Una familia de rompebolas
Mi viejo:
– Mirá Nacho, vos sabés que tenés una madre de oro. Una vírgene. Una madona. Única. Con ella siempre tuvimos buen sexo. Yo siempre disfruté dándole placer a tu madre. Y más ahora, que desde la operación ni siquiera me salta (se me va para adentro). Pero también es mujer. Y como toda mujer, es una rompebolas. El otro día, por ejemplo. Era martes. Empecé el día bárbaro. En la oficina. Laburando. Tranquilo. Alegre. Feliz. Pero ella empezó a romperme las bolas ya desde temprano. No me acuerdo por qué era. Un problema con tu tía, creo. Yo no me quería enganchar. Me hacía el boludo. Le sonreía. Le decía piropos. “Bichito lindo…”. Pero ella seguía y seguía. Dale que dale. No paró hasta que me sacó. “¡¡Juana, por favor, no me rompas más las bolas!!”. Recién ahí se quedó tranquila. Decí que ahora tomo tegretol. Ves, en eso, vos medio que saliste a tu madre. Tu hermano siempre se pareció más a mí. Pero vos sos más parecido a ella. Siempre fuiste medio rompebolas. Te tomás las cosas muy en serio. Es más, en una época eras la imagen de todo lo que detestaba. ¿Qué? ¿Y ahora que dije? Sos tan susceptible. Sí, ya sé. Eso fue hace tiempo… ¿Te vas a comer esa aceituna?
Mi hermano.
– ¡Uy! Mamá es una rompebolas. Todo el día con la biblia rompiendo las bolas. Parece Flanders. No se relaja nunca. No para. Cuando me peleé con Maru le dije: “Má, no la llames. No te metas”. ¿Vos te pensás que me dio bola? A la semana ya la había llamado. Y encima, cuando le pido explicaciones, me caga a pedos. Y vos también sos bastante rompebolas. En eso saliste a mamá. Te hacés problema por todo. Planificás todo. No dejás nada al azar. Por ejemplo en Brasil. Que el despertador. Que la crema solar. Que factor 50 para la cara. Y el 35 para el resto del cuerpo. Y de chico, además de rompebolas, buchón. Todavía me acuerdo cuando fuimos a la psicóloga. Sí, con papá y mamá. Yo estaba en segundo grado. Te pusiste a llorar y les dijiste que me había sacado un dos en lengua y que había escondido la prueba. ¿No te acordás? Estuve un mes sin poder ver la tele ni jugar a los videos. ¡Un mes!
Mi vieja:
– Yo no entiendo porqué en esta familia todos dicen que rompo las bolas. Decí que yo nunca fui muy susceptible. Y que no le presto demasiada atención a lo que dice tu padre. Si no, me tendría que haber suicidado a la semana de casados cuando me dijo “Rajá, negra basurera”. Tu padre siempre fue un diamante en bruto. Pero que, ¿tu hermano también dice que soy una rompebolas? ¿Acaso ellos se creen que no rompen las bolas? Cuándo dejan todo tirado, los platos sin lavar, la cocina hecha un asco, ¿no rompen las bolas? Cuándo tu padre se levanta a las 5 de la mañana y empieza con los ruiditos en el baño. Los buches. El bidet. Las gárgaras. Y eso cuando no empieza con las preguntas: “Juana, ¿dónde está el vaso con los dientes?”, “Juana… Juana, no encuentro los documentos, Juana…”, “Juana, no viste donde estaban las llaves… Juana.”, “Juana los papeles del auto, los viste?”. Ah, sí. Los señores nunca rompen las bolas. Y tu hermano. Cuando se pone en pedo con los amigos y vomita en la puerta. O se van a hacer qué se yo qué y después te dice: “Má…, me pasás el teléfono del Dr. Diaz”, “¿Y ahora qué pasó?”, “Nada, má. No rompas las bolas.”, “No, nada, no. Ahora me decís que pasó.”, “Nada, es para un amigo. Nos fuimos de putas y se le rompió el forro.”, “¿Estás seguro de que es para un amigo y no es para vos?”, “Má, no rompás más las bolas. Ya te dije que es para un amigo. ¿Me vas a dar el teléfono o no?”. Eso no es romper las bolas. Sí, ya sé que demostrar que tu viejo y tu hermano son unos rompebolas no prueba que yo no sea una rompebolas. No sé si alguna vez te dije, pero te ponés bastante rompebolas con la lógica. Ves, al final una no puede decir nada. Sos muy suceptible.
Mi primo:
– Yo no sé, si serán rompebolas o rompepelotas o hinchapelotas. Pero sí sé que con una buena japi se les pasa todo. Cuando a una mina te la cojés bien, no te rompe más las bolas. La otra vez venía medio fusilado. Medio escabio. Pichula caída. No había Boston Group que me levante. Le eché un rapidito. De costadito. Un muertito. Como para irme a dormir relajado. Creo que ella no acabó. Igual, nunca estoy muy seguro cuando acaba y cuando no. Ponele que no acabó. Yo ya estaba roncando. A las siete de la mañana tenía que levantarme para ir al super. A laburar. Y la mina que se me pone a hablar. Una rompebolas. “Santi, ¿estás seguro que no tenés problemas emocionales?”, “…”, “Para mí que tenés problemas emocionales”, “…rmmm…”, “La verdad, no te tendría que haber dicho nada. Si tenés problemas emocionales es muy difícil que los veas”. Y así hasta que se durmió. Sí, ya sé. La culpa la tenemos nosotros que no nos las garchamos bien. Pero qué se le va a hacer. Una noche de bajo rendimiento la tiene cualquiera. Como diría el Fleco, no podés ser un ganador las 24 hs del día, los 365 días del año. Sí. “Con una sola Fleco, con una sola”.
Mi amiga Julieta, la policía de género:
– Ojalá ustedes se tuvieran que depilar. ¿Vos sabés que rompebolas que es depilarse? Vos sabés que rompebolas que es tener que ir toda arreglada a una fiesta. Pintada. Peinada.
Otra fuente inagotable de información acerca del fenómeno de romper las bolas es mi mejor amiga, Vale:
– Eee… Sí… De vez en cuando le rompo un poco las bolas a Nacho. “Te voy a hacer una remera” me escribe por el MSN. “Va a decir ‘Soy una RPBLS’. Y te la podés poner para ir al gym con tu amiga Patricia, mi ex. Eso sí, no te olvides de darle reliverán, porque parece que de sólo escuchar mi nombre le dan ganas de vomitar”. NMRMLBS. Así me pone en el Skype cuando sus acciones en el mercado de valores de la seducción cotizan a la baja. ¿Qué qué hago para romperle las bolas? Nada. Es un lunático. De vez en cuando le mando algún mail. Yo sé que le puede romper las bolas. Pero se los mando igual. El otro día me re respondió “Querida Valeria, te suplico, no me mandes más mails con boludeces. No quiero saber ningún chisme más del mundo blogger. Ni de de porqué la profesora Fernández no te pasó la nota del seminario. O que te quiso decir el Dr. Roxler cuando te dijo que la monografía que entregaste ‘estaba bien’. Y espero que interpretes esto como una rompebolas de regla, y no de acto. No sé si me explico. Quiero que sigas la regla ‘no me mandes más mails con boludeces’ y no que simplemente dejes de hablarme de tus problemas existenciales con el Dr. Roxler y la Dra. Fernandez, que sé, se resolverán a la brevedad. Besos. N.”. Sí, cuando tiene que entregar un paper no se le puede decir nada. Es tan susceptible. Tan rompebolas. Además, se toma todo demasiado en serio. Para mí que todavía la extraña a Patricia. Si no, para qué me dice lo del reliverán.
Nacho
– Mirá Nacho, vos sabés que tenés una madre de oro. Una vírgene. Una madona. Única. Con ella siempre tuvimos buen sexo. Yo siempre disfruté dándole placer a tu madre. Y más ahora, que desde la operación ni siquiera me salta (se me va para adentro). Pero también es mujer. Y como toda mujer, es una rompebolas. El otro día, por ejemplo. Era martes. Empecé el día bárbaro. En la oficina. Laburando. Tranquilo. Alegre. Feliz. Pero ella empezó a romperme las bolas ya desde temprano. No me acuerdo por qué era. Un problema con tu tía, creo. Yo no me quería enganchar. Me hacía el boludo. Le sonreía. Le decía piropos. “Bichito lindo…”. Pero ella seguía y seguía. Dale que dale. No paró hasta que me sacó. “¡¡Juana, por favor, no me rompas más las bolas!!”. Recién ahí se quedó tranquila. Decí que ahora tomo tegretol. Ves, en eso, vos medio que saliste a tu madre. Tu hermano siempre se pareció más a mí. Pero vos sos más parecido a ella. Siempre fuiste medio rompebolas. Te tomás las cosas muy en serio. Es más, en una época eras la imagen de todo lo que detestaba. ¿Qué? ¿Y ahora que dije? Sos tan susceptible. Sí, ya sé. Eso fue hace tiempo… ¿Te vas a comer esa aceituna?
Mi hermano.
– ¡Uy! Mamá es una rompebolas. Todo el día con la biblia rompiendo las bolas. Parece Flanders. No se relaja nunca. No para. Cuando me peleé con Maru le dije: “Má, no la llames. No te metas”. ¿Vos te pensás que me dio bola? A la semana ya la había llamado. Y encima, cuando le pido explicaciones, me caga a pedos. Y vos también sos bastante rompebolas. En eso saliste a mamá. Te hacés problema por todo. Planificás todo. No dejás nada al azar. Por ejemplo en Brasil. Que el despertador. Que la crema solar. Que factor 50 para la cara. Y el 35 para el resto del cuerpo. Y de chico, además de rompebolas, buchón. Todavía me acuerdo cuando fuimos a la psicóloga. Sí, con papá y mamá. Yo estaba en segundo grado. Te pusiste a llorar y les dijiste que me había sacado un dos en lengua y que había escondido la prueba. ¿No te acordás? Estuve un mes sin poder ver la tele ni jugar a los videos. ¡Un mes!
Mi vieja:
– Yo no entiendo porqué en esta familia todos dicen que rompo las bolas. Decí que yo nunca fui muy susceptible. Y que no le presto demasiada atención a lo que dice tu padre. Si no, me tendría que haber suicidado a la semana de casados cuando me dijo “Rajá, negra basurera”. Tu padre siempre fue un diamante en bruto. Pero que, ¿tu hermano también dice que soy una rompebolas? ¿Acaso ellos se creen que no rompen las bolas? Cuándo dejan todo tirado, los platos sin lavar, la cocina hecha un asco, ¿no rompen las bolas? Cuándo tu padre se levanta a las 5 de la mañana y empieza con los ruiditos en el baño. Los buches. El bidet. Las gárgaras. Y eso cuando no empieza con las preguntas: “Juana, ¿dónde está el vaso con los dientes?”, “Juana… Juana, no encuentro los documentos, Juana…”, “Juana, no viste donde estaban las llaves… Juana.”, “Juana los papeles del auto, los viste?”. Ah, sí. Los señores nunca rompen las bolas. Y tu hermano. Cuando se pone en pedo con los amigos y vomita en la puerta. O se van a hacer qué se yo qué y después te dice: “Má…, me pasás el teléfono del Dr. Diaz”, “¿Y ahora qué pasó?”, “Nada, má. No rompas las bolas.”, “No, nada, no. Ahora me decís que pasó.”, “Nada, es para un amigo. Nos fuimos de putas y se le rompió el forro.”, “¿Estás seguro de que es para un amigo y no es para vos?”, “Má, no rompás más las bolas. Ya te dije que es para un amigo. ¿Me vas a dar el teléfono o no?”. Eso no es romper las bolas. Sí, ya sé que demostrar que tu viejo y tu hermano son unos rompebolas no prueba que yo no sea una rompebolas. No sé si alguna vez te dije, pero te ponés bastante rompebolas con la lógica. Ves, al final una no puede decir nada. Sos muy suceptible.
Mi primo:
– Yo no sé, si serán rompebolas o rompepelotas o hinchapelotas. Pero sí sé que con una buena japi se les pasa todo. Cuando a una mina te la cojés bien, no te rompe más las bolas. La otra vez venía medio fusilado. Medio escabio. Pichula caída. No había Boston Group que me levante. Le eché un rapidito. De costadito. Un muertito. Como para irme a dormir relajado. Creo que ella no acabó. Igual, nunca estoy muy seguro cuando acaba y cuando no. Ponele que no acabó. Yo ya estaba roncando. A las siete de la mañana tenía que levantarme para ir al super. A laburar. Y la mina que se me pone a hablar. Una rompebolas. “Santi, ¿estás seguro que no tenés problemas emocionales?”, “…”, “Para mí que tenés problemas emocionales”, “…rmmm…”, “La verdad, no te tendría que haber dicho nada. Si tenés problemas emocionales es muy difícil que los veas”. Y así hasta que se durmió. Sí, ya sé. La culpa la tenemos nosotros que no nos las garchamos bien. Pero qué se le va a hacer. Una noche de bajo rendimiento la tiene cualquiera. Como diría el Fleco, no podés ser un ganador las 24 hs del día, los 365 días del año. Sí. “Con una sola Fleco, con una sola”.
Mi amiga Julieta, la policía de género:
– Ojalá ustedes se tuvieran que depilar. ¿Vos sabés que rompebolas que es depilarse? Vos sabés que rompebolas que es tener que ir toda arreglada a una fiesta. Pintada. Peinada.
Otra fuente inagotable de información acerca del fenómeno de romper las bolas es mi mejor amiga, Vale:
– Eee… Sí… De vez en cuando le rompo un poco las bolas a Nacho. “Te voy a hacer una remera” me escribe por el MSN. “Va a decir ‘Soy una RPBLS’. Y te la podés poner para ir al gym con tu amiga Patricia, mi ex. Eso sí, no te olvides de darle reliverán, porque parece que de sólo escuchar mi nombre le dan ganas de vomitar”. NMRMLBS. Así me pone en el Skype cuando sus acciones en el mercado de valores de la seducción cotizan a la baja. ¿Qué qué hago para romperle las bolas? Nada. Es un lunático. De vez en cuando le mando algún mail. Yo sé que le puede romper las bolas. Pero se los mando igual. El otro día me re respondió “Querida Valeria, te suplico, no me mandes más mails con boludeces. No quiero saber ningún chisme más del mundo blogger. Ni de de porqué la profesora Fernández no te pasó la nota del seminario. O que te quiso decir el Dr. Roxler cuando te dijo que la monografía que entregaste ‘estaba bien’. Y espero que interpretes esto como una rompebolas de regla, y no de acto. No sé si me explico. Quiero que sigas la regla ‘no me mandes más mails con boludeces’ y no que simplemente dejes de hablarme de tus problemas existenciales con el Dr. Roxler y la Dra. Fernandez, que sé, se resolverán a la brevedad. Besos. N.”. Sí, cuando tiene que entregar un paper no se le puede decir nada. Es tan susceptible. Tan rompebolas. Además, se toma todo demasiado en serio. Para mí que todavía la extraña a Patricia. Si no, para qué me dice lo del reliverán.
Nacho