Una más sobre Tarnation (esta vez a favor)
Guillermo Burros
"Se fingirá el saber que no se tiene."
Etiquetas: Crónicas
Etiquetas: Literatura, Micronsayos
El parecido de Brian Ferry con Roberto Flores es innegable. Estas palabras, pronunciadas por mi amigo Zato meses ha, cayeronme como cuatro milanesas a caballo consumidas una atrás de la otra sin hepatalgina a la vista. ¡Nooo!, repliqué. Pero me quedó la duda, la inquietud, la intranquilidad que luego de repasar masoquistamente mis discos de Roxy Music, se resolvió con mi entrega a la amarga verdad. Ferry es un Flores que entona. Me puse a pensar, entonces, qué es lo que hacía que me gustara tanto, si Roxy con otro cantante me gustaría más o menos. Me gustaría menos, concluí. ¿Por qué me gusta tanto el cantar de Ferry? Sin respuestas a la vista, listé (tarea a la que me entrego con compulsiva asiduidad) mis trovadores de cabecera. Y compuse: Frusciante, Cocker, Springsteen. Bowie, por supuesto. Pero Bowie es un tema aparte, un tema por encima de todos los temas, así que suspendámoslo o alejémosnos de él. Luego seguí: Patton, Vedder. Y agregué: Cobain. Y sumé: el gordo Frank Black. Tarde o temprano recordé lo escrito por un periodista sobre Frusciante: canta como si tuviera la boca llena de clavos. Él, Ferry, Bowie: todos entonan, todos pueden cantar atildadamente. Pero (¡pero!): les gusta demasiado el falsete. A la menor oportunidad se ponen sensibles, se asumen dramáticos, tornan a la canción un asunto de vida o muerte. El mundo deja de existir. Solo tiene lugar la canción. La canción solo tiene lugar para resaltar su canto. La letra solo tiene lugar para resaltar su sensibilidad, su dramatismo, su vida y muerte. Prueben con ‘Lady Grinning Soul’, con Bowie llegando arriba, abajo, con Bowie falseteando arriba y abajo, con uno mismo desgarrándose con Bowie y creyéndose Bowie creyéndose el amante de la morocha de la canción. El falsete contribuye, no hay duda. El falsete es todo, a qué negarlo. Es el arma principal de mis cantantes favoritos, y quien denueste esa estratagema quedará imposibilitado de disfrutar de lo que ellos tengan para ofrecer. Pero Patton, Vedder, Cobain… no hay tanto falsete ahí. No no no: lo que hay es otra cosa. Lo que hay es mi segunda herramienta vocal favorita. Hay grito pelado. Hay desgarramiento no solo en el fondo, sino en el frente. Hay cuerdas vocales que se rompen, hay una garganta destrozada al finalizar el tema. Vean, si quieren, vean, como ejemplo, al Cobain de ‘Territorial Pissings’, al Vedder de ‘State of Love and Trust’. (A propósito: el Vedder de ‘Yellow Leadbetter’ es un buen ejemplo de cantante que te emociona falseteándote.) Vean al hermanito mayor de todos ellos. Vean al gordo Black sobre un peñasco al borde del abismo de Carpar David Friedrich tronando ante los dioses o la nada que él es un perro andaluz, que él es un degradado. Pero hay, todavía, un último grupo de cantantes de los que, pertinazmente, gusto. Son tipos acerca de los cuáles existe un amplio consenso, por no decir unanimidad, en que ‘cantan mal’. Cantan mal. Sin atenuantes. Sin contemplaciones. La lista, exigua, aunque notable, es la siguiente: Dylan, Young, Waits. La pregunta se repite: ¿me gustaría tanto ‘Blood on the Tracks’ o ‘Closing Time’ si hubieran sido cantados por tipos prolijos, que no pifiasen, con un registro vocal y un caudal respetable? Por supuesto que me gustarían menos, ninguna duda. Creo que esto se relaciona con un acorde de desprotección, de fragilidad, de vulnerabilidad que ellos exponen al cantar. Hay algo, también, de exposición arrojada, de ponerle el pecho a las balas. Hay algo de valentía en Young cantando ‘You are like a Hurricane’. Y creo que eso es lo que unifica el falsete, el grito, el pifie: la épica. Como escribe Pauls, la épica, con su arsenal de apremios, exigencias y contratiempos, encierra una droga que se reivindica con énfasis de adicción. Será por eso que me gusta tanto.
Matías Pailos