El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

Mi foto
Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

29 noviembre, 2008

Sodomizado en línea B

Es lunes y hora pico. Ángel Gallardo. Entro como puedo. Como en Tokio, dirán. Con la única diferencia que acá con una mano te manotean el bulto y la billetera y con la otra te nalguean. Hay una sola regla. Siempre, lo más importante, es no quedar enfrente de la puerta. Zafar. Escaparse por el pasillo. Pero la ola que entra en Medrano me aplasta y quedo de espaldas. La cara contra el vidrio de la puerta. Si tuviera los labios pintados, hubiera dejado un besito rojo. Pero sólo es saliva y el sedimento que deja la piel grasosa en la superficie transparente. “Por favor no apoyarse en la puerta” dice la ventana. “Por favor no apoyarse…”. “¡No me apoyen, che!”. Es un gigante. Me parece que es un gigante. Por lo menos es bastante robusto. No puedo darme vuelta para mirar. La masa me lo impide. Pero imagino que además de gigante debe ser portero ya que el manojo de llaves que lleva colgado del cinturón se me clava en el ojete. Por el tamaño que tiene su ramillete debe porterear todo Palermo y al menos medio Almagro. Palmagro. Mi bello Palmagro. Mi upite se constriñe frente al beso sucio y amarillo de tu frío bronce, Palmagro. El jogging de algodón jaspeado (también conocido como pantalón de heladero) que llevo puesto no funciona de coraza, sino de segunda piel. Trasmite los más ligeros cambios de peso, presión y temperatura. Se podría decir que los amplifica. Los pequeños dientes de las llaves horadan mi piel de algodón. Carlos Gardel. Otra ola humana lucha por entrar en el vagón. Una voz metálica ruge dando órdenes de cerrar las puertas y cercenar todos los miembros que sobresalgan. También nos avisa que tengamos cuidado con los carteristas y los violadores. Gracias, muchas gracias voz metalizada. Tus consejos son casi tan útiles como la etiqueta con el teléfono para llamar a la policía de subte. “En caso de afano comuníquese al *302885029434”. Desde los asientos dos chicas se ríen. Una comenta que una vez casi pierde un zapato. “Tipo chinela, viste”. Siento la presión del vagón acumulada en el ano. En el mío. Una llave Trabex doble paleta, que se destaca del resto del puñado por su longitud y grosor, comienza a forzar los muros de la ciudad sitiada (o sea, mi upite). “Resiste, Troya, resiste” digo valiente. El subte agarra una curva ligera. La masa humana se desplaza hacia la derecha por la fuerza centrífuga. La llave se introduce y pega dos vueltas. Desmayo. Callao. Algunos pasajeros se bajan. La presión en el vagón disminuye. Recupero la conciencia. Pero siento la llave metida en el culo. Las paletas funcionan como un ancla. Palmagro parece no notar que estoy anclado a su cintura. Una virgencita pintada en dos cerámicas mueve su manito y me saluda mientras la unidad se pone en movimiento. María Auxiliadora de los Abrochados.

Nacho

Etiquetas:

11 noviembre, 2008

Negro

Nuestro éxtasis fue interrumpido. El cantante quería hacer una declaración.

-No es ningún secreto que todos en este escenario odiamos a nuestro gobierno, dijo –y hasta ahí, nada extraño. Cualquier músico argentino podría suscribir una declaración similar. Si bien parecen más proclives a suspender (públicamente) el juicio, siguen temiendo más hablar a favor que en contra. Pero el cantante parece tener ganas de seguir hablando.

-Pero eso está a punto de terminar, porque Barack Obama será nuestro próximo presidente. Y todos estamos muy entusiasmados con la nueva era de esperanza que está a punto de empezar.

...
¡Channnnn!
Nos miramos con Facu y Ariel. Estos tipos son increíbles, pienso. Y por estos tipos quiero decir los yanquis.
Porque lo impactante es que no es un boludo el que habla, sino un artista universitario con cierto grado de refinamiento, un tipo informado y reflexivo. Un intelectual, o alguien suficientemente parecido a uno. Lo que genera en nosotros (intelectuales, o tipos suficientemente parecidos a uno) es, antes que nada, una incomodidad, una vergüenza ajena por un defecto básico, uno demasiado cercano a la estupidez: la ingenuidad. El entusiasmo desembozado y la adhesión pública plena y directa son decodificados por nuestras enzimas mentales como el pecado original, como algo que automáticamente te expulsa de nuestro grupo. Inteligencia es crítica, decimos acríticamente, y crítica es sospecha, decimos mientras bostezamos, mientras disfrutamos de una victoria fácil e ilusoria. Lo que algunos no confesamos es la envidia.
Quiero participar de modo pleno, sin ambages, de algo que sea más que unos pocos pugnando por un objetivo vecinal o partidario. Quiero ser parte de las multitudes unidas y fraternales que van a cambiar al mundo. Que lo van a mejorar. Pero no puedo confesar –ni confesarme- esto sin sonrojarme.
Empujado por las horas de artículos internéticos y televisión que doraron mi entusiasmo, el miércoles pasado, en plena reunión política-académica (nada que salga del ámbito universitario), inauguré mi vaso rebosante de cerveza de nombre autóctono y capitales brasileros con un brindis por Obama.
Los intelectuales que me rodeaban hicieron dos cosas: (i) plegarse al brindis; (ii) dudar de que algo vaya a cambiar.

-Ya lo van a llamar de la C.I.A. para explicarle qué va a hacer en los próximos meses.
-A América Latina le conviene un presidente republicano.
-Son todos iguales.
-Obama tiene cara de garca.

Mi primer impulso, a quien rápidamente cagué a palos, fue recusar cada uno de esas extemporáneas manifestaciones de cinismo ramplón. A Dios gracias me sofrené: iba a quedar como un boludo. A medida que claudicaba (con concesiones y giros humorísticos) a mis tibias defensas del negro, disminuía el malestar, la sorpresa y el rechazo.
(¿Obama, cara de garca? En todo caso: ¿más que McCain?
¿Todos iguales? El índice republicano de invasiones es notariamente mayor que el demócrata. (Everybody hurts, pero mientras los demócratas usan una automática, los republicanos optan por un cañón.)
Y… puede que la injerencia demócrata sobre Latinoamérica no sea tan beneficiosa como la republicana. Acá no logro fijar una apreciación en la que me sienta cómodo. (i) Es verdad que el intercambio económico (de Argentina con EEUU) es mayor durante las administraciones republicanas –pero la balanza de pagos juega a favor de ellos: lo que traemos siempre es más que lo que mandamos. (ii) Es verdad que los republicanos ‘se ocupan más’ de América Latina que los demócratas –por ejemplo, queriendo copar la parada de las Cumbres de Mar del Plata (o la del Grupo Río en Dominicana) para aprobar el ALCA a las patadas. O apoyando los golpes contra Chavez y Evo. No se ocupen tanto de nosotros, gracias…
Y2… okey. El asunto es cuánto dike vas a darle a la CIA et alt; no si se lo vas a dar o no. Y confío que Obama les de menos calce que su antecesor, yes.)
El impacto de un negro progre (que entiende que, ante la hecatombre financiera, lo principal es rescatar a los que puedan quedarse sin techo, no a los responsables del intríngulis) al frente de la Casa Blanca no es menor. Y no solo a nivel simbólico –algo secundario, después de todo. No se puede postular que en la Casa Blanca reside (buena parte de) el gobierno global solo cuando las elecciones entronizan a los feos, sucios y malos.)
Pero sí: me sofrené. No actué tan estúpidamente –y lo esencial, en la frase anterior, es el primer adverbio. Importa cómo obramos, no (tanto) qué decimos. Dejé que críticaran. Al toque me sorprendí a mí mismo vociferando improperios burlones y cínicos y escépticos de baja estofa y el mismo tenor. A la distancia, curiosamente, tampoco lo veo tan mal. Mostrarse escépticos, cínicos y de temple sardónico es, en buena medida, un acto catártico. Es dar curso a miedos e inseguridades para que esos mismos miedos e inseguridades no pesen tanto de la piel para adentro. Es hacer lo que es necesario que tipos suficientemente parecidos a intelectuales de clase media hagamos para que, vuelta a vuelta, podamos proponer brindis por estos asuntos sin culpa.

Matías Pailos

Etiquetas:

03 noviembre, 2008

Boludeces

Si fuera un pibe chorro saldría a meter caño. Digo: es racional que los pibes chorros metan caño. Sos un pibe chorro. Creés que no vas a llegar a viejo. Creés que la vida de los viejos no es vida. Creés que la vida de tus viejos no es vida. Tus amigos, los mejores, los de más chapa, los que cogen más minas y minas más lindas: meten caño. ¿Por qué no hacerlo? Es claro por qué hacerlo. La pregunta es la misma: ¿por qué no hacerlo? Silencio. Más silencio. Entonces un día te animás y salís a meter caño. Que está buenísimo, no jodamos. La adrenalina. La vida en el límite. Al filo. Al borde del abismo (pero, ¡no jodamos!: en general no pasa nada). ¿Guita fácil? ¡Minga! ¿Probaron salir a meter caño? No es nada fácil. Una vez que metés caño todo es más fácil, pero ‘más fácil’ no implica ‘fácil’. Guita. Bastante más guita que los viejos y que tus viejos. Bastante más guita que los pibes de la esquina. Buenos pibes, pero giles. La adrenalina. El miedo en la cara de los giles a los que metés caño. Giles. Son todos giles. Miedo: solo tienen miedo. Casi se te para del miedo que generás. Mucho placer y mínimo riesgo. Yo saldría a meter caño. ¿Vos no? Claro: sos un gil. Si no fueras un gil saldrías a meter caño. Pero dejá: mejor no avivar giles. Mejor que les metan caño. ¿Y si se te escapa? ¡Un flash! Un flash, dicen los giles. Adrenalina. Poder. Poder es libertad. Te sentís grosso. Te sentís fuerte. Te sentís el más poronga. Sos el más poronga. Un día, pensás, un día todo se va a acabar. Un día no es hoy. Y siempre es hoy. Así que nunca es un día. Por tanto sos inmortal. Adrenalina, poder, libertad. ¿Cómo no meter caño? ¿Se puede no meter caño? Guita, buena pilcha, buenos fierros, buenas llantas, buenas máquinas. A full. A toda velocidad. De la gorra. De la cabeza. Esto es vida. A full, de la gorra, de la cabeza. A cogerse putas. A estar del moño. A salir a quemar. A reventar un par de giles. ¿Vos no lo harías? Claro que no lo harías: sos un gil. Dejame a mí.
Si fuera un bacán de San Isidro querría quemar a todos los pibes chorros. Un buen pibe chorro es un pibe chorro muerto. Un fiambre. Un hijo de puta menos. Un miserable que no piensa en nadie más que en él. Un tipo que no es humano, que claramente merece la muerte. ¿Él piensa en nosotros? ¿Él piensa en todo el dolor, la angustia, la desesperación que genera? Los traumas, las crisis, las pastillas y el llanto por las noches. Merecen morir. Son mierda y merecen morir. Les hacemos un favor. La vida que llevan no es vida. Es mierda, como ellos.
Pero esto no es lo que hay que hacer. “Esto”, acumular discursos. ¿Sirve de algo? Llama la atención, ayuda a la toma de (auto)conciencia (si están más o menos bien construidos –de lo que contrario solo aleja, como nos aleja la estupidez –aún a los estúpidos como nosotros). Está bien, está bien. Pero: ¿sirve de algo? No alcanza, si lo que preocupa es dar con la mejor solución sobre el tema. La mejor, en este caso, es la menos dolorosa. Por ejemplo: matarlos a todos no es una solución. Y aún si dejamos cuestiones morales (y de sentido común) de lado: atrás vienen otros. A la mejor solución se llega como se llega a todas las mejores soluciones. Por el camino aburrido. Por la reflexión astuta, ardua y sostenida sobre todos los elementos relevantes. Esto exige estudio. Esto exige el camino aburrido. Pero aún así: tampoco alcanza. Porque lo importante no es dar con la solución. Lo importante es implementarla. Y eso (hermanas, hermanos): es dificilísimo.
La solución es a largo plazo. Las medidas (educación general gratuita obligatoria, sistema gratuito y eficiente de salud, pleno empleo) tendientes a la disminución de la brecha entre ricos y pobres (reforma impositiva progresista, en paricular disminución del I.V.A. y aumento del impuesto a las ganancias), según los estudios más confiables, disminuyen la violencia social y el delito. Pero vivimos ahora, no en el largo plazo. Ahora, y no en el largo plazo, el mejor pibe chorro es el pibe chorro fuera de las calles. Preso, bah. Pero preso solo empeora –si logra perpetuarse, lo que no es fácil. Más violencia y resentimiento, menos escrúpulos (si cabe), mayor decisión y frialdad. ¿Entonces? Entonces mejor morir mañana que hoy.
La solución es el cumplimiento de las leyes. Pura entelequia. Busquemos otra solución. ¿Cuál?
La anterior. Pero la anterior es veinte, treinta, toda mi vida de angustia e incertidumbre –al menos. Y más también. ¿Qué querías? El pibe chorro la pasa peor.
Por ejemplo: un sábado a la noche pasás por Palermo en el auto con tus amigos, plenamente fumado. Y ves correr a cinco pibes chorros. ¿Por qué corren? Vienen de reventar a alguno, seguro. Seguro. Quién pudiera. Tienen más emoción que tu chamuyo constante con las minitas del bolichón de la esquina, pero, ¿vos cambiarías lugar con ellos? Hay una vida, pero es falso que haya que vivirla plenamente. Lo que hay que hacer es no sobresaltarse. Lo que hay que hacer es ir a lo seguro, que contra lo que todos los giles creen, es la buena vida. Pizza, birra, faso. ¿Qué más? Te pregunto: ¿qué más? ¿Qué más, decime?
Porque yo no tengo idea.

Matías Pailos

Etiquetas: