Hoy, sin ir más lejos (porque si vamos más lejos, nos pasamos y si retrocedemos, no llegamos) el Mate Tuerto cumple un año de vida. Quiere el destino que esta fecha casi coincida con el onomástico de Matías Pailos, por lo que se nos torna inevitable la celebración conjunta de ambas fechas. Así transcurrió nuestra jornada de domingo: generosa en vino y empanada gallega en la refaccionada casa de MP: antes Chateau, ahora Villa Pailos a pleno estilo neoLecorbusier en un festín de líneas rectas y hogares a leña translúcidos que dejan ver el patio andaluz y demás delicias arquitectónicas. Y, en efecto, la coincidencia, nos permitió, como si hiciera falta, duplicar los brindis: “Por Pailos” “Por el Mate Tuerto” “Por el primer aniversario” “Por los treinta años”, etc. Y entre copa y copa algún comentario al pasar “El Mate tuerto es un blog eminentemente masculino” risitas, festejos “Bueno, porque las mujeres no se ponen las pilas y no escriben tanto” ja, ja, je, je. “Es que el blog no cumple con los objetivos que se había propuesto” aha, ahá,. “¿Y cuáles eran esos objetivos?” eh, eh, “Bueno, en los comienzos hubo
dos manifiestos, había intenciones que se torcieron” Epa, epa, “¿A qué intenciones te referís?” ña, ña, ña “Te explico, en primer lugar…”.
Cumplíamos un año y, fiel a nuestra costumbre, en lugar de celebrarnos, nos discutíamos.
Para resumir el debate, diré que una facción sostenía que el Mate Tuerto había sido ideado como un ensayo de una muchas veces pensada y nunca emprendida revista cultural. El objetivo era la intervención cultural, la inmersión en las agitadas aguas de aquella masa informe llamada “campo intelectual”, y lo que terminó saliendo fue un espacio para la narración anecdótica de sucesos personales. La otra facción repuso que el blog había tomado su propio rumbo, impuesto su propia gramática, o sistema de reglas, en definitiva, había adquirido su “estilo”, algo frankensteiniano, es cierto, pero estilo al fin, y ese estilo no era ajeno al de su mundo circundante, que no era, ciertamente el de las revistas culturales, sino el de los bloggers que lo leían y le comentaban y a los que los matetuertinos leían y comentaban a su vez.
La discusión se zanjó un par de copas más tarde, cuando se declaró a M.P. precoz asesino de tortugas con el inapelable testimonio de su madre, es decir, no hubo acuerdo. Los que protestaban, siguen creyendo que el Matetuerto “ya no es su margarita”, los que celebraban, se convencen que “está mejor que nunca”. Yo voy a dar una opinión de juez y parte, como insinué más arriba, creo que el MateTuerto es nuestro Frankenstein: una criatura que ideamos con fines nobles y elevados, pero que acabó siendo un engendro abominable que sin embargo se mueve, camina y habla para decirnos con voz gangosa: “mamá”, “papá”, es decir, remedando al doctor, “¡Está vivo!” “¡El monstruo Vive!”.
Yo creo que, como todo Frankenstein, somos horribles, se nos ven los costurones y, a pesar de usar zapatos con plataforma, rengueamos de una pierna. Sin embargo, creamos algo que antes no existía y, si no hubiera caído el rayo en el laboratorio de Vicente López, nunca habríamos trazado
un mate en la arena en un fin de semana inolvidable, ni conocido la inventiva inmobiliaria del
Sr. Riccardi, ni nos hubiéramos asomado a los misterios del
ajedrez, ni habríamos provocado la furiosa reacción de un
dramaturgo, ni nos habríamos electrocutado bajo la lluvia con
Iggy Pop, entre tantas otras aventuras.
Pero yo me guardo un orgullo personal, una íntima satisfacción que va más allá de todo lo que hemos escrito y publicado a lo largo de este año y la que considero es la mejor creación del Mate Tuerto: su público. No es obsecuencia sino evidencia. Como anticipó Macedonio, en el blog, salimos a buscar a nuestros lectores y los capturamos en el acto mismo de leernos: P. de Pau, Playmóbil Hipotético, Salgado Boza, Gernández, Mundo del Cinismo, Roberta, Libérula de Acero, Madpercolator, Cutipaste, Tate y algunos otros (no muchos) que nos leen en silencio y omiten su comentario. Ellos, es decir, ustedes, son la gran satisfacción que me deja este año. De todo lo que generó este blog, sus lectores son mi mayor motivo de orgullo.
Zedi Cioso