El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

12 mayo, 2008

Aira, andá a tu Casas

Como diría Borges, la historia de la literatura (tal como la Universal –y también, por qué no, de la infamia-) es pudorosa y sus hitos suelen pasar desapercibidos ante nuestras narices. Por ejemplo ¿Cuándo se convirtió César Aira en el principal escritor argentino vivo? “El día en que se murió Saer”, sopla por acá un malicioso. Sinceramente creo que fue mucho antes aunque el deceso del santafecino le permite a César reinar a sus anchas en esa extraña categoría (¿Quién la habrá acuñado? ¿Cuándo? ¿Por qué esta obsesión bios en una disciplina que justamente tiene como uno de sus máximos logros la gloria post morten?) del escritor must entre los que todavía comen, duermen y cagan. ¿Pero será tan cómodo ese reinado? ¿O acaso el poder absolutista que ostenta lo convierte en blanco fácil de las nuevas generaciones?

En el recomendable Ensayos Bonsai Fabián Casas rescata un artículo del joven César publicado en el semanario El Porteño en el que Aira se despacha contra Jotajota Saer, por entonces muy fogoneado por la publicación Punto de vista, que también pudo haberse llamado Punto de lobbista si atendemos a sus operaciones con el mencionado Saer o Piglia en los 80. En ese artículo Aira ejercita el “elogio borgiano”, (otro de los restos diurnos que el bardo ciego dejó en el campo literario nacional) en el que la mano amiga del ditirambo esconde a sus espaldas el taimado puñal del anatema. Decía Aira allí: “Saer tiene la particularidad de que cada novela que saca es mejor que la anterior” —pero poco después añadía— “El modelo de Saer es el ejercicio de taller literario, basado en una consigna lo bastante inteligente como para que dé una buena novela, y ejecutado con la mejor destreza posible”. ¿Qué le pasaba a Aira? Los mejores escritores suelen ser también los mejores lectores y César ya había comprendido con quien habría de disputarse la pelea de fondo por el cinturón de los pesos pesados en los años venideros e iba preparando el terreno para alzarse con la victoria.

Y hete aquí que el domingo último sale publicado en el suplemento cultural del diario Perfil un texto del mismo Casas bajo el título “Una visita al pediatra” en el que el poeta y narrador traza una lectura de la última novela de César Aira: Las aventuras de barbaverde y resulta que Casas replica, 25 años después, la misma operación. El artículo es un típico exponente de la prosa del autor de Los Lemmings: apropiación de coloquialismos (“¿Se zarpó Cesar Aira?” Se pregunta ni bien comienza), referencias futboleras (“un gol que escuchamos gritar en una cancha alejada”), un pacto de lectura cómplice con el lector (dificilísimo de ver en textos de esta índole, tan propensos al discurso pedagógico), la construcción de una cierta ingenuidad (“Pedro Mairal me dijo”, “Zelarayán me recomendó”) matizadas por alguna cita a un autor prestigioso (en este caso Schopenhauer) para conservar cierta autoridad. Con estas armas —las suyas— Casas se mide con Aira. De entrada, el autor de la nota arremete con una dicotomía que es tan afín a CA como la de civilización o barbarie a la Republica Argentina: ¿Genio o estúpido? Como siempre en las dicotomías lo importante no es tanto tomar posición por uno de los extremos sino ver lo que se juega en el llevar y traer de un lado al otro. A partir de allí, se suceden los cross de izquierda que trataré de resumir: 1)Por los temas que trata (Aira) a veces parece un juventón gombrowizciano con problemas mentales, 2) en Aira sólo importa la literatura, la vida está hecha a un margen, 3) las primeras novelas de Aira (Ema la cautiva, Los Fantasmas, La luz argentina, La prueba y El bautismo) son extraordinarias y muy superiores a todo lo que vendría después, 4) Aira preparó el terreno crítico en el que le gustaría ser leído, 5) de las novelas de Aira a veces sólo queda una frase o una imagen y lo más valioso de Aira son algunos momentos en los que reluce su prosa poética.

En el primer punto me parece que el artista marcial Casas aprovecha un lance del rival para utilizarlo en su contra, porque en una célebre entrevista Aira declaró que “Un escritor que me fascina como modelo es Gombrowicz. Pero entre las ilusiones que caen hay algunas que merecen caer y una de ellas es la de querer escribir como éste o aquel. Siempre sale uno”. Pues bien, acá Casas le señala esta influencia para decirle “te sale un Gombrowicz, pero medio mogólico”. En cuanto al segundo punto yo no estaría tan seguro de que Aira reniegue de la vida puesto que a lo largo de su obra ha echado mano de su biografía y de la más actual agenda política y social (de ahí que Casas no debería sorprenderse si la realidad, con humo, cenizas y series ilimitadas de Fernández en el poder, como el mismo comenta, se “airifica”). Me parece que Aira no le da la espalda a la vida sino que la somete al extrañamiento propio del arte, la vida pasada por Aira se convierte en literatura, pero no estoy tan seguro de que a partir de eso se pueda plantear una dicotomía vida-literatura en la obra de César. Sobre el tercer punto poco cabría agregar, lleva a la conclusión de que Aira echó el resto en sus primeros años y que poco ha agregado a esas “cimas” la obra que le sobrevino. Tal vez cabe acotar que esta forma de leer a Aira desobedece explícitamente el propósito explicitado en el punto 4: Aira ha abonado el terreno de la crítica para cosechar las lecturas que más lo favorecen y justamente dentro de este programa Aireano se desaconseja leerlo según las categorías canónicas de “lo mejor y lo peor” y, a partir de allí, imponerle una jerarquía a su obra equivale a violentarla según sus propios parámetros. En ese tramo del artículo Casas también aprovecha para pasarle factura a Osvaldo Lamborghini, contra el que suele tirarse cada vez que puede, en pos de subir las cotizaciones de su hermano, Leónidas (aunque suene increíble, podríamos estar a las puertas de una escisión en la literatura argentina en la que las tradiciones en disputa asuman como padres fundadores la obra de dos hermanos, sería la primera vez que una familia funda dos corrientes literarias opuestas). En el último punto, las novelas de Aira se tornan “olvidables” lo que se aproxima peligrosamente a “pasatistas” y poco queda de la apuesta aireana por la imaginación y la pulsión narrativa por contar una historia (en una literatura como la argentina que muchas veces se aproxima peligrosamente al autismo y la autocontemplación). Acá también, y de paso cambiasso, Casas le pasa factura a la congregación de escritores aireanos; y se sabe: una de las señales inequívocas del peso que adquiere un escritor en una literatura es el surgimiento de autores que escriben como él.

En suma, de la visión de Casas se desprende que Aira en sus buenos momentos es un Gombrowicz con tara mental, que se trata de un escritor abocado al “arte por el arte” que reniega de la vida, que de su obra lo mejor son sus primeras novelas y que el resto es en su mayor parte olvidable salvo por algunos momentos en los que fulgura su prosa poética.

Esto no sorprende a los que ya leímos Ensayos Bonsái, que en su primer artículo “Tarde en la noche, viendo a Cortázar” proclama: “Che, Aira nos cagó, la literatura argentina cayó en la trampa de Aira, ¡es un agente de la CIA! Los escritores serios son mirados de soslayo: ¡reina el viva la pepa! Aira le hizo mucho mal a la literatura. La partió en dos, antes y después de él. De Operación Masacre a Operación Ja já.”

Dice Casas: “Como todos los grandes escritores, Aira preparó el terreno crítico en el que le gustaría ser leído”. Esto no tiene nada de malo y Casas lo sabe porque él mismo lo practica en este artículo, de sus conclusiones se desprende que cuando nos cansemos de Aira clamaremos por una obra menos jugada a la imaginación y más apegada a la vida (“Yo carezco de imaginación, por eso escribo sobre mi vida y lo que me pasa”, dijo Casas en un reportaje), con una prosa afín a las epifanías poéticas (Casas es poeta) y, dado que sus mejores obras datan de casi 30 años atrás, ese día no está muy lejano y cuando ese día llegué ahí estará Fabián primero en la fila.

Me parece buenísimo que en la siesta provinciana de los suplementos culturales alguien salga con los tapones de punta a agitar las mansas aguas del campo literario. Para saber si se cumplirá el vaticinio y esté habrá sido un mohín de la pudorosa historia de la literatura habrá que dejar pasar el tiempo y ver si Casas sostiene, con el cuero de la obra, todo lo que promete con el pico de la pluma.

Ariel Idez

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18 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Cualquier artículo del tenor de los de Aira, Casas o Idez obran a favor de la legitimación del debate planteado, del autor discutido y del autor del propio artículo. Adrede o por casulidad. Sea o no el autor conciente de esto. El grado de realización de esos ítems estará determinado por la llegada y repercusión del artículo: mucha, poca o nada.

Es verdad: si de mérito literario se trata, entre la literatura o la vida hay que elegir la literatura. No importa cómo entendamos la referencia y connotaciones de la expresión "la vida". En sus peores momentos, por "la vida" Casas se refiere a lo cotidiano, a la realidad política y social, al precio del pan y la marca de cigarrillos que fumo. Pero en sus mejores momentos Casas se refiere a otra cosa.

Las paráfrasis de esa otra cosa son, por lo general, fallidas. Más que nombrarla, conviene describirla; más que describirla, connotarla. Y del modo más velado que se pueda.

Creo que los mejores escritores son los que cambian la vida de los lectores. Se me responderá: eso deja de pasar después de la adolescencia. El debate deja de ser interesante en este momento, porque no puedo más que negar la anterior réplica. Pasa. Pasa durante la adolescencia, pero también antes y después. Una forma caritativa de leer las opiniones de Casas es: los últimos libros de Aira no le cambian la vida a nadie. Y con ese ideario encima, difícil que lo hagan los que vienen.

12/5/08 16:05  
Anonymous Anónimo dijo...

El debate vida-literatura, da para largo, por otra parte vos te jugás por la literatura, pero por una que te cambia la vida (con lo que la serpiente se muerde la cola).
Por otra parte creo que lo que se está disputando en el artículo de Casas es cómo se lee y cómo se escribe de acá en más, y no tanto si la literatura le cambia o no la vida a los lectores.

13/5/08 00:23  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola Ariel. ¡Tanto tiempo!

Soy alguien de la mayoría silenciosa que te lee con muchísima atención. Me gustó lo que escribiste. Cumple con el requisito clave de la buena crítica. Es iluminador. Había leído el texto de Casas, pero después de lo que vos pusiste le encontré un nuevo sentido.

¡Bravo!

Por otra parte, me parece que la dicotomia vida/literatura es falsa. No hay tal pelea porque quién te dice qué es literatura y qué es vida.

Creo que la verdadera pelea, la papa del asunto está entre la literatura cuyo centro es el lenguaje (por ejemplo, Saer contando durante cinco páginas sobre cómo pelar un salamín o cómo se hace un asado.) O una literatura cuyo nervio es la experiencia de vida (no importa que la peripecia sea inventada. La clave está en la emoción que pueda surgir del texto). No sé si la pelea entre banditas de Boedo que cuenta Casas en El Bosque Pulenta fue algo que sucedió realmente o no. En todo caso, al autor le gusta hacernos creer que sí ocurrió.

Concuerdo con que los últimos libros de Aira no le cambian la vida a nadie. Tal vez porque después de tanto tiempo, ya le reconocemos las costuras. Es como escuchar a tu viejo (o peor, a tu abuelo) contar la misma anécdota por enésima vez. Lo que al principio te parecía fascinante, después ya es un embole.

Un abrazo grande.

Fer Vico.

16/5/08 00:01  
Anonymous Anónimo dijo...

Mi impresión es que Por "lo que se está disputando en el artículo de Casas es cómo se lee y cómo se escribe de acá en más", y lo hace contraponiéndose al proyecto airano a través algo así como la oposición (gracias Fer) entre 'la literatura cuyo centro es el lenguaje) y 'la literatura cuyo nervio es la experiencia de vida'. Casas favorecería esta segunda posición (de un modo que no incluyera a Saer en el primer grupo, acaso). Me parecía que otro modo de entender esto era comparar la capacidad de un libro para 'cambiarte la vida'. Me parecía, también, que con esas dos formas de ver la literatura se estaba tratando de hacer foco en ese fenómeno (cómo un libro 'te cambia la vida').

16/5/08 10:54  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola Fer! Me alegra ver tu comentario y saber que seguís del otro lado! Me parece muy pertinente encuadrar la oposición entre "literatura del lenguaje" y "literatura de la experiencia", en mi opinión, la apuesta de Aira pasa por el relato ("contar una historia", si se quiere) pero alejándola o deformándola en todo caso de la "experiencia de vida", Casa, en cambio, me da la impresión de que opera en sentido contrario, aproximando todo lo posible la literatura a la experiencia. Con respecto al "hastío airiano" al que te referís no se si tendrá que ver con escuchar la misma historia muchas veces, yo lo asociaría más a escuchas muchísimas historias distintas pero contadas de la misma manera. En este sentido me parece que Aira aporta un "procedimiento" que incluso puede extraerse de sus novelas y ser aplicado por otros escritores (el "spam" airiano al que Casas se refiere con un poco de malicia) y que es lo que lo sitúa en el lugar que ocupa actualmente en la literatura argentina. Ese procedimiento, es lo que, según mi impresión, hace que Aira convierta en literatura todo lo que toca. Pero al mismo tiempo es lo que, utilizado una y otra vez, puede llegar a cansar a quien lo lee.

Te mando un gran abrazo para vos y toda la gente del maravilloso mundo (y no olvido que tenemos una cerveza pendiente)

16/5/08 12:18  
Blogger julieta eme dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

23/5/08 09:59  
Blogger julieta eme dijo...

hola. sólo quiero decir que leí el texto. no es que sólo leo los posts cortitos, eh? pero lamentablemente no tengo nada para decir. muy bueno, de todas formas. merece estar publicado en algún suplemento de algún diario.

un beso.

23/5/08 10:11  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias Julieta, saludos.

23/5/08 10:37  
Blogger Pola dijo...

me encantó este post. Deja en evidencia con qué poco se hace el branding en literatura.

Acuerdo con vos, no hay dicotomía en Aira sobre vida y literatura; pero Casas la plantea no sólo porque no tiene cabeza crítica, sino como operación de autoalabanza futura. In the meantime, el punto es cómo forrar de carne la pregunta que quiere diseminar: genio o estúpido, de modo que una de las posibilidades lo deje winner, lo que significa dentro del conjunto de “estúpidos” de los 30 años siguientes. Muy lame (léim)

Lejáim x el post,
po

27/5/08 11:18  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias Pola, me alegro que le haya gustado, buen concepto el del "branding literario" hay marcas que pasan de moda y otras que definen a los productos que nombran, habrá que ver cuál es este caso. Por otra parte, creo que cada vez que un escritor postula como leer a otro en verdad está esforzándose por explicar cómo quiere que lo lean a él.
Gracias, le jaim y mazel tov para ud también.

28/5/08 23:43  
Anonymous Anónimo dijo...

Por el contrario, me parece que casas lee con tranquilidad, con pasión y que uno está acostumbrado a otra cosa. no creo, querida pola, que casas no tenga cabaeza crìtica. a mi me parece un capo total. es algo antiguo y completamente nuevo. !veanlo!

3/6/08 18:30  
Blogger salgadoboza dijo...

La catástrofe pasaría precisamente por pensar que ella es imposible en/con/por las risas. No por nada, una de los caballos de batalla de Aira, es esa frase de Starbuck ('Moby Dick', no donde los frapuchinos), sobre que a dónde quiera que fuese, iría con una sonrisa.
Pero no deja de ser interesante, pensar por lo menos, que toda vez que Aira publica, lo hace pensando en términos extremos: civilización/barbarie, realidad/fantasía, cotidiano/accidental. Pero el realmente importante es este par final: tal que todo lo de suyo accidental, se metiese en lo cotidiano, en la majamama de la vida plana y promedial. ¿Qué ocurre con lo que se piensa sobre la realidad?
Aira quiere su literatura tal como Hofmann el LSD: cuestionar los límites y las ideas preconcebidas sobre lo asumido sin más.

3/6/08 19:44  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias por el aporte, anónimo. Yo no creo que no estemos "viendo" a Casas, simplemente tratamos de señalar la forma en que lee a un autor canónico contemporáneo como Aira.

Salgado, valga este post por el sólo hecho de tenerlo presente en los comentarios, me parece muy bueno tu punto de vista, yo creo que lo se le cuestiona en el campo local a Aira es que ese "correr los límites" se ha trasnformado mutatis mutandis en un nuevo "limite" en sí mismo. Supongo que los que blanden esa crítica propondran cierto regreso a los cánones realistas "horror" ya que resulta cuasi imposible ser más aireano que Aira
Abrazos transcordilleranos

4/6/08 00:54  
Blogger salgadoboza dijo...

Y bueno, que ya algún siútico postmoderno francés (supongo) dijo que cada vez que una frontera cae, no lo hace sino para levantar una un tanto más allá. Yo, más sereno, prefiero creer que no hay frontera en absoluto, que esta es la tierra baldía prometida, y que cada construcción no hará sino confirmar el irreprochable caracter humano de levantar límites (y romperlos a la vez)

5/6/08 10:35  
Anonymous Anónimo dijo...

Concuerdo con ud. Salgado, en sus palabras adivino la dispunta de Wittgenstein con el único filósofo capaz de hacerler frente: wittgenstein.
Abrazos

7/6/08 20:06  
Anonymous Anónimo dijo...

Che, esto se está debatiendo en La Lectora provisoria. Casas vs Aira o viceversa, pèguense una vuelta.

9/6/08 16:06  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias por el aviso, visitaremos a La Lectora en breve para sumarnos al debate.
Saludos

10/6/08 00:35  
Anonymous Anónimo dijo...

Pasé y me quedé prendido al debate como hasta las 3 de la mañana. Observo que hay casi animadversión contra César Aira, me parece que ha quedado muy solo en el centro del canon y es blanco fácil de las nuevas generaciones que sienten sobre sus espaldas el imperativo moderno de matar al padre. Creo que lo mejor de los ataques a Aira es que él contesta con obra.

10/6/08 11:11  

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