bahía dos
Un comentario menor: el brasilero es el rey indiscutido del lugar común.
Adora la repetición, la costumbre, tiene una base falsa surgida de la exageración en todo.
Es campeón en la trampa, y ostenta sin saberlo una disociación interesante entre lengua y acto. Cuando el más tramposo o digamos maluco, considera que algo está muy bien, dice que es "legal".
Mi pobre experiencia me obliga a una reflexión bien chata, brasilera: me encanta brasil, detesto a los brasileros.
ER
Adora la repetición, la costumbre, tiene una base falsa surgida de la exageración en todo.
Es campeón en la trampa, y ostenta sin saberlo una disociación interesante entre lengua y acto. Cuando el más tramposo o digamos maluco, considera que algo está muy bien, dice que es "legal".
Mi pobre experiencia me obliga a una reflexión bien chata, brasilera: me encanta brasil, detesto a los brasileros.
ER
2 Comentarios:
los defectos brasileños no parecen diferir sustancialmente de los defectos argentinos. Parece, eso sí, haber algo en ellos que no en nosotros, o al revés. Ellos parecen creerse más el verso que cuentan. ¿Es así?
por lo poco que sé, parecería que no cuentan con ese minuto vital de lucidez, que en el argentino tal vez es hallable, donde la careta se cae.
Acá, parecería que siempre siempre, el show debe continuar, a cualquier costo.
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