El Mate Tuerto

"Se fingirá el saber que no se tiene."

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Nombre: El Mate Tuerto
Ubicación: Argentina

27 febrero, 2011

Los borregos de la madre patria

Una generación es más que un símbolo, un intelectual, un padre –que ni siquiera tiene tu misma edad, que no comparte códigos- y una novela. Pero desde acá, desde lejos, no se ve más que eso. Ahora: uno puede meterse en Internet y ponerse las pilas para empezar a sacar nombres de ñatos, de obras, de puntos de conexión, interés y fuga. Sí, pero, ¿para qué? No me pagan para elaborar una investigación exhaustiva –de hecho, no me pagan-, sino para que diga qué me parece.

Me parece interesante.

Lo primero –o lo segundo- es lo mejor: los muertos. O –mejor- “Los muertos” -porque como el código es escrito, las comillas no tienen que ser incómodos garfios clavados en el aire-, que es una novela de un pendejo llamado Jorge Carrión –con Carrión nacimos en el medio de una generación: la misma, porque somos del ’76-, que estuvo por acá justo para la aceleración de nombres presidenciales, a principios de siglo. (Como buen grafómano, no se la iba a perder. Deja huella de su estancia local en “La piel de La Boca”, muy buena crónica de más o menos 100 páginas, que de todas formas no terminé, porque no me llevo muy bien con el registro filo-periodístico.)

De qué la va: en un mundo bastante parecido a este, en donde la gente es, como era el sueño de Sartre, arrojada a la existencia, generalmente en callejones de mala muerte, y recibida con una buena tunda a cargo de cuasi skinheads, lo primero es saber quién fue uno –para eso están los muy caros mediums- en esa otra vida de la que se tienen recuerdos nítidos –o "interrupciones", sería mejor-, y lo segundo es cuidarse el culo, porque nos persiguen, nos controlan y no quieren que sepamos la verdad. ¿Dick? No se dan una idea. (Además, por contraste, uno comprende lo falso de la acusación que el enorme Dick recibe: que sus personajes son solo marionetas, que les falta carnadura, que no evolucionan y esa suerte de giladas.) ¿LOST? A full, nena. ¿Lo malo? No tiene lado malo. No sean chotos, no esperen siempre lo peor.

Son dos partes separadas por dos ensayitos. En el primero, se muestran las aplicaciones de la bioética a la crítica literaria. En el segundo, la crítica de los medios se vuelve manual de autoyuda y manifiesto político. (Me dirán que ya lo son, que es un peligro, o que es inevitable. Les diré que ni ustedes ni yo tenemos idea de lo que hablamos.) En el medio, una segunda parte que recuerda a las Batman de Nolan, y a los expedientes X.

Esa es la novela. Del padre no sé bien qué decir.

Por ejemplo: una ninfomana muerta cuenta cómo iba a matar a su marido. Ese era un buen comienzo. O también calzarse la piel de Fresán y decir que es una mezcla de Bolaño hardcore y Dick comprimido, o alguna otra conjunción de nombres adjetivados con la que, más o menos, tratar de conjurar las connotaciones de una obra. “España”, de Manuel Vilas, es eso, y además un rejunte de mojones de la historia española reciente, lo que justificaría el nombre de “fresco”. También hay mucho de la literatura posmoderna norteamericana, que es nueva en el sentido de contemporánea por servirse de recursos en los que se olfatea técnicas del mundo contemporáneo. También es pop, en sus referencias y en sus narraciones “micro”. También es metaliteraria, en el sentido europeo, con su cruza de ensayo, crónica y autorreferencia, y en el sentido latinoamericano, lúdico, bien cerquita del chiste, el chascarrillo y el retruécano. ¿Es una novela? Bueno, hay un hilo conductor: el índice. Y una progresión temporal: empieza en el futuro; termina en el fin de los tiempos. Pero tranquilamente puede vérsela como un montón de relatos, muchos buenísimos, algunos buenos, otros novedosos, y varios intrascendentes. Lo sostienen los primeros cuentos, que funcionan de garantía, y una expectativa continuamente renovada por una imaginación fuera de borda, que no deja escenario sin construir.

Eso podía funcionar. Armar una receta de cocina con los elementos que componen un libro. Sí, es cierto: mejor si se cuenta una historia. Mejor si se lo defiende o combate. Mejor si devela un significado oculto. Pero para eso necesito más espacio, y no lo tengo. Porque les quiero decir esto: Vilas también es parte de una generación. Bueno: él es más bien un hermano mayor. Una referencia. Un mojón. Un escudo y una primera línea de defensa para el nuevo o novedoso o (si uno quiere hacerse el banana, puede distinguir eso de lo) reciente moviendo "Afterpop", como el libro de Fernández Porta -el intelectual del grupo-, de la generación Nocilla, como la serie de novelas o, bueno, libros de Fernández Mallo. Sí, ya sé: mucho Fernández. Por eso siempre son buenos un Carrión o un Vilas, para desFernandizar el ambiente.

“Afterpop”, el libro, es un ensayo sobre literatura. Nadie sabe más de literatura posmo que el autor. Nadie tiene tanto bagaje crítico y filosófico para encarar la cuestión como el autor. Habla de la nueva literatura posmo española, pero abre la cancha y se permite hablar, con solvencia, de Hispanoamérica. Después dice, ¿y por qué no?, y habla de literatura posmoderna norteamericana, de Barth para acá. También habla de cyberpunk y de máquinas blandas de Burroughs. Eso por la mitad del libro, que es donde lo dejé.

El último eslabón es Agustín Fernandez Mallo, físico, poeta y novelista. Y figurita emblemática del grupo. Ambicioso, qué duda cabe. Si bucean (ay, qué verbo de mierda…), podrán encontrar declaraciones del estilo “el 99% de los poetas de mi generación son malísimos”. La novela en cuya búsqueda estuve embarcado algunas semanas se llama “Nocilla Dream”, y empieza en una carretera del Medio Oeste norteamericano. La dejé a la tercera página.


Matías Pailos

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21 febrero, 2011

18 febrero, 2011

Hay que salir

Si Catón fuera poeta (que lo es) y si la prosa imitara los modos de circulación de la poesía (que lo hace) al referirme a Ya no salimos (Mansalva, 2010) yo diría que se trata de la poesía reunida del autor, ese volumen con el que una editorial de peso premia al poeta que supo infiltrarse en el circuito literario con el goteo de las plaquetas. En estos tres largos relatos o petites nouvelles Catón se mueve con destreza del realismo al Csi-fi criollo, del pulso poético a la precisión de la economía narrativa, del relato clásico a la literatura posautónoma. Celebremos que no tengan nada en común porque cada uno despliega sus saberes, depara sus sabores y, gancho publicitario al margen, constituyen “tres libros en uno”: la prosa reunida de Catón.

En el primer relato, que da nombre al libro, Catón paga en la casilla de Fogwill el peaje de las influencias y (como se verá después) sigue su propio camino. La voz (muy lograda) de una esposa rica que tiene tristeza, va puntuando a la manera de entradas de un diario las escenas de una vida que gira en descubierto (“todavía me falta bastante pero dicen que después que cumplís los cuarenta la vida se termina”), un marido publicista exitoso (“Esteban se fue a filmar una campaña a Miami. Hoy me llamó. Cuando no está se pone afectuoso”), amigas famosas (Vero estuvo en el programa de Susana. Habló muy bien. Habló de todo. De Nahuel. De Martín. De la película nueva. De los desaparecidos”), cómo tratar a la servidumbre (“Me gustaría que las muchachas me duren. Pero se me van”.) y la consabida mudanza al country (“Esteban no quiere que le diga country. No queda bien. Prefiere que lo llame el barrio o Santa Clara. Igual, cada tanto se me escapa un ‘cantri’”).

En el último texto “El camino del solo”, Catón incursiona en un género poco transitado por la literatura argentina: el post-apocalíptico. Un tipo que se quiere matar termina siendo el último que queda con vida después de la hecatombe que acaba con la humanidad. El tema, que ha sido explotado en la literatura desde el Richard Matheson de Soy leyenda al Cormac McArty de La carretera encuentra en la versión catoniana el atractivo de su traducción local (al fin y al cabo el mérito del género se revela en el matiz). Un hombre devastado por la desgracia personal (“el divorcio es una catástrofe”) encuentra en el fin de la humanidad una curiosa vía de redención; después de todo el fin de un amor es poco menos que la devastación de la especie. Es una historia de redención, no de supervivencia, por eso Catón apenas insinúa los peligros clásicos que acechan a este tipo de héroes (jaurías de perros asesinos, cataclismos naturales, otros sobrevivientes que compiten por los escasos recursos) y enseguida los conjura o los aleja sin más para alojar a su personaje en un hotel de lujo y concentrarse en la reconstrucción interna de su tejido emocional hasta llegar a una escena de bucolismo chacarero con ganado y mieses; casi como una declaración de principios: si la literatura argentina empezó con un gaucho, culminará con un estanciero.

Dejo para el final el segundo relato: “Noches del Yacaré” no por ser el más logrado (los tres textos lo son, todos exhiben la “naturalidad de lo muy trabajado”) sino el más “catoniano” o al menos el que rezuma más personalidad literaria. “Noches” es un cocktail con una parte de crónica, dos de poesía y una de autobiografía que Catón prepara y sirve con destreza de barman para que el lector agradecido se lo lleve a los labios. Relato de iniciación, sí, con todos los ingredientes: joven de provincias que arriba a la gran ciudad y sintoniza rápidamente con el clima de la bohemia poética de los 90’ y lleva adelante con un grupo de amigos (Fontana, Bode) el (con el tiempo) mítico ciclo de lecturas “Yacaré Cumbiao”. Y si bien hay historia(s) que se tienden como hilos lo que más suma en “Noches” es el estilo, hecho de breves entradas puntuadas por subtítulos que, como bien señala Gustavo Álvarez Núñez en la contratapa, remiten o recuerdan el efecto de esos titulares de neón que usaba Godard en Alphaville. Los subtítulos funcionan como los nudos de una red y como dijo Libertella “la verdad de la red es puro agurero”, ese 1,5 % de materia y 98, 5% de vacío logra capturar en cuarenta páginas el espíritu de una década. Efecto de recepción o mimesis poética, los párrafos tienen la cadencia de la poesía de los noventa, por lo que la época está tanto en lo que se cuenta como en el modo de contarla. “Noches de Yacaré” es la Educación sentimental de los ’90. Dejo tres muestras y no digo más, vayan y lean.

PELICULA: Después de tomarnos declaración, el secretario de juzgado nos cerró la causa. No hacía falta mucha astucia para descubrir que éramos inofensivos. Pero nos dijo que teníamos veinticuatro horas para volver a Buenos Aires.

-Es como en Rambo -comentó el Chungo.

FITO: El Bode ganaba mucho por la canción de Fito, pero no cogía nunca. Y si cogía, embarazaba. Ya le había pasado antes. A decir verdad, salvo Fontana que tenía pinta porque era pintor, los demás no cogíamos mucho. La literatura es cosa de feos.

La ESSO: Amanece. Fast Food de la estación de servicio frente a la Plaza Pizzurno. El superrancho con mostaza, mayonesa y ketchup es la metáfora suprema de la derrota.

VEREDAS: También voy a contar cómo susurra la soledad en la madrugada. Es como el motor de un coche que va perdiéndose en el silencio unos minutos antes de que los porteros salgan a baldear la vereda.


Ariel Idez

11 febrero, 2011

Una venta

La vida es bella, la vida es hermosa, la vida, nuestro más preciado tesoro. Por eso estamos acá sentados charlando ¿No cierto? Sí, seguro que sí, es importante que estemos de acuerdo en este punto; si no nada de lo que le vaya a contar va a tener sentido, usted se va a ofender, yo me voy a enojar y los dos vamos a terminar esta reunión pensando que perdimos el tiempo y si hay algo que no nos gusta, que nos pone de mal humor, eso es perder el tiempo, lo digo en parte por mí, pero sobre todo por usted, que tiene todo el aspecto de ser una persona diligente, práctica, eficiente, corríjame si me equivoco, pero no se triunfa en los negocios perdiendo una hora para tomar cada decisión. La vida… qué maravilla, pero que cosa más hermosa, el milagro de la creación, de la existencia, ¿No es así? ¿No está de acuerdo conmigo? Sí, claro, qué gusto que sea así, ojo, no piense mal, yo no estoy acá para imponerle nada, pero en esto sí que tenemos que estar de acuerdo: nuestro trabajo se basa en el profundo amor que tenemos por la vida, usted incluso más que yo, la ama con locura, con pasión, se lo puedo decir con sólo mirarlo a los ojos… y bueh, son años en este oficio. Amamos tanto la vida pero, claro, a veces nos enfrentamos a uno de sus mayores contratiempos: a cambio de este don maravilloso de existir tenemos que estar vivos TODO el tiempo. Nacemos vivos y nos vamos a morir vivos, a la mañana nos despertamos vivos y de noche nos acostamos igual de vivos. Bueno, en el medio por lo menos dormimos ¿no? y es como un recreo que nos tomamos de la vida, salimos un rato a fumar un pucho, pero están los sueños, claro, y a veces incluso las pesadillas, y la vida se nos mete por la ventana y nos despertamos y nos volvemos a dormir y estamos vivos y si tenemos la gracia del sueño pesado igual, igual sabemos que seis, siete, ocho horas después nos vamos a despertar ¡Vivos! La vida es ese tren expreso que en el viaje de una estación a otra nunca nos permite hacer una escala para ver el paisaje que se escapa a toda velocidad por la ventanilla ¡Ja! Lo maté con esa, yo también tengo mi vena poética, qué se cree. Pero volvamos a lo nuestro: la vida cansa mi amigo ¡Si lo sabremos! Es la cosa más hermosa del mundo, nuestro bien más preciado pero cansa ¡Y cómo cansa! No la culpemos, no culpemos a la pobre vida ¿Cómo no agotarse con una cosa con la que, aunque sea la más linda del mundo, tenemos que vérnoslas todo el tiempo, todo el tiempo, la vida. Y eso por no mencionar el factor biológico, porque todo este cansancio tiene su razón de ser, usted no tiene que sentirse culpable por buscar nuestros servicios, al contrario, a usted lo ampara la historia de la especie: ¿Sabe cuál era el promedio de vida en el Imperio Romano? 25 años ¡25 años! ¿Se lo puede imaginar? ¿Cuántos años tiene usted ahora? 43, bueno, imagínese si su expectativa de vida hubiese sido de 25 años, la intensidad con la que habría atravesado su existencia. Ahora, en cambio, con 43 y una esperanza de vida que roza los 80 años cómo no sería… pero claro hombre, si ahora es considerado joven y activo un tipo de 70, con esa expectativa, digo, con esa punta de años todavía por vivir ¿Cómo no sentirse un poquitín agobiado por ese peso? ¿Cómo no sentir el tedio de los años vividos y de todos los que todavía quedan por vivir? Cómo cualquier otra cosa que se repite y nunca para, vivir cansa y no se puede no vivir. Estamos cansados mi amigo, usted y yo y el que ahora pasa caminando ahí por la vereda, todos estamos cansados de vivir todo el tiempo sin parar y queremos un descanso. Pero ni en pedo nos queremos morir ¿Estamos locos? ¡Queremos la vida por sobre todas las cosas! Amamos la vida como a la esposa del matrimonio feliz y duradero: un poco ya no la soportamos pero no podríamos vivir sin ella, sólo nos gustaría tener una aventura, un affaire, algo que nos permita sentirnos, si me permite la ocurrencia, no vivos por un rato. Pero mire usted si nos vamos a querer morir ¿O usted se quiere morir? Póngase una mano en el corazón, le pido que sea sincero conmigo… Bueno, tampoco es para que se ofenda mi amigo, es como le dije antes, a veces es mejor pasar por bruto y ahorrarse una pérdida de tiempo por un malentendido ¡Y ojo que no lo digo por usted! No se vaya a creer, las decepciones que me he llevado en estos años, pero no, con usted no, seguro que no, hágame un favor, acérquese un poco, sí, un poco más, le voy a decir algo en voz baja, usted me inspira mucha confianza, le tengo toda la fe, me la juego que va a convertirse en nuestro cliente y que va a ser uno de los que más le saquen el jugo a nuestros servicios. Disculpe si le hice pasar un mal momento antes, es que no tiene una idea de la cantidad de gente que no entiende nuestra propuesta, que nos toma por otra cosa, en fin, para qué meternos en ese terreno tan desagradable. Los terminales, esos son los peores, al que le veo pinta de enfermo ya lo mando a su casa antes de decir agua va, ¿Usted no estará enfermo, no? Qué va a estar, si se lo ve fuerte como un toro. Igual no admitimos terminales, le anticipo, sólo gente sana, en la flor de la edad. No me jure nada, no hace falta, de todas formas ya le voy anticipando va a tener que pasar una batería de exámenes, cosas de rutina, nada especial, pero esos terminales que vienen acá a pedir que… eso va contra la ley ¿Por quiénes nos toman? ¡Por quiénes nos toman! No, si, disculpe si me exalto pero ese tema me pone loco ya cuando veo a alguien medio pálido o con la depre lo mando a freír churros, pensar que hay gente que vienen a pedirnos que… en fin amigo, no es su caso, por suerte, lo supe desde que ocupó esa silla, puedo sentir como una corriente de mutua simpatía entre usted y yo. Entonces, usted dirá… que qué le recomiendo… qué le recomiendo… bueno, ya habrá leído el folleto, igual le voy a aclarar todo de nuevo. Hay un máximo de 5 pausas, en algunos casos menos, dependiendo del estado de salud del cliente, tampoco es moco e’ pavo lo que ofrecemos y la salud de nuestros clientes es nuestra principal preocupación y nuestro capital más importante. Así que no hay sexta pausa por más que insista y patalee y no tiene una idea de cómo nos han insistido algunos, la cantidad de plata que nos han ofrecido, un pila de guita, pero no, nada, somos una empresa seria y conocemos nuestros límites. Con cada cliente nos jugamos nuestra reputación, imagínese si uno de nuestros clientes… en fin, un escándalo, el fin del negocio. No hace falta que le diga que gozamos de un 100% de efectividad y por eso somos la firma líder en el sector. Pero hay que tener cuidado con esto, hay gente que se desespera, se vuelve adicta, quiere más y más, por eso las otras empresas, más inescrupulosas terminan teniendo tantos problemas y al final esos escándalos nos terminan manchando a todos, después se mete el Ministerio de Salud y amenaza con prohibir la actividad y perdemos todos. Hay que tomarse esto con calma, hay que saber medirse, hay gente que sale de una pausa y ya quiere meterse en otra. Por eso ponemos un plazo mínimo de un año entre una pausa y otra y también un año máximo de pausa, ¿Cómo? ¿Si sería posible tomarse más tiempo? Por ahí sí, pero creo que ya sería riesgoso para la salud, atrofias irrecuperables, por no hablar de la salud mental. Por eso acá ofrecemos asesoría psicológica sin cargo extra a cargo de profesionales especializados antes y después de cada pausa. Usted verá, es tanta la confianza que depositamos en nuestro servicio que las pausas aumentan progresivamente de precio, la primera es la de menor costo y de ahí en más se va incrementando, ¿Cómo dice? No, claro hombre, yo nunca hablé de bajo costo, sólo dije menor costo, ya quisiera usted que este fuera un servicio barato ¿Se animaría a ponerse en nuestras manos si le cobráramos una bicoca? Esto no es cosa de pobres, ellos ya están suficientemente entretenidos con la supervivencia, qué van a andar aburriéndose de vivir ¿No? Aunque usted no lo crea, el tedio es un lujo, y nosotros ofrecemos un servicio lujoso, pero no por eso menos imprescindible para las necesidades básicas de una persona de su categoría. No cabe duda: a usted le ha ido bien en la vida, y a mayor éxito, más cansancio, más necesidad de tomarse un descanso, una pausa, un recreo que nos devuelva la motivación perdida, ese hambre con el que encarábamos la vida cuando éramos pibes y recién empezábamos ¿no? O también las ganas de cambiar todo; borrón y cuenta nueva, también se hace mucho más fácil y justificable después de una buena pausa y yo creo que usted, mi amigo, va a experimentar grandes cambios, su vida va a dar un giro después de ponerse en nuestras manos, va a haber un antes y un después de experimentar nuestro servicio. ¿Y qué le recomiendo? Qué le recomiendo… hum… bueno, eso es algo muy personal, pero en base a mi experiencia yo le diría que empiece con una pausa corta, de unos 15 minutos, eh, espere, no se ría que no es chiste, eh, ya me imagino lo que estará pensando “este tipo es un comerciante, un vendedor nato, ya me quiere enchufar dos pausas en una”. No, nada más lejos de mis intenciones que lucrar con su situación y sus expectativas, todo lo contrario, mi objetivo es brindar la máxima satisfacción al cliente y por eso mismo lo aconsejo de esta manera, porque hace años que estoy en esto y conozco el servicio que estoy vendiendo, casi todos nuestros clientes, hasta los más convencidos y valientes, gente acostumbrada a los deportes extremos, adictos a la adrenalina, nos han comentado que en la primera pausa se sintieron superados por la situación. Las drogas que utilizamos no funcionan como la anestesia, usted es conciente de todo lo que está sucediendo todo el tiempo y, bueno, el cerebro es un bicho raro y no podemos saber por anticipado cómo va a reaccionar en ese momento, algunos nos hablan de alucinaciones, pierden la noción de donde están y cuál es el contexto, se olvidan de la pausa y se concentran en el HECHO y bueno, un poco de pánico se puede dar, paranoia también, un mal trip le dicen los chicos, un mal trip. Ojo que tenemos un noventa por ciento de reincidencia en nuestro servicio, o sea que lo bueno supera con creces cualquier cosa mala que pueda llegar a sentir pero, en fin, si usted sabe que la pausa es de apenas 15 minutos eso lo ayuda a relajarse, a estar sereno y eso es fundamental para tener un buen trip, para relajarse y gozar del viaje y dejar de angustiarse por la estación Terminal. Aparte una vez que entra en la pausa da lo mismo quince minutos que quince años, ¿Cómo? Bueno, no, espero no defraudar sus expectativas e igual confío en que lo viva, ja bueno, si a mi también me causa gracia, lo viva por usted mismo, pero no, nada, por lo que sabemos hasta ahora, nada, vacío total, black out, hasta la vuelta. Después sí, si le gustó y quiere una segunda pausa y seguro que va a querer, ya se puede tomar más tiempo y el viaje seguro va a ser mejor, va a disfrutar más del paisaje y va a tener la cabeza más apaciguada porque ya sabe que el boleto es de ida y vuelta, ahí yo ya le recomiendo una semana, para seguir la progresión; después un mes y si la quiere seguir aumentando, puede ir por un semestre y terminar con un año, pero bueno, ese es mi consejo, usted puede tomarse cinco minutos o un año de entrada, yo sólo le digo lo que me parece más idóneo ¿Se entiende? Bueno… me alegra verlo tan decidido, ya va a ver cómo se renueva su vida y se revitaliza después de tomarse uno de estos descansos, unas “vacaciones absolutas” como nosotros le decimos. Sí, si, por acá tengo un precontrato, espere que lo busque y si no encuentro ya le imprimo uno, no, acá tengo, sírvase, ¿tiene birome? Ah, okay, bueno, le pido que lo lea atentamente, son unas cuantas hojas pero no hay letra chica, eh, ja, ja, sí, las cosas claras. Después de la firma ya ponemos fecha para la batería de análisis y el psicodiagnóstico que tiene que pagar por adelantado, bueno igual va a leer todo eso en el precontrato, y si está todo bien, como no tengo dudas de que va a estar, ya empezamos la preparación para la primera pausa, sí, se puede pagar con tarjeta hasta 12 pagos con un 5% de recargo. Bueno, lo dejo que lea tranquilo en contrato ¿Un café? ¿No? bueno, lea tranquilo, lo dejo solo y vuelvo en quince minutos.

Ariel Idez

06 febrero, 2011

PALIZA en vivo este JUEVES en LIBARIO BAR



PALIZA, banda en la que uno de los administradores de este blog que no es Ariel Idez toca la guitarra, se presenta este JUEVES 10 de Febrero, a las 22.0 hs (puntual, esta vez sí), en Libario Bar (Julián Álvarez 1315). Por favor, asistir con anteojos de sol, mojito dietético en la mano, bermudas, medias y ojotas.

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