El sentido de la aventura
Tuvieron lugar durante la misma noche. Los eventos de los que se habla son, desde el punto de vista del vértigo y la emoción, menores. Entiendo, claro, ‘emoción’ en un sentido específicamente no intelectual, solo para acomodarme al uso medio (y a su gusto, que ya se sabe desconfía de la viabilidad de tilinguerías del estilo de una ‘emoción intelectual’). Primero fue un reportaje a Pauls (otra vez Pauls), entrevisto tras los esfuerzos por levantar la pesa con la que me ejercito. Pauls no hablaba de ‘aventura’ sino de un concepto afín: el de ‘experiencia’. Decía de sí mismo que era como un científico loco en el que los fenómenos interesantes, los que valían la pena ser vividos (esos que habitualmente tildamos de ‘aventuras’ o, en espíritu sesentista, ‘experiencias’) no eran tanto los efímeros chispazos de intensidad sino los mínimas alteraciones de un evento extendido en el tiempo. Pauls, por ejemplo, no cree que convivir con una mujer sea aburrido, sino interesantísimo. Y toda una ‘experiencia’. Pauls, por caso, descree de lo destacable de un polvo pasajero frente a una relación de 10 o 15 años, las únicas a las que aparentemente se entrega. Horas más tarde, en lo hondo de la terraza en la que acontecía otra fiesta porteña, ML hablaba de encarar minitas, sopesando su posibilidad. En histérico encomio, ML remataba su exposición pública del siguiente y sardónico modo: “bueno, después de todo es ‘una aventura’, ¿no?”. ML, rimando con Pauls, restaba valor a los casos vulgares de ‘aventura’. En el mismo movimiento, me hacía sentir algo idiota. Comprendí que desde hace meses me descubro pensando en mi relación con chicas como el único tipo de aventura digno de ser vivido y narrado. Por suerte mi cuerpo no soy yo, y él piensa de otra manera. O yo no soy mi mente o solo mi mente y siento o hago o vivo de otra manera, y entonces al día siguiente, de vuelta al hogar (a mi hogar) me preguntó qué es una aventura, por qué es tan importante la aventura como objeto y concepto, por qué siento culpa al escamotearme una aventura y por qué siento la aceleración de mis partículas en inmediaciones de una aventura, y me doy a sus antecedentes literarios, que es uno solo: el cuento “Aventuras”, de Gombrowicz, la suma de todos las virtudes literarias. (También está “La aventura”, de Conrad y Madox Ford… pero no.) Entonces enumero notas de o relacionadas con la aventura: intensidad, diversidad, novedad, sorpresa, miedo y adrenalina, mucha adrenalina y poder y desconcierto, y la suma de toda intensidad, novedad y adrenalina. La valía de la aventura parece evidente: nos produce todo esto y nosotros, cual adictos, cual fanáticos o cual consumidores responsables, queremos repetir. Más, quiero un poco más. Dame fuego, dame dame fuego. Así que recuerdo que ver a Waters empepado es una aventura, meterme por donde no se debe en una fragata también es una aventura, ir a ver a los Redondos a Montevideo también es una aventura, y son todas aventuras menores. Las mayores probablemente me excedan. Nunca escalaré el Aconcagua, nunca viajaré al espacio, nunca seré presidente. (Pero todavía quiero tirarme de un puente con los pies atados a una soga y rebotar por ahí, todavía quiero probar algunas drogas, todavía quiero codearme con Rey Rosa y perder contra él la justa de resistencia alcohólica.) Le compro a Pauls sus experiencias a largo plazo sin renunciar a mis aventuras de cabotaje.
Supongo que nada será igual que en los días de infancia en dónde la libido no se hallaba concentrada en el sexo y sí dispersa en lo que el momento ofreciera. En algún momento de mis 6 años el 12 “E” pasó a deshabitarse luego de una pelea conyugal que puso fin a dos semanas de matrimonio y entonces, luego de mucho cavilar decidí que en efecto: quería, podía y debía pasar de mi departamento habitado del piso 12 hacia el departamento deshabitado de al lado. Así que trepé el arresto de medianera y en el intento miré hacia abajo, hacia donde años atrás se había despeñado mi tortuga y con algo de vértigo seguí adelante. Bajé y su balcón estaba ayuno de plantas. Levanté con cierto esfuerzo la persiana y me recibió una oscuridad sonando en habitaciones desiertas. Recorrí la nada que poblaba cada ambiente y la principal motivación era la posibilidad de que el dueño decidiera volver a ver qué onda pero, ¿por qué iba a volver? Pasaba cada día más tiempo ahí dentro e instaba a todos mis amigos a visitarlo. Quizás volvía esperando que algo pasara.
A los meses el departamento volvió a habitarse.
No volví a pasar.
El comentario de ML todavía me da vueltas. Sigo sin saber cómo interpretarlo. ¿Está de acuerdo con Pauls? ¿Quería decir que hay algo más que aventuras, o más que la aventura de chamuyarse una minita? ¿Quería decir que no hay más que aventuras, y que es patético y que qué se le va a hacer hay que conformarse con eso? El comentario de ML sigue rondándome. Su sentido, cual oasis, siempre escapa. Idiota empecinado, sigo corriendo tras él, internándome en el desierto.
Quizás tenga que aprender a no ver una revelación detrás de cada chiste.
Matías Pailos
Supongo que nada será igual que en los días de infancia en dónde la libido no se hallaba concentrada en el sexo y sí dispersa en lo que el momento ofreciera. En algún momento de mis 6 años el 12 “E” pasó a deshabitarse luego de una pelea conyugal que puso fin a dos semanas de matrimonio y entonces, luego de mucho cavilar decidí que en efecto: quería, podía y debía pasar de mi departamento habitado del piso 12 hacia el departamento deshabitado de al lado. Así que trepé el arresto de medianera y en el intento miré hacia abajo, hacia donde años atrás se había despeñado mi tortuga y con algo de vértigo seguí adelante. Bajé y su balcón estaba ayuno de plantas. Levanté con cierto esfuerzo la persiana y me recibió una oscuridad sonando en habitaciones desiertas. Recorrí la nada que poblaba cada ambiente y la principal motivación era la posibilidad de que el dueño decidiera volver a ver qué onda pero, ¿por qué iba a volver? Pasaba cada día más tiempo ahí dentro e instaba a todos mis amigos a visitarlo. Quizás volvía esperando que algo pasara.
A los meses el departamento volvió a habitarse.
No volví a pasar.
El comentario de ML todavía me da vueltas. Sigo sin saber cómo interpretarlo. ¿Está de acuerdo con Pauls? ¿Quería decir que hay algo más que aventuras, o más que la aventura de chamuyarse una minita? ¿Quería decir que no hay más que aventuras, y que es patético y que qué se le va a hacer hay que conformarse con eso? El comentario de ML sigue rondándome. Su sentido, cual oasis, siempre escapa. Idiota empecinado, sigo corriendo tras él, internándome en el desierto.
Quizás tenga que aprender a no ver una revelación detrás de cada chiste.
Matías Pailos
8 Comentarios:
qué loco que asociemos la idea de aventura a la de extraordinario, cuando la mayoría de las aventuras que uno tiene, sobretodo las de levante, tengan que ver más con la repetición (de uno mismo, de la situación, del otro) que con lo fuera de lo común.
siempre me parece un poco cobarde cuando un/a recién separado/a dice cosas como: "la convivencia es una mierda", "la convivencia mata la pareja", o bien "la convivencia te saca las ganas de coger".
yo digo "falta de imaginación" en todo caso.
o de aventuras; en pareja, bajo el mismo techo y con la misma persona.
¿Es la entrevista en la que Pauls habla de los encuentros y desencuentros?. Me gustó mucho. Y cuando habla de sus 15 años enamorado de su mujer dije: ahhhh!! (suspiro). Entrevista que me gustaría volver a escuchar. Contó una escena de una película y lo hizo tan bien que necesito encontrarla. Me fui por las ramas. Y nada de lo que digo tiene que ver con su post... Disculpe.
Saludos
Recuerdo (y es raro, pues no estaba en condiciones de almacenar nada en mi memoria) el exacto momento en el cual dije eso. Vos te mostrabas del cráneo y querías irte. Yo dije que una decepción no podía ser suficiente para que te fueras. Dije también que había mucha gente para seguir con la búsqueda. Y luego la frase que citás. ¿Qué quise decir? Nada que justifique tus dudas, claro. Nada, tampoco, que pueda estar a la altura de tu post.
ML, es usted un zalamero. El post no es tan bueno; solo quería plasmar algunas reflexiones en torno a la omnipresente idea de 'aventura'. Eso no fue lo más inteligente que dijiste esa noche, como el siguiente post aclarará.
alma: sí. La película era oriental, probablemente china, probablemente de Tsai Ming Liang (o algo así). La escena era la siguente: un chico se escabulle (o 'escabuye'; tengo dudas) dentro del departamente en donde una vendedora inmobiliaria coge regularmente con su amante. Caen en el departamento y el chico se esconde bajo la cama y escucha y siente el sexo compartido. Dice Pauls que esa es la escena de mayor intimidad de la historia del cine, y la intimidad de la que habla es la del chico con la pareja. De mayor soledad también: la pareja desconoce no solo la presencia, sino incluso la misma existencia del chico.
SYP: acuerdo. Parece ser verdad que después de un tiempo de convivencia la frecuencia sexual mengua. Pero no solo de sexo está hecha la vida. Tampoco el amor.
Acuerdo: que haya un nombre para ese tipo de eventos ('el levante') ya es un indicio de cierto patrón establecido, que resta algo a la idea de aventura.
Esa es la peli. Esa es la escena.
Quiero verla!
Mi narcisismo me obliga a pedir el pronto advenimiento del próximo post.
Estimado Pailos: excelentes posts, éste y el anterior, en serio. Dicho esto, supongo que ha visto "LA DECADENCIA DEL IMPERIO AMERICANO" de Denys Arcand...no sé, por momentos me siento tan identificado, y al mismo tiempo siento tan patéticas/decadentes las aventuras que busco generar, sean estas de levante, de sexo, de arrojarse en paracaidas, de correr en el autódromo...son momentos involvidables quizás, pero les falta un sentido general, una dirección, en realidad no les puedo imprimir un sentido, no las vivo en pos de una idea, de derrocar un régimen o de luchar una guerra...
Dudo de que esto tenga algo que ver con su post, pero bueno, quería decirlo de todos modos (y me gustaría aplicar un comentario similar a su post anterior...)
Sospecho que lo conveniente es que las aventuras corran en paralelo al sentido general, al gran proyecto. Si coinciden, buenísimo. Si no, también.
"La decadencia del imperio americano" es una película que me persigue, y se niega a alcanzarme. Intentaré que ella y su secuela me lleven por delante.
Gracias totales.
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