Dios
Voy a invocar su nombre en vano. Una vez más, como siempre.
En alguna oportunidad Alejandro Dolina, intelectual vernáculo, sostuvo que el artista al que más cercano se sentía era Chopin. Declaración para nada exótica, de no ser porque Dolina alega ser, antes que nada, un escritor. Empujado, por el contexto, por el decurso de los decires, por deberes intelectuales autoimpuestos (vaya uno a saber) a ofrecer alguna explicación de la precitada cercanía, Dolina se perdió en circunloquios. Pero, así como no todo círculo es vicioso, hay también rodeos iluminadores. Habló de empatía, habló de vibraciones en un mismo tono, habló de rigores e intenciones similares. De suyo se sigue que en ningún momento pretendió exhibirse a la altura del maestro. Solo decía: ese es mi maestro. Lo que parece extraño, a poco de evaluar la situación, no se revela tanto así. Dolina también es músico. Parte de la explicación de la afinidad puede reposar en este hecho. Las disciplinas, después de todo, no están discriminadas por fronteras nítidas. La influencia recíproca es moneda corriente. ¿A cuento de qué vienen estos ambages? ¿A cuento de qué Dolina, a cuento de qué Chopin?
Hay una razón. Ustedes, conspicuos lectores, sabrás que porto veleidades de escritor. Quiero escribir, quiero ser publicado, solo quiero que me lean. Sin embargo, el artista a quien mas cercano me siento, con el que vibro en el mismo tono, tampoco es un escritor. Es músico, por supuesto. Es David Bowie.
No hay disculpas en mi caso: yo ni siquiera soy músico. A duras penas distingo una octava de otra. ¿Qué cosa es un acorde? ¿Qué cosa es la quinta bemol? No diferencio el dodecafonismo de la música electroacústica, no tengo oído musical. Esto habla pésimo de mí. Esto, a la vez, flaco favor me hace a la hora de explicar(les, de explicarme) en qué sentido hay empatía, qué querrá decir eso de rigores e intenciones similares. Poco importan las notas distintivas de la obra de un autor novel. Veamos, mejor, qué es lo que me gusta de lo que hizo Bowie, esperando que las mentadas cercanía, empatía y similaridad se muestren solas.
1-Bowie es dramatismo. 2-Bowie es épica y heroísmo. 3-Bowie es experimentación constante, constante renovación. 4-Bowie es bien grasa. 5-Bowie es vanguardia y popular. 6-Bowie es la popularización de la vanguardia. 7-Bowie está siempre ligeramente (y en una medida vaga) corrido de lo masivo. 8-Bowie, aún musicalizando el mayor melodrama viviente, nunca llora. 9-Bowie, aún parodiando, nunca pone el chiste en primer plano. 10-Bowie es siempre serio. 11-Bowie despliega toda la paleta de recursos musicales en la palestra pública en cada disco, 12-Bowie usa siempre el expediente menos esperado. 13-Bowie es el mejor intérprete de la historia. 14-Bowie canta como nadie, sufre como nadie, jamás llora como nadie, va al frente como nadie, mete treinta cambios melódicos en un mismo tema como nadie, comprime y expande como nadie. Bowie, lo dicho, canta como nadie, con todo el falsete, con la emoción a flor de piel, con la distancia que permite el registro desapasionado. Pueden ver, especialmente los lectores escépticos, los siguientes ejemplos en forma de temas:
1-‘Sweet Thing (reprise)’. 2-‘Time’. 3-La segunda parte del disco ‘Low’. 4-‘Life on Mars’ (me pongo a llorar). 5-‘Aladdin Sane’. 6-‘Young Americans’. 7-‘Word on a Wing’. 8-‘Sons of the Silent Age’. 9-‘Andy Warhol’. 10-‘We Are The Dead’. 11-‘Candidate’. 12-la versión pulenta, muy superior a todas, muy superior a la original, de ‘Across the Universe’. 13-‘It’s hard to be a saint in the city’, de Springsteen, por ejemplo. 14-‘StationtoStation’, pero mejor aún los doce años que van de ‘Space Oddity’ a ‘Scary Monsters’, los únicos tomados en consideración en este escrito.
Todavía recuerdo cuando HR me prestó los casetes de ‘Stationtostation’ y ‘Scary Monsters’. Todavía recuerdo que no me habían parecido gran cosa. Recuerdo, meses más tarde, escuchar por recomendación de Zato ‘Hunky Dory’, recuerdo cómo ahí mismo mi vida dio un vuelco. Recuerdo volver a ‘Stationtostation’ y ‘Scary Monsters’ y, ahora sí, descubrir la sublimidad que se me había previamente escamoteado. Y agradecer, de ahí en más, como fiel devoto, la gracia de los continuos milagros emanados por aquellos y estos parlantes.
Matías Pailos
En alguna oportunidad Alejandro Dolina, intelectual vernáculo, sostuvo que el artista al que más cercano se sentía era Chopin. Declaración para nada exótica, de no ser porque Dolina alega ser, antes que nada, un escritor. Empujado, por el contexto, por el decurso de los decires, por deberes intelectuales autoimpuestos (vaya uno a saber) a ofrecer alguna explicación de la precitada cercanía, Dolina se perdió en circunloquios. Pero, así como no todo círculo es vicioso, hay también rodeos iluminadores. Habló de empatía, habló de vibraciones en un mismo tono, habló de rigores e intenciones similares. De suyo se sigue que en ningún momento pretendió exhibirse a la altura del maestro. Solo decía: ese es mi maestro. Lo que parece extraño, a poco de evaluar la situación, no se revela tanto así. Dolina también es músico. Parte de la explicación de la afinidad puede reposar en este hecho. Las disciplinas, después de todo, no están discriminadas por fronteras nítidas. La influencia recíproca es moneda corriente. ¿A cuento de qué vienen estos ambages? ¿A cuento de qué Dolina, a cuento de qué Chopin?
Hay una razón. Ustedes, conspicuos lectores, sabrás que porto veleidades de escritor. Quiero escribir, quiero ser publicado, solo quiero que me lean. Sin embargo, el artista a quien mas cercano me siento, con el que vibro en el mismo tono, tampoco es un escritor. Es músico, por supuesto. Es David Bowie.
No hay disculpas en mi caso: yo ni siquiera soy músico. A duras penas distingo una octava de otra. ¿Qué cosa es un acorde? ¿Qué cosa es la quinta bemol? No diferencio el dodecafonismo de la música electroacústica, no tengo oído musical. Esto habla pésimo de mí. Esto, a la vez, flaco favor me hace a la hora de explicar(les, de explicarme) en qué sentido hay empatía, qué querrá decir eso de rigores e intenciones similares. Poco importan las notas distintivas de la obra de un autor novel. Veamos, mejor, qué es lo que me gusta de lo que hizo Bowie, esperando que las mentadas cercanía, empatía y similaridad se muestren solas.
1-Bowie es dramatismo. 2-Bowie es épica y heroísmo. 3-Bowie es experimentación constante, constante renovación. 4-Bowie es bien grasa. 5-Bowie es vanguardia y popular. 6-Bowie es la popularización de la vanguardia. 7-Bowie está siempre ligeramente (y en una medida vaga) corrido de lo masivo. 8-Bowie, aún musicalizando el mayor melodrama viviente, nunca llora. 9-Bowie, aún parodiando, nunca pone el chiste en primer plano. 10-Bowie es siempre serio. 11-Bowie despliega toda la paleta de recursos musicales en la palestra pública en cada disco, 12-Bowie usa siempre el expediente menos esperado. 13-Bowie es el mejor intérprete de la historia. 14-Bowie canta como nadie, sufre como nadie, jamás llora como nadie, va al frente como nadie, mete treinta cambios melódicos en un mismo tema como nadie, comprime y expande como nadie. Bowie, lo dicho, canta como nadie, con todo el falsete, con la emoción a flor de piel, con la distancia que permite el registro desapasionado. Pueden ver, especialmente los lectores escépticos, los siguientes ejemplos en forma de temas:
1-‘Sweet Thing (reprise)’. 2-‘Time’. 3-La segunda parte del disco ‘Low’. 4-‘Life on Mars’ (me pongo a llorar). 5-‘Aladdin Sane’. 6-‘Young Americans’. 7-‘Word on a Wing’. 8-‘Sons of the Silent Age’. 9-‘Andy Warhol’. 10-‘We Are The Dead’. 11-‘Candidate’. 12-la versión pulenta, muy superior a todas, muy superior a la original, de ‘Across the Universe’. 13-‘It’s hard to be a saint in the city’, de Springsteen, por ejemplo. 14-‘StationtoStation’, pero mejor aún los doce años que van de ‘Space Oddity’ a ‘Scary Monsters’, los únicos tomados en consideración en este escrito.
Todavía recuerdo cuando HR me prestó los casetes de ‘Stationtostation’ y ‘Scary Monsters’. Todavía recuerdo que no me habían parecido gran cosa. Recuerdo, meses más tarde, escuchar por recomendación de Zato ‘Hunky Dory’, recuerdo cómo ahí mismo mi vida dio un vuelco. Recuerdo volver a ‘Stationtostation’ y ‘Scary Monsters’ y, ahora sí, descubrir la sublimidad que se me había previamente escamoteado. Y agradecer, de ahí en más, como fiel devoto, la gracia de los continuos milagros emanados por aquellos y estos parlantes.
Matías Pailos
11 Comentarios:
Tan bonito como Seu Jorge de 'The Life Aquatic With Steve Zissou' cantando 'Rebel Rebel' o 'Rock & Roll Suicide'. Usted ya sabe que no estamos solos, máxime si tenemos entre anular y medio un cigarrillo prendido.
Dios tiene 1000 nombres, 999 de los cuales son decibles, id est, aprehensibles. Pero sólo el 1000 es el mero Nombre de Dios: la posibilidad de decirlo y decirlo todo de una vez y para siempre.
La mejor descripción de bowie que esuché.
Yo creo que uno puede tener referentes en disciplinas ajenas porque por suerte uno NO es sólo escritor, músico o cualquier otra profesión.
Quizás ahí está la riqueza del resultado artístico.
Quizás ahí está la diferencia en tu escritura, la música que escuchaste, como cuando uno consulta ciertos profesionales y "huele" que hay otra cosa atrás de ese título.
Siempre desconfío de las personas que viven enfrascadas en su carrera.
(y otra vez me fuí al carajo del tema del post)
No, Pau, creo que diste en el clavo (una vez más. Casi podríamos postular que cuelgo post para que me expliquen -en particular, que me expliques- qué quise decir). Sospecho, sin embargo, que en el caso de escritores (como Dolina) que sienten que quien mejor hizo lo que ellos quieren hacer es un músico, o de músicos que sienten algo semejante de pintores, de pintores que atan su destino al de cineastas, la solución es sencilla. Todos son lo mismo. Todos son (¡ejmm!) 'artistas' (perdón por el insulto). Y parece evidente que uno puede verse influido por quien comparte vocación.
Rodrigo: todo puede decirse, por supuesto. ¿Todo puede decirse con sentido? Godel, Tarski y Kripke me dicen que no. Así que Dios no habla con sentido.
Istu: ¡qué exagerada! (Muchas gracias. Exagerame que me gusta.)
Uy, perdón Istu: acabo de ver que no sos exagerado, sino exagerado. Precipiteme. Perdón, perdón.
NO acuerdo con eso de que un maestro tenga que ser de la misma disciplina que su alumno. Creo que influencias más profundas y productivas se han dado en ese cruce de géneros y estilos entre distintas artes.
Bastaría pensar en como todos los atributos que ud. reconoce en Bowie se juegan en su literatura.
¿Con quién no acuerda? Por mi parte, acuerdo con usted.
Cuánta gente postea en este blog?
Cada vez más, ev, cada vez más. (Tenemos el proyecto secreto de que el mundo blog entero desaparezca en este blog particular. Estamos cada vez más cerca.)
A mí lo que me pasa con Bowie es que (a diferencia de otros cantantes) no hay un estado de ánimo o momento especial para escucharlo. Puedo (quiero) escucharlo cuando estoy feliz, triste, angustiada, enojada; al levantarme, al irme a dormir, mientras me visto, mientras como. Me gusta poner Hunky Dory, tirarme en la cama con la luz apagada y ver el atardecer por la ventana de mi cuarto.
Y es que David Bowie me canta a mí.
me parece que el efecto Bowie es el de potenciar estados de ánimo (siempre que se ponga los discos adecuados, claro, y no olvidando que la música puede no tener que ver con estado de ánimo ninguno).
Y sí: Bowie le canta a usted.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal