Por qué Batman es kantiano
Como señala Fede (i.e., Matías Pailos) en un post anterior, “la parte de Batman en la que todo se va a la mierda” es la instanciación de un experimento mental clásico de ética o moral (aquí utilizo los términos como sinónimos). A diferencia de Fede, no creo que la película se vaya a la mierda acá. Creo que la inclusión de este experimento mental en la película es una joya cinematográfica, al menos desde el punto de vista filosófico-didáctico.
Voy a reconstruir el experimento más o menos como lo hace Federico:
Hay dos barcos (más precisamente ferrys) A y B cargados de gente. El barco A está lleno de reos de la prisión de ciudad gótica. Los peores elementos de la sociedad. En el barco B viajan ciudadanos comunes. Ambos barcos están custodiados por la policía o el ejército. Cada barco tiene una bomba. Si alguien intenta bajar, el Guasón hace estallar todo. Si alguien intenta rescatarlos, el Guasón hace estallar todo. A su vez, cada barco tiene un detonador de la bomba del otro (el barco A tiene el detonador de la bomba de B y viceversa). La única forma de salvarse, según el Guasón, es haciendo detonar al otro barco. Tienen 20 minutos para decidir qué hacer. Si nadie acciona el detonador, ambos vuelan por los aires.
Ahora veamos la interpretación de Federico del experimento:
“No hay mucho que pensar. Lo racional es uno y lo mismo: hacer del otro barco una miríada de puntos indiscernibles. Salvar el pellejo a toda costa. No hay modo de rescatar al otro –aunque el otro puede salvarse a sí mismo: haciéndote cagar fuego. Pasan los 20. Nadie nada nunca. El destino del alma de Ciudad Gótica, dice el guión, se acaba de jugar. Y el Guasón –El Mal- perdió”.
La interpretación de Fede, también es una joya. Resume en unas pocas líneas la posición de que hacer volar al otro es la opción más racional. Y aquí racional es sinónimo de utilizar los medios más eficientes para conseguir un fin determinado. Esta interpretación supone que la vida (y en especial la propia vida) es aquello que más valor tiene para las personas, y por lo tanto, lo más racional (y predecible) es que la intenten salvar. Sin mucho esfuerzo, puede convertirse esta interpretación en una justificación ética. Para eso es necesario enfocarse en las consecuencias: el resultado ético justificado será el resultado más racional concebible de acuerdo a las circunstancias planteadas por el experimento mental. ¿Y cuál es el resultado más racional? El más racional es el mejor resultado. ¿Pero como sabemos cuál es el mejor resultado? Según la interpretación de Federico, el mejor resultado es (1) el que me salva la vida o en una interpretación éticamente más sofisticada, (2) el que salva más vidas o (3) el que salva las vidas más valiosas. Una diferencia importante entre la primera opción y las dos siguientes es que las últimas adoptan un criterio objetivo (no depende en que barco viaje yo para saber cuál es el mejor resultado moral), lo que las hace más atractivas y sofisticadas como justificaciones éticas.
Sobre la gente que va en los barcos A y B. El hecho de qué en un barco viajen los peores reos de ciudad gótica y en el otro los ciudadanos comunes, no es esencial para el dilema moral pero le agrega un elemento de mayor tensión. Desde el punto de vista de los ciudadanos comunes del barco B, la teoría psicológica de sentido común nos dice que en el barco A viajan violadores, ladrones y asesinos y que estas personas no son muy confiables Esto es más o menos un hecho según el sentido común. El hecho de que los pasajeros del barco A hayan roto al menos una vez el pacto social, no les da mucha credibilidad moral. A partir de esto, la teoría predice que si los ciudadanos no se apuran a hacer volar por los aires el barco A, seguro que ellos lo hacen primero. Así que, por ese lado, los “buenos” ciudadanos tienen “buenas” razones para hacer detonar lo antes posible al barco de los malandras.
Por qué Batman es kantiano. Kant piensa que salvar la propia vida no es el mayor valor ético. Por lo tanto, no se justifica hacer cualquier cosa para salvar la propia vida. Podemos, sí defendernos de un ataque. Pero salvar nuestra vida no es justificación suficiente para matar gente inocente. En sí misma, esta es una idea importante, pero no puede decirse que sea demasiado original. No obstante, Kant tiene una intuición más interesante. ¿Qué pasa cuando no estoy seguro de cuáles van a ser las consecuencias de mis acciones? ¿O cuando mis acciones pueden tener varias consecuencias y no tengo el suficiente grado de certeza de que vaya a ocurrir lo que espero? En estos casos, las consecuencias “más éticas” (sean las que fueren, incluso aceptando que las más éticas son las más racionales tal como fue definido aquí) son solo probables. ¿Qué pasa si nos equivocamos? Incluso uno aceptara la posición de Pailos de que el medio más eficiente para salvar nuestras vidas sea hacer volar al otro barco, antes de que el primer barco nos vuele a nosotros, ¿cómo podemos estar seguros de que haciendo eso lograremos salvarnos? ¿Acaso podemos confiar que el Guasón nos dejará vivir una vez que hayamos volado el otro barco? ¿Y qué pasa si el detonador del Guasón no funciona y nosotros nunca estuvimos en peligro, salvo por los detonadores que teníamos en nuestro poder en los barcos A y B? Como éstos, se pueden elucubrar muchos otros casos. La película, ilustra esta intuición de Kant. Cuando no tenemos certeza de cuáles serán las consecuencias de nuestras acciones, debemos actuar correctamente. Y agrega Kant, esperar lo mejor. El negro grandote que tiene la cara tatuada hace lo correcto. Agarra el detonador, lo tira al agua y se sienta a esperar lo mejor. Que de alguna manera, todo salga bien, que Batman nos salve, que el Guasón se coma un pancho y se muera atragantado antes de que nos haga volar por los aires, o lo que sea. La película de Batman, toma la opción kantiana. Hay acciones que son éticamente incorrectas más allá de cuáles son los resultados. No me interesa en este punto discutir si la vida es o no es el mayor valor ético. Lo que sí me interesa es la intuición kantiana anticonsecuencialista. La que dice que nunca sabemos con certeza cuál va a ser el resultado de nuestras acciones en su totalidad. Por ende el límite del cálculo estratégico racional tiene que estar puesto por la ética o la moral y no viceversa. El cálculo estratégico racional puede ser un cálculo de probabilidades.¿Pero qué porcentaje de probabilidades justifica matar inocentes para salvarnos? ¿Más del 10%, el 50% o el 90%? ¿Y por qué ese porcentaje y no otro? De poco nos sirve para tomar la decisión final, saber el porcentaje de éxito de nuestra acción. Siempre tendremos que tomar una decisión que no esté basada en probabilidades.
Final abierto. Hay una frase, que no es de Kant, pero que ilustra el radical anticonsecuencialismo kantiano como ninguna otra: “fiat iustitia, pereat mundus” (hágase justicia, aunque perezca el mundo). Kant la traduce como “que reine la justicia, aunque perezcan por ello todos los bribones del mundo”. Podríamos generalizarla un poco más y decir “hágase lo correcto, aunque perezca el mundo”. Siento alguna simpatía por esta frase, aunque puede ser utilizada para justificar las más grandes atrocidades. Porque puede que alguien piense como Adolf Eichmann, que todo lo que dice el Fuhrer es lo correcto, entonces, terminamos con un Auschwitz o un Treblinka.
Nacho
Voy a reconstruir el experimento más o menos como lo hace Federico:
Hay dos barcos (más precisamente ferrys) A y B cargados de gente. El barco A está lleno de reos de la prisión de ciudad gótica. Los peores elementos de la sociedad. En el barco B viajan ciudadanos comunes. Ambos barcos están custodiados por la policía o el ejército. Cada barco tiene una bomba. Si alguien intenta bajar, el Guasón hace estallar todo. Si alguien intenta rescatarlos, el Guasón hace estallar todo. A su vez, cada barco tiene un detonador de la bomba del otro (el barco A tiene el detonador de la bomba de B y viceversa). La única forma de salvarse, según el Guasón, es haciendo detonar al otro barco. Tienen 20 minutos para decidir qué hacer. Si nadie acciona el detonador, ambos vuelan por los aires.
Ahora veamos la interpretación de Federico del experimento:
“No hay mucho que pensar. Lo racional es uno y lo mismo: hacer del otro barco una miríada de puntos indiscernibles. Salvar el pellejo a toda costa. No hay modo de rescatar al otro –aunque el otro puede salvarse a sí mismo: haciéndote cagar fuego. Pasan los 20. Nadie nada nunca. El destino del alma de Ciudad Gótica, dice el guión, se acaba de jugar. Y el Guasón –El Mal- perdió”.
La interpretación de Fede, también es una joya. Resume en unas pocas líneas la posición de que hacer volar al otro es la opción más racional. Y aquí racional es sinónimo de utilizar los medios más eficientes para conseguir un fin determinado. Esta interpretación supone que la vida (y en especial la propia vida) es aquello que más valor tiene para las personas, y por lo tanto, lo más racional (y predecible) es que la intenten salvar. Sin mucho esfuerzo, puede convertirse esta interpretación en una justificación ética. Para eso es necesario enfocarse en las consecuencias: el resultado ético justificado será el resultado más racional concebible de acuerdo a las circunstancias planteadas por el experimento mental. ¿Y cuál es el resultado más racional? El más racional es el mejor resultado. ¿Pero como sabemos cuál es el mejor resultado? Según la interpretación de Federico, el mejor resultado es (1) el que me salva la vida o en una interpretación éticamente más sofisticada, (2) el que salva más vidas o (3) el que salva las vidas más valiosas. Una diferencia importante entre la primera opción y las dos siguientes es que las últimas adoptan un criterio objetivo (no depende en que barco viaje yo para saber cuál es el mejor resultado moral), lo que las hace más atractivas y sofisticadas como justificaciones éticas.
Sobre la gente que va en los barcos A y B. El hecho de qué en un barco viajen los peores reos de ciudad gótica y en el otro los ciudadanos comunes, no es esencial para el dilema moral pero le agrega un elemento de mayor tensión. Desde el punto de vista de los ciudadanos comunes del barco B, la teoría psicológica de sentido común nos dice que en el barco A viajan violadores, ladrones y asesinos y que estas personas no son muy confiables Esto es más o menos un hecho según el sentido común. El hecho de que los pasajeros del barco A hayan roto al menos una vez el pacto social, no les da mucha credibilidad moral. A partir de esto, la teoría predice que si los ciudadanos no se apuran a hacer volar por los aires el barco A, seguro que ellos lo hacen primero. Así que, por ese lado, los “buenos” ciudadanos tienen “buenas” razones para hacer detonar lo antes posible al barco de los malandras.
Por qué Batman es kantiano. Kant piensa que salvar la propia vida no es el mayor valor ético. Por lo tanto, no se justifica hacer cualquier cosa para salvar la propia vida. Podemos, sí defendernos de un ataque. Pero salvar nuestra vida no es justificación suficiente para matar gente inocente. En sí misma, esta es una idea importante, pero no puede decirse que sea demasiado original. No obstante, Kant tiene una intuición más interesante. ¿Qué pasa cuando no estoy seguro de cuáles van a ser las consecuencias de mis acciones? ¿O cuando mis acciones pueden tener varias consecuencias y no tengo el suficiente grado de certeza de que vaya a ocurrir lo que espero? En estos casos, las consecuencias “más éticas” (sean las que fueren, incluso aceptando que las más éticas son las más racionales tal como fue definido aquí) son solo probables. ¿Qué pasa si nos equivocamos? Incluso uno aceptara la posición de Pailos de que el medio más eficiente para salvar nuestras vidas sea hacer volar al otro barco, antes de que el primer barco nos vuele a nosotros, ¿cómo podemos estar seguros de que haciendo eso lograremos salvarnos? ¿Acaso podemos confiar que el Guasón nos dejará vivir una vez que hayamos volado el otro barco? ¿Y qué pasa si el detonador del Guasón no funciona y nosotros nunca estuvimos en peligro, salvo por los detonadores que teníamos en nuestro poder en los barcos A y B? Como éstos, se pueden elucubrar muchos otros casos. La película, ilustra esta intuición de Kant. Cuando no tenemos certeza de cuáles serán las consecuencias de nuestras acciones, debemos actuar correctamente. Y agrega Kant, esperar lo mejor. El negro grandote que tiene la cara tatuada hace lo correcto. Agarra el detonador, lo tira al agua y se sienta a esperar lo mejor. Que de alguna manera, todo salga bien, que Batman nos salve, que el Guasón se coma un pancho y se muera atragantado antes de que nos haga volar por los aires, o lo que sea. La película de Batman, toma la opción kantiana. Hay acciones que son éticamente incorrectas más allá de cuáles son los resultados. No me interesa en este punto discutir si la vida es o no es el mayor valor ético. Lo que sí me interesa es la intuición kantiana anticonsecuencialista. La que dice que nunca sabemos con certeza cuál va a ser el resultado de nuestras acciones en su totalidad. Por ende el límite del cálculo estratégico racional tiene que estar puesto por la ética o la moral y no viceversa. El cálculo estratégico racional puede ser un cálculo de probabilidades.¿Pero qué porcentaje de probabilidades justifica matar inocentes para salvarnos? ¿Más del 10%, el 50% o el 90%? ¿Y por qué ese porcentaje y no otro? De poco nos sirve para tomar la decisión final, saber el porcentaje de éxito de nuestra acción. Siempre tendremos que tomar una decisión que no esté basada en probabilidades.
Final abierto. Hay una frase, que no es de Kant, pero que ilustra el radical anticonsecuencialismo kantiano como ninguna otra: “fiat iustitia, pereat mundus” (hágase justicia, aunque perezca el mundo). Kant la traduce como “que reine la justicia, aunque perezcan por ello todos los bribones del mundo”. Podríamos generalizarla un poco más y decir “hágase lo correcto, aunque perezca el mundo”. Siento alguna simpatía por esta frase, aunque puede ser utilizada para justificar las más grandes atrocidades. Porque puede que alguien piense como Adolf Eichmann, que todo lo que dice el Fuhrer es lo correcto, entonces, terminamos con un Auschwitz o un Treblinka.
Nacho
Etiquetas: Micronsayos