La Fiesta
Era un monótono sábado a la noche cuando sonó el teléfono y al otro lado de la línea escuché la voz de mi amigo Pablo que me invitaba a una fiesta. Cuando estábamos a la puerta del domicilio donde tenía lugar la celebración Pablo me confesó que la dirección se la había pasado un amigo que no pensaba acudir y que por ende no conocía a nadie ahí dentro. Tocó el timbre y esperamos. Al cabo de unos minutos y varios intentos un chico alto, flaco y con una remera roja nos abrió la puerta. Pablo mencionó el nombre de su amigo como si fuera un salvoconducto. El chico nos miró y vaciló unos instantes. No lo conozco –dijo- pero pasen igual. Adentro habían trasladado los muebles para hacer lugar en el living. Ahí se concentraba la gente que bailaba y trataba de mostrarse divertida, aunque no lo estuviera. Todos se conocían entre sí. Pablo y yo comenzamos a recorrer la casa en busca de alguna cara familiar de la cual asirnos, pero todas nos eran ajenas, indiferentes e incluso hostiles. En la cocina había varias botellas de vino vacías. De todos modos tomamos unos vasos limpios, los llenamos de gaseosa y después nos paseamos un rato con los vasos de plástico llenos de líquido oscuro para disimular un lejano placer etílico. Finalmente nos encaramamos en un pasillo que mediaba entre el living y la cocina. De pronto se escuchó nítido el sonido del portero eléctrico. Nadie parecía darse por enterado. El timbre volvió a sonar. Dos veces más. Finalmente me encaminé hacia la puerta y la abrí yo mismo. La gente que esperaba fuera tenía frío y saludó mi acción como si me conocieran de toda la vida. Alguno de ellos me preguntó por un nombre que me era desconocido y le dije que estaba adentro. Regresé a mi lugar junto a Pablo. Cuando el portero volvió a sonar no dudé en ir a abrir la puerta. Había encontrado un propósito en esa fiesta y no pensaba resignarlo. Al cabo de una hora y media había respondido a cinco timbrazos del portero eléctrico. Pablo estaba algo pálido. Me dijo que iba al baño y ya no volví a verlo. Para matizar la espera eché a andar por la fiesta, como un sonámbulo. La gente a la que le había franqueado las puertas me reconocía y me sonreía o me invitaba a que me sumara a su grupo, pero yo continuaba errando entre todos ellos sin detenerme. Hasta que creí escuchar el timbre del portero eléctrico y me dirigí hacia la puerta. Cuando me encontraba a mitad de camino las luces se apagaron, la música cesó y un grupo de personas comenzaron a avanzar desde la cocina mientras sostenían una torta con velitas en inestable equilibrio. Quise hacerme a un lado pero me rodearon y prácticamente me arrastraron hacia el centro del living en medio de hurras y vítores. Una vez allí todos los invitados cantaron al unísono el feliz cumpleaños coreando un nombre que no era el mío. Cuando acabaron su cántico se quedaron en silencio y expectantes. Permanecí callado y percibí una frustración en ciernes. Entonces soplé la torta y apagué las velitas. Todos me aclamaron. Algunos me palmeaban las espaldas. Una chica se acercó y me dio un beso en la boca y me dijo que me amaba. Le contesté que yo también la amaba y ella sonrió y me abrazó. La música retornó y todos empezamos a bailar, conmigo situado en el centro de la ronda. Los que llegaban me saludaban y los que se marchaban se despedían de mí deseándome mucha suerte y a todos yo les retribuía el saludo. Alrededor de las cinco de la mañana, cuando sólo quedaban una decena de personas, me escabullí por el pasillo que comunicaba a la cocina y salí por la ventana. Temía que alguien me viera, pero mi fuga pasó inadvertida. Regresé a mi casa y dormí hasta bien entrado el día siguiente.
Zedi Cioso
Zedi Cioso
14 Comentarios:
Sabe que es un elogio: relato digno del Ángel Gris. Abrazos, Cobiñas
Gracias Cobiñas en nombre de todos los diablos rojos, los duendes verdes y las hadas azules que me acompañan.
A mi me hiciste acordar a Bradbury (y también es un elogio).
saludos.
A mí no me recordó nada pero igual me gustó.
Gracias Pau por la filiación Sci Fi y gracias Cutipaste por leerme ex nihilo.
Aprovecho la ocasión para dedicar este relato a mi amigo Pablo M. Guía virgiliano de fiestas avérnicas.
bueno que para mi sorpresa me gustó y (mayor sorpresa) entendí todo!
Lo único que me quedó pendiente es como es que no se trajo los regalos..
Ahí falló.
Sí, es así: de un lado estamos los mortales, del otro lado está ZC. El procedimiento empleado es clásico, y de yapa, rioplatense. Su resultado es otro tanto.
PD: creo haber estado en esa fiesta. Creo, además, que otros también estuvieron. Vamos: creo que Zato estuvo.
PD2: ¿o es que todas las fiestas de Pablo son iguales?
podria haber hasta un reality show basado sobre esta premisa: si usted es un muchacho solo y con escasos amigos - no es el caso de usted, ya se sabe - le armamos una fiesta sorpresa en el lugar donde menos lo espera (eso también era dle angel gris, creo). Si fuera por tele, tendría que haber llorado mucho mucho y decirle al conductor que su sueño estaba cumplido.
Se me colma el corazón de orgullo......... Para cuando editás los cuentos?
Joder. Qué hermoso todo eso. Me recuerda algo que me está dando vuelta hace tiempo: ir por la calle y ver a alguien que creemos reconocer, pero esa persona no es la que esperábamos. Lo extraño es que la otra persona también me mira queriendo reconocer en mí a alguien por él conocido: una doble decepción.
Un abrazo (pre)Cioso.
Lamento decepcionarlo, Pailos, pero es opción 2. A la fiesta que origina este relato sólo fuimos Pablo y yo ¿O usted estaba y no lo reconocí?
Muchas Gracias libérula, lamentablemente los regalos en las fiestas han quedado demodé, debí haberme alzado con algún recuerdo de todos modos.
Acuerdo con su idea, querido Playmóbil. Pero en mi caso pediría que me organizaran en secreto un partido de fútbol en el que los rivales se abrieran paso a mi camino y al arquero se le doblaran las manos ante mis tímidos disparos. Eso sí que sería asombroso.
Burros: menos orgullo y más barullo. Por ahora los cuentos duermen el sueño de los justos. Aunque es probable que pronto publique uno en un blog que conquistatá el mundo cultural.
San de mi agrado Boza, acometa ese relato que de seguro superará con creces mi tímido ensayo.
Perfecto. Maravillosamente contado.
Probaré a hacerme portero.
L'étranger. Fácil identificarse.
Gustóme, reíme.
Gracias S. Y perdón por la demora en la respuesta. Hoy he leído su comentarío. O quizás ayer. No lo sé.
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