Sodomizado en línea B
Es lunes y hora pico. Ángel Gallardo. Entro como puedo. Como en Tokio, dirán. Con la única diferencia que acá con una mano te manotean el bulto y la billetera y con la otra te nalguean. Hay una sola regla. Siempre, lo más importante, es no quedar enfrente de la puerta. Zafar. Escaparse por el pasillo. Pero la ola que entra en Medrano me aplasta y quedo de espaldas. La cara contra el vidrio de la puerta. Si tuviera los labios pintados, hubiera dejado un besito rojo. Pero sólo es saliva y el sedimento que deja la piel grasosa en la superficie transparente. “Por favor no apoyarse en la puerta” dice la ventana. “Por favor no apoyarse…”. “¡No me apoyen, che!”. Es un gigante. Me parece que es un gigante. Por lo menos es bastante robusto. No puedo darme vuelta para mirar. La masa me lo impide. Pero imagino que además de gigante debe ser portero ya que el manojo de llaves que lleva colgado del cinturón se me clava en el ojete. Por el tamaño que tiene su ramillete debe porterear todo Palermo y al menos medio Almagro. Palmagro. Mi bello Palmagro. Mi upite se constriñe frente al beso sucio y amarillo de tu frío bronce, Palmagro. El jogging de algodón jaspeado (también conocido como pantalón de heladero) que llevo puesto no funciona de coraza, sino de segunda piel. Trasmite los más ligeros cambios de peso, presión y temperatura. Se podría decir que los amplifica. Los pequeños dientes de las llaves horadan mi piel de algodón. Carlos Gardel. Otra ola humana lucha por entrar en el vagón. Una voz metálica ruge dando órdenes de cerrar las puertas y cercenar todos los miembros que sobresalgan. También nos avisa que tengamos cuidado con los carteristas y los violadores. Gracias, muchas gracias voz metalizada. Tus consejos son casi tan útiles como la etiqueta con el teléfono para llamar a la policía de subte. “En caso de afano comuníquese al *302885029434”. Desde los asientos dos chicas se ríen. Una comenta que una vez casi pierde un zapato. “Tipo chinela, viste”. Siento la presión del vagón acumulada en el ano. En el mío. Una llave Trabex doble paleta, que se destaca del resto del puñado por su longitud y grosor, comienza a forzar los muros de la ciudad sitiada (o sea, mi upite). “Resiste, Troya, resiste” digo valiente. El subte agarra una curva ligera. La masa humana se desplaza hacia la derecha por la fuerza centrífuga. La llave se introduce y pega dos vueltas. Desmayo. Callao. Algunos pasajeros se bajan. La presión en el vagón disminuye. Recupero la conciencia. Pero siento la llave metida en el culo. Las paletas funcionan como un ancla. Palmagro parece no notar que estoy anclado a su cintura. Una virgencita pintada en dos cerámicas mueve su manito y me saluda mientras la unidad se pone en movimiento. María Auxiliadora de los Abrochados.
Nacho
Nacho
Etiquetas: Relatos
16 Comentarios:
great
Gracias (perdón por la ristra de errores ortográficos).
:D
El gordo seguro se llamaba Ulises. Resiste, Troya, resiste. Todo por culpa de alguna Elena que ud., estimado Nacho, iría a visitar.
Ja! Muy bueno. :)
Tan mal no le habrá caído, digo yo. Bien que siguió viaje.
Muy bueno, Nacho, le sacaría la última línea, me parece que queda mejor el final. Se lo extrañaba por el blog, espero que no lo haya escrito con la camiseta de Tony Soprano.
Abrazos
Los viajes en subte son siempre una experiencia alucinante, vio?
Dignos de ser contados, sin duda.
Eso sí, nada de rutina. Todos los días una historia diferente.
Muy divertido su relato.
Hasta pronto.
En el subte una vez subió una japonesita, en verdad una mina con ojos rasgados, y en esos casos siempre quiero que sean japonesas, por razones étnicas y de sofisticación. También acepto tailandesas. En el apretuje la chica queda a un centímetro de mi cara, había mucha gente y yo estaba caliente. Se me paró y ella lo sintió!! estoy seguro, pongo los huevos en el fuego, se copó y se me frotó.
La fantasía terminó cuando en la próxima estación la chica de Tokio se fue para atrás, yo quedé en mi puesto y en su lugar apareció alguien feo.
Y yo me quejo de los viajes en bondi en Rosario. Tal vez sea preferible la carencia de subtes y preservar el culo intacto.
Buen texto, me gustó.
Saludos.
Gracias.
Si Eros es el dios que une y separa, viajar en subte es una actividad erótica por excelencia Especialmente en horas pico cuando uno debe hacer un esfuerzo psicofísico por no ser asimilado/amado por la masa y mantener conductas civilizadas o ceder a la tentación de frotarse contra quienes nos rodean y olerlos.
Usualmente la disociación con nuestro cuerpo suele acaecernos en estas situaciones.
La cosa es que este comentario me gustó tanto como el post, Nachín.
yo prefiero hacer dedo
El post ganó con el nuevo recorto, es verdad. 'Abrochados' es una adecuada palabra de cierre (un resumen, casi) del espíritu y carnadura del texto.
A propos: la política adecuada a las pasiones desatadas en el subte es soltar las amarras y dejarse llevar. E intentar ganar lugares a fuerza de codazos, como en cualquier pogo.
me hizo acordar al cofre que abrian y soldan saltaba
Me gustó mucho. Concuerdo con un par: nada como el transporte público para tener una experiencia sexual impersonal y diferente. Es bueno volver a leerlos!
Abrazo L.
N
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