La amistad
No hay nada como los amigos. Un amigo puede durar toda la vida. Un amigo sazona la propia rutina, adereza el paso de los días, endulza la espera del final, siempre terrible. Los amigos no suelen acarrear grandes discusiones ni peleas ni conflictos. La amistad puede, y suele, ser fácil. Uno puede pasarse días, semanas, años y les juro: décadas sin hablar con un amigo. Y el amigo sigue ahí. El amigo puede, y suele, ser de fierro. Con los amigos suelen ser todo risas y humoradas, charlas reveladoras o intrascendentes. La amistad es toda ganancia, o casi toda. Da mucho y pide poco.
No así la mujer. La mujer traiciona, hermano. La mujer te apuñala por la espalda. No acompaña, y puede y suele ser una carga. Es muy ancla, hermano, y uno es muy barrilete. La mujer no dura. Tarde o temprano se va. Tarde o temprano se torna molesta, fastidiosa y, lo que es peor: fastidiante. La mujer exige cotidianidad y mata de aburrimiento. La mujer demanda cariño y mata el amor. La mujer puede y suele ser difícil. La mujer es toda pérdida, o casi toda. Da poco y pide mucho.
Los amigos y la mujer. Los primeros, hermano, te lo digo yo que ya trajiné días y semanas y les juro: décadas, los amigos, hermano, la amistad, te lo juro: no vale un duro. Pienso en todos mis amigos, en todos los momentos que me brindaron, en las alegrías que supimos cosechar, y, te lo juro: no valen nada. Tiene razón Dolina cuando afirma que cambiaría al mejor de los amigos por la peor de las novias. Se queda corto.
Y no solo por el sexo. El sexo solo ya justificaría mi postura, pero dejemos de lado al sexo. Dejemos de lado los manoseos, dejemos de lado los besos. Pongamos en el debe las peleas, los engaños, las decepciones. Queda, todavía, ese instante de fascinación, ese ápice vertiginoso entre el pasado y el futuro en que vislumbramos el paraíso en sus ojos. En que comprendimos, con Adán, que el Paraíso está dónde ella está.
Mi hijo mayor, empeñado en que mengue mi insobornable apetito tanguero, me empujó contra un tema de un cantante de country llamado Neil Young. No me gustó nada. Pero había una línea que me hizo creer que no había perdido completamente mi tiempo: “estoy buscando una mujer que me salve la vida”. Pasados los sesenta, no hago otra cosa, mister Young.
Gualterio Pailos
No así la mujer. La mujer traiciona, hermano. La mujer te apuñala por la espalda. No acompaña, y puede y suele ser una carga. Es muy ancla, hermano, y uno es muy barrilete. La mujer no dura. Tarde o temprano se va. Tarde o temprano se torna molesta, fastidiosa y, lo que es peor: fastidiante. La mujer exige cotidianidad y mata de aburrimiento. La mujer demanda cariño y mata el amor. La mujer puede y suele ser difícil. La mujer es toda pérdida, o casi toda. Da poco y pide mucho.
Los amigos y la mujer. Los primeros, hermano, te lo digo yo que ya trajiné días y semanas y les juro: décadas, los amigos, hermano, la amistad, te lo juro: no vale un duro. Pienso en todos mis amigos, en todos los momentos que me brindaron, en las alegrías que supimos cosechar, y, te lo juro: no valen nada. Tiene razón Dolina cuando afirma que cambiaría al mejor de los amigos por la peor de las novias. Se queda corto.
Y no solo por el sexo. El sexo solo ya justificaría mi postura, pero dejemos de lado al sexo. Dejemos de lado los manoseos, dejemos de lado los besos. Pongamos en el debe las peleas, los engaños, las decepciones. Queda, todavía, ese instante de fascinación, ese ápice vertiginoso entre el pasado y el futuro en que vislumbramos el paraíso en sus ojos. En que comprendimos, con Adán, que el Paraíso está dónde ella está.
Mi hijo mayor, empeñado en que mengue mi insobornable apetito tanguero, me empujó contra un tema de un cantante de country llamado Neil Young. No me gustó nada. Pero había una línea que me hizo creer que no había perdido completamente mi tiempo: “estoy buscando una mujer que me salve la vida”. Pasados los sesenta, no hago otra cosa, mister Young.
Gualterio Pailos
10 Comentarios:
Que tal, soy yo, el hijo mayor. Algunas aclaraciones: luego de mucho batallar, logré arrancarle, y a regañadientes, este texto a papá. Demás está decir que lo que le expliqué del mundo blog le entró por una oreja y le salió por la otra. Puesto frente a una computadora, mi viejo muere de perplejidad.
A ver: esperar que una mujer te salve la vida es ir mal rumbeado. Ningunear a los amigos es ir mal rumbeado.
Despreciar a Neil Young es no haber entendido nada.
Sin embargo, no pude evitar un rum rum de emoción en mi pecho mientras transcribía lo que él me había pasado. Y al que critique a mi papá se las verá conmigo, ¡canejo!
Qué ternura, Pailos Matías, escribís parecido a tu papi.
(A mí me convenció: me voy a buscar el Paraíso en los ojos de una mujer. :D)
Ah, y no se preocupe -cambio de registro-, si bien perdió el invicto con los recitales de Causa, todavía puede ganar el campeonato.
Bella imagen " el paraíso en sus ojos"
clap, clap, clap, para papá pailos.
y lo que se hereda no se roba.
saludos.
Pailos hijo mayor, veo que viene bien en la educación de su padre. Pero no afloje que estos señores tienden a dejarse estar. Tenga el padre que se merece!
(Bueno, vamos a suavizar un poco o terminaré por arruinar nuestra amistad.) Sigan haciéndose. (¿Está mejor?)
hijo e`tigre!
Tu estilo es un freepass.
Gracias por la parte que me corresponde. Por lo demás, seguiré haciéndome.
¿Un 'freepass'? ¡Me habían dicho 'euralpass'!
Ya lo dijo Copi "La vida es un tango"
¿Por qué tanta insistencia en "Amigos ó Mujeres" si podrían ser "Amigos y Mujeres", o será, como decía Libertella, que en la barra y/o está justamente "yo".
Ma'sí, hágase amigo de las minas.
"...donde no escaseó el sexo ni la amistad..." R.B.
que encuentren este lugar es mi deseo para todos ustedes.
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