El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

Mi foto
Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

20 junio, 2007

Hemingway entre toros y medianoche

Es probable que quien comience a leer Muerte en la tarde se sienta inmediatamente frustrado, por no decir lisa y llanamente estafado. Bastará para esto cotejar la potencia del título con la insipidez de las primeras páginas, en las que el viejo Ernest trata de justificar la aún incomprensible (para el lector neófito) matanza de caballos que acarrea la corrida de toros y se pone a filosofar acerca de difusas cuestiones morales para justificar el espectáculo. Si el comienzo es flojo lo que sigue es aún peor: el texto se acerca peligrosamente a una “guía del viajero” con consejos acerca de los mejores lugares para ver corridas en determinadas épocas del año, la forma más apropiada de viajar de un sitio a otro, donde comer, donde alojarse, etc, etc, todos datos a la postre inútiles en un libro con más de medio siglo de antigüedad. Estos consejos se alternan con una prosa didáctica que intenta dar cuenta (pero no mucho) del tema que supuestamente invoca el libro: las corridas de toros y sus circunstancias, aunque el autor muchas veces cae en divagaciones inútiles y aprovecha para hacer proselitismo de su escuela literaria (que si fuera tan buena, al fin y al cabo, se bastaría a sí misma sin nadie que la defienda explícitamente). Tal es así que recién en el capítulo VII Hemingway se permite decir: “llegados a este punto, es necesario que vean ustedes una corrida de toros”, con lo cual deja en claro que nada de lo que siga a esa advertencia tendrá sentido para aquel que jamás ha presenciado una de ellas. Pero esto es falso, como todo lo que el lector ha leído y pensado hasta ese momento; tras ese letrero que lo exculpa de todo mal, Ernest se larga a narrar las corridas más sangrientas y apasionantes de la historia de la literatura y de ahí en más se sucede un desfile de hombres arrojados, valientes, audaces, dispuestos a enfrentar un animal furioso y salvaje de quinientos kilos con la sola ayuda de una capa roja y una espada de acero. El enorme Joselito, el enfermizo Juan Belmonte, el cobarde “Niño de la Palma” el falso “Gitanillo” el malogrado Manuel Granero, el valiente y generoso “Maera” y tantos otros cuyos destinos a la postre fueron tan gloriosos y trágicos como los mismos toros de lidia porque al fin y al cabo, como declara Hemingway: “la corrida no es un deporte, es más bien una tragedia: la muerte del toro, representada mejor o peor por el toro y el hombre que participan de ella”.
Es entonces, a mitad del libro, cuando descubrimos en aquellas líneas insulsas que no parecían llevar a ningún lado una preparación para lo que vendría. Recién allí comprendemos: esos detalles técnicos que parecían yeites de aficionado eran las claves para interpretar la tragedia que se incuba en lo que, hasta entonces, sólo era un primitivo espectáculo protagonizado por hombres con ridículos vestidos de luces que en la prosa de Hemingway alcanzarán la estatura de héroes homéricos. Sucede que el viejo Ernest ha obrado con nosotros exactamente como un torero lo hace con la bestia que le toca enfrentar: nos ha cansado, nos ha hecho reaccionar a falsos estímulos, nos ha engañado con una capa de colores, nos ha provocado y nos ha llevado a donde él quería llevarnos mientras nosotros pensábamos que hacia allí queríamos ir. Y tras varias y diestras verónicas, cuando ha demostrado que nos tenía a su merced, nos ha hecho bajar el testuz y nos ha clavado su espada en lo alto de morro, en el exacto ángulo que forman nuestros omóplatos.

Zedi Cioso

Etiquetas: ,

11 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Y yo que ya estaba dispuesto a comprar un ejemplar solo para quemarlo en acto público para solaz y educación de los testigos... Una pena: otro libro más que quiero leer.
Gran final.

20/6/07 11:45  
Anonymous Anónimo dijo...

Puede leerlo cuando quiera porque ya tiene quien se lo preste.

21/6/07 00:03  
Blogger Hipotermia dijo...

Uy, se lo regalé a mi papá para año nuevo. Me comentó algo que no entendí, como que era pesado. Pero porqué lo seguía leyendo? Ahora entiendo. Le voy a contar tu hipótesis. Yo por mi parte no lo leo ni loca hasta los cincuenta por lo menos -si llego-. Hay prioridades en la vida. Y si es por caretear, ya tengo tu argumento. Gracias.

21/6/07 00:47  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola Hipo, puede que su padre no haya superado la pantanosa primera parte del libro, ojalá que mi hipótesis le sea d utilidad. En cuanto a ud. espero que pueda superar los altos niveles de misoginia hemingwaianos (a veces Ernest parece más preocupado en presentarse como super-macho que como escritor). Hay, sin embargo, en sus toreros, una gracia y una tristeza infinitas.

21/6/07 09:58  
Blogger verborrea dijo...

Hemingway
gran tema zc.
triste al principio, pensando, un gran escritor, un mal libro.
y ahora lo quiero.
ahora lo necesito.
ahora...
ahora leo
saludos

21/6/07 12:04  
Blogger Caborca Lynch dijo...

hola zc. un gran escritor sin duda. una técnica muy interesante. lo hace muchas veces... parece que te aburre y de pronto ZAS! llevo un rato sin leer nada suyo, pero por ahi me compré dos. me entusiasmó tu texto. saludos

21/6/07 12:20  
Anonymous Anónimo dijo...

Muchas Gracias verborrea y marietta por sus comentarios, ¿qué decir? le pediré al polvo de los huesos del viejo Ernest que me indiquen por donde seguir o lo acometeré como un toro de lidia, ciego y furioso.

22/6/07 10:05  
Blogger Bola Ocho dijo...

Precioso el post. Nunca lo había pensado de esa manera, ZC. Tal vez porque siempre me han gustado los toros y porque me gustan más desde que aprendí a verlos más atentamente con Ernest. Leo y releo "Muerte en la tarde" desde que tengo quince años como si fuera el diccionario. Para saber más de la muerte y para disfrutar de las enumeraciones borgianas de aquello que él vió en Velázquez, en El Greco y en Goya. "Sólo se puede juzgar a un pintor por la manera que tiene de pintar las cosas en que cree, las que le importan y las que odia". Creo que vale para todo artista.

23/6/07 03:07  
Anonymous Anónimo dijo...

Coincido con ud. bola 8, sólo que nunca he tenido la oportunidad de ver una corrida, claro que después de este libro daría mi reino por presenciar una. Muchas gracias por su comentario.
Saludos

24/6/07 20:48  
Blogger Bola Ocho dijo...

Yo tuve la suerte de presenciar unas pocas y le aseguro que es tal como dice el entusiasta Hemingway, "algo que una vez presenciado, dificilmente pueda olvidarse."
Es la experiencia viva de la muerte frente a los propios ojos; un ritual en el cual una belleza profusa en emociones extrañas y misteriosas, antecede a la honda tristeza del sacrificio.

25/6/07 02:22  
Anonymous Anónimo dijo...

Tarde pero seguro, le agradezco bola 8 por su hermosa descripción de la fiesta brava. Nos vemos en la plaza de Madrid.

1/7/07 21:12  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal