Robert Walser
Vila-Matas tiene cara de ave. Cohen también. Mejor: Cohen tiene cara de pájaro. Pauls, en cambio, es el escritor más joven de su edad. Esto último me susurró Zedi Cioso a la espera de que se dignaran a hablar –y en parte para atemperar mi furia (tarde o temprano, ya les contará). Parados en desfile inmóvil, atorados a la pared, centro de miradas y satoris estaban, tres en el fondo de un cuarto demasiado exiguo para la curiosidad porteña: Marcelo Cohen, Enrique Vila-Matas, Alan Pauls. Son aves diferentes, sin embargo. Cohen tiene cara de avestruz. Vila-Matas tiene cara de no se qué. Gaviota, quizás. (‘Los adultos son idiotas’, contaría VM a su público que decía el VM de 5 años al Tabucchi de 11.) Ahí estaban, despuntando su histrionismo pasivo, su timidez patológica en combate dialéctico con aquella. Es que estos tipos están incómodos siendo y no siendo el centro de atención. También padecen recibir y no recibir preguntas. Esta vez no hubo, y por esta vez estuvo bien. (Aunque me quedé con alguna que otra pregunta atollada en el gaznate –que les será devuelta con creces, no se preocupen.) Empezó Cohen, y su exposición fue la más teórica de las tres. La de Pauls también coqueteó con la teoría, pero lo hizo en medio de un relato, poseído por el estilo. El estilo Pauls, que es mi estilo favorito. ¡Dios, cómo quisiera ser Pauls! Cohen dijo, como les dije, muchas cosas. Dijo por ejemplo que no es conveniente hablar acerca de nada como de algo que ‘estructura’ el relato, y no ahondó. Podemos imaginar que Cohen no cree que la metáfora de la estructura sea adecuada para destacar cierta imprevisión, y sorpresa, y falta, con que la literatura nos suele regalar. Él prefería la imagen de la pauta. La literatura, es decir, las narraciones (a esa literatura hacía referencia) dan una pauta. ¿A qué? ¿Al mundo? ¿Al lector, del autor, del yo y su circunstancia? Después habló de la literatura de VM como generadora de vórtices. A partir de algunos puntos de fuga: la literatura como mundo, el yo como escritor, la vocación de desaparecer, y sus combinaciones: la literatura como yo escritor que desaparece, la vocación de desaparecer en la escritura como literatura, se genera el susomentado ‘vórtice’. El autor, nos dijo Cohen, es un punto de la trama que es la narración, un ‘grumo, pero un grumo vacío’, dijo. Si se busca al autor en el grumo, se haya nada. Okey. Más o menos te sigo, Cohen. Después dijo que lo que sostiene la narración, lo que particulariza (y da algo así como calidad) a ese vórtice es la trama. Y la pregunta que tenía para hacerle es si no es mejor pensar a la pauta que da un libro mejor como una serie de pautas, una serie cambiante de pautas. Pensar así al asunto, además de constituir una cierta explicación del relato, refleja la experiencia del lector (en los mejores casos, en algunos de los mejores casos). Y quizás convenga (iba a decir, mirando primero a Cohen, luego a Vila-Matas, luego alternativamente a Cohen y a Vila-Matas) pensar al último libro de VM (‘Dr Pasavento’) de esta manera, por contraposición a los primeros, en particular a algunos cuentos. Lo que mantiene a Pasavento parece ser más bien cierta lógica del sujeto de enunciación (Pasavento) al saltar de una a otra obsesión (de VM: la literatura como mundo, el yo como escritor, la vocación de desaparecer, y sus combinaciones); lo que sostiene a sus mejores cuentos (‘El paseo repentino’, verbigracia) es la trama (parece). Pero no le pude preguntar nada, porque no hubo preguntas. Tibios aplausos. Pasamos a Pauls. Excelente. Brillante. El mejor, aunque no la estrella de la noche. Instituyó una dicotomía –escritor del yo/escritor del mundo- solo para desbaratarla. Para mostrar como Vila-Matas, al partir de un yo que ni siquiera desdeña al mundo porque no se digna… corrijo: porque no lo toma en cuenta, genera algo que podríamos nombrar como el vórtice postulado por Cohen, imagen que Pauls no suscribió, y de esta forma termina hablando o siendo el mundo todo, o todo lo que del mundo puede ser el yo. Habló de la envidia. Habló de la admiración (parientes cercanos, almas gemelas). Habló de cuánto le gusta ‘El viajero más lento’ y su título (no parece para tanto. Mejor ‘Hijos sin hijos’, para el caso).
Después habló Vila-Matas y la sala se vino abajo.
Matías Pailos
Después habló Vila-Matas y la sala se vino abajo.
Matías Pailos
12 Comentarios:
¿Cohen, Leonard estuvo por estas latitudes? WOW... y me lo perdí... Le hubiera preguntado quién era el hombre del impermeable que le robó a su esposa, si es cierto que invitó a retirarse de su casa al mismísimo Dylan durante un desmadre, dónde queda el monasterio en que hizo voto de silencio porque creo que no me vendría mal una temporada por allí. Like a Bird on a wire.
Ahora que lo pienso el pájaro Marcelo Cohen es de la misma familia que el ave Leonard Cohen.
Impecable relato de una velada encantadora, prometo ampliar y explicar los motivos de la furia de Pailos y todo lo demás también
Pailos se debe enojar por todo, me tinca. Quizás le vibre el brazo como todo un histérico, aunque no tengo ni asomo de útero.
Maldita sea la Feria del Libro de Bs.As. La de Santiago es siempre un fiasco.
La carta es hermosa, sobre todo eso de la ballena y los corazones haciendo TAM TAM, y la muerte de las mariposas (bluff, biopolítica, en fin). Bello. Hernández pensó lo mismo cuando la leímos en un bar luego de ir al cine.
Un abrazo enorme a ambos dos pares que con el TAM TAM hacen un espejo roto como cordillera.
Comparto la devoción por Edgar A. Pauls. Desde que leí El corazón delator no pude parar de leer el resto de su obra. Lo mejor, El Futuro. ¿O esa es del Chino Garcés? Pero qué churro, por dios.
Pero, ¿quién cuernos es el tal Vila? ¿y Cohen?
Lo único que me enoja es perderme una charla de Vila-Matas, Pauls y Cohen.
La carta es de ZC, y todo el mérito es suyo. La gratitud de haberlos descubierto es compartida.
En efecto, el chino Garcés escribió El Futuro. Puede ver una reseña de ese libro sepultada decenas de posts bajo este.
Vila, como todo el mundo sabe, es el protagonista de la novela homónima de Gusmán.
Cohen es Cohen. El hermano Cohen.
Gracias Salgado, de no ser por usted creo que jamás habría descubierto el placer epistolar. Gracias Gernández también, me alegra que les haya gustado la carta: fue escrita al ritmo TAM TAM de un corazón hipertrofiado.
Qué agradece. El TAM TAM repitióse en ocasión de la lectura, animándonos a RSB (también conocido en algunos círculos como el sr. Sánchez Bustos) y a mí a lanzarnos a la empresa epistolar con decimonónico ahínco. Ya sabrá de nosotros.
Suerte que sea en hermano Cohen y no los hermanos Coen. Ahí, sí, mi suicidio era inminente por no haber estado ahí, aunque dicen que son dos nerds que responden a cualquier pregunta con encogimientos de hombros.
I am a man
of constant sorrow
I see trouble all my way
I get far away
from old Kuntucky...
Sí, parece que sí. Dolina solía quejarse de la inutilidad de toda empresa intelectual emprendida con ellos acerca de su obra. Las entrevistas no fallaban por falta de colaboración de su parte, sino por lisa y llana estupidez. Pero, aunque más cercano a ámbitos intelectuales, el cinematográfico también es un saber hacer. Así como no exigimos que el futbolista nos explique cómo hizo lo que hizo, y por qué, no debemos cernir tamaña demanda en el cineasta. (Si viene, mejor, claro.)
Al respecto me parece que viene a cuento una anécdota de Lynch. Cuando le "propusieron" algunas palabras explicativas para la edición de algún DVD (puede que "Mullholland Drive"), se habría negado terminantemente arguyendo que ya había hecho todo el trabajo de hacer la película; no le pidieran más encima que entrase a explicarla. Como al parecer la presión de los ejecutivos no cesó, finalmente salió diciendo una o dos frases tanto o más oscuras que la película en cuestión.
En esos casos, las palabras oscuras son mejores que las vacías.
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