencia de la suma de la militancia es importante, la de cada militante por separado no lo es.) Después, el panegírico de lo benefactores efectos de la militancia en la psicología del militante, me dan unas ganas tremendas de quedarme en casa. Pero ese es un efecto general de todo panegírico, nada más. Y tampoco se sigue de ahí que no se deba militar ni defender la militancia, desde ya. Mucho peor cuando se defiende activamente quedarse de brazos cruzados.
A: para vos también vale eso dicho entre paréntesis acerca de la incidencia de la suma de la militancia. Se podrá decir que torcer algunas voluntades -o crear conciencias nuevas- ya es recompensa sufiente. Y ahí tenés razón. La queja aislado (el motivo de tu queja -sí, ya sé, no es un queja, vos no reclamás nada, ya sé...-) puede molestar al que se movió más, pero bueno: este blog es para nuestras quejas aisladas, qué se le va a hacer.
Intenté colgar un video de los Gorriones, pero no hubo caso.
Y qué vas a escribir una crónica del recital...
R: gracias totales.
Hay quejas aisladas cada diez años. Hay quejas aisladas cada diez días. Lo divertido es ver quién pone a laburar a quién - lacaniosamente hablando -. ¿Vos de qué te querés convencer? Porque, efectivamente, este blog es sobre "vuestras" quejas. Yo tengo una depresión anulante. Voy por la etapa de "reconocimiento del deseo", de "algún" deseo. Este blog a veces me interpela. Vos...¿de qué lado estás?
Angel Argenti
MP: lo del ombligo era una apreciación personal sobre mi generación, confinada a la abstinencia participativa. Si en los noventa no estábamos subiendo a un avión, teníamos que hacerle el aguante a un viejo sin laburo, a una familia en peligro de desarme. Con los amigos en el exilio un día te dejabas de hablar porque para qué contarles. Ahora quizás no está mucho mejor la cosa, pero a la marcha contra el indulto fuimos cuatro bajo una lluvia gris. Este momento me parece, y a vos también me pareció que te parecía, una invitación a la militancia, más allá de que nadie sabe bien cómo se hace y si los cambios emprendidos podrán continuar y profundizarse. La profundidad no debiera impedir la frivolidad, ni viceversa. Disfruto del blog las recetas de cocina, los delirios psicológicos deconstructivos, las crónicas, los comentarios políticos. Es una pena cuando los comentarios caen en la sátira, que como decía Spinoza, es todo lo que goza de la impotencia y el pesar de los hombres, expresando el desprecio y la burla (acoto para mí, de clase). Esa delgada línea que separa la ironía (siempre autorreflexiva) de la sátira se lee en este caso en las voces, se aprecia cuando hay buena leche o no en una crítica. Me gustan los lugares de pertenencia que no nacen, se hacen.
Idez: gracias por recomendar “El hombre de al lado”, me gustó. Lástima que la casa de La Plata se resignifique así, porque está bueno su diseño: que la transparencia del vidrio sea la barrera que impide ver al otro, el escenario de los dispositivos de control, las rampas remedo de las modas imperiales. Quizás la elección de esa casa tenga un porqué: el movimiento moderno en arquitectura fue socialista en su origen y la vivienda social una de sus preocupaciones mayores, aunque terminó cooptado por el capitalismo más elitista. Idem ocurre en las facultades de diseño, con casi todas las cátedras vaciadas de pensamiento crítico y mirada social.
Ossip y MP (y por las dudas Ro e Idez): antes de quedarme preocupado, aclaro que mi última intervención fue a favor. Eso de interpelar y ponernos a laburar unos a otros es casi un acto de militancia (aunque ese vocablo maldito lo trajo MP) y un logro vital del Mate. De hecho, me quedó del post la sensación de ganas. En los últimos tiempos fui analizando las caras de mis interlocutores ante el planteo de : revista, radio, centro cultural, talleres, etc. Mejor no sacar conclusiones. Pero todo puede cambiar. Quizás cuando todos se terminen de subir al último bondi a finisterre, a mí me agarre la rueda trasera como al Mono Gatica. En eso estoy: medio cuerpo abajo del chasis, sacándole punta a una bicisenda con la ranura del ojete. ¿serán éstos los benefactores efectos de la militancia en la psicología del militante? Lacan me está enterrando en el consultorio 18. Parece que todo es hijo de Narciso y Ombligo ("dos impotencias se saludan"), consecuencias deliciosas del matrimonio gay.
Angel Argenti
A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes, y de lámparas luminosas,
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa
eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
(...)
Pero otra esperanza remota
de vida miliunanochesca.
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire...
Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo...
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
Y sí... la famosa "ranura de Lacan". (H)iancia, que le dicen. Goglee iancia, y encontrará: "atravesar la iancia, lo no previsible, lo que no ofrece garantía..."
Goglee hiancia y encontrará: "...es en la hiancia, en el tropiezo,en las fallas, en la fisura donde..."
Con esa bendita y maldita hiancia vengo cordoneando. Ha venido el Otro, bajo anonimato, a iluminarme. El orto, el otro. El deseo es el deseo del orto del otro. Gracias Tuñón. Gracias Anónimo. Identifíquese, decía la publicidad de Ivess (a mis abuelos les gustaba contestar eso cuando sonaba el timbre y se acercaban a la puerta).Gracias Mate.
Angel Argenti
O: bueno, pensé que me estabas corriendo. Qué se le va a hacer. La paranoia es así. (Acá se podría comentar que por algo salto, y también se acertará.)
No manejo muy bien ni la ironía ni la sátira. Lo mío es más bien la literalidad.
Hola, Ángel
De qué orto hablan?
Angela, en vano te asociás a los que amamos.
Richard
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