El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

22 septiembre, 2009


EDITORIAL MANSALVA
INVITA
a la presentación de 2
nuevas novelas argentinas:
MIS ESCRITORES MUERTOS de DANIEL GUEBEL
y
LA TRANSFORMACIÓN DE ROSENDO de RICARDO STRAFACCE

En el bar Varela-Varelita
(Paraguay esquina Scalabrini Ortiz)

SÁBADO 26 DE SEPTIEMBRE 19 hs.
Presentan Ariel Idez y Mauro Libertella
¡Los esperamos
!

16 septiembre, 2009

Marylin, xp, pasteles, costicismos

Merca. Merca sobre la mesa, sobre la cama, en la alfombra. Merca en el ascensor, en la calle, en el aire. Merca en la nariz, en la sangre, en los mocos cayendo entre las veinte conversaciones simultáneas que cuatro personas entre cuatro paredes descascaradas con una lamparita que cuelga del techo sostienen por veinte por veinte por veinte horas. El libro con la merca también es blanco, y en la tapa hay una mujer que sonríe con un bebé en brazos que también sonríe. Una mano se escapa del fuera de marco y deja que la pistola que sostiene haga presión sobre la cabeza del chico.
Conviene dejarse engañar por las primeras líneas falsamente epifánicas e ingenuamente epifánicas y optimistamente naif. Contribuye a que los mazasos que nos vamos a comer peguen más fuerte.
¿Querían literatura del yo? Mariano Dorr te da una novela protagonizada por Mariano Dorr y por los amigos de Mariano Dorr con los nombres que figuran en sus respectivos documentos haciendo fila para cagarlo a trompadas –que es lo que se merece, por buchón. Problema de Dorr. O de los amigos de Dorr. Para ese entonces ya estamos a la mitad de la novela con ganas de cagar a piñas a Dorr o a los amigos de Dorr si no nos dejan seguir leyendo.
Es notable cómo Dorr consigue llamar a cada cosa por su nombre con su arsenal de neologismos kitsh. Meta ‘pastel’ en el ‘costicismo’ de la ‘xp’ ‘al natu’, con toda la ‘energía blanca[/negra]’ que estar ‘perdidos de la mente’ les permite a los ‘marylinizados’… ¿¿¿???
Quisiera llevar tranquilidad a los cartesianos: se entiende todo. No es tan difícil si se pone un poquito de voluntad. Se entiende más que lo que se entiende tras la maraña de peruanismos de los cachorros de Vargas Llosa. Se entiende mucho más que el nadsat anaranjado del Burgess mecánico. Y lo mismo que en uno y otro caso, lo raro es parte del encanto.

“En algún lugar, Primo Levi anota que los sobrevivientes, en el Lager, eran los peores; los mejores, morían. La norma para seguir viviendo era: en primer lugar, en segundo y en tercero estoy yo. Y luego nadie más. Luego otra vez yo; y luegos todos los demás. Una noche de xp, Martina me explicó quiénes eran los ‘musulmanes’ dentro del Lager: los prisioneros desnutridos, golpeados, con vendas en la cabeza, como turbantes, que temblaban de frío y de lejos daban la impresión de ser ‘árabes en oración’. Eran los que habían abandonado toda esperanza de vida o de muerte.” (“Musulmanes”, de Mariano Dorr; Ed. Casanova, colección Barranca Yaco; 126 páginas.)

Dorr escribe como habla. Lo mismo pasa con Pola, con Meret y con Incardona, que es como decir que pasa con toda una generación. Esto me hace pensar que lo único que pasa es que recién ahora escucho a los escritores antes de leerlos. Lo importante es que Dorr no habla como Incardona, ni como Meret ni como Pola. Dorr habla como puto, en femenino. Todo es femenino en el modo. Lo masculino está en los hechos.
Esta es la historia de un Cristo que, a pesar de las dudas que lo torturan hasta el último momento, se sacrifica por… por… por su salud. Lo que no parece mucho sacrificio, después de todo, sino más bien lo contrario. Pero ni el amor ni el sexo ni la paternidad son el polo de atracción de la novela. El eje es la merca. El centro de gravedad. La mujer amada, el sexo compartido y la hija a criar son mediaciones, diques de contención, maniobras distractivas. (Las dudas y las ganas de cagar a la mujer con la primera piedra que se le cruce por el camino es uno de los puntos más altos del relato.) El protagonista abraza (cada vez más enfática, más sospechosamente) todo el paquete y cae de rodillas en sus loas al milagro de la vida que se renueva y los vínculos más sólidos que cualquier tentación y el otro que te completa y con el que descubrirse realmente a uno mismo. Pero se cierra el libro y uno se pregunta cuánto habrá tardado hasta la siguiente bolsa.

Matías Pailos

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09 septiembre, 2009

Post ales

X

Estábamos con Martín, mi amigo
en una clase de natación
nadábamos juntos
por el mismo andarivel
(andar es un anagrama de nadar)
Ese mismo día a esa misma
hora
dictan lecciones de buceo
Unos tipos que traen chalecos
neoprenes, patas gigantes
esnórkeles tanques de oxígeno
cinturones de plomo y
todo el equipo
-la mar en coche-
Vamos nadando
con Martín
y los buzos
nos pasan por abajo
lentos pesados ajenos
A veces nos rozan
Las burbujas que sueltan
en racimos apretados
y nos explotan en el cuerpo
como granadas de aire



XX

En Pacífico me enchufan un cupón de “raspe y gane”
—no entiendo cómo todavía pueden promocionar cosas de esa manera—
¿Quién creerá lo suficiente como para raspar y
ganar?
Quién a seguir las instrucciones de un volante repartido en la vía pública
—­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­por favor, no arrojar a la calle—
Yo quisiera raspar y
Perder
Entonces le confiaría a tu volante
escucharía lo que tiene para decirme interpelarme
con ese lenguaje imperativo de la publicidad:
estudie aprenda compre gane sea
sea
se me ocurre hacer hago algo que el folleto no me pide
me lo llevo a la nariz
(el olfato al fin y al cabo se inventó para saber qué meternos adentro y qué no)
no lo raspo
lo huelo
Es un olor que tiene
maravilloso
a sticker
a Stani
a Figurita autoadhesiva marca cromi
huele a mi infancia
al Proust que no leí
a mi idea de Proust
pero aquí el presente
la tarde es áspera
el cielo
me raspa y
me gana.


Ariel Idez