Gorila
Gorila. Mamífero primate de unos 2m de altura y color pardo oscuro;
tres dedos de sus pies están unidos por la piel hasta la última falange. Se alimenta de hojas y frutos y habita en África, a orillas del río Gabón.
Tampoco aciertan a acotar el objeto de disertación, aunque contribuyan al fin por contigüidad, la primera (“fascista”) ni la tercera (“Partidario de la Revolución de 1955” –aunque esta se acerca un poco más al punto-) acepciones del diccionario virtual “Babylon” (http://diccionario.babylon.com). (La cuarta (“Individuo prepotente, matón”) y la quinta (“Guardaespaldas, custodio”), de modo claro, se alejan de la cuestión.) La segunda, no obstante, da en el blanco.
Gorila. (pop.) Antiperonista
Es notable la difusión del gorilismo, casi tan extendido como la negativa pública a reconocerse como tal. El gorila suele avergonzarse de su gorilismo, y lo niega una, dos y tres veces, a sol y sombra. (Me pregunto si en su coleto hacen otro tanto. Supongo que es una buena medida de la eficacia del aparato represivo de sus psiquismos.) Dice cosas como
-No soy gorila: solo no soy peronista. ¿Por qué los peronistas creen que todos los no-peronistas somos gorilas?
Por supuesto, mucho peronista cree eso. Pero boludos hay en todos lados. Desde ya que hay no-peronistas que no son gorilas –y muchos más de los que a usted, gorila amigo, le gustaría que hubiera. Pero usted –sí: le hablo a usted-: usted es un gorila hecho y derecho. No me mienta. No lo niegue. ¿Cuándo fue la última vez que votó a un peronista?
-¿Qué, eso me hace gorila?
Bueno, está bien. Dígame cuándo fue la última vez que estuvo a punto de votar a un peronista.
-¿Qué, eso me hace gorila?
Bueno bueno: dígame cuándo fue la última vez que consideró la posibilidad de votar a un peronista.
-¿Qué, eso me hace gorila?
Dígame (sea sincero): ¿considera que el peronismo es la causa de buena parte (de todos, no sea tímido) los males de la sociedad argentina.
-¿Qué, eso me hace gorila?
…
-No te discrimino. Solo creo que Argentina estaría mucho mejor si nunca hubieran gobernado y nunca hubieran existido.
Claro: esta creencia puede ser enervante (para los peronistas), pero verdadera. Por supuesto. Creer que Argentina estaría mucho mejor si nunca hubieran gobernado los gorilas y si nunca hubieran existido también puede ser verdadero. Pero piense qué creería usted, intelectual amigo, de alguien que creyera que los intelectuales son el origen de todos los males, y que Argentina estaría mucho mejor si no existiera Puán, Sociales ni la Secretaría de Cultura…
Como acertadamente señaló un colega, profesor universitario y uno de los ejemplares más excelsos de su especie –los gorilas-, frecuentemente se desestima argumentos gorilas con el secillo expediente de indicar
-… qué gorila que sos…
Lo que claramente no es ningún argumento (correcto, sino un ad hominen –del tipo de las falacias- del tamaño de una casa). Pero como ya se señaló: boludos hay en todos lados.
Creo que el mayor problema de los gorilas es uno que, curiosamente, los emparienta con los peores peronistas (si hay algo que no puedo resistir: son las cacofonías): darle importancia al peronismo.
¿Qué es el peronismo? Seguro: un fenómeno bastante complejo. Pero, entre otras cosas, es una fuerza política más, con tan o tan poca cohesión ideológica como cualquier partido de masas. (Pueden, si quieren, verificar una dispersión ideológica análoga en el bando correligionario, en donde tributan desde socialdemócratas –Alfonsín (nuestro fiambre de cabecera)- hasta neoconservadores –De la Rúa.) Al peronismo hay que restarle importancia. Hay que tomarlo como parte del paisaje. Eso va a ayudar a no ver al compañero o al compañero gorila como alguien rotundamente (irreductiblemente) distinto. Eso va a ayudar a muchos, y en particular a quien esto escribe, a que cuando se confiesa peronista no se le queden paralizados en una mueca de incomprensión, incredulidad y desdén antropológico. (Te miran como mirarían a un simpático neanderthal paseándose en paños menores por la 9 de Julio con dos grados bajo cero.) Lo que sigue es una pregunta:
-¿En serio me decís?
A lo que sigue otra pregunta:
-Pero no estás con el gobierno… ¿no?
A lo que sigue una larga explicación tendiente a aclararte por qué ellos no tienen nada contra el pueblo peronista en particular, que son absolutamente tolerantes, pero que no pueden más que… y acá intentan trasmutar su odio o aversión en argumentos. Todo lo cuál constituye una experiencia impagable. Nunca me hubiera imaginado que para sentirme parte de una minoría discriminada iba a tener que votar lo que votan todos.
Matías Pailos
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