Otra historia económica
1)
No es que yo crea que usted considere que nosotros no estamos a su altura. De todos modos, lo que me trae por acá no son cuestiones personales. Es solo que ellos pretenden que yo lo intime a comparecer ante un tribunal compuesto por terceros sin ninguna parte en nuestro asunto. No, ellos no son ellos, claro está. Estoy hablando de mi gente. Sabe cómo son de quisquillosos con el asunto de la faena. La ley es rigurosa: ustedes recolectan/nosotros almacenamos. Mi gente teme que ellos reaccionen. Usted sabe cómo es este tema: su poder –el de ellos- reside en la vigilancia perpetua para que nadie deje de observar rigurosamente los preceptos bajo los que voluntariamente aceptamos ceñirnos -y que nos fueron libremente impuestos por nuestros mayores. Mi gente teme a las consecuencias que la alteración del orden podría acarrear. No tentemos al destino. Ya le expliqué que confío plenamente en usted, que jamás dudaría de su palabra ni pondría en cuestión sus intenciones. Pero ellos –usted lo sabe mejor que nadie- son otra cosa.
Hay que someterse a alguna ley. Usted es suficientemente viejo como para recordar los tiempos en los que no había precepto ni directiva que nos rigiera. Algo –alguien- tiene que hacerlo. Nosotros –usted, yo- no queremos –seamos honestos. Dejemos que ellos hagan lo que quieran.
2)
Fuimos amenazados.
Ninguna duda.
El viejo no responde a su tropa. Pero su tropa responde al viejo, así que no hay más que hablar.
El viejo es un agente encubierto de ellos. Vendería a todos los suyos para garantizar que nada cambie.
Ese es un dato a tener en cuenta.
Ese es un dato a capitalizar.
Nosotros no estamos dispuestos a nada ni remotamente parecido.
Tenemos el producto de la faena. Sin los suyos, no tenemos comprador.
Les recuerdo que ellos solo comercian con el viejo.
Somos menos.
De momento no hay opción. Prefiero la pobreza a la miseria.
Eso porque son demasiado jóvenes para recordar los tiempos caóticos en los que no había poder ni orden alguno que nos rigiera. Al menos el viejo lo recuerda. Hay que someterse a algún amo. Háganme caso. Es una orden.
3)
Él no sabe quién soy. No hay forma de que lo sepa. Eso me da libertad absoluta.
No me puede diferenciar del resto. No hay modo en que pueda. Yo no soy mi nombre.
Los sabe todos. Recuerda todas las caras y es capaz de asociar con ellas los nombres. Pero eso no significa que sepa quién soy, a dónde voy, por qué estoy acá.
Que me haya visto nacer no significa nada.
Que sea mi padre no significa nada.
Ni una cosa ni la otra me diferencia del resto. No veo por qué insiste en que es importante.
No soy mi familia, no soy mi pasado, no soy mi puesto en la tropa.
No vengo de ayer. Soy mañana. No hay forma en que pueda entenderlo.
Soy ellos. Soy los recolectores. Soy cualquier otra cosa menos tropa. Soy cualquier otra cosa menos él. Ya va a ver.
Ahora a levantarse. Ahora a comer y a cobrar las faenas. Ahora a seguir como siempre, sin hacerse notar.
4)
Ya hice contacto, te digo. Dijo que lo va a hacer. Dijo que no quiere nada a cambio. No. Vas a tener que confiar. No, no puedo. Ya te dije: vas a tener que confiar. No: por pocos que seamos, no se los podés decir. Menos que menos al viejo. Ya sabés cómo piensa. El resto es igual. Y si no, obedece. Ellos son la misma cosa. Si queremos salvarlos tenemos que actuar contra su voluntad. Ya te dije que no. Porque si lo sabés todo se va a arruinar. Porque no estás preparado. Porque no depende de lo que quieras. Porque acaso no quieras lo que creas querer. No hay otra salida.
5)
No es que yo crea que usted considere que nosotros no estamos a su altura. De todos modos, lo que me trae por acá no son cuestiones personales. Es solo que ellos pretenden que yo lo intime a comparecer ante un tribunal compuesto por terceros sin ninguna parte en nuestro asunto. No, ellos no son ellos, claro está. Estoy hablando de mi gente. Sabe cómo son de quisquillosos con el asunto de la faena. La ley es rigurosa: ustedes recolectan/nosotros almacenamos. Mi gente teme que ellos reaccionen. Usted sabe cómo es este tema: su poder –el de ellos- reside en la vigilancia perpetua para que nadie deje de observar rigurosamente los preceptos bajo los que voluntariamente aceptamos ceñirnos -y que nos fueron libremente impuestos por nuestros mayores. Mi gente teme a las consecuencias que la alteración del orden podría acarrear. No tentemos al destino. Ya le expliqué que confío plenamente en usted, que jamás dudaría de su palabra ni pondría en cuestión sus intenciones. Pero ellos –usted lo sabe mejor que nadie- son otra cosa.
Hay que someterse a alguna ley. Usted es suficientemente viejo como para recordar los tiempos en los que no había precepto ni directiva que nos rigiera. Algo –alguien- tiene que hacerlo. Nosotros –usted, yo- no queremos –seamos honestos. Dejemos que ellos hagan lo que quieran.
2)
Fuimos amenazados.
Ninguna duda.
El viejo no responde a su tropa. Pero su tropa responde al viejo, así que no hay más que hablar.
El viejo es un agente encubierto de ellos. Vendería a todos los suyos para garantizar que nada cambie.
Ese es un dato a tener en cuenta.
Ese es un dato a capitalizar.
Nosotros no estamos dispuestos a nada ni remotamente parecido.
Tenemos el producto de la faena. Sin los suyos, no tenemos comprador.
Les recuerdo que ellos solo comercian con el viejo.
Somos menos.
De momento no hay opción. Prefiero la pobreza a la miseria.
Eso porque son demasiado jóvenes para recordar los tiempos caóticos en los que no había poder ni orden alguno que nos rigiera. Al menos el viejo lo recuerda. Hay que someterse a algún amo. Háganme caso. Es una orden.
3)
Él no sabe quién soy. No hay forma de que lo sepa. Eso me da libertad absoluta.
No me puede diferenciar del resto. No hay modo en que pueda. Yo no soy mi nombre.
Los sabe todos. Recuerda todas las caras y es capaz de asociar con ellas los nombres. Pero eso no significa que sepa quién soy, a dónde voy, por qué estoy acá.
Que me haya visto nacer no significa nada.
Que sea mi padre no significa nada.
Ni una cosa ni la otra me diferencia del resto. No veo por qué insiste en que es importante.
No soy mi familia, no soy mi pasado, no soy mi puesto en la tropa.
No vengo de ayer. Soy mañana. No hay forma en que pueda entenderlo.
Soy ellos. Soy los recolectores. Soy cualquier otra cosa menos tropa. Soy cualquier otra cosa menos él. Ya va a ver.
Ahora a levantarse. Ahora a comer y a cobrar las faenas. Ahora a seguir como siempre, sin hacerse notar.
4)
Ya hice contacto, te digo. Dijo que lo va a hacer. Dijo que no quiere nada a cambio. No. Vas a tener que confiar. No, no puedo. Ya te dije: vas a tener que confiar. No: por pocos que seamos, no se los podés decir. Menos que menos al viejo. Ya sabés cómo piensa. El resto es igual. Y si no, obedece. Ellos son la misma cosa. Si queremos salvarlos tenemos que actuar contra su voluntad. Ya te dije que no. Porque si lo sabés todo se va a arruinar. Porque no estás preparado. Porque no depende de lo que quieras. Porque acaso no quieras lo que creas querer. No hay otra salida.
5)
-Somos nuestro trabajo.
Nuestro trabajo arde bajo el gran silo en llamas.
-Somos la suma de nuestro esfuerzo.
Ahora que lo que éramos está reducido a cenizas solo nos queda reencarnar en este engranaje que gira en el vacío.
Nuestro trabajo arde bajo el gran silo en llamas.
-Somos la suma de nuestro esfuerzo.
Ahora que lo que éramos está reducido a cenizas solo nos queda reencarnar en este engranaje que gira en el vacío.
-Somos más que la suma de las partes.
Las partes sin la suma no son nada.
-Somos esto que hace que esta boca escupa órdenes a las que el resto de las partes responde.
Somos esto que todavía no tiene en claro qué hacer ahora que todo lo que creíamos ser es menos que polvo en el viento.
-Somos esto que vuelve al pueblo a que el viejo nos diga qué somos ahora que algunas de nuestras partes ardieron con nuestro trabajo y ahora son menos que polvo en el viento.
Somos esto que vuelve a la carrera sin dejar de pensar en las llamas a las que se redujeron por un instante lo que éramos, y que solo quiere que el viejo nos diga cómo hacer para que el mundo que redujo nuestro trabajo a cenizas arda con él.
6)
En estos momentos, el viejo es agua. Sea lo que fuere que realmente sea –dios detrás del dios o solo un eslabón más en la estructura de poder con la que ellos dominan a estos-, en este momento se dedica a fluir. Empujada por el viento, el agua salada se convierte en maremoto. El viejo, en estos momentos, ordena a la tropa iracunda que jamás le desobedecería pero que solo concibe la venganza como acción inmediata, lo único que permitiría que la tropa no entre en cortocircuito y estalle llevándose puesto al propio viejo en la eclosión. Rompan todo, dice el viejo.
Los caminos de la frontera norte confluyen en lo que era el poblado más grande de recolectores. La tropa se tomó su tiempo para violar y torturar a todos. Solo mataba si era estrictamente necesario. Cuando buena parte de las pulsiones de violencia secundarias estuvieron saciadas, cortaron las cabezas de todos los prisioneros.
No se fueron hasta tener también las de quienes no alcanzaron a ser tomados vivos -los suicidas, los rebeldes. Después, quemaron las chozas.
Esperaron un día. Cuando la última llama se extinguió, arrojaron todas las cabezas en el centro del descampado.
Se tomaron otro día.
Cuando despuntaba el alba, un montículo más alto que el árbol más alto hecho de cabezas sin cuerpo sustituía al descampado.
7)
Sí. Pero antes tenemos que sacárnoslo de encima.
8)
Ustedes me eligieron para que los guíe. Ahora soy su viejo.
Ellos demostraron que no tienen piedad y que no tienen problemas en eliminarnos, por más que no quede nadie para recolectar.
Nosotros vamos a hacer lo mismo.
9)
Todo tiene un límite. El ímpetu, por ejemplo. Su límite –por ejemplo-, puede ser una pila de cabezas cortadas de seres queridos.
Todo tiene un límite. El límite del límite del ímpetu, por ejemplo. Su límite –por ejemplo- puede ser la furia desatada tras el llanto.
10)
Ellos corren, y yo, como mera parte de un todo que me es ajeno, corro también. Yo soy los otros que nos corren, pero corro como si no fuera yo. Las otras partes del todo caen a mi lado para no levantarse. Estoy tentado a detenerme, a gritar quién soy, a seguir haciendo caer a partes de un todo con las que conviví lunas y lunas. Pero mis piernas no me lo permiten. Mi miedo no me lo permite. Sigo corriendo.
Al final quedamos algunas pocas partes. Ya yo no nos persigue. En las partes que me acompañan, el miedo empieza a ceder paso a un hambre vieja.
11)
Ahora come, duerme y recobra energías. La tropa empieza a sublevarse. Él come, duerme y recobra energías. Nadie vigila nada. Come, duerme; recobra energías. Espera. La noche es un buen momento para actuar.
12)
Él es otro. Uno con la apariencia de viejo.
Pero no es viejo. Él es él.
El disfraz –y la noche de una oscuridad y una cerrazón que no nos es imaginable- le permiten sortear tiendas y hogueras hasta llegar a la del viejo.
Está a punto de hacer realidad el deseo más fuerte de una tribu que, por más que quiera, no es la propia. Está a punto de partir la historia en dos. Está a punto de cambiar el mundo.
Entra a la tienda.
Vacía. Antes de entrar. Ahora, en la tienda, solo está él. Y su apariencia de viejo.
Mala suerte.
Justo cuando la tropa parece haber resuelto sus contradicciones y decidido que no le basta con vengar la ofensa en sangre recolectora.
La tienda arde. Intenta salir. Una lanza le atraviesa el brazo. Cae. La tienda cae sobre él. Las lanzas caen sobre la tienda.
13)
Antes de abandonar el campamento, queman todo. No esperan la extinción del fuego; les basta con que no quede nada en pie.
El nuevo viejo se para sobre un montículo y grita algunas palabras. La tropa responde con otros gritos. El nuevo viejo agita los brazos y de repente se queda quieto. Callado. Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos. La tropa se calla. La tropa se detiene. Abren los ojos. Apenas. Apenas. Ahora dejan de respirar.
Otro grito.
Comienza la estampida.
El antiguo campamento está desierto. Solo el fuego que se apaga. Solo el rumor de la noche y el estruendo que se aleja. Apenas una sombra fugaz que se oculta.
14)
Nada. Nadie.
La batalla perfecta. La lucha definitiva.
Es difícil determinar quién fue el último en morir, o a qué tribu pertenecía. Los cadáveres, sin embargo, no escaparon a los límites del descampado.
No hay cuerpos aislados. Se amontonan en pilas de hasta siete, pero la mayoría eran de tres o cuatro. Cualquiera tocaba por algún lado a algún otro.
El montículo, sin embargo, permaneció firme. Alguna cabeza menos acá y allá. Nada que le hiciera perder estabilidad.
Piso cadáveres. Me acerco. No tengo necesidad de estudiarlo. Subo. Sigo pisando cadáveres.
Llego a la cima. El trono está hecho de cráneos más lisos que el resto, tal como pedí.
Sale el sol. Casi no hay viento. Solo me queda esperar.
Un murmullo. Pasos que se acercan.
-Somos esto que hace que esta boca escupa órdenes a las que el resto de las partes responde.
Somos esto que todavía no tiene en claro qué hacer ahora que todo lo que creíamos ser es menos que polvo en el viento.
-Somos esto que vuelve al pueblo a que el viejo nos diga qué somos ahora que algunas de nuestras partes ardieron con nuestro trabajo y ahora son menos que polvo en el viento.
Somos esto que vuelve a la carrera sin dejar de pensar en las llamas a las que se redujeron por un instante lo que éramos, y que solo quiere que el viejo nos diga cómo hacer para que el mundo que redujo nuestro trabajo a cenizas arda con él.
6)
En estos momentos, el viejo es agua. Sea lo que fuere que realmente sea –dios detrás del dios o solo un eslabón más en la estructura de poder con la que ellos dominan a estos-, en este momento se dedica a fluir. Empujada por el viento, el agua salada se convierte en maremoto. El viejo, en estos momentos, ordena a la tropa iracunda que jamás le desobedecería pero que solo concibe la venganza como acción inmediata, lo único que permitiría que la tropa no entre en cortocircuito y estalle llevándose puesto al propio viejo en la eclosión. Rompan todo, dice el viejo.
Los caminos de la frontera norte confluyen en lo que era el poblado más grande de recolectores. La tropa se tomó su tiempo para violar y torturar a todos. Solo mataba si era estrictamente necesario. Cuando buena parte de las pulsiones de violencia secundarias estuvieron saciadas, cortaron las cabezas de todos los prisioneros.
No se fueron hasta tener también las de quienes no alcanzaron a ser tomados vivos -los suicidas, los rebeldes. Después, quemaron las chozas.
Esperaron un día. Cuando la última llama se extinguió, arrojaron todas las cabezas en el centro del descampado.
Se tomaron otro día.
Cuando despuntaba el alba, un montículo más alto que el árbol más alto hecho de cabezas sin cuerpo sustituía al descampado.
7)
Sí. Pero antes tenemos que sacárnoslo de encima.
8)
Ustedes me eligieron para que los guíe. Ahora soy su viejo.
Ellos demostraron que no tienen piedad y que no tienen problemas en eliminarnos, por más que no quede nadie para recolectar.
Nosotros vamos a hacer lo mismo.
9)
Todo tiene un límite. El ímpetu, por ejemplo. Su límite –por ejemplo-, puede ser una pila de cabezas cortadas de seres queridos.
Todo tiene un límite. El límite del límite del ímpetu, por ejemplo. Su límite –por ejemplo- puede ser la furia desatada tras el llanto.
10)
Ellos corren, y yo, como mera parte de un todo que me es ajeno, corro también. Yo soy los otros que nos corren, pero corro como si no fuera yo. Las otras partes del todo caen a mi lado para no levantarse. Estoy tentado a detenerme, a gritar quién soy, a seguir haciendo caer a partes de un todo con las que conviví lunas y lunas. Pero mis piernas no me lo permiten. Mi miedo no me lo permite. Sigo corriendo.
Al final quedamos algunas pocas partes. Ya yo no nos persigue. En las partes que me acompañan, el miedo empieza a ceder paso a un hambre vieja.
11)
Ahora come, duerme y recobra energías. La tropa empieza a sublevarse. Él come, duerme y recobra energías. Nadie vigila nada. Come, duerme; recobra energías. Espera. La noche es un buen momento para actuar.
12)
Él es otro. Uno con la apariencia de viejo.
Pero no es viejo. Él es él.
El disfraz –y la noche de una oscuridad y una cerrazón que no nos es imaginable- le permiten sortear tiendas y hogueras hasta llegar a la del viejo.
Está a punto de hacer realidad el deseo más fuerte de una tribu que, por más que quiera, no es la propia. Está a punto de partir la historia en dos. Está a punto de cambiar el mundo.
Entra a la tienda.
Vacía. Antes de entrar. Ahora, en la tienda, solo está él. Y su apariencia de viejo.
Mala suerte.
Justo cuando la tropa parece haber resuelto sus contradicciones y decidido que no le basta con vengar la ofensa en sangre recolectora.
La tienda arde. Intenta salir. Una lanza le atraviesa el brazo. Cae. La tienda cae sobre él. Las lanzas caen sobre la tienda.
13)
Antes de abandonar el campamento, queman todo. No esperan la extinción del fuego; les basta con que no quede nada en pie.
El nuevo viejo se para sobre un montículo y grita algunas palabras. La tropa responde con otros gritos. El nuevo viejo agita los brazos y de repente se queda quieto. Callado. Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos. La tropa se calla. La tropa se detiene. Abren los ojos. Apenas. Apenas. Ahora dejan de respirar.
Otro grito.
Comienza la estampida.
El antiguo campamento está desierto. Solo el fuego que se apaga. Solo el rumor de la noche y el estruendo que se aleja. Apenas una sombra fugaz que se oculta.
14)
Nada. Nadie.
La batalla perfecta. La lucha definitiva.
Es difícil determinar quién fue el último en morir, o a qué tribu pertenecía. Los cadáveres, sin embargo, no escaparon a los límites del descampado.
No hay cuerpos aislados. Se amontonan en pilas de hasta siete, pero la mayoría eran de tres o cuatro. Cualquiera tocaba por algún lado a algún otro.
El montículo, sin embargo, permaneció firme. Alguna cabeza menos acá y allá. Nada que le hiciera perder estabilidad.
Piso cadáveres. Me acerco. No tengo necesidad de estudiarlo. Subo. Sigo pisando cadáveres.
Llego a la cima. El trono está hecho de cráneos más lisos que el resto, tal como pedí.
Sale el sol. Casi no hay viento. Solo me queda esperar.
Un murmullo. Pasos que se acercan.
Matías Pailos
Etiquetas: Relatos
8 Comentarios:
Parte de "New Collected MP'stories"?
más bien de lo que quedó afuera.
Impecable, Mpailos. Cuánto mejor pensás escribir???...ja joder.
gracias, Bernarda.
Muy bueno, inquietante, misterioso y primal, me hace pensar en Runa de Fogwill, da para leerlo un par de veces e ir encontrando claves, contraseñas de lectura.
https://www.blogger.com/comment.g?blogID=97684523635124721&postID=4664531075639076512&isPopup=true
saludos
Gracias por seguir difundiendo mi inédita obra, e.r! Este verano vamos a hacer un intento por publicar esa novela.
Abrazos
Cualquier comparación con Fogwill (por ejemplo: "no te parecés en nada a Fogwill") es bienvenida, Ariel. Gracias.
ER: te debo el comentario de "Falsete" (cuya lectura -http://rapidshare.com/files/250289073/Falsete_-_libro.doc.html- comencé). Abrazo.
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