Sábado
-Ya está: a mí no se me puede contar un secreto.
-¿Qué hiciste?
-Se lo conté a dos amigos por chat. ¿Podés creer que la mina lo descubrió?
-¡Nooo!
-Estaba a punto de leer en Almagro el año pasado. La mina me llama y me dice: ‘¡sos la peor basura que conocí en mi vida, hijo de puta!’
-Chan.
-Sí. Encima la rebardeaba. Contaba que era medio machona, medio hueca.
-Psst.
-No me encuentra la confesión de que cómo me cogí a otras minas. Me encuentra eso.
-Dificilísimo.
-Si me contás un secreto es para que yo lo cuente.
-No te castigues. La discreción no es no contar secretos. Es contárselos a gente suficientemente lejana al eventual afectado.
-Pasame el porro. ¿Vos como andás?
-Bien. Me la volví a coger.
-¿A quién?
-A la de siempre.
-¡Uh! No me vengas a llorar, ¿eh?
-Yo no dije nada.
-Estabas a punto de contarme cuánto la amás.
-La amo.
-¿Qué es eso? ¿Qué es ‘te amo’? ¿Cuáles son las condiciones de aplicación de ese concepto? No entiendo.
-No me vengas. Por más que haya situaciones oscuras, hay ocasiones en las que es claro si lo aplica o no.
-Cuando una mina te dice ‘te amo’, ¡qué difícil!
-Decile que la amás.
-¡Claro! Pero en realidad uno está pensando ‘¿me vas a chupar la pija?’.
-No, macho. No es así.
-Es así.
-A una chica yo le cuento cosas que no le cuento a mis amigos.
-A un amigo le contás cosas que no le contás a tu chica. Así es.
-También. Ocurren las dos cosas. Son como dos aspectos de la misma persona.
-Sí. Y el verdadero yo es el de los amigos.
-Que no.
-Sí. ¿Porro?
-Dale.
-El plan es ir a cenar con estas minas.
-¿Están buenas?
-No.
-¿Entonces?
-Nada. Por eso los llamé. Después está la fiesta de este salame.
-‘Yo no suelo recomendar fiestas’.
-¡Qué idiota! ¿Quién es?
-No sé.
-Es un idiota.
-‘Yo no suelo recomendar fiestas’. ¿De qué me está hablando? Yo veo una fiesta pasarme cerca y le hago un takle y me le tiro encima. No se me escapa.
-Y agradecés al cielo.
-De rodillas. Che, y a la cena no va…
-Sí.
-¿Sola?
-Con el novio.
-¿El novio?
-Sí. Otro imbécil.
-En qué sentido.
-En todos los sentidos.
Matías Pailos
-¿Qué hiciste?
-Se lo conté a dos amigos por chat. ¿Podés creer que la mina lo descubrió?
-¡Nooo!
-Estaba a punto de leer en Almagro el año pasado. La mina me llama y me dice: ‘¡sos la peor basura que conocí en mi vida, hijo de puta!’
-Chan.
-Sí. Encima la rebardeaba. Contaba que era medio machona, medio hueca.
-Psst.
-No me encuentra la confesión de que cómo me cogí a otras minas. Me encuentra eso.
-Dificilísimo.
-Si me contás un secreto es para que yo lo cuente.
-No te castigues. La discreción no es no contar secretos. Es contárselos a gente suficientemente lejana al eventual afectado.
-Pasame el porro. ¿Vos como andás?
-Bien. Me la volví a coger.
-¿A quién?
-A la de siempre.
-¡Uh! No me vengas a llorar, ¿eh?
-Yo no dije nada.
-Estabas a punto de contarme cuánto la amás.
-La amo.
-¿Qué es eso? ¿Qué es ‘te amo’? ¿Cuáles son las condiciones de aplicación de ese concepto? No entiendo.
-No me vengas. Por más que haya situaciones oscuras, hay ocasiones en las que es claro si lo aplica o no.
-Cuando una mina te dice ‘te amo’, ¡qué difícil!
-Decile que la amás.
-¡Claro! Pero en realidad uno está pensando ‘¿me vas a chupar la pija?’.
-No, macho. No es así.
-Es así.
-A una chica yo le cuento cosas que no le cuento a mis amigos.
-A un amigo le contás cosas que no le contás a tu chica. Así es.
-También. Ocurren las dos cosas. Son como dos aspectos de la misma persona.
-Sí. Y el verdadero yo es el de los amigos.
-Que no.
-Sí. ¿Porro?
-Dale.
-El plan es ir a cenar con estas minas.
-¿Están buenas?
-No.
-¿Entonces?
-Nada. Por eso los llamé. Después está la fiesta de este salame.
-‘Yo no suelo recomendar fiestas’.
-¡Qué idiota! ¿Quién es?
-No sé.
-Es un idiota.
-‘Yo no suelo recomendar fiestas’. ¿De qué me está hablando? Yo veo una fiesta pasarme cerca y le hago un takle y me le tiro encima. No se me escapa.
-Y agradecés al cielo.
-De rodillas. Che, y a la cena no va…
-Sí.
-¿Sola?
-Con el novio.
-¿El novio?
-Sí. Otro imbécil.
-En qué sentido.
-En todos los sentidos.
Matías Pailos
publicadas por El Mate Tuerto | 11:29 p.m.
8 Comentarios:
Es tristísimo que diga esta tontería, pero un cacho que me pierdo. ¿Son dos? Sí, creo que sí. Pero llega un momento en el cual ya no sé quién habla. Y después sí, para perderme al rato de nuevo. ¿Tengo que leerla más lento? Probablemente. Por lo demás, un Pailos auténtico. (Esto último, claro, pretende ser bueno.)
Me dio un poco de miedo hacerlo más claro, porque todo lo escrito fue dicho.
El valor de la entrada es más testimonial que literario. (Esto hace difícil catalogar al texto como mío. No obstante lo cuál me lo endilgué.)
Eran tres. (Okey: éramos tres.)
bueno, hay quien dice que un monólogo siempre implica dos. Ahora, tres, ya es una multiplicidad sicotizante.
salud
Qué bueno, ha vuelto. Y sin temor de que lo traten de endogámico, al parecer (debo confesar que no lo hacía testimonial, salvo pensándolo como un esquizofrénico, como sugiere su amigo aquí arriba; por otro lado, yo lo leí como si fueran dos sin perderme, ¿mostraría ésto un alto nivel de aceptación de esquizofrenia de mi parte?).
"'Yo no suelo recomendar fiestas'. ¿De qué me está hablando? Yo veo una fiesta pasarme cerca y le hago un takle y me le tiro encima. No se me escapa.", ahí hubo mérito de su pluma, confiese.
PD: En su casilla encontrará una nueva invitación para ver a Causa, espero verlo allí.
ER: no, no soy muy cuerdo. (A veces me pasa creer que, de modo complementario a lo que su comentario señala, hay diálogos que son puro monólogo.)
S: ahí estaré, haciendo pogo con PH.
Entiendo que la respuesta a su pregunta es sí.
Me niego a confesar.
quizás, lo que una mujer le dice a sus amigas y no a un hombre es lo que piensa de ese hombre. por lo demás, no creo que haga diferencia. más bien, lo que se le dice a uno no se le dice a otro (hombre o mujer). cada interlocutor activa un aspecto diferente de una.
Soy epistémicamente impermeable al universo femenino. También soy un mentiroso patológico. Las diferencias entre las respuestas femeninas y masculinas es un tema asaz interesante. Arriesgo, sin embargo, que su ejercicio es proclive a difundir la idea de que las diferencias son mayores que las semejanzas. (Esto, aún cuando se defienda la tesis de que no es así.)
Siempre confundente,
Yo
toda mujer es una isla (por evitar el sexismo lingüístico, o por proponerlo desde otro ángulo).
lo que digo es: yo no hablo de lo mismo con nadie. no existen dos personas con las que pueda tratar exactamente los mismos temas.
todo universo me excede.
un amigo una vez me dijo: me pasa con las mujeres lo que me pasa con las guitarras y las armas: me gustan, pero no sé qué hacer con ellas.
yo, de momento, con los hombres, sólo canciones de fogón.
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