El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

25 mayo, 2006

Mil formas de fallar mil veces

-Qué lástima que a vos no te tire la crónica, porque la verdad…
¿Qué más falta para cebar a un perro de Pavlov como yo? ¿Qué nervio por estimular, qué músculo por acicatear? El tipo estaba fabricando una crónica con mi persona como orfebre, se me estaba relatando, me se hacía que lo escribiera. Y acá está, claro, porque donde él y yo leíamos ‘te estoy pinchando, gilún’, mi espíritu todo, con todas sus adyacencias y recovecos, decodificaba: desafío, y respondía: ¡quiero retruco! En fin. Algunas noches soy fácil.
Todo ocurrió entonces aquella jornada hace no tanto tiempo en que Zato me convocó a una velada en honor de la mejor amiga de su novia, la cuál partía a las Uropas. Muy bien: minitas a raudales, algo de cerveza, lugares nuevos. Aventuras, diría Gombrowicz. Salvoconductos pequeñoburgueses, apostrofaría el maximalista. Sí sí, a todo que sí. Apunté, fui, llegué. Un bar seudo punkito. Maravilloso. ¿Dónde estaba este bar todo este tiempo?, me preguntó Zato. No lo sé, Zato. Supongo que, en efecto, la vida nos pasa por el costado. La música estaba genial (punk, pospunk, new wave y demás fluidos fini década del setenta), y las minitas acompañaban. Una en particular, con el pantalón metido hasta los esfínteres, acaparó mi atención. En vano, pues fuese con un facha. Viré hacia su amiga (otra integrante de la banda punk a la que esfínteres lideraba), pero charlando con otra amiga se me escurrió entre gente e indiferencia. Vamos, me dijeron. Resulta, les cuento, que la mejor amiga de la novia de Zato, el centro de atención y del Universo nuestro en esa noche, quería ir a una rave. Ella, a quién por discreción llamaremos Maite, arrastró a la novia de, que arrastró al novio de la novia de, que me arrastró a mí. Muy bien. Muy porque a pesar de que Maite no me gustaba en particular, sí me gustaba en general (está buena, no me deslumbró, es una loca de mierda, pero buena mina). Taxi desde Córdoba Palermo Hollywood hasta Centro Micro Centro. Bajamos y, ¡oh, sorpresa, oh, estrechez!, la entradita asciende a la onerosa cifra de veinte (20) mangos. Che, Zato… alcanzo a decir. Yo entro, atropella Maite. Yo entro, acompaña la novia de. Yo voy a…, inicia Zato. (Como ven, con mis amigos nos expresamos con puntos suspensivos.) Vamos, le dije. Gracias, te la debo. No me debés nada. Te la debo/No me debés nada/Te la/No me/Te/No/Te-No, Te-No, gracias gracias. Te. Bueno: Te. Bajo, y conmigo baja una tercera amiga de. Aclaración: lesbiana ella. ¡La reput! Okey. Okey. Actitud consular ante todo, sobre esto y aquello, con, contra, de y desde siempre. Cerveza, cerveza y algún champán con speed. Quien alcanza la susomentada bebida es ¡oh, sorpresa, oh, torvedad!, el seguramentefestejantedeMaite. Esto será comprobado inmediatamente, cuando al ritmo cortante de la música electrónica y un juego de luces, veré en fotogramas a Maite bailar, a Maite sonreir, a Maite reir, a Maite besar al segurofestejantede. ¡Andá…! La suerte del principiante, Indio, puede fallar. (Vos no sos principiante, me susurra, whisky en mano, su fantasma.) Ahí lo veo: un cincuentañero, casi sesentero, whisky en mano (como el fantasma del Indio), acodado a la barra. Un cara de pájaro. Lo leo como una compensación. Siempre hay alguien más desubicado que yo. ¿Qué hace? ¡Por Dios, está escribiendo! Indignado, gano la puerta. Para mi ¡oh, sorpresa, oh, cortedad!, me están esperando. Bien, muy bien. Tomo el taxi con la novia, el novio y la chica que no me porque no le gustan los. Muy bien, bien. Bajo con la chica y camino una cuadras hasta mi parada (ella sigue unas cuadras), y no entiendo cómo me veo enredado en discusiones filosóficas. Es que estoy hecho de literatura, comprenderé más tarde, y de argumentaciones, pero por el momento no entiendo nada. Nos despedimos en los mejores términos y tomo el 29. Estoy borracho. Termino, por tanto, de despertarme cuando comprendo que, desde mi asiento, he caído al suelo. Bien, muy bien. Estoy borracho, y no puedo notar en el ridículo que acabo de incursionar. Miro a todos los costados. Primero veo al pájaro escritor garrapateando notas en su cuaderno (seguro que está describiendo mi caída: bien, muy bien, excelente). Después miro a todos lados y no reconozco nada. Ajá. Me tomé el 29 equivocado, y estoy en el Parque Sarmiento. Toco timbre y miro al pájaro o escritor. Le hago el mismo gesto que Piero Sraffa hiciera a Wittgenstein luego de preguntarle: ¿y cuál es la forma lógica de esto?, y bajo. El escritor me mira, compuesto de literatura, junta sus dedos en un muchito y lo agita hacia mi persona, como diciendo: de-qué-me-hablás, y se pierde con la noche. Bien, excelente. Descompuesto de literatura, me subo a un 21 que, sé, depositarame en mi hogar dulce ho. De repente recuerdo a Kafka diciendo: ya no abandonaré mi diario, tengo que aferrarme a él, no tengo otro sitio dónde hacerlo, y me despierto perdido. ¿Dónde estoy? ¿Adónde me ha llevado la literatura? ¿Cuándo agarró la Panamericana? ¡Conchasumadre!, me mal digo, y bajo en cualquier parte. A lo lejos, el Unicenter y la conchadesumadre. Atravieso espacios verdes vacíos surcando el borde de la colectora. Tengo miedo. Estoy aterrado. Comienzo a correr hasta que, ¡Uuuufffff!, llego al Unicenter. Ahí, en la nueva parada, me espera una horda de trabajadores acogotados de frío, pero de un bueno humor ofensivo para las puntadas de alcohol que medran por mi sien. Entre el tropel distingo sin embargo, en plena seriedad beligerante, al escritor, al pájaro, al cincuentón, que me ve, no me sonríe, repito: que me ve y se me acerca y, llevándome a un aparte, recalca:
-No me gustan nada las personas campechanas. Si de ellas dependiera, la literatura ya habría desaparecido de la faz de la tierra.
Antes de desmayarme en el 71 que, por fin, dará con mis huesos y carne y grasa en mi domicilio, lo veo llenar de anotaciones su cuaderno, agotar su cuaderno de anotaciones, dejarlo caer y seguir escribiendo en el aire.

Matías Pailos

8 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Con el resto del tiempo que le quede haga lo que quiera, pero por favor no deje de escribir.

25/5/06 01:58  
Anonymous Anónimo dijo...

Bien Pailos, Pues debo decir que se ha hecho cargo y ha respondido con creces al desafío.
Lo voy a seguir punzando para sacar lo mejor de su pluma.

25/5/06 13:34  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias, Pau, gracias. Cioso: ya lo ha hecho y ni se ha dado cuenta. Aunque ahora que lo pienso, usted es tan cerebral que no hace nada sin darse cuenta.

25/5/06 21:39  
Anonymous Anónimo dijo...

Que bien que se estimulen y se punzen el uno al otro. Así da gusto tener amigos.

26/5/06 10:17  
Blogger cuti dijo...

Pailos, espero que Ud. haga lo propio con Zedi. Cada vez me gusta más pasar por este barrio.

26/5/06 13:01  
Anonymous Anónimo dijo...

Cioso es un vago. Hace meses que lo incito a comenzar su nueva novela y no hay caso, che.
Lo de punzarnos mutuamente me recuerda una escena de 'Transatlántico', de Gombrowicz, en la que... bueno, no me la acuerdo tan bien. Creo que cada uno de los tres protagonistas de la escenas espoleaban al otro (digo: lo pinchaban con espuelas), dando como resultado una argamasa humana (de naturaleza una y trina) autoespoleante.

26/5/06 16:19  
Blogger Playmobil Hipotético dijo...

pailos, otra vez en la noche, desenmascara los mitos de la lógica, se queda con los de la literatura y, principalmente, se confundo de colectivo. Grosso, chiquilín, grosso

26/5/06 21:00  
Blogger El Mate Tuerto dijo...

y me recuerda que le debo
sera oportunamente pagado
como corresponde

zatoichi

9/6/06 22:17  

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