Las cosas más extrañas que me pasaron en un Bar I
Leía ¿qué leía? Una novela ¿qué novela? No lo recuerdo con exactitud, tal vez no fuera una novela, pero era literatura, eso seguro, en un bar de Palermo que es como una caja translúcida de zapatos a causa de sus paneles de acrílico y su forma de cubo y que está ubicado al lado de las vías de un tren que cuando se lo ve venir parece como si fuera a hacer añicos la caja de cristal con parroquianos y todo. Ahí leía un libro de cuyo título no puedo acordarme pero que era Literatura. Leía con el gusto y el gesto reconcentrado y meditabundo del lector que se entrega al placer del texto. Había poca gente, creo que era fin de semana, tal vez domingo. El bar era a esas horas un reducto de solitarios. Había una chica sentada a unas mesas de la mía. La chica escribía mientras yo leía. Todo esto era percibido como un detalle anecdótico por la periferia de mi campo visual. De pronto la chica estaba parada junto a mi mesa, lo que hizo que pasara a ocupar la ATENCIÓN ABSOLUTA de todos mis sentidos.
_Tomá, dijo y me extendió un papelito. La chica no escribía (vanos prejuicios de un hombre de letras). La chica dibujaba. La chica me dibujaba mientras yo leía. Lo que me entregaba, con mano temblorosa era un dibujo que me representaba de perfil, leyendo a la mesa del bar translúcido. La chica NO ERA LINDA (esto hay que decirlo ya mismo) pero ese dato sólo pudo ser precisado a posteriori. En ese momento me quedé inmóvil, mientras me dedicaba a mirar a la chica con el cuello arqueado al máximo y la boca abierta que apenas fue capaz de expulsar un “gracias” como si fuera una tos convulsa. Creo que la chica dijo “de nada” y se dio vuelta y se fue caminando de esa forma en que camina la gente que piensa que alguien la observa en un callejón oscuro.
Permanecí varios minutos observando embobado el torpe dibujito que reproducía mi tosco perfil con el pelo cayendo lacio y ocultando la patilla de los anteojos y la nariz prominente y ganchuda. 5 minutos después reaccioné del trance y grité para mis adentros “¡Boludo! ¡Tenías que invitarla a tomar un café!” Ya era lo suficientemente tarde como para emprender este tipo de recriminaciones. Cada tanto hojeo el libro que leía en ese momento y el dibujito me sale al encuentro inesperadamente oculto entre el pliegue de las páginas y vuelvo al bar translúcido y soy yo el que lee la misma novela mientras una chica cuyo nombre jamás conoceré me inmortaliza en un pedazo de papel.
Zedi Cioso
_Tomá, dijo y me extendió un papelito. La chica no escribía (vanos prejuicios de un hombre de letras). La chica dibujaba. La chica me dibujaba mientras yo leía. Lo que me entregaba, con mano temblorosa era un dibujo que me representaba de perfil, leyendo a la mesa del bar translúcido. La chica NO ERA LINDA (esto hay que decirlo ya mismo) pero ese dato sólo pudo ser precisado a posteriori. En ese momento me quedé inmóvil, mientras me dedicaba a mirar a la chica con el cuello arqueado al máximo y la boca abierta que apenas fue capaz de expulsar un “gracias” como si fuera una tos convulsa. Creo que la chica dijo “de nada” y se dio vuelta y se fue caminando de esa forma en que camina la gente que piensa que alguien la observa en un callejón oscuro.
Permanecí varios minutos observando embobado el torpe dibujito que reproducía mi tosco perfil con el pelo cayendo lacio y ocultando la patilla de los anteojos y la nariz prominente y ganchuda. 5 minutos después reaccioné del trance y grité para mis adentros “¡Boludo! ¡Tenías que invitarla a tomar un café!” Ya era lo suficientemente tarde como para emprender este tipo de recriminaciones. Cada tanto hojeo el libro que leía en ese momento y el dibujito me sale al encuentro inesperadamente oculto entre el pliegue de las páginas y vuelvo al bar translúcido y soy yo el que lee la misma novela mientras una chica cuyo nombre jamás conoceré me inmortaliza en un pedazo de papel.
Zedi Cioso
Etiquetas: Epifanías
26 Comentarios:
ZC, al margen de preguntarme que demonios hace la gente que se mueve en círculos dentro de Palermo (yo vivo ahí, lo detesto). Se perdió mi amigo un café con alguien despreocupado y seguramente interesante o carente de conciencia y dibujante mediocre. Pero valiente, eso délo por hecho.
El bar (voy a asumir plenamente mi papel de refutador de leyendas) se llama "Andén".
La chica, en efecto, fue valiente.
me gustan y no dejan de gustarme las historias en los bares.
(y ésta no fue una excepción)
buenisima la historia! al agrandar la imagen se lee el mismo texto que Ud escribio aqui en el MT, pero en forma manuscrita. Que astuto y sagaz soy, no?
creo que agregar imagenes al MT le da mas onda.
bueno chau me voy a lavar los dientes
En el bar El Anden, cerca de plaza Miguel Abuelo (cruzando las vías), atendía Laura, moza-chica paraguaya ultra macanuda y simpática.
El bar, ciertamente es horrible.
Saludos
Acuerdo con ud, verborrea en que dejé pasar una oportunidad de esas que difícilmente se repitan en toda mi vida. En cuanto al flaneurismo palermista en mi caso se debe a que trabajo por ahí.
Pailos, deje de darle estatuto real a los referentes imaginarios.
Muchas gracias, betina, me alegro que le haya gustado.
Xilo, en efecto, es usted muy sagaz (y minucioso) indudablemente tiene ud alma detectivesca. Trataremos de hacerle caso y sumar un poco de imagen a tanto texto.
Anónimo, está ud. en lo cierto en todo lo que dice, pero debo admitir que el Andén ejerce cierto encanto inexplicable sobre mí.
Me encantan esas historias que tienen un final inconcluso y que nos hacen divagar en que podría haber ocurrido si la invitabas a tomar un café... eso solo quedará en el pensamiento.
Sí fué valiente ella!
Saluditos
A mí me pasó algo muy parecido. Iba en el tren, parada. En un asiento cerca mío había un chico que parecía estar escribiendo en un cuaderno. Llegando a alguna estación se paró, pasó por al lado mío y abriendo el cuaderno me mostró un dibujo de mí. Yo no supe qué decir, él tampoco dijo nada y se bajó.
Gracias Evan, me encanta escuchar la opinión femenina porque enfoca la situación desde el lado de la chica, sin duda un héroe del género. Lástima que para un valiente nada peor que juntarse con un tímido.
Roberta: Alcoyana Alcoyana.
¡No puedo creer que la dejaste pasar (si es azar es amor)!
Pd. A mí el dibujito me gustó.
Qué vamos a hacer, Tommy, el azar y el amor esta vez no se dieron cita.
Saludos
porque el dato acerca de la no belleza de la dibujante anónima es tan central para lograr el efecto?
esta historia y la de roberta me hacen pensar si no será algún sme de exhibicionismo figurativo ... donde te dibujo-te muestro como te dibujé-me voy
por último también se me ocurrió que quizás la dibujante anónima lea tu relato, y queden a mano: vos tenés su dibujo de vos y ella tiene tu relato de ella.
muy rico todo, un beso
ZC:
soy el anónimo que te escribió sobre el Andén.
Entiendo lo de la fascinación.
Gran amigo la comparte. Bah, fascinación y comodidad.
Seguramente se lo habrá cruzado mil veces.
La comida tampoco es muy buena. Pero las mesitas de afuera - en épocas de prohibición - están muy bien.
Saludos
Lindo post estimado Zedi y me hizo recordar esta anécdota:
Cuando volvía desde el centro en el último tren del día hacia el lejano oeste, sistemáticamente le pedía a quien se sentara a mi lado que me despertara en la estación que tenía que bajar.
Una vez, minutos después de bajarme encontré una cartita en mi bolsillo.
Saludos
(y si bien en este caso la inclusión de imagen es mas que oportuna, yo celebro la austeridad de este blog)
Hola Hipotermia, para contestar a su primer duda vuelvo a remitirme al hecho (muy destacado en este post, por lo visto) de las diferencias entre la perspectivas masculina y femenina. Esto me hace pensar en una escena de "Derecho de familia" en la que Julieta Díaz le pregunta a Daniel Hendler qué fue lo primero que le gustó de ella y Hendler (el Antoine Doinel de nuestra generación) después de pensarlo unos sengundos responde:
_Tu culo. Tenés un culo lindísimo.
Esa me parece una de las declaraciones de amor más sinceras y masculinas de la cinematografía argentina
P. de pau, gran personaje el del tipo que cada mañana le pide al que se le sienta al lado que lo despierte al llegar a la estación! Me parece que te lo vamos a robar más de uno.
Hola Hipo (ayer tuve que salir corriendo y no pude terminar de responder). Definitivamente hay exhibicionismo figurativo tanto en el que dibuja como en el que cuenta. Me encanta su conclusión sobre todo aquello de "quedar a mano" con dibujo y relato.
Estimado anónimo, por ahí yo soy su amigo, vaya uno a saber. Lo cierto es que ya no voy tanto al Andén, a veces pasa un mes sin que lo visite, pero mi cariño permanece intacto. No comí muchas veces, pero recuerdo un pollo a la mostaza con papas españolas que era como la especialidad de la casa. De los mozos el mejor, por lejos, fue Carlos. Me traía doble ración de masitas y vaso de trago largo con hielo y agua. Ahora está atendido por unas chicas insulsas y distantes ¡Mozos eran los de antes!
Querida Pau ¿No será ud. una criatura celestial? El detalle de avisarle a su eventual compañero de asiento en el tren que la despierte en determinada estación es simplemente enternecedor.(todos queremos conocer el contenido de la cartita).
Yo también celebro la austeridad gráfica; añadiremos imágenes cuando sean necesarias, como en este caso.
Saludos
Coincido con Tommy, ¿pero él se refiere a robar para un relato o para la vida cotidiana? Retomando la vindicación del Bar Andén recuerdo que durante una época iba nada más que al Andén o a Montecarlo, que está a la vuelta, hasta que el dueño me echó de Montecarlo y ya sólo visité el Andén, pero esa es otra de las cosas mas extrañas que me pasaron en un bar.
Tommy: le presto el personaje, pero mire que yo hablaba del último tren, o sea pasada la medianoche, tiene otro color la situación.
Gracias Zioso por encontrarle esa veta tierna a la situación, lo mío era simplemente practicidad, mi tremenda facilidad para dormir y dormirme en cualquier lado me ha traído problemitas más de una vez.
Y el contenido de la carta me parece que no hace falta contar.
saludos.
ZC: Carlitos también era mi mozo favorito.
Pau: por supuesto que hace falta contar el contenido de la carta. (Donde "hace falta contar" significa "nos interesa muchísimo más que cualquier cosa".)
Mire Pailos lo que le digo, como yo detesto las películas y las novelas que me dan toda la información y el final todo redondito, considero pertinente (siendo yo dueña de ésta anecdota) conportarme de esta manera.
Le dejo a su libre interpretación el contenido de la cartita.
saludos.
p.d: y ud. aún me debe el post sobre la tapa del disco de Bill Evans.
Mire que, cumpla o no, la voy a decepcionar.
El jamoncito de pollo a la lombarda no está mal.
Las carnes asadas, nunca.
Las milnagas de lomo, zafan.
Jamás pedir las papas a la provenzal: ajo-perejil deshidratado y medio quemado (o del todo, por lo general).
Las pizzas pueden ser una opción interesante.
¿Carlitos es el de la caja?
Siempre que voy con amigo habitué - en general de noche - nos atienden chicas.
Saludos
El anónimo que habló del Andén
Hola anónimo. Muchas gracias por las sugerencias gastronómicas. El de la caja es (o era, porque hace un tiempo que no lo veo) Tati, conspicuo hincha de Racing. Carlos era un mozo gordito y retacón, morocho peinado con gel, pero hace por lo menos dos años que ya no trabaja ahí. Ahora (salvo Christian, un buenazo grandote) son todas chicas desabridas de mirada distante.
Y una infidencia más, una vez me contó Carlos que el dueño del Andén era el representante del futbolista Gustavo López.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal