En la falda del periodismo
Estoy en las antípodas del periodismo. Carezco de toda curiosidad. También del impulso necesario para evacuar las dudas esenciales, despejar empíricamente las incógnitas y llegar a alguna verdad interesante sobre cualquier tema. Por eso en algún momento pensé empezar poniendo “No sé por qué acepté”, lo que inmediatamente descarté por puro rechazo al formulismo (si reparo en él) y porque, bueno: tampoco era verdad. Tampoco siento la inclinación que parece sano tener por la mentira, así que cada una de las muchas veces que miento, lo hago a disgusto.
Te voy a hacer un encargo, dijo. Qué carajo querrá, pensé. Hotel Edén, dijo. Un hotel en ruinas en el medio de
No suena mal. Lo nazi garpa, no hay caso. Acá en general se aprovecha el pie para especular acerca del atractivo del mal. Pero no me gustan las teorías. Simplemente fui a
Llegué mal dormido y, después de escuchar una ponencia (los teóricos no exponen: la ponen) poco antes de mediodía, me zambullí en un taxi y al Hotel.
Que es poco más que un montón de ruinas.
Bueno: estoy siendo un tanto injusto. Las rejas de la entrada, el enorme jardín que la separa del hotel propiamente dicho, esos dos leones esculpidos y la fuente de mármol de Carrara, como oportunamente se encargarán de señalarnos, remarcarnos y machacarnos, da una sensación de… ¿qué? ¿Grandeza perdida? ¿Lujo asiático? ¿Derroche de clase acomodada? Digamos que de grandeza perdida de clase acomodada que derrochaba la plusvalía acumulada en lujo asiático. El hotel es enorme. Soy malo para los cálculos, pero… serán cincuenta, cien metros de fachada por otros tantos de fondo. Yo también voy a insistir: la primera impresión es de un montón de ruinas pintarrajeadas, restauradas por un jardín de infantes. Me señalan un salón con pantalla de fondo. Proyectan un documental. No estoy solo. Me acompaña una pareja gey. O dos amigos. O padre e hijo. Uno viejo; el otro, pelado. Nos morfamos el documental. Interesante. Nos morfamos la recorrida y las explicaciones: no, no fue construido con capitales nazis. El problema de este hotel –el loteo de cuyas tierras dio como resultado el nacimiento de una coqueta ciudad hoy llamada “
Etiquetas: Crónicas
4 Comentarios:
Bueno, estamos casi ante la fundación de un nuevo subgénero: la contracrónica o la crónica contra natura.
DFW hubiese leído la novela de Gusmán "Hotel Eden" que no, nada que ver con el tema.
DFW hubiese mencionado que el dueño del hotel era aficionado a la magia negra y puso plata para la campaña de un candidato que prometía allá por los años 30', un tal Adolfito.
Y, sí, sacrifiquen a la vieja sobre los mármoles de carrara.
Yo pensé que era el gordo wallace de masacre ... Cuánto aprendo leyéndolos!
Ariel: DFW hubiera hecho exactamente eso. Y algunas cosas más. (Observo un grado acrítico de fanatismo. Me propongo no hablar del tipo los siguientes seis meses.)
Por favor, Hipo, cuánta incultura. El gordo se llama 'Walas' -pero también es un genio.
DFW y todo, no hubiera sabido qué hacer con la vieja, y Pailós sí. Así que el hotel al carajo, y le periodismo y todo eso. Lo importante son los nazis, o no? Y era nazi la vieja? al parecer hay un poco de curiosidad por estos lares...
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