Fluxus
Ma’ si, yo me llevo el auto”, pensé el jueves 16 de noviembre pasadas las tres de la tarde después de que mi tía me informara que había decidido aumentarme 200 pesos el alquiler del departamento como regalo en las vísperas del año nuevo. Era un riesgo. Había perdido la mañana completa en procesión por todos los locales de la calle Warnes para encontrarle un limpiaparabrisas a mi exclusivísimo modelo rumano símil Renault 12, pero aparentemente algunas piezas del Dacia son casi inhallables, incluso en los vetustos desarmaderos de Bucarest. El cielo gris contenía la promesa de una lluvia en ciernes, pero estimé que si volvía temprano y contaba con una dosis de suerte podría eludir la tormenta. Me trasladé a mi bar preferido y tuve un encuentro fortuito con mi amigo Pablo M. Pedí un café y me puse a hojear el diario. La página de cultura mencionaba la inauguración de la muestra Fluxus en el Malba. Se trataba de un movimiento fundado por el artista–empresario lituano George Maciunas al que habían adherido algunos de los más importantes artistas de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX como John Cage o Nam June Paik. “Ah, es hoy a las 7 de la tarde”, dijo pablo cuando advirtió lo que estaba leyendo “¿Querés ir” y acto seguido sacó la tarjeta de cartón que legitimaba su promesa. “La verdad es que tengo un montón de cosas que hacer, de modo que vamos, así las postergo todas”, dije y nos dedicamos a hacer tiempo hasta la hora de partir.
Llegamos un poco tarde a la inauguración. Ya entonces amorfas mareas humanas se arremolinaban en torno a los centros surtidores de vino en el hall del Malba: ese templo del arte cool con el que un financista especulador devuelve a la sociedad una ínfima parte de sus usufructos descontados de los impuestos a las ganancias. De inmediato nos dirigimos a la escalera mecánica para ascender al cielo del arte, pero la cinta transportadora al aura de la creación nos fue denegada “No pueden pasar” dijo un cuarentón con anteojos de marco grueso y frustrada carrera de curador de muestras que debía contentarse con la bajeza burocrática del derecho de admisión. Nos miramos los zapatos, nos olimos el chivo, nos acomodamos los anteojos. Hasta que dimos con la clave ¡No habíamos tomado nuestra copa de vino! ¡Cómo nos iba a interesar la muestra si no teníamos una copa de vino en la mano! Pablo se aferró a la copa y se dispuso a subir “No, con la copa no se puede”, le dijo una chica sentada junto al cuarentón. Mientras tanto veíamos pasar a todos los presentes ¿Cuál era al problema? Finalmente alguien nos explicó: el encuentro con el Arte suponía un despojamiento total. Fuera copas y al guardarropas nuestros bolsos y mochilas.
Casi desnudos ascendimos finalmente al parnaso de la vanguardia. Recién salidos de la escalera nos recibió un piano montado por changuitos de supermercado y una pirámide de valijas viejas sobre el techo, frasco de vidrio que contenía un repasador y auricular de teléfono sobre el teclado, grabación inaudible y un foco de 500 watts que se prendía intempestivamente y te cegaba al instante. “Guau, cuanto esfuerzo para no decir nada” dijo Pablo, “callate, neoclásico”, a ver si te oyen los vernisageros y nos hacen echar”, lo reprendí. Entramos a la sala. Marta Minujin le repartía su catálogo a unos curadores alemanes y la camisa azul fluo de Rogelio Polessello no le iba en zaga a su obra. Recorrimos la muestra: fotos de una mina en bolas inmovilizada con grilletes de hormigón armado, papelitos agujereados, cartoncitos agujereados, la cruz de televisores de Nam June Paik “el video arte es lo opuesto de la televisión –deslizó Pablo ante esta obra- está hecho para que no lo puedas mirar fijo más de 5 segundos seguidos”. De la video-cruz emergía un cable que conducía a un sapo que miraba un programa de sapos.
Nam June Paik I believe in reincarnation. I want to be a frog in my new life, 1993
[Creo en la reencarnación. Quiero se una rana en mi nueva vida.]
Instalación de 3 partes: 14 monitores de video con tela impresa, rana de plástico y monitor de video, rótulo.
[Instalation in 3 parts: 14 monitors with painted cloth, plastic frog and monitor, signboard]
Seguimos caminando, alguien le puso un marco a una cáscara podrida de banana, otro hizo un conejo con caca de conejo, otro demostró que dentro de una maleta cabe todo el cielo y un calzón. Pronto advertimos qué nos diferenciaba a nosotros, torpes mortales, de los artistas. Mientras nosotros tiramos la pasta de dientes después de usarla, ellos la firman, la enmarcan y la venden por 2 millones de dólares. La obra de Cage estaba representada por la Caja Mozart y un cubo blanco del que emergían 6 pares de auriculares para escuchar su obra. Uno de los auriculares se había roto y nadie se daba cuenta porque pensaban que habían llegado tarde a la sinfonía de una sola nota. Takako Saito exponía un ajedrez para ratones, un ajedrez con tablero en varios planos, un ajedrez con ojos de vidrio, un ajedrez con todas las piezas idénticas. Enjoy yoursefl [Diviértanse] proponía el mismo Saito con dos paneles imantados donde el público podía disponer a voluntad el orden de las piezas metálicas. ¿El chiste? Algunas piezas bastante pesadas no se adherían y caían al piso arrastrando otras piezas con un sonoro estruendo que sacaba de quicio a los guardias de seguridad. Hasta Martita Minujin cayó en la trampa y por la cara que puso no le hizo ninguna gracia. A lado mío una chica le propuso a su grupo de amigas ¿Vamos para la instalación del Correo Central? Yo las llevo con mi auto. “¿Y después?” interrogó una de ellas “Después vuelvo para Palermo” “Ah, entonces vamos”. Pablo bajó al baño y volvió con la noticia de que estaban repartiendo comida, argumento de peso para emprender el descenso al llano prosaico de los calentitos.”Para mi el arte tiene que implicar algún esfuerzo”, dijo Pablo con gesto de disgusto mientras nos delizábamos por las escaleras mecánicas “Y bajar por las escaleras también”, repuse y lancé unas zancadas para adelantarme a los bocaditos. Pero me di de trompa contra el infranqueable muro del VIP delimitado en el coqueto bistró del miusium tras unas cintas iguales a las que construyen zigzagueantes laberintos para compactar las colas ante las ventanillas de los bancos. Se trataba de un auténtico corral de relacionistas públicos en su paraíso privado de sabrosos pinchos saltados al wok. Los pobres anónimos sólo teníamos el vino, qué remedio. Tomamos una copa. Otra. Otra más. Fui al baño y después de hacer pis en un mingitorio no duchampiano me detuve a observar la escena. Un empleado de limpieza le sacaba brillo al espejo con una franela, su trapo rejilla descansaba sobre el borde del mármol. El hombre aplicaba el líquido de limpieza con un vaporizador y se entregaba a la tarea abandonándose al rítmico afán de su brazo. De pronto me descubrí hipnotizado ante la acción de sus músculos, su impecable mameluco Grafa, su esmero desmedido e inútil para hacer brillar el espejo que reflejaba en todo su esplendor nuestro patético glamour sofisticado.¡Qué Gran Obra!
El espejo de nuestras miserias Palermo Chico, 2006
Mirrow of our misery
Instalación: Baño inmaculado de Museo cool, personal de maestranza oriundo de Gran Bourg, vaporizador de líquido limpia-cristales, trapo rejilla.
[Instalation: Cool museum’s witheness public bathroom, Gran Bourgian’s clean employee, shine-glass spray, clean rag.
Salí del baño. El vino corría en procelosas mareas negras. Insistí, ya algo entonado, en mi vindicación del arte de vanguardia hasta que Pablo, exasperado, resolvió la disputa en una sola cita de Russeau con la que dio cuenta de todo el arte moderno: “De pronto alguien vino, hizo un amplio gesto con el brazo y dijo “esta tierra es mía”. Y todos le creyeron”. Dimos unas vueltas, todo era tan arty, tan artificial. Otra copa de vino, sí gracias, una más, sí, esa también, ah, bueno, no me puedo negar, hasta que creímos dar con la clave, el auténtico sentido de Fluxus, la idea genial de Maciunas: el lituano convocó a sus artistas con un propósito secreto: ellos dieron cuenta de sus obras en cinco minutos y después siguieron viendo la novela de la tarde, no hacía falta más porque la obra era una excusa, un pretexto, una carnada secreta. Desde 1962 Maciunas filma a escondidas cada presentación de la Fluxus, conforme avanza la tecnología cambia de registro: 35 mm, 8mm, VHS, Betacam, Digital, eso es lo de menos. Instala cámaras ocultas y graba a toda esa gente dando vueltas en los círculos vacíos de sus copas llenas. Brindando al son del chin chin por el pálido final de raza humana. Esas filmaciones son la obra de Fluxus, todos los años los artistas que aún viven se juntan con Maciunas o sus herederos a ver las cintas y se cagan de risa y graban sus propias carcajadas de artistas en un cassette TDK D 60 y ahí, en la larga risa de todos estos años se concentra la obra de Fluxus.
Contentos por haber resuelto el enigma, abandonamos el Malba justo para recibir las primeras gotitas, pronto gotas, ya gotones que precedían el aguacero. Me despedí de Pablo y corrí desesperado hacia el auto, menos preocupado por empaparme que por tener que conducir prescindiendo del limpiaparabrisas izquierdo. Al llegar al estacionamiento me atacó una Duda ¿Mi Dacia no será una instalación?
El Dacia, Buenos Aires, 2006
[The Dacia]
Instalación: Réplica rumana del Renault 12, motor 1.6 litros, detalles de chapa y pintura, pérdida de aceite, fallas en la ventilación, tapizados rotos, paragolpes delantero torcido, olor a combustión.
[Instalation: Renault 12’s fake rumanian car. 1.6 liter engine, iron and paint details, oil loss, ventilation failure, scratch tapestry, bent front fender, smells like combustion.
Manejé dos cuadras y estalló la tormenta. Accioné mi limpiaparabrisas tuerto pero lo único que logré fue lanzar más agua sobre el lado del conductor. Desesperado, hurgué en mis bolsillos y extraje unos bollos de carilina moqueados, desajusté el cinturón de seguridad, asomé el brazo por la ventanilla y me apliqué a despejar el agua del parabrisas cada vez que me detenía el semáforo. La lluvia arreciaba y mientras manejaba no había más remedio que guiarse por el reflejo rojizo de las ópticas traseras de los otros autos. Las gotas plasmaban un droping transparente y efímero sobre el vidrio como si mi auto fuera una tela y Dios Jackson Pollock. Sin embargo empecé a constatar que cuanto más llovía, más nítida se tornaba la visibilidad. El agua que caía con renovado ímpetu borraba a la que había caído antes y lavaba el vidrio, dejando la superficie limpia, casi translúcida. De pronto comprobé que el limpiaparabrisas era obsoleto, sólo parecía imprescindible porque al barrer el agua preparaba el escenario para que las nuevas gotas obstaculizaran la visión en lugar de facilitarla. El limpiaparabrisas pensé entonces, es como capitalismo, que reactualiza a cada paso su inútil necesidad. Casi por costumbre, seguí limpiando con la carilina en las pausas del semáforo. En la esquina de Coronel Díaz y Juncal un chico que viajaba en la family van de su padre advirtió mi maniobra y me miró intrigado. Para que no me tomara por loco, metí la mano debajo del asiento, aferré el brazo roto del limpiaparabrisas, lo saqué por la ventana y lo esgrimí como si fuera una lanza ranquel con gesto de “qué va a ser". El nene se empezó a cagar de la risa y a zarandear a su padre para contarle lo que acababa de ver.
Niño rico feliz. Palermo, 2006
[Happy rich child]
Instalación: Triste niño rico, padre ausente, Camioneta Izuzu Galloper, esquina de Coronel Díaz y Juncal. Noche de lluvia. Dacia, conductor borracho, brazo de limpiaparabrisas.
Instalation : Sad rich child, ausent father, Izuzu Galloper, Coronel Diaz and Juncal corner, rainstorming night, Dacia car, drunk driver.
El resto del viaje transcurrió sin problemas. Llegué a mi casa sano y salvo y con la certeza de haber derribado el mito del limpiaparabrisas mientras las gotas seguían cayendo con un repique idéntico al entrechocar de las copas en el vermisagge. Ya no tenía dudas: El mundo entero es la instalación de un demiurgo mediocre que milita en las segundas filas de la vanguardia cósmica. La civilización humana es una obra de arte. Una expresión de arte efímero.Clic.
Zedi Cioso
Llegamos un poco tarde a la inauguración. Ya entonces amorfas mareas humanas se arremolinaban en torno a los centros surtidores de vino en el hall del Malba: ese templo del arte cool con el que un financista especulador devuelve a la sociedad una ínfima parte de sus usufructos descontados de los impuestos a las ganancias. De inmediato nos dirigimos a la escalera mecánica para ascender al cielo del arte, pero la cinta transportadora al aura de la creación nos fue denegada “No pueden pasar” dijo un cuarentón con anteojos de marco grueso y frustrada carrera de curador de muestras que debía contentarse con la bajeza burocrática del derecho de admisión. Nos miramos los zapatos, nos olimos el chivo, nos acomodamos los anteojos. Hasta que dimos con la clave ¡No habíamos tomado nuestra copa de vino! ¡Cómo nos iba a interesar la muestra si no teníamos una copa de vino en la mano! Pablo se aferró a la copa y se dispuso a subir “No, con la copa no se puede”, le dijo una chica sentada junto al cuarentón. Mientras tanto veíamos pasar a todos los presentes ¿Cuál era al problema? Finalmente alguien nos explicó: el encuentro con el Arte suponía un despojamiento total. Fuera copas y al guardarropas nuestros bolsos y mochilas.
Casi desnudos ascendimos finalmente al parnaso de la vanguardia. Recién salidos de la escalera nos recibió un piano montado por changuitos de supermercado y una pirámide de valijas viejas sobre el techo, frasco de vidrio que contenía un repasador y auricular de teléfono sobre el teclado, grabación inaudible y un foco de 500 watts que se prendía intempestivamente y te cegaba al instante. “Guau, cuanto esfuerzo para no decir nada” dijo Pablo, “callate, neoclásico”, a ver si te oyen los vernisageros y nos hacen echar”, lo reprendí. Entramos a la sala. Marta Minujin le repartía su catálogo a unos curadores alemanes y la camisa azul fluo de Rogelio Polessello no le iba en zaga a su obra. Recorrimos la muestra: fotos de una mina en bolas inmovilizada con grilletes de hormigón armado, papelitos agujereados, cartoncitos agujereados, la cruz de televisores de Nam June Paik “el video arte es lo opuesto de la televisión –deslizó Pablo ante esta obra- está hecho para que no lo puedas mirar fijo más de 5 segundos seguidos”. De la video-cruz emergía un cable que conducía a un sapo que miraba un programa de sapos.
Nam June Paik I believe in reincarnation. I want to be a frog in my new life, 1993
[Creo en la reencarnación. Quiero se una rana en mi nueva vida.]
Instalación de 3 partes: 14 monitores de video con tela impresa, rana de plástico y monitor de video, rótulo.
[Instalation in 3 parts: 14 monitors with painted cloth, plastic frog and monitor, signboard]
Seguimos caminando, alguien le puso un marco a una cáscara podrida de banana, otro hizo un conejo con caca de conejo, otro demostró que dentro de una maleta cabe todo el cielo y un calzón. Pronto advertimos qué nos diferenciaba a nosotros, torpes mortales, de los artistas. Mientras nosotros tiramos la pasta de dientes después de usarla, ellos la firman, la enmarcan y la venden por 2 millones de dólares. La obra de Cage estaba representada por la Caja Mozart y un cubo blanco del que emergían 6 pares de auriculares para escuchar su obra. Uno de los auriculares se había roto y nadie se daba cuenta porque pensaban que habían llegado tarde a la sinfonía de una sola nota. Takako Saito exponía un ajedrez para ratones, un ajedrez con tablero en varios planos, un ajedrez con ojos de vidrio, un ajedrez con todas las piezas idénticas. Enjoy yoursefl [Diviértanse] proponía el mismo Saito con dos paneles imantados donde el público podía disponer a voluntad el orden de las piezas metálicas. ¿El chiste? Algunas piezas bastante pesadas no se adherían y caían al piso arrastrando otras piezas con un sonoro estruendo que sacaba de quicio a los guardias de seguridad. Hasta Martita Minujin cayó en la trampa y por la cara que puso no le hizo ninguna gracia. A lado mío una chica le propuso a su grupo de amigas ¿Vamos para la instalación del Correo Central? Yo las llevo con mi auto. “¿Y después?” interrogó una de ellas “Después vuelvo para Palermo” “Ah, entonces vamos”. Pablo bajó al baño y volvió con la noticia de que estaban repartiendo comida, argumento de peso para emprender el descenso al llano prosaico de los calentitos.”Para mi el arte tiene que implicar algún esfuerzo”, dijo Pablo con gesto de disgusto mientras nos delizábamos por las escaleras mecánicas “Y bajar por las escaleras también”, repuse y lancé unas zancadas para adelantarme a los bocaditos. Pero me di de trompa contra el infranqueable muro del VIP delimitado en el coqueto bistró del miusium tras unas cintas iguales a las que construyen zigzagueantes laberintos para compactar las colas ante las ventanillas de los bancos. Se trataba de un auténtico corral de relacionistas públicos en su paraíso privado de sabrosos pinchos saltados al wok. Los pobres anónimos sólo teníamos el vino, qué remedio. Tomamos una copa. Otra. Otra más. Fui al baño y después de hacer pis en un mingitorio no duchampiano me detuve a observar la escena. Un empleado de limpieza le sacaba brillo al espejo con una franela, su trapo rejilla descansaba sobre el borde del mármol. El hombre aplicaba el líquido de limpieza con un vaporizador y se entregaba a la tarea abandonándose al rítmico afán de su brazo. De pronto me descubrí hipnotizado ante la acción de sus músculos, su impecable mameluco Grafa, su esmero desmedido e inútil para hacer brillar el espejo que reflejaba en todo su esplendor nuestro patético glamour sofisticado.¡Qué Gran Obra!
El espejo de nuestras miserias Palermo Chico, 2006
Mirrow of our misery
Instalación: Baño inmaculado de Museo cool, personal de maestranza oriundo de Gran Bourg, vaporizador de líquido limpia-cristales, trapo rejilla.
[Instalation: Cool museum’s witheness public bathroom, Gran Bourgian’s clean employee, shine-glass spray, clean rag.
Salí del baño. El vino corría en procelosas mareas negras. Insistí, ya algo entonado, en mi vindicación del arte de vanguardia hasta que Pablo, exasperado, resolvió la disputa en una sola cita de Russeau con la que dio cuenta de todo el arte moderno: “De pronto alguien vino, hizo un amplio gesto con el brazo y dijo “esta tierra es mía”. Y todos le creyeron”. Dimos unas vueltas, todo era tan arty, tan artificial. Otra copa de vino, sí gracias, una más, sí, esa también, ah, bueno, no me puedo negar, hasta que creímos dar con la clave, el auténtico sentido de Fluxus, la idea genial de Maciunas: el lituano convocó a sus artistas con un propósito secreto: ellos dieron cuenta de sus obras en cinco minutos y después siguieron viendo la novela de la tarde, no hacía falta más porque la obra era una excusa, un pretexto, una carnada secreta. Desde 1962 Maciunas filma a escondidas cada presentación de la Fluxus, conforme avanza la tecnología cambia de registro: 35 mm, 8mm, VHS, Betacam, Digital, eso es lo de menos. Instala cámaras ocultas y graba a toda esa gente dando vueltas en los círculos vacíos de sus copas llenas. Brindando al son del chin chin por el pálido final de raza humana. Esas filmaciones son la obra de Fluxus, todos los años los artistas que aún viven se juntan con Maciunas o sus herederos a ver las cintas y se cagan de risa y graban sus propias carcajadas de artistas en un cassette TDK D 60 y ahí, en la larga risa de todos estos años se concentra la obra de Fluxus.
Contentos por haber resuelto el enigma, abandonamos el Malba justo para recibir las primeras gotitas, pronto gotas, ya gotones que precedían el aguacero. Me despedí de Pablo y corrí desesperado hacia el auto, menos preocupado por empaparme que por tener que conducir prescindiendo del limpiaparabrisas izquierdo. Al llegar al estacionamiento me atacó una Duda ¿Mi Dacia no será una instalación?
El Dacia, Buenos Aires, 2006
[The Dacia]
Instalación: Réplica rumana del Renault 12, motor 1.6 litros, detalles de chapa y pintura, pérdida de aceite, fallas en la ventilación, tapizados rotos, paragolpes delantero torcido, olor a combustión.
[Instalation: Renault 12’s fake rumanian car. 1.6 liter engine, iron and paint details, oil loss, ventilation failure, scratch tapestry, bent front fender, smells like combustion.
Manejé dos cuadras y estalló la tormenta. Accioné mi limpiaparabrisas tuerto pero lo único que logré fue lanzar más agua sobre el lado del conductor. Desesperado, hurgué en mis bolsillos y extraje unos bollos de carilina moqueados, desajusté el cinturón de seguridad, asomé el brazo por la ventanilla y me apliqué a despejar el agua del parabrisas cada vez que me detenía el semáforo. La lluvia arreciaba y mientras manejaba no había más remedio que guiarse por el reflejo rojizo de las ópticas traseras de los otros autos. Las gotas plasmaban un droping transparente y efímero sobre el vidrio como si mi auto fuera una tela y Dios Jackson Pollock. Sin embargo empecé a constatar que cuanto más llovía, más nítida se tornaba la visibilidad. El agua que caía con renovado ímpetu borraba a la que había caído antes y lavaba el vidrio, dejando la superficie limpia, casi translúcida. De pronto comprobé que el limpiaparabrisas era obsoleto, sólo parecía imprescindible porque al barrer el agua preparaba el escenario para que las nuevas gotas obstaculizaran la visión en lugar de facilitarla. El limpiaparabrisas pensé entonces, es como capitalismo, que reactualiza a cada paso su inútil necesidad. Casi por costumbre, seguí limpiando con la carilina en las pausas del semáforo. En la esquina de Coronel Díaz y Juncal un chico que viajaba en la family van de su padre advirtió mi maniobra y me miró intrigado. Para que no me tomara por loco, metí la mano debajo del asiento, aferré el brazo roto del limpiaparabrisas, lo saqué por la ventana y lo esgrimí como si fuera una lanza ranquel con gesto de “qué va a ser". El nene se empezó a cagar de la risa y a zarandear a su padre para contarle lo que acababa de ver.
Niño rico feliz. Palermo, 2006
[Happy rich child]
Instalación: Triste niño rico, padre ausente, Camioneta Izuzu Galloper, esquina de Coronel Díaz y Juncal. Noche de lluvia. Dacia, conductor borracho, brazo de limpiaparabrisas.
Instalation : Sad rich child, ausent father, Izuzu Galloper, Coronel Diaz and Juncal corner, rainstorming night, Dacia car, drunk driver.
El resto del viaje transcurrió sin problemas. Llegué a mi casa sano y salvo y con la certeza de haber derribado el mito del limpiaparabrisas mientras las gotas seguían cayendo con un repique idéntico al entrechocar de las copas en el vermisagge. Ya no tenía dudas: El mundo entero es la instalación de un demiurgo mediocre que milita en las segundas filas de la vanguardia cósmica. La civilización humana es una obra de arte. Una expresión de arte efímero.Clic.
Zedi Cioso
Etiquetas: Crónicas
19 Comentarios:
Pero cúanto, cuánto me gustó esto.
Para la lluvia sin limpiaparabrisas: papa cruda (enseñanza de mi padre: siempre salir a la ruta con una papa en la guantera por si las moscas), imagine la cara de alegría del niño rico que tiene tristeza.
Abrazos, Cobiñas
siempre la misma cita, por lo que pido perdón: "Cómo me reí" (C. Aira, 2006).
Primera reflexión: los textos largos suelen ser mejores que los breves. Lamentablemente, dan más paja leerlos.
Prosigo: el arte contemporáneo (ajustense los cinturones, porque voy a generalizar) tiene el enorme mérito de realizar posibilidades en las que no se había reparado antes. Para ello, se entrevera en las combinetas más inverosímiles, manipulando símbolos a discreción, bajando lo alto y elevando lo bajo. Otro punto a favor: es fácil. Digo: tiene una primera capa de fácil accesibilidad y comprensión elemental. Las connotaciones y reminiscencias son extensas. La contra: suelen ser arbitrarias.
Prefiero que exista, por supuesto. Mayormente, me resulta más estimulante que el resto. ¿Ese es el fin del arte, estimular? Yo no dije eso. Dije: me basta con que me estimule (y reconozco que el significado de esa expresión es vaporoso).
ZC: te felicito. Lográs ironizar sobre lo que disfrutás. Lográs aporrear a lo que querés. A mí todavía no me sale, pero voy a intentarlo.
El momento del mameluquero limpiando el baño, impresionante. El Dacia y el Niño feliz, igual.
El recurso de enmarcar eventos mínimos, lo mismo.
"El mundo entero es la instalación de un demiurgo mediocre que milita en las segundas filas de la vanguardia cósmica"
Buenísimo, habría que pensar entonces en una vanguardia salvadora que se oponga al arte de ese maldito demiurgo, y acabe, por una vez, con la mediocre existencia de las instalaciones. Aunque, lamentablemente, siempre habrá alguien que retome irónicamente sus postulados, con lo cuál habrá mundo para rato.
Encantome!!
Comentario del comentario de pailos: no entiendo eso de la paja ante los textos largos, si de eso se trata leer, y si está bueno, porque sería mejor si fuera breve?
Si hay algo que me gusta de este blog es que te encontrás con textos para leer, no para sacarte de encima.
saludos.
Hola! Primero gracias a todos, amigos, como el apauso al artista sus comentarios son el premio al blogger, y como dijo Pailos, el blogger se alimenta de comentarios. Ahora voy a responderles de a uno, para no hacer un texto largo que de pajota leer (otra vez Pailos) y de paso duplico los comments, que joder.
Cobiñas:
¡Su padre siempre tiene la papa! (literalmente en este caso). A partir de ahora media papa será un adminículo indispensable en la guantera del Dacia.
Eso sí, después se arregla ud. con su amiga cuando empiece a chillar por el olor a podrido del tubérculo :)
PD
Eso sí, se me ocurre que tenemos que cambiar el título de la instalación, o hacer una nueva y formar una serie:
Niño pequeñoburgués feliz con papa.
Abrazos
Pailos Querido, ¿Y si el arte contemporáneo estuviera caduco por haber agotado ya todas sus posibilidades y sólo le quedara la opción de repetirse y citarse a sí mismo para engrosar las chequeras de los marchands? ¿Y sí sólo se trata de seguir haciendo obra sin sentido alguno, por el mero hecho de obedecer a la lógica de la reproducción ampliada capitalista? No afirmo (no me destaco por ser un temerario como ud.) sólo me lo pregunto y me banco las respuestas que se vengan.
Es cierto que el texto largo es de más dificultosa lectura, me esfuerzo por recompensar ese sacrificio, prefiero un blog de buenos textos que uno más de textos cortos y al pie.
Gracias por los elogios, a vos te quiero, así que cuidate las espaldas que en cualquir momento te tiro el palazo. En cuanto al recurso de enmarcar eventos mínimos, demos gracias al arte contemporáneo.
Pablo M. Usted ha hecho este post inolvidable. No sólo porque lo gestó, sino porque ¡Logré arrancarle un comentario!
Supongo que esa vanguardia de la que habla existió y se llamó Comunismo, o socialismo real. Tuvo auge por unos años pero su escuela ha sido abandonada y hoy no tiene obra para exhibir, salvo algunos museos tropicales.
También acuerdo con ud. en que habría que ir pensando en otra cosa, tal vez hasta la idea de vanguardia tenga que ir al tacho, quien sabe.
Yo soy un tipo común, pero cuando me junto con ud. me finjo inteligente, gracias por estimularme a desempeñar ese papel.
Usted siempre me está rescatando de las oscuras aguas de la existencia cotidiana, usted es mi guardavidas intelectual.
¡Gracias Pau! Ya sabe que ud. es la "primera lectora" del zedicionismo (algo así como el primer trabajador del peronismo)
Desde acá voy a hacer todo lo posible para que este siga siendo su blog de cabecera.
Según recuerdo, querido Cioso, mi amiga nunca tuvo problemas con el tubérculo. No desespere :-) Abrazos, C
Fluxus es arte contemporáneo. No arte de hoy. El arte contemporáneo de hoy, el más interesante, no es ready made, no es arte conceptual. ¿Qué es? Esta respuesta va a enconar a Cobiñas: no tengo idea.(Ya estás acostumbrada, de todas formas, querida C.) Arte digital, por caso.
Bueno, quizás el arte conceptual no esté muerto. Los ready made, en cambio, me parece que adolecen de cierta falta de novedad. Sin embargo, siempre son un recurso eficaz (empleado adecuadamente), si los materiales de los que están hechos son hijos del presente y la actualidad, y de ningún otro tiempo.
Basta con la lógica capitalista. Trabajo no es igual a capitalismo. Productividad no es igual a capitalismo. Eficiencia no es igual a capitalismo. Y si lo son, empiecen a cantar loas al capitalismo, porque trabajo, productividad y eficacia son, evidentemente, virtudes.
Por lo demás, pegame y llamame Duchamp.
¿Arte? ¿Escuché la palabra "arte"? ¿Dónde dejé mi pistola?
cutipaste, Dumb thoughts on an absofuckinglutely good post, 2006
[Pensamientos tontos sobre un post de puta madre.]
Instalación: blog "El Mate Tuerto", otro excelente post, un tonto.
[Installation: "The One-Eyed Mate" blog, another excellent post, a moron.]
Cobiñas, hizo reír a su amiga a mandíbula batiente.
Cutipaste: gracias por su instalación en este museo del comentario.
Pailos: Trabajo, eficiencia, productividad, ¡Usted se quedó en el Fordismo! Falta que me pondere la línea de montaje.
Pongamos por caso que vivimos bajo un sistema que requiere para su subsistencia la aniquilación del planeta. ¿Suficiente?
si quedaba alguna duda ya fue borrada por este plumazo...
Zedi es un maldito genio.
es el neurus de los blogs.
es neurus y superhijitus juntos.
me cague de la risa.
un matias pailos que conocia hubiese afirmado, creo, algo asi como que el arte es lo que la institucion (o alguna especie de convencion que incluye o incluida en algun sistema institucional) dice que es arte en un contexto dado/tomado/delimitado.
por suerte la construccion no la sostienen todos, solo algunos.
cierta mujer punk transitaba por una muestra/negocio de cuadros de arte de hoy del barrio de palermo, y escupio el siguiente comentario: "estos cuadros son una mierda".
la escucharon todos... como corresponde.
Muchas Gracias, Zato, sus elogios me hacen sonrojar.
Admiro el valor de la mujer Punk.
Abrazo
zedi, este post es de lo mejor que he leído en el mate, realmente, y a pesar de ello, o acaso por ello, no me da para verter opinión, sólo felicitarlo.
CF me había instado a leerlo más de una vez, y ahora que he vuelto a entrar, entiendo el por qué de su insistencia.
Muchas Gracias, er.
Abrazo.
Y gracias también a CF por difundirme :))
Acuerdo, ER.
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