Playmobil Hipotético en exilio interno: Bafici
Este post, el primero del exilio, iba a ser diferente. Iba a hablar de la política oficial del Bafici poniendo como película de inauguración a Bamako, una denuncia africana y demagógica contra el FMI, y la instalación permanente de homenaje al Pulqui, el avión que iba a traer a Perón, en vez del más mundano Aerolíneas que lo hizo.
Sin embargo, como este Bafici fue raro porque no compré anticipadas y más bien vi lo que podía y porque el tema era más bien aburrido y digno de la elaboración filosófica, el post es sobre otra cosa.
En Ciudad Abierta, el canal donde Marina Mariasch cree seducir a los escritores entrevistados, hay un spot del Bafici donde cuatro personas se despiertan apenas terminó la película y empiezan a decir las cosas obvias que se dicen con el 85 por ciento de las películas del Bafici: “la relación entre el padre, qué tema” o “qué buen manejo de la imagen”. The island at the End of the World, un documental sobre una isla de las Filipinas, realizado por Raya Martin, quien mereció una sección especial en el Bafici, era un claro ejemplo de estos; luego de dos horas dentro de las cuales 40 minutos estaban filmadas en el medio del mar, de noche, cosa que no se viera absolutamente nada – algo hiper apropiado para el cine – sólo produjo que la vieja de adelante dijera: “La música y la danza de esta gente… Cuánta cultura.” Algo parecido pasó con Body Rice, una película sobre una comunidad terapéutica experimental de alemanes en Portugal que fracasa, algo que también pasa con la misma historia que, claro, dura dos horas.
Dos horas también dura la mejicana Familia Tortuga que si no llega a ser un bodrio es porque cada tanto hablan en mejicano. En realidad, la película dura dos horas y media; una de las razones para esta duración es que hay dos películas ahí unidas por el capricho y el temor de un director novel a no filmar nunca más.
AFR, que parece que si bien no va a ganar el premio del público, le va a pegar cerca es una linda idea de edición que se le podría haber ocurrido a CQC. AFR supone la muerte del derechoso primer ministro danés y empieza a contar la vida de este, especialmente desde que mantiene una relación homosexual con un activista anarquista. La idea es buena en principio, cuando uno asocia con Caja Negra, la alemana, y piensa que es un falso documental; la idea se hace bastante mala cuando el director contó que todos los políticos que aparecen dando su testimonio, efectivamente existen y cumplen esas funciones.
El Asaltante de Fendrik, la única argentina que vi, me produjo una bronca increíble, casi comparable a la que me produjo cuando me llamaron el otro día en medio de una clase para avisarme que me había explotado el calefón y que mi casa estaba a punto de incendiarse. Un tipo de traje de unos 60 años entra en un secundario privado a pagar la inscripción de su hijo; lo llevan a una oficina, charla con la administrativa y luego de preguntarle si el pago puede ser en efectivo, el hombre de 60 años le dice que esto es un asalto y que abra el tercer cajón y le pase toda la plata. Encierra a la mujer en la oficina y sale del colegio, saludando al guardia de seguridad. A partir de ahí, la cámara adopta la estrategia de los boludos de los Dardenne pero con mucho más sentido que la que le dan estos; vemos al protagonista tomar un té, hablar por teléfono para reservar cancha, tomarse un colectivo, luego un taxi, después depositar la plata en un cajero, etc. Luego de todo eso, entra en un colegio alemán donde no todo sale tan bien. Ahí, justo ahí, la película comienza lentamente a irse a la mierda hasta convertirse en un muy posible alegato contra la degradación de la educación pública. Y entonces, aquello de lo cual no iba a hablar, de la relación entre el cine y la “política”, entre el cine y la “motivación política y social”, vuelve al post. Y así se termina el post, porque yo no quiero hablar de eso.
Playmobil Hipotético
Sin embargo, como este Bafici fue raro porque no compré anticipadas y más bien vi lo que podía y porque el tema era más bien aburrido y digno de la elaboración filosófica, el post es sobre otra cosa.
En Ciudad Abierta, el canal donde Marina Mariasch cree seducir a los escritores entrevistados, hay un spot del Bafici donde cuatro personas se despiertan apenas terminó la película y empiezan a decir las cosas obvias que se dicen con el 85 por ciento de las películas del Bafici: “la relación entre el padre, qué tema” o “qué buen manejo de la imagen”. The island at the End of the World, un documental sobre una isla de las Filipinas, realizado por Raya Martin, quien mereció una sección especial en el Bafici, era un claro ejemplo de estos; luego de dos horas dentro de las cuales 40 minutos estaban filmadas en el medio del mar, de noche, cosa que no se viera absolutamente nada – algo hiper apropiado para el cine – sólo produjo que la vieja de adelante dijera: “La música y la danza de esta gente… Cuánta cultura.” Algo parecido pasó con Body Rice, una película sobre una comunidad terapéutica experimental de alemanes en Portugal que fracasa, algo que también pasa con la misma historia que, claro, dura dos horas.
Dos horas también dura la mejicana Familia Tortuga que si no llega a ser un bodrio es porque cada tanto hablan en mejicano. En realidad, la película dura dos horas y media; una de las razones para esta duración es que hay dos películas ahí unidas por el capricho y el temor de un director novel a no filmar nunca más.
AFR, que parece que si bien no va a ganar el premio del público, le va a pegar cerca es una linda idea de edición que se le podría haber ocurrido a CQC. AFR supone la muerte del derechoso primer ministro danés y empieza a contar la vida de este, especialmente desde que mantiene una relación homosexual con un activista anarquista. La idea es buena en principio, cuando uno asocia con Caja Negra, la alemana, y piensa que es un falso documental; la idea se hace bastante mala cuando el director contó que todos los políticos que aparecen dando su testimonio, efectivamente existen y cumplen esas funciones.
El Asaltante de Fendrik, la única argentina que vi, me produjo una bronca increíble, casi comparable a la que me produjo cuando me llamaron el otro día en medio de una clase para avisarme que me había explotado el calefón y que mi casa estaba a punto de incendiarse. Un tipo de traje de unos 60 años entra en un secundario privado a pagar la inscripción de su hijo; lo llevan a una oficina, charla con la administrativa y luego de preguntarle si el pago puede ser en efectivo, el hombre de 60 años le dice que esto es un asalto y que abra el tercer cajón y le pase toda la plata. Encierra a la mujer en la oficina y sale del colegio, saludando al guardia de seguridad. A partir de ahí, la cámara adopta la estrategia de los boludos de los Dardenne pero con mucho más sentido que la que le dan estos; vemos al protagonista tomar un té, hablar por teléfono para reservar cancha, tomarse un colectivo, luego un taxi, después depositar la plata en un cajero, etc. Luego de todo eso, entra en un colegio alemán donde no todo sale tan bien. Ahí, justo ahí, la película comienza lentamente a irse a la mierda hasta convertirse en un muy posible alegato contra la degradación de la educación pública. Y entonces, aquello de lo cual no iba a hablar, de la relación entre el cine y la “política”, entre el cine y la “motivación política y social”, vuelve al post. Y así se termina el post, porque yo no quiero hablar de eso.
Playmobil Hipotético
5 Comentarios:
Sos pésimo eligiendo películas. Dejame a mí.
Sos muy eficaz enojado y tirando mierda a diestra y siniestra. El chiste sobre el mexicano (lo de las dos películas en una por miedo a no filmar más) es insuperable.
Por mí, instalate acá definitivamente, tontito. (Y exijo ampliación de anécdota de cafetera + calefón = incendio. Con comentario de psicóloga incluido.)
Boludooo, ¿estabas en el estreno de AFR y no te vi o la pasaron más de una vez y el danés fue a cada función?
Hubiera terminado de leer el post pero después de enterarme de que habías estado ahí tuve que venir a indignarme. (Además, claro, es tradición.)
Volviendo al danés: a mí él me cayó muy bien (creo que por éso la peli me gustó más retroactivamente).
(Wellcome back, honey pie.)
Invito al resto de los blogs a que abandonen. Con Playmobil es afano...
¡Bienvenido al Mate Tuerto!
Este año lo logré: no fui a ver ni una película al Bafici.
Aunque de castigo me perdí el evento que esperaba desde hace años, no, no se trata de ningún film sino de ver a Tom Waits en Buenos Aires.
Ah, claaro, ahora que el blog no es suyo arroja el post y se va ¡Conteste en algún lado, maleducado!
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