El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

26 octubre, 2009

Polleri

Salgo del psicólogo con ganas de comerme al mundo.
No, mentira.
Salgo parado en un punto medio entre la felicidad y el relajo. En ese estado, solo se pueden tomar buenas decisiones. Todas tienen como común denominador, reproducir la situación: más relajo, más felicidad. Así uno termina entrando en “La boutique del libro”, sucursal San Isidro, y después de terminar de entrar, empieza a revolver. Como ya no me cuezo al primer hervor, busco nuevas sensaciones. Como todavía no logré llamar la atención, busco hacerlo de un modo sencillo: llegar antes que nadie a ese lugar donde solo llegó el editor. Hacer eso que se conoce como “descubrir un autor nuevo”.
“Nuevo”, dicen mis colegas los filósofos del lenguaje, es un término contexto-sensitivo. Lo que es nuevo para A (o su grupo de amigotes) no es nuevo para B (y su banda de malandrines). Pero esa editorial de cuestionable etiqueta –la señorita “HUM” y su caterva de reminicensias personales a la revista “Humi” (versión de “Humor” para quienes todavía no calzábamos pantalones largos en los ochenta), a una onomatopeya cartesiana y/o segregacionista (“hhmmm…”) y al único filósofo feliz (sumen una “e”)- y ese título que te hace preguntar si ese tipo te está cargando o es un boludo atómico: “Gran Ensayo Sobre Baudelaire”. Como siempre cabe la posibilidad de que te esté cargando…
Para muestra, nada mejor que el primer botón. Así que acometí la lectura del primer párrafo del primer capitulo del primer libro de Polleri que veía en mi vida.
Epa.
Pero no voy a dejarme engatusar por (¿qué sería?) cuarenta líneas notables. La cosa es si puede mantener este nivel cuarenta líneas más allá de las cuarenta líneas siguientes –no importa de qué línea se trate. Así que acometí la lectura de la segunda, tercera y (cuando me quise acordar) décima hoja.
Tiré la plata y salí corriendo a la estación. Cuando bajé ya había terminado la mitad del libro. Esa noche di cuenta de lo que quedaba.
Al tiempo me compré lo otro de Polleri (de nombre, Felipe) que se consigue de este lado del Río de la Plata: “La inocencia”. Con esos dos libros en el morro, les puedo decir lo siguiente:
Con Polleri se tiene la sensación de que es un autor como ningún otro, al tiempo que se lo encuentra parecido a muchos de los mejores. La literatura de Polleri puede ser vista, así, como una caja de resonancia. O como una rama de un árbol genealógico en el que Gombrowicz aparece por todas partes.
Porque en Polleri, como en Gombrowicz, hay una prosa crispada que vuelve constantemente sobre sí, que avanza impulsada por el desdén y la fascinación aristocráticas en un despliegue dialéctico de conceptos que nunca –pero nunca- renuncia a la agilidad. El tono crispado. El yo contra el mundo. Pero el tema de Polleri no es la inmadurez o la forma –los temas de Polleri no son los de Gombrowicz. Polleri, como Bruno Schultz, está atado a la humillación y la ofensa. A la caída rabiosa e inactiva, pero siempre perfecta. Para ahondarla, para hacerla absoluta, Polleri abandona los límites del verosímil y se interna rápidamente en un mundo onírico, cuya frecuentación lo emparienta con buena parte de la mejor literatura uruguaya, y recito: Levrero, Copi, Felisberto. Esa parte vernácula de una tradición que tiene como uno de sus mojones principales a Kafka. Es esa predilección por lo perfecto y absoluto que le hace concebir obras articuladas en tres partes. La primera plantea la situación. La segunda la niega y sale al mundo. La tercera niega la negación y vuelve al estado inicial. Ese del que –susurra- nunca salió. Ese del que no se puede escapar.
Polleri mete en ochenta páginas varios libros. Como los estructura en forma de cajas chinas, logra que todos sean uno. En el “Gran Ensayo…”, la segunda parte funciona como prólogo de la tercera; la primera, como glosa del resto. Esta parte, además, refiere a los modos de producción del libro, con lo cuál filtra una nueva ilusión: el libro agota lo que puede decirse de él. Esto justifica pensar que no hay ironía en el título –“Gran Ensayo Sobre Baudelaire”-, lo que la brevedad del libro niega. La –relativamente extensa- parte final es un largo monólogo que va y viene en especulaciones acerca de los últimos días de Baudelaire en Bélgica, su ciclo final de conferencias y varios tópicos alrededor de estos asuntos, que dejan claro que Baudelaire, antes que nada, es una excusa. En “La Inocencia”, la segunda parte está ocupada por un monólogo del muñeco del protagonista –ventrílocuo declarado-, negativo y contraparte –una historia personal alternativa- temida del mismo.
Como los primeros relatos de Lamborghini, los libros de Poleri dan la impresión de ser un gran poema reconfigurado. Pero los textos son claramente narrativo: pasan cosas, y en cantidad. La trama es impulsada por resortes dialécticos y conceptuales. Entra rápidamente en contextos fantásticos, y ya no abandona el terreno. El vínculo con Kafka, acá, cae de maduro. Más evidente aún es la ligazón con el primer Levrero. Porque más que fantástico, el relato es una pesadilla de la que no es claro que el narrador quiera despertar.
Más allá de los antecedentes, Polleri da la impresión de cosa nueva. Y algunos recursos distintivos –el pasaje del uso al abuso de las comas, la interpolación cada vez más arbitrario de “etcéteras”- no alcanzan para explicarla.
No sé qué impresión se llevan de Polleri por lo que escribí arriba. No tengo para ofrecerles sus libros –porque Mamá me enseñó a no prestar libros a desconocidos. Sí les puedo ofrecer, como broche, el mejor de los argumentos: Polleri mismo en palabras.

“Mamá necesitaba creer que todo el mundo era ‘bueno’, incluidos los chiquilines que me cagaban a patadas todos los días frente a sus narices, y de los que yo no me defendía porque si todo el mundo era ‘bueno’ los chiquilines que me cagaban a patadas todos los días eran buenos, perfectamente buenos como mamá, aunque me cagaran a patadas todos los días, todos eran buenos, desde los propietarios del edificio hasta los chiquilines del parque que me cagaban a patadas todos los días, y de los que no me defendía porque yo también era bueno y los niños buenos no cagan a patadas a otros chiquilines buenos, por decreto materno, que es el mejor y el más indiscutible de los decretos, por más que me cagara a patadas todos los días, me insultaran y me humillaran, etc., etc., yo le creía a mamá (hasta que llegó el glorioso día en que no le creí, en que temblando de alegría, feliz por primera vez y para siempre, descubrí mi ferocidad innata y golpe a golpe, como diría Serrat, patada a patada, fui mandando al hospital, aunque naturalmente hubiera preferido matarlo, a uno de los hijos de puta que me cagaban a patadas todos los días, es decir, antes de que Disneylandia, la Disneylandia de mamá, fuera tomada a sangre y fuego por un servidor).” (Polleri, Felipe, “La Inocencia”, Ed. Hum, Montevideo, 2008, p. 23)


Matías Pailos

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11 Comentarios:

Anonymous Ariel Idez dijo...

Gran Hallazgo, esperemos que Polleri se siga editando y difundiendo en este margen del Plata.
Abrazo

27/10/09 11:00  
Anonymous MP dijo...

Definitivamente. Acá, en nota de Mauro Libertella, Ercole Lissardi nos lo recomienda: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/06/27/_-01947072.htm

27/10/09 13:56  
Anonymous cristian dijo...

che una pregunta ingenua desde canada. Alguien tiene alguna objecion en contra del plan de $180 para los chicos de la presidenta?

30/10/09 17:38  
Blogger julieta eme dijo...

cristian: redirigite al blog de gargarella. ahí se armó el debate.

besos.

30/10/09 20:16  
Anonymous MP dijo...

Es curioso, Cristian, que en vez de preguntar qué nos parece, te preocupen las objeciones que podamos tener. En general, me parece bien. (De paso, esta medida brinda un nuevo aval a la estatización de las afjp, que es de donde, en lo inmediato, sale la financiación.) Hay algunos detalles para corregir (que las empleadas domésticas en blanco queden afuera, por ejemplo), pero tampoco voy a dejar que el árbol me tape el bosque.

1/11/09 12:38  
Anonymous AI dijo...

Yo no tengo ninguna objeción y sí muchos elogios. Que malo y diabólico este gobierno, que le da plata a los pobres para ganar votos en vez de chuparle las bolas a los grandes grupos de poder, La Patria Financiera, UIA, SRA, Clarín, etc.
Y la derecha, con perdón de las damas, que la siga chupando.

2/11/09 10:27  
Anonymous MP dijo...

estás inspirado, guacho...

2/11/09 11:55  
Anonymous cristian dijo...

ah ok queria saber nomas, obvio que es mejor que nada pero estoy en contra por muchas razones, entre ellas que no es universal y que el dinero no sale de los mas ricos, nada original.

ya sacamos pasaje, llego el 17 a argentina dios mediante y al que no le guste con perdon de las damas que me la chupe

3/11/09 07:01  
Anonymous MP dijo...

por ahí quisiste decir que estás a favor, pero que preferirías que la plata saliera de nuevos impuestos de un sistema recaudatoria progresista (de facilísima implementación, como prueba la 125).
Lo de que no es universal no lo entiendo. ¿Querés que lo cobren los pobres padres de Palermo Chico?
Te esperamos con los brazos abiertos y los bolsillos repletos de chicanas.

3/11/09 09:56  
Anonymous cristian dijo...

si a las dos cosas, prefiero que salga de un impuesto progresivo, cosa que no existe en la Argentina aunque hay margen para implementarlos desde hace mucho tiempo, y prefiero que lo cobren los hijos de los ricos de Palermo, porque tambien son Argentinos. La seguimos en la parrillita que esta cerca de lo de Ariel, abrazos

3/11/09 22:40  
Anonymous Anónimo dijo...

Me encanta Pailós.

6/11/09 21:58  

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